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Propuestas sobre las tareas escolares: ¿Qué opina?

Recientemente Harris Cooper, prestigiado profesor de la Universidad de Duke declaró: «No hemos encontrado evidencia de que las tareas ayuden a los niño a ser mejor estudiantes». A continuación te dejamos con la explicación.

Desde el Kinder los niños puede usar las tareas como una ayuda a para crear un mejor entendimiento entre las familias y los profesores y ofrecer oportunidades para una mejor comunicación. Apoyar y revisar la tarea hecha en casa mantiene a las familias informadas sobre lo que los niños están aprendiendo y sobre los reglamentos y los programas de la planificación del grado y de la escuela. En los años y grados siguientes hay quienes defienden las tareas escolares y aseguran que el tiempo dedicado a resolverlas puede mejorar el aprendizaje, además de ayudar a desarrollar iniciativa, responsabilidad, hábitos de estudio y habilidades para encontrar, resumir e integrar información. Sostienen que las tareas también son buenos instrumentos para que cada docente diagnostique las habilidades de sus estudiantes. En el campo contrario se sitúan quienes piensan que todo el trabajo escolar debe ser realizado en el centro educativo y que cualquier tarea para la casa puede generar actitudes negativas hacia la educación. Reportan como ejemplo múltiples casos en que las tareas escolares son causa de angustia, cuando la familia dedica varias horas diarias a resolverlas juntos; o de conflictos cuando los padres (cansados de su propio trabajo) se sienten presionados a ayudar a sus hijos para que las realicen. Estas personas suelen opinar que las tareas escolares no mejoran significativamente el aprendizaje. “Tal vez la principal pregunta planteada es si las tareas se relacionan con el rendimiento escolar. En otras palabras: los estudiantes que resuelven regularmente tareas en su casa, ¿tendrán un mejor rendimiento que quien no lo hace?” (cf Ministerio de Educación del Perú, Crecer Nro. 3).

Harris Cooper de nacionalidad estadounidense autor de libros,  profesor emérito de la Universidad de Duke, con Licenciatura en Psicología y sociología, Master en Psicoligía y Doctorado en. Psici¡oligía Social, y cuyas investigaciones  abarca la intersección de la psicología social y del desarrollo con las políticas educativas. En concreto, ha estudiado los efectos de las tareas escolares en el rendimiento académico y la dinámica familiar, y ha investigado la correlación entre el tiempo y el aprendizaje.

Hemos pasado cientos de años educándonos, aprendiendo nuevas cosas para lograr una mejor convivencia como humanidad y hacer de la vida algo mucho más cómodo para todos. Sin embargo, hay algo que todavía deja más preguntas que respuestas, nos referimos a las tareas escolares. Ya que hasta este momento sigue sin existir explicación que justifique por qué cuando vamos a la escuela necesitemos hacer tareas. Para nuestra buena suerte después de millones de alumnos reprobados por no hacer tareas, la respuesta ya llegó a nosotros y hoy te la vamos a compartir. Recientemente Harris Cooper, prestigiado profesor de la Universidad de Duke declaró: «No hemos encontrado evidencia de que las tareas ayuden a los niños a ser mejor estudiantes». De otro lado, algunas publicaciones que circulan en las redes y que han sido atribuidas a la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de sus representantes en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pidiendo para eliminar por completo las tareas escolares de todos los sistemas educativos registrados, no existe una fuente oficial que corrobore esa petición.

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“Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), fundada en 1961 con sede en Francia y la cual aglutina a 34 países miembros, los estudiantes de 15 años dedican más tiempo a realizar sus tareas que a cualquier otra actividad relacionada con el aprendizaje. Un estudio que la OCDE realizó en el 2009 no encontró correlación entre el tiempo que los estudiantes dedican a las tareas escolares y sus resultados en pruebas estandarizadas. En Singapur, los estudiantes dedican unas 11 horas semanales a realizar tareas en casa, mientras que en Finlandia dedican menos de tres horas sin necesidad del apoyo de legislación alguna.  Sin embargo, ambos países están entre las mejores posiciones a nivel mundial en las pruebas PISA.

Desde 1989 diferentes estudios han revelado que los alumnos comprenden de mejor forma el trabajo que realizan dentro del salón de clases, además, las tareas y trabajos que les piden para hacer en su casa les quitan valioso tiempo para desarrollar otras actividades que son igual de importantes para su crecimiento. Así mismo, el profesor Etta Kralovec de la Universidad de Arizona concuerda con los resultados de dicha investigación “Las tareas que los profesores a veces dejamos a nuestros alumnos en realidad no representan ningún beneficio para ellos”.

Hasta la fecha se han realizado varios experimentos, por ejemplo, alumnos que dedican 01 hora de su día a hacer tareas en casa son mejores estudiantes que aquellos que suelen dedicar 04 horas. Lo que significa que estos estudiantes prácticamente pierden 03 horas de su tiempo al día, tiempo que pudieron haber aprovechado para realizar otro tipo de actividades.

Otros especialistas aseguran que las tareas afectan el carácter de los estudiantes, sobre todo cuando hablamos de niños, ya que el estudiar debe ser considerado (cuando hablamos de niños,) como un medio para sentir que el estudiar debe ser considerado como una actividad de disfrute, y emocionarse por aprender cosas nuevas. En lugar de eso, las tareas escolares molestan al niño y lo condicionan a no querer ir a la escuela, por eso es que no les gusta aprender. La profesora Laura Lewin, considera que “desde siempre se ha debatido si los deberes son beneficiosos o no para los niños. [Sin embargo]  no hay evidencia científica que los deberes ayuden a los niños a ser mejores alumnos.” Y si no les gusta, no creará hábitos de estudio, sino que  “los frustrará, los enojará, generará tensiones en el hogar, afectará la relación con el adulto y la impresión que el niño tenga acerca de aprender.” (Laura Lewin, “¿Deberes sí o deberes no?”).

Aunque existen estudios sobre qué tipos de tareas escolares son las “mejores”,  algunos educadores afirman que las tareas colaborativas, en donde se les pide a los estudiantes que trabajen en equipo o con un adulto, tienden a ser más divertidas e interesantes. Cuando  la tarea implica colaboración, los padres de familia deben dejar que sus hijos hagan el trabajo, pero su apoyo es muy importante para que interioricen que los deberes escolares deben formar parte de su rutina extraescolar y que es una actividad importante, evitando la ansiedad y el estrés, con frsases como: “Si no haces la tarea no puedes salir a jugar”, “mientras no termines la tarea no verás TV”,  “ … no irás al paseo”, ….

Para quienes opinan que las tareas deben desaparecer inmediatamente de todos los sistemas educativos, es porque contribuyen a que los alumnos se hagan dependientes y flojos, ya que los padres se acostumbran a ayudarles a elaborar sus tareas y la mayoría terminan haciéndoselas. Sin duda los niños requieren de la ayuda de sus padres, pero esta ayuda a veces genera conflictos, pues el niño pierde su sentido de responsabilidad y ve la tarea como un castigo y no ver los beneficios, como el descubrir cuáles son las áreas o asignaturas que más le gustan, tener una mayor motivación por aprender y descubrir y el amor por el conocimiento.

Debemos encontrar el equilibrio adecuado para que el aprendizaje y la consolidación de los conocimientos, a través de las tareas escolares, sea placentero y no se conviertan en una carga indeseada para el estudiante y la familia. El objetivo de la Educación debe ser formar ciudadanos del futuro “que puedan relacionar su aprendizaje con su contexto y aplicarlo en su vida para contribuir a formar mejores sociedades. La educación debe transformar a los estudiantes en personas pensantes, capaces de discernir, empáticas, que logran comunicarse adecuadamente y que logran buscar soluciones creativas a los problemas de la vida”. A esto agrego que la educación también debe producir personas felices.” (REPÚBLICA 10/10/16).

Ojalá que esta “lluvia de propuestas y opiniones” nos motiven a impulsar el debate sobre un tema tan importante que hasta antes ignorábamos: el desarrollo infantil integral de nuestros estudiantes incluye su salud emocional, que consiste en reconocer, experimentar y gestionar una amplia gama de pensamientos y sentimientos de forma constructiva. Nuestros estudiantes deben lograr, a través de sus actividades escolares, tener la capacidad de ser ellos mismos, de reconocer los propios límites, de saber cuándo parar y de saber cuándo buscar apoyo para tener una actitud más positiva hacia el aprendizaje y qué hacer con lo que saben.

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Quizás lograr un punto medio entre ambos extremos y fijar una dosis de deberes proporcional a su grado académico (como postula el profesor Cooper), sea lo más conveniente. Finalmente, cada uno es libre de sacar sus propias conclusiones y lo más importante es no olvidar que, si se trata de la educación de niños y jóvenes, futuros responsables de la gestión de nuestros países, ningún tema debe ser tomado a la ligera.

¿Qué es lo que dice la ciencia?

Según la ciencia, las tareas escolares pueden tener tanto beneficios como perjuicios para los niños, dependiendo de diversos factores como la edad del niño, la cantidad y el tipo de tarea asignada, y el apoyo que recibe en casa.

En qué ayudan las tareas (potenciales beneficios):

  • Refuerzo del aprendizaje: Las tareas pueden ayudar a los niños a consolidar los conocimientos adquiridos en clase a través de la práctica y la repetición.
  • Desarrollo de habilidades: Pueden fomentar el desarrollo de la autonomía, la responsabilidad, la organización, la gestión del tiempo y la disciplina.
  • Preparación para el futuro: Ayudan a establecer hábitos de estudio que serán útiles en etapas educativas posteriores y en la vida laboral.
  • Involucramiento familiar: Pueden brindar a los padres la oportunidad de involucrarse en la educación de sus hijos, comprender lo que están aprendiendo y ofrecer apoyo.
  • Desarrollo de la creatividad e investigación: Algunas tareas pueden estimular la curiosidad y la capacidad de buscar información por sí mismos.
  • Mejora de la actitud hacia la escuela (en estudiantes mayores): Algunos estudios sugieren que, en la secundaria, las tareas pueden tener un impacto positivo en la actitud hacia la escuela.

En qué no ayudan las tareas (potenciales perjuicios):

  • Sobrecarga y estrés: Una cantidad excesiva de tarea puede generar estrés, ansiedad y frustración en los niños, afectando su bienestar emocional y su motivación por el aprendizaje.
  • Reducción del tiempo libre: Demasiada tarea puede limitar el tiempo disponible para el juego, la actividad física, la socialización y el descanso, actividades cruciales para el desarrollo integral de los niños.
  • Ampliación de la brecha entre estudiantes: Los niños con menos apoyo en casa o con dificultades de aprendizaje pueden verse más perjudicados por las tareas, aumentando las desigualdades educativas.
  • Tareas realizadas por terceros: La presión por completar las tareas puede llevar a que los padres u otros familiares las hagan por el niño, lo que anula el propósito educativo.
  • Impacto negativo en la motivación (en niños pequeños): En los primeros años de escolarización, la tarea puede ser percibida como una carga extra que disminuye el interés por aprender.
  • Posible efecto negativo en las calificaciones por exceso: Algunos estudios sugieren que una cantidad excesiva de tarea en la secundaria puede incluso llevar a peores resultados académicos.

Qué no ayuda a los niños (en relación con las tareas):

  • Cantidad excesiva de tarea: Asignar demasiada tarea, especialmente en los niveles más bajos, puede ser contraproducente y generar efectos negativos. Se sugiere la «regla de los 10 minutos por grado» como una guía para la cantidad apropiada.
  • Tareas repetitivas y sin sentido: Las tareas que no son significativas, que no fomentan la reflexión o la aplicación de conocimientos, pueden ser percibidas como una carga inútil.
  • Falta de claridad y apoyo: Si los niños no entienden las tareas o no reciben el apoyo necesario para realizarlas, pueden sentirse frustrados e incapaces.
  • Tareas que invaden el tiempo familiar de manera excesiva: Las tareas no deben convertirse en una fuente constante de conflicto familiar ni impedir la realización de otras actividades importantes.
  • Ignorar las dificultades individuales: No tener en cuenta las diferentes capacidades y ritmos de aprendizaje de los niños al asignar tareas puede generar frustración y desmotivación en aquellos que tienen más dificultades.

La clave parece estar en encontrar un equilibrio. Las tareas escolares pueden ser beneficiosas si son apropiadas para la edad y el nivel de desarrollo del niño, si tienen un propósito claro, si no son excesivas en cantidad y si se cuenta con el apoyo adecuado. Sin embargo, una sobrecarga de tareas o tareas mal diseñadas pueden tener efectos negativos en el bienestar y el aprendizaje de los niños. Es fundamental que los educadores diseñen tareas significativas y que las familias brinden un apoyo adecuado sin llegar a hacer el trabajo por sus hijos.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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