Maestros al servicio de la educación

María Velasco: No podemos poner en los colegios, ni en los profesores la solución de un problema que está en la familia

La psiquiatra María Velasco Ghisleri (Madrid, 1966), es licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Alcalá de Henares (España). Tiene un máster en ‘Psicoterapia Integradora’ y otro en ‘Psicopatología y en Psicoterapia del Niño y del Adolescente’. En la actualidad, es psiquiatra adjunta en el Hospital Universitario Ramón y Cajal, docente de MIR y PIR y psicoterapeuta privada especializada en niños, adolescentes y familias.

Ha colaborado como especialista en numerosos medios de comunicación y con la Fundación Querer. En 2023 publicó “Criar con salud mental. Lo que tus hijos necesitan y solo tú les puedes dar”, de la editorial Paidós.

Gracias a la publicación Aprendemos Juntos 2030 del BBVA y El País (España), compartimos con fines únicamente educativos y de formación permanente, partes del diálogo entre la médico -psiquiatra María Velasco y la profesora Jimena Cid. Les sugerimos leer la publicación original, pues quizá hemos omitido reflexiones que pueden ser de gran interés y ayuda para usted. Ellas tratan de aclarar respuestas a preguntas como ¿Qué necesidades emocionales tienen nuestros hijos?, ¿cómo criarlos para que se conviertan en adultos mentalmente sanos y resilientes?, ¿a qué dificultades se enfrentan los padres y madres de hoy? … Por algo más de una hora hablan sobre temas, que nos podrían ser útiles para nuestra reflexión personal y comunitaria, y sobre todo como un aporte educativo tan necesario desde un área tan importante como la Psicología, pues vivimos “una vida llena de cosas, sin tiempo, pareciera que nunca podemos parar. Creo que a nivel social tenemos, en general, una sensación de enorme descontrol.”

En esta publicación compartimos los enlaces del video completo y el momento más destacado, así como partes del diálogo, que recomendamos leer íntegramente en el enlace que indicamos al final del artículo. Es nuestro propósito que esta publicación sea una invitación a seguir entusiasmados actualizándonos en nuestra formación permanente, conociendo los aportes y la experiencia de especialistas cercanos al mundo educativo y nos sirva recurso para r el diálogo con estudiantes, colegas y padres de familia.  Hacemos presente que las letras en negritas y cursivas son nuestras, y los corchetes indican partes de la fuente no compartidas.

JIMENA CID: … ¿crees que se le da suficiente importancia a la salud mental hoy en día, socialmente? 

MARÍA VELASCO: “Yo creo que no. Yo creo que empiezan a estar visibles o se empiezan a visibilizar las enfermedades mentales gracias a muchas personas que dicen en las redes y en los medios de comunicación que han tenido una depresión, que han tenido ansiedad… Pero la salud mental es […] el poder vivir en un equilibrio entre fortalezas y capacidades que nos ayuden a enfrentarnos a la vida, a poderla vivir de una manera aceptable, aprendiendo, evolucionando, compartiendo con los demás, pudiendo trabajar, pudiendo integrarnos[…] ¿Es lo mismo no tener un infarto o no tener una enfermedad cardíaca que tener una vida saludable? Pues no es lo mismo. Y yo creo que hay que dar un paso más y hablar de salud mental, porque realmente hay muchas cosas que están en nuestra mano, cómo nos cuidamos, cómo crecemos, cómo nos tomamos las cosas, cómo las superamos y las elaboramos, cómo nos entendemos a nosotros mismos. En todo eso está la salud mental. La ansiedad, la tristeza, la soledad, el vacío, el no tener sentido, la baja tolerancia a la frustración… Estos son los trastornos que estamos viendo que han aumentado en la infancia y en la adolescencia. […].”

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JIMENA CID: ¿Y cuáles crees que son las causas que provocan estos trastornos mentales que has dicho que han ido aumentando?

MARÍA VELASCO: “Es un problema complejo. Hay un aumento de la exigencia […] por las redes sociales. El móvil nos persigue a todas partes. Nos comunicamos más, tenemos más información, pero también nos sentimos más expuestos con el teléfono móvil. […] a través de estos mecanismos, en el fondo, empezamos a tener una serie de creencias de lo que es normal, de a lo que podemos aspirar, de lo que necesitamos, […] en los adolescentes, en los menores, ya marca algo muy complicado, porque piensan que tienen que ser de una determinada manera. O sea, es como que han perdido mucha libertad. La infancia, los menores y la edad adulta también han perdido el límite. Había un límite que claramente separaba la edad adulta de la infancia y ahora ese límite se ha borrado. Al final, en vez de ir a su mundo, hacemos que los adolescentes y los niños vengan al nuestro. […] Realmente hay mucho contenido al que estamos exponiendo a nuestros menores que ellos acaban normalizando. […] yo creo que las cosas importantes de la vida suceden en las cosas pequeñitas, en esas miradas, en esos tiempos que compartimos en donde la complicidad surge, en donde nos conocemos de verdad, en donde conocemos de verdad a nuestros hijos. Creo que hay demasiada información, que los padres y las madres buscan mucha información que al final es desinformación. […] No contrastamos que lo que oímos tenga que ver con el conocimiento, con la ciencia, con la experiencia, por así decirlo. Tendríamos que tener el valor de salirnos de la corriente, […] queremos ser muy perfectos y muy sobresalientes en todo. […] lo que necesitan nuestros hijos de nosotros de verdad, no se lo estamos pudiendo dar. Entonces, yo creo que hay que poder parar y reflexionar qué necesitan realmente los menores y qué necesito yo como adulto y como padre y como madre en mi vida personal y en mis relaciones familiares y en la relación con mi hijo, para poder tener esta relación tan especial que es a lo que llamamos la crianza.”

JIMENA CID: Pues vamos a hablar de los padres y de las madres de este siglo. […] ¿Qué les pasa? ¿Qué les puedes decir? ¿Qué les pasa y qué pueden hacer con lo que les pasa para ofrecer una crianza lo más sana posible?

MARÍA VELASCO: Yo no sé si queremos hacer las cosas bien o las queremos hacer perfectas. No es lo mismo. La perfección es enemigo de lo bueno, y creo que queremos hacerlas perfectas por un tema también muy narcisista. Tenemos varias parcelas en nuestra vida. Yo creo que vivimos como de una manera muy desintegrada. Tenemos nuestro papel profesional, tenemos nuestro papel de pareja, tenemos nuestro papel como madre y como padre. Todos esos papeles… Queremos ser muy sobresalientes en esos papeles. […] Entonces, creo que las madres y los padres, en ese papel de madres y padres perfectos, se informan mucho para hacerlo bien, pero no quieren renunciar a nada. Me parece que la palabra «renuncia» es una palabra que está como mal vista… […] Sin embargo, hay mucha paz en la renuncia […]. Yo creo que vivimos ahora mismo un tiempo de muchísima angustia. Las personas están muy angustiadas, muy perdidas. […] En nuestras listas de la vida, el número uno y el número diez están al mismo nivel. Lo queremos todo y creo que hay una filosofía muy individualista y muy narcisista detrás. Este mensaje de «lo puedes todo», «vive el momento», «te lo mereces todo», creo que nos está intoxicando […] y cuando no lo tengo todo soy una víctima. […] Y claro, luego los adolescentes llegan a la adolescencia y ven que eso de la felicidad es algo que se te escapa de las manos. Las madres y los padres no están felices. Las personas no están felices. Las consultas de salud mental se llenan por infelicidad. […] Yo creo que estamos en un momento muy individualista en donde yo pienso lo que yo necesito, […] pero en ningún momento le pregunto a mi hijo qué es lo que necesita. En ningún momento me paro a mirarle a los ojos y me pongo a su nivel, entiendo que está en la infancia, en una etapa distinta, […] La madurez implica estas cosas que estamos hablando, claro. Si intentamos ponernos delante de nuestros hijos con una actitud muy individualista y muy narcisista, tenemos una actitud muy infantil. ¿Cómo vamos a ayudarles a crecer si nosotros estamos situados en un papel muy infantil? Pues es muy complicado.” 

Los niños deben aprender a frustrarse.  (MOMENTO DESTACADO 05´ 39”)

JIMENA CID: … hablas de un concepto, «infancia invadida». ¿Nos puedes hablar, por favor, de él?

MARÍA VELASCO: Antes la infancia no existía. Los niños trabajaban, eran mano de obra y eran personas sin ningún tipo de derecho, sobre las que se podía abusar a todos los niveles. Luego, según fuimos avanzando en nuestra historia, fuimos ganando en derechos, y uno de esos derechos es los derechos de la infancia. Sin embargo, en los últimos años, hemos invadido la infancia. La hemos invadido con el mundo adulto, con los problemas adultos, con la filosofía adulta. Le hemos arrebatado a la adolescencia sus credos, por así decirlo. Todos queremos ser un adolescente. […] es una persona con una amígdala, que es donde están las emociones, hiperfuncionante y una corteza que se está modelando, con lo cual no puede manejar bien su impulsividad y tiene unas emociones muy poderosas. […] los adultos negamos las canas, las arrugas, no queremos envejecer, no queremos madurar. Esto, al final, hace que nos hemos apropiado de la adolescencia, directamente. […] Los niños no necesitan ir a restaurantes, no necesitan estar conectados a las pantallas. Lo que necesitan es correr, estar con otros niños de muchas edades diferentes, aburrirse para poder jugar.

Todo esto al final hace que nuestras propias necesidades, las necesidades de los adultos, que con ellas hayamos invadido la infancia y además hayamos encontrado las excusas suficientes para defender este punto de vista: […] Yo sé que es importante avanzar. Yo sé que es importante aprender cosas nuevas. También sé que cuando hay un salto generacional y cuando hay un cambio de etapa en la historia de la humanidad todos tenemos miedo y miramos las cosas como «¡qué horror, qué horror!», como decían nuestros abuelos cuando la ropa cambió o cuando ciertas cosas de la sociedad cambiaron. […] Y estamos rodeados de excelentes profesionales ahora mismo, personas que han luchado, que se han esforzado, que han estudiado sus carreras trabajando, que tenían una ética, que tenían unos valores, que tenían un sentido de la familia, que escuchaban a sus abuelos. Había una jerarquía que ordenaba y que daba paz.

Pensamos que el tener miles de opciones y el dar muchas opciones a los menores, por ejemplo, es algo positivo y, sin embargo, crea muchísima angustia. […] Si además a mí en las redes sociales y en la cultura social me dicen que equivocarse es imposible… Porque una cosa en la que estamos evolucionando es que podremos evolucionar en admitir que hay enfermedades mentales, que tenemos ansiedad, que tenemos depresiones. Pero no admite nadie que se equivoca. O sea, la equivocación, el rectificar, el pedir perdón, el admitir que no sabes de algo, que no eres especialista en esto, que no puedes opinar, que te has equivocado, que tuviste un mal día…[…] Me hago responsable de mi estado emocional, me hago responsable de las elecciones que tomo, me hago responsable de… Eso, que es una actitud madura y adulta, también la estamos perdiendo. […] hemos invadido la infancia con nuestras necesidades… […] Y claro, los hijos no son un objeto, son personas, personas con sus propias necesidades que tenemos que saber cuáles son.

Y por mucho que estemos escuchando las nuestras, ellos van a seguir necesitando las mismas cosas. Y creo que en parte este sufrimiento que hay ahora mismo, esta soledad, este estar tan perdidos, tan angustiados y tan tristes, tiene que ver con que no se les está escuchando de verdad.”

JIMENA CID: … Por tu trato diario con niños y adolescentes que pasan gran parte de su vida formativa y también relacional en los en los centros educativos, ¿qué está pasando en los colegios?

MARÍA VELASCO: “[…] en los colegios es donde conviven nuestros hijos. Los problemas más graves que está habiendo ahora mismo, que son el poder esforzarme y poder estudiar, el poder convivir, el respetar al otro, el que la agresividad no sea una opción, el que desarrollemos la capacidad de hablar, de poder expresar lo que sentimos con respeto, el poder desarrollarnos a muchos niveles, el poder convivir, eso se hace en el colegio. Si no aprendemos a hacerlo en casa, si no nos enseñan, si no se les da valor a estas cosas, llegamos al colegio y no vamos a saber hacerlo. Y los profesores no pueden enseñar a los niños. […] Yo conozco muchos menores y adolescentes a los que les ha salvado la vida un profesor o una profesora. […] A mí me parece que la figura de un maestro o de una maestra es fundamental, pero no podemos poner en los colegios, ni en los profesores ni en los maestros, ahora mismo la solución de un problema que está en la familia. Si tú a tu hijo en tu casa no le pones unos límites, llega al colegio y no va a respetar a los profesores.

Si no respeta a los profesores, ¿cómo va a pensar que algo tiene que aprender de los profesores? ¿Cómo va a respetar el ritmo de la clase? ¿Cómo va a respetar que hay que estar en silencio para poder aprender? ¿Por qué va a querer crecer si ya lo tiene todo? ¿Para qué va a aprender algo si lo que le espera es todo peor? […] Creo que este problema de frustrar a los niños, de enseñarles a frustrarse con deportividad, se confunde con el maltrato. […] Creo que esta palabra se emplea con una ligereza increíble, cuando el trauma, un trauma psicológico, un trauma emocional, es algo muy grave, muy importante en las vidas de las personas que sufren un trauma. Y me parece más traumático que no te digan nunca un «no», porque eso significa que vas a llegar al colegio y que no vas a aprender.

No vas a poder aceptar el «no» de un profesor.[…] ¿Cómo vamos a enseñar, a dirigir una clase si no tenemos autoridad? […] los profesores a lo mejor intentan tener autoridad, pero luego llegan los padres al colegio y los desautorizan. […] A mí me parece que lo primero que tenemos que pensar es qué autoridad y reconocimiento tienen los profesores, […] Yo siempre lo digo: los padres y las madres no se dan cuenta de que hay tres elementos educando a sus hijos, ellos e Internet. La violencia es una actitud, es una acción, no es una emoción. […] estamos justificando mucho las actitudes violentas ante el malestar emocional. […] Como cada vez más cosas me enfadan, porque tengo menos tolerancia a frustrarme y estoy cada día más frustrado porque nadie me está enseñando a frustrarme, porque si me enseñan a frustrarme, me están traumatizando, yo no tolero ninguna frustración y al final me siento muchas veces mal a lo largo del día y en vez de comprender que es parte de la vida y saber gestionarlo, lo que hago es ser violento.

[…] Esto del acoso, que es una cosa muy grave y que está llevando a que sea una de las razones de los suicidios, no se le puede pedir ahora mismo, como están organizadas las cosas, a los colegios… No son los responsables los colegios, pero sí que creo que es el sitio de prevención. Sí que creo que la salud mental y la educación tienen que ir de la mano totalmente. Creo que los profesionales de la salud mental tenemos que entrar en los colegios y ayudar a los maestros en prevención de la violencia, en prevención de que los menores sepan conocerse, sepan vivir en comunidad, aprender a decir lo que piensan con respeto, la empatía, tantas capacidades humanas. […] Creo que el cambio y la prevención sí que están en los colegios, pero la responsabilidad está en las familias.”

JIMENA CID: … Vamos un poquito atrás para, por favor, que le digas a todo el mundo, de una forma clara y para siempre, que tolerar la frustración es bueno. 

MARÍA VELASCO: Tolerar la frustración es imprescindible, porque estamos todo el día frustrándonos. […] Tenemos que aprender a tolerar la frustración, a desarrollar capacidades para crecer en la adversidad. No todo lo que nos hace sentir mal es negativo. La tristeza es importante, la rabia es importante, la frustración es importante. Nos enseña cosas de nosotros, nos ayuda a desarrollar capacidades que nos permiten adaptarnos a la vida, porque tenemos que poder adaptarnos. […] renunciar a lo que no me sirve, para poder tener una visión más realista de dónde puedo llegar, qué me pueden dar los demás y qué puedo esperar de los demás y qué puedo agradecer de los demás y qué cosas no. […] el equilibrio entre ese mundo interno y ese mundo externo nos lo facilita la capacidad para frustrarnos. […] las personas que viven mucho en la sumisión, que viven todo el rato como para el otro, para saber qué estado emocional tiene el otro, para estar pendiente de la reacción del otro, en donde se anulan completamente, para ser en función del otro…[…] la intolerancia a la frustración es una de las características que definen los trastornos de personalidad, […] no son capaces de tener relaciones humanas, de trabajar, de adaptarse.

A los niños hay que enseñarles a frustrarse. ¿Cómo? Frustrándoles. […] Madres, padres, personas que están al cuidado, y no estoy hablando del profesorado, sino al cuidado de cualquier menor, hay que enseñarles a frustrarse, frustrándose». […] para manejarlo sin agredir, para manejarlo sin agredirme. Por ejemplo, detrás de tantas autolesiones que tenemos ahora en los adolescentes, de tantos cortes, puede haber una intolerancia a la frustración. Puede haber una mezcla de idealización de la vida en donde yo pienso que voy a tener un cuerpo esculpido a base de cirugía estética y de filtros, como me enseñan en las redes, y yo aspiro a eso. Como no lo tengo y no tengo una vida y no me van bien las notas, tampoco tengo un éxito social como parece que tiene todo el mundo, porque todo el mundo sale con unos planes y tal, pues yo ¿qué hago?”

No lo tolero y en vez de pensar lo actúo, porque no me han enseñado a pensar en la frustración o a saber esperar a que se me pase esa emoción de miedo, de inseguridad, de incertidumbre, de rabia, etc. y luego poder pensar estrategias, sino que lo actúo y me corto.”

 Criar con salud mental (ENTREVISTA COMPLETA  1h. 06´ 29”)

JIMENA CID: Paso directamente a la acción, sí. 

MARÍA VELASCO: “Efectivamente. Es muy importante enseñar a los niños, y no a cualquier edad, sino cuando les toca, que es dos, tres, cuatro años, a tolerar la frustración de manera gradual, de una manera tolerable. […] Son frustraciones tolerables pero progresivas. No aprendemos solos a frustrarnos. No aprendemos solos a ser empáticos tampoco. La empatía es una capacidad humana. La tenemos, tenemos la capacidad, pero si no nos ayudan a desarrollar la empatía, no vamos a ser empáticos. Nos va a dar igual el otro, le vamos a ver como un objeto que viene a saciar nuestras necesidades. Por eso es tan importante frustrar, porque dentro de la frustración hay un límite, hay un «hasta aquí puedes llegar. […].”

JIMENA CID: María, tú has comentado en un momento a lo largo de la entrevista que Internet es como el tercer elemento. […] ¿Nos podrías dar algún consejo sobre cómo gestionar, sobre cómo limitar o cómo hacer un buen uso de esas tecnologías, de los accesos, los tiempos…?

MARÍA VELASCO: Yo creo que tenemos que, primero, aceptar el riesgo que tienen nuestros hijos cuando acceden a Internet o a una pantalla, […] hay unas capacidades humanas que solamente podemos desarrollar en un determinado momento de nuestra vida. Si seguimos avanzando y cumpliendo años y no las hemos desarrollado, no las vamos a desarrollar. [las pantallas] producen una hiperestimulación visual y auditiva y los niños luego están muy nerviosos, no saben cómo gestionarlo. Producen problemas de insomnio, producen problemas relacionales. […] Al final estamos perdiendo la capacidad de poder ser naturales de una manera increíble. […] Tenemos que saber qué tienen de bueno las nuevas tecnologías. […] Depende de cómo la utilices. Si estás muy lejos y puedes hacer videollamadas, entonces claro. Pero si estamos hablando de mensajes, si estamos hablando de grupos en donde te excluyen o no… […] Estamos viendo ya consecuencias negativas en nuestros menores y nuestros adolescentes. No hablemos, por ejemplo, de la escritura, de lo importante que es para la memoria escribir. Si todo lo teclean, se va a perder la escritura, […] pero que todavía no podemos medir. Pero, entre los beneficios de las pantallas y las nuevas tecnologías y el daño que pueden hacer a nuestros hijos, claramente el daño es mayor. […]. Hay un salto generacional inmenso entre ellos y nosotros. […] los padres y las madres están muy angustiados porque no saben si sus hijos están estudiando, si no están estudiando, si están mirando vídeos, el profesor ya se comunica con los niños. Tú te quedas, como padre y madre, muy excluido de esa cadena que era el aprendizaje. Creo que hay que frenar. Creo que hay que plantearse mucho las cosas, entender que las consecuencias las vamos a tener que asumir nosotros como madres y como padres de nuestros hijos, y que tendríamos que poder tener el valor y el sentido común de no sumarnos un poco a lo que nos están contando.”

Publicaciones de interés y que puede ayudar a ampliar esta entrevista:

JIMENA CID: La relación entre padres e hijos no es una relación igualitaria y no es deseable que lo sea. No lo fue nunca y no lo es.

MARÍA VELASCO: “Creo que la palabra igualdad la compramos como si fuera, no lo sé, el tesoro más increíble del momento actual, y la hemos confundido con la equidad, […] Esto de la igualdad lo hemos confundido con la equidad. Mezclado con nuestro propio narcisismo, con nuestro yo infantil que potenciamos, al final, en casa no se sabe quién desempeña la función materna y la función paterna, y nuestros hijos, por mucho que nosotros queramos ser adolescentes, estar en la juventud, aspirar a todo, no renunciar a nada, ser maravillosos y vivirlo todo, siguen teniendo las mismas necesidades que han tenido siempre los niños y los adolescentes, que son amor y límites. […] porque no queremos renunciar a nada, que al final llegamos a casa agotados. Y lo último que podemos hacer es poner un límite. […] La crianza es una relación humana, íntima y especial, […] Y no todo es fácil, no todo es inmediato, no todo te lo mereces. Los sueños no caen del cielo, hay que luchar e incluso luchando hay veces que no llegan». Y para que eso funcione así, la relación tiene que ser jerarquizada. […] no intenten ser los colegas de sus hijos, porque nuestros hijos adolescentes ya tienen muchos amigos, pero una madre y un padre solamente tienen uno. Necesitan un faro, necesitan un límite, necesitan una atención, una escucha, una mirada adulta […]Es normal que se quiera separar para encontrarse. […] Tenéis que renunciar a una etapa de vuestra vida, a la de la juventud. Porque la adolescencia de los hijos suele caernos encima cuando nosotros también estamos entrando en una época diferente, que es la de la madurez, en donde notamos cambios físicos también. Entonces, nos puede resultar difícil. […] Tenemos que hacer un duelo personal de otra etapa de la vida, […].”

JIMENA CID:  … ¿Nos podrías hablar de ellos y del estilo que tú crees que es el más apropiado o el más beneficioso?

MARÍA VELASCO:

Yo creo […] que es importante poder hacer reflexionar sobre qué estilo educativo tienes tú, para que sepas distinguirlo de lo que necesita tu hijo. Podríamos decir que hay un estilo educativo que se parece más a una función materna, que sería un estilo de crianza protector.[…] Una crianza sana sería un estilo educativo balanceado […] ¿Para qué criamos a nuestros hijos con salud mental? Para que puedan desarrollar esas fortalezas que les van a ayudar a estar integrados en el mundo. Y eso se desarrolla con una crianza equilibrada, en donde hay límites y en donde hay amor. […] es importante revisar en qué mundo vivimos, a qué nos hemos sumado, qué estilo de vida llevamos, si nosotros somos cuidadosos, si nos cuida también alguien, si nuestra pareja es nuestro competidor o nuestro acusador, o nuestro compañero o compañera que nos ayuda a poder sentirnos cuidados[…] Y todo esto son cosas que podemos trabajar como adultos, que podemos trabajar en compañía, en familia o si no en una terapia. […].”

Publicaciones complementarias y recomendadas:

La transcripción completa de este diálogo y los videos, que sugerimos leer y visualizar, lo encontrará en este enlace: Criar con salud mental

Esta publicación corresponde a SERIE DE VIDEOS: APRENDAMOS JUNTOS, PARA SUMAR POR LA EDUCACIÓN

«La actualidad esta llena de sucesos que nos empujan a plantearnos las consecuencias de nuestro estilo de vida, de los imperativos que nos rigen, de las expectativas que nos mueven y de los limites que nos protegen».

NOTA DE REDACCIÓN: Las ideas y opiniones expresadas en este diálogo, no son necesariamente las de la Web del Maestro CMF, y no comprometen en modo alguno sus políticas de formación permanente y revalorización de la tarea docente. El título corresponde a un pensamiento de la entrevistada. Sugerimos a nuestros lectores conocer la identidad de los dialogantes, para tener mayores elementos de juicio y su pertinencia, de manera tal que ayude a su reflexión desde su realidad educativa. Y les recordarnos que hemos omitido partes que podrían ser interés para usted.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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