La relación tradicional entre educadores, alumnos y sus padres ha sido históricamente caracterizada por la cooperación. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha observado un cambio en esta dinámica, con un aumento en los casos en los que los docentes reportan ser maltratados por parte de los propios alumnos y, en algunos casos, incluso por parte de los familiares de estos últimos.
Esta transformación plantea una serie de interrogantes sobre las causas subyacentes, las manifestaciones del maltrato y sus consecuencias tanto para los educadores como para el sistema educativo en su conjunto.
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A medida que las expectativas hacia el sistema educativo han evolucionado, los docentes enfrentan nuevas presiones y desafíos en su labor. Si bien la mayoría de los estudiantes y sus familias mantienen una relación respetuosa y colaborativa con los educadores, no se puede ignorar el hecho de que un número creciente de profesionales de la enseñanza informa haber experimentado algún nivel de maltrato por parte de alumnos y sus familiares. Esto puede manifestarse de diversas maneras, desde el lenguaje irrespetuoso y las actitudes desafiantes hasta situaciones más graves como el acoso verbal, el ciberbullying dirigido a los docentes o incluso la difamación en línea.
Las causas detrás de este fenómeno son complejas y pueden variar ampliamente. Entre ellas se encuentran la falta de comunicación efectiva entre la escuela y los padres, las altas expectativas académicas y emocionales depositadas en los estudiantes, así como factores sociales más amplios como la disminución de la autoridad de los educadores en la sociedad contemporánea. La presión sobre los alumnos para alcanzar resultados excepcionales en un entorno competitivo puede desencadenar frustración y resentimiento, que a su vez pueden dirigirse hacia los docentes. Además, la facilidad de acceso a la tecnología y las redes sociales ha brindado nuevas plataformas para expresar descontento y, en algunos casos, perpetuar conductas negativas hacia los educadores.
Esta problemática plantea preocupaciones tanto a nivel individual como institucional. El maltrato hacia los docentes puede tener consecuencias emocionales y psicológicas significativas, afectando su bienestar y su capacidad para desempeñar su labor de manera efectiva. Además, puede contribuir a la desmotivación y la deserción de profesionales talentosos del campo educativo, lo que a su vez impacta la calidad de la enseñanza y el aprendizaje. A nivel más amplio, el ambiente de aula y la cultura escolar se ven influenciados por estas dinámicas, lo que puede afectar el rendimiento académico, el comportamiento y el desarrollo socioemocional de los estudiantes.
En esta exploración de «Los docentes también somos maltratados por alumnos y sus familiares», se analizarán las diversas facetas de este fenómeno, se examinarán sus causas y se discutirán las posibles estrategias y enfoques para abordar este problema. Es fundamental abogar por un ambiente educativo en el que se fomente el respeto mutuo, la comunicación abierta y la colaboración entre todas las partes involucradas, reconociendo que un entorno saludable y positivo es esencial para el bienestar de los educadores y el éxito educativo global.
Alumnos, profesores y la delicada balanza del respeto mutuo
Alumnos se aprovechan de los derechos que tienen y profesores toleran malas actitudes para evitar denuncias. Los profesores también son víctimas de sus alumnos. Si hace muchos años los padres de familia pedían que sus hijos sean castigados por sus docentes por portarse mal, en los últimos años, los profesores que agreden a sus alumnos son sancionados, suspendidos y hasta denunciados.
Sin embargo, el especialista de Tutoría de la Gerencia Regional de Educación Arequipa, Hermán Robles, informó que últimamente los escolares se aprovechan de esta situación para maltratar, responder o burlarse de algunos maestros.
“A pesar de la importancia dada a los derechos del niño, se ha descuidado la atención a los deberes, y por otro lado, las normas son muy drásticas para los docentes. Para evitar sanciones, algunos prefieren no corregir el mal comportamiento de los escolares”, expresó Robles.
Robles aseveró que la queja de los docentes por el maltrato de los escolares es mayor, pero no se traduce en denuncias. “Los alumnos se aprovechan de esta situación, y los profesores, en muchos casos, toleran”, manifestó.
Esta problemática se evidenció recientemente con el caso de la docente Betsy Mayna del colegio Independencia, quien reaccionó con un golpe ante un escolar. La provocación no solo incluyó una grosería, sino también un ademán de no escucharla, una acción que fue interpretada como una burla debido a la deficiencia auditiva de la maestra.
Para la secretaria del Sutep, Amalia Palomino, son muchos los “alumnos problema” que necesitan ayuda psicológica.
La realidad en cifras: Maltrato en las aulas
Hermán Robles informó que en este año, 352 alumnos se quejaron por violencia ante la Gerencia Regional de Educación Arequipa. De ellos, 186 casos fueron entre escolares y 166 de maestros a alumnos.
De acuerdo con el protocolo y la gravedad de los hechos, los casos son derivados a la Policía, Fiscalía, Salud y Defensoría del Pueblo. Según el reporte del encargado de Tutoría en la Gerencia de Educación, de los 352 casos reportados, 274, equivalentes al 78%, fueron cerrados, pero 78 quejas aún siguen su proceso. Además, de este último número, 3 casos son por tocamientos indebidos de profesores a alumnos y un caso de violencia física entre alumnos.
La realidad en las aulas refleja un problema complejo que requiere una atención integral. Es esencial no solo abordar las manifestaciones del maltrato, sino también entender y abordar las causas subyacentes. La cooperación entre educadores, alumnos, y padres, es crucial para crear un ambiente educativo saludable donde el respeto mutuo sea el pilar fundamental.
Dejen de darle tanto poder a los menores.. no puede ser que el amedrentamiento sea costumbre. Vamos a terminar pidiendo por policia en las escuelas y honestamente voy a votar eso. Asi se dejan de joder.