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José Antonio Marina

José Antonio Marina: Cómo elaboraríamos una “pedagogía de la resiliencia”

El catedrático José Antonio Marina, además de conferenciante y floricultor, ha centrado mucho de sus aportes educativos en la labor investigadora sobre la inteligencia y en especial de los mecanismos de la creatividad artística (en el área del lenguaje, sobre todo), científica, tecnológica y económica. Se le puede considerar un exponente de la fenomenología educativa. Su teoría de la inteligencia comienza en la neurología y concluye en la ética.

Un gran aporte por la educación es su análisis de cómo se ha generado un sistema de excusas en el que todo el mundo echa las culpas al vecino.Los padres a la escuela, la escuela a los padres, todos a la televisión, la televisión a los espectadores, al final acabamos pidiendo soluciones al gobierno, que apela a la responsabilidad de los ciudadanos, y otra vez a empezar. En esta rueda infernal de las excusas podemos estar girando hasta el día del juicio”. Y la solución sería el asumir cada quien su responsabilidad y no esperar a que otros resuelvan el problema, desde el encontrar la respuesta a: “¿qué puedo hacer yo para solucionarlo?” (cf Wikipedia).

José Antonio Marina

Uno de los temas al que le ha brindado mucha reflexión, es la resiliencia, entendida como la capacidad o habilidad de aceptar las propias responsabilidades, detectar dónde estuvo el error o los errores, aceptarlos, repararlos si corresponde, y estudiar (en una reflexión personal) el modo de no volver a “tropezar con la misma piedra” otra vez, y contar con los recursos para la prevención de encontrarse frente a una fatalidad semejante, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas; nos es muy necesaria para el cuidado  de la salud y equilibrio emocional, base de la memorización y el aprendizaje., según la profesora Begoña Ibarrola.

La Educación y no pocos especialistas, le han prestado últimamente gran atención al estudio de la resiliencia, reconociéndole “su gran aporte teórico para la elaboración de estrategias a desarrollar desde el ámbito familiar, escolar y comunitario orientados a recuperar la salud, la dignidad y la condición humana de niños y adolescentes inmersos en situaciones de adversidad”. Según la profesora María Teresa Fiorentino de Universidad Nacional de San Luis (Argentina), como educadores debemos encontrar nuevas rutas pedagógicas, o la “pedagogía de la resiliencia” -como la llama el profesor Marina- que estimulen, en nuestros estudiantes, el desarrollo de autoestima y creatividad para superar las adversidades, desde una habilidad que compete a la docencia, para enseñar a aprender a encontrar “los recursos personales, habilidades y destrezas, el humor y la capacidad de otorgarle un sentido al sufrimiento.” Permitiendo a nuestros estudiantes a enfrentar la adversidad y salir fortalecidos. Interesante trabajo que recomendamos leer en este enlace:  La construcción de la resiliencia en el mejoramiento de la calidad de vida y la salud)

Dos historias sobre el gran proyecto de la humanidad

Luego de visualizar el video de Aprendamos Juntos 2030 del BBVA, felizmente podemos tomamos un tiempo y escuchar al profesor Marina hablarnos sobre la resiliencia y transmitirnos opiniones de reconocidos especialistas, que de alguna manera nos pueden ayudar a conocer y reflexionar -lejos la infoxicación que existe en las redes sociales- para tener mayores elementos de juicio sobre  la tarea educativa de enseñar a aprender a superar los episodios difíciles con que se encuentran nuestros niños y jóvenes y  lograr tener la capacidad para superar sus adversidades y conflictos de la vida diaria, por medio de la resiliencia, y nos pone un ejemplo: al estilo de un caleidoscopio, haciendo lo que cada uno cree como lo más conveniente que puede y debe hacer, encontraremos soluciones -quizá inéditas-, como cuando tocamos el tubo y aparece una nueva figura.

Publicaciones relacionadas y recomendadas: Begoña Ibarrola: Las emociones son las guardianas del aprendizaje, porque son las responsables de la memoria

José Antonio Marina afirma que “la palabra es horrible”, pues es copia literal del “término inglés resilience, que designa la capacidad de los materiales para resistir a la rotura y para recobrar su forma originaria después de estar sometidos a presiones deformadoras. De la física pasó a la psicología, donde significa la capacidad de soportar los traumas y recuperarse de ellos.”

En los últimos años, sobre todo en mundo educativo, hemos venido escuchando y se ha tratado de estudiar “para descubrir el secreto de la resiliencia. ¿Por qué unas personas la tienen y otras no? ¿Qué hace vulnerables a unos niños e invulnerables a otros? Cuando conozcamos la respuesta tal vez podamos elaborar una “pedagogía de la resiliencia”. Y afirma que “todos tenemos que enfrentarnos con problemas, soportar desgracias, emprender proyectos, aguantar el esfuerzo, y en todos estos casos la resiliencia es un recurso eficaz.

Necesitamos conseguir una cierta capacidad de no salirnos de la ruta, un cierto endurecimiento. Los filósofos griegos “decían que la fortaleza es una de las cuatro virtudes principales para vivir bien”, y entre ellos los estoicos sostenían que capacidad de renunciar y la de persistir en el esfuerzo, es una virtud. “Spinoza la definía como “firmeza y generosidad”. Tomás de Aquino añadía la paciencia, que no era para él una actitud sumisa, sino el poder de no dejarse arrastrar por la tristeza y el desánimo.”

Todo esto nos plantea un dilema a los educadores: el tener que conjugar dos dimensiones contrarias: ternura y rigor, sensibilidad y dureza, compasión y exigencia. Y también intentar que nuestros niños adquieran esa mezcla mágica. […que son] a la vez complementarios y contrarios. […] Bohr comentó que se le había ocurrido esa idea porque estaba preocupado por la educación de su hijo. No sabía cómo coordinar el amor y la justicia. También resulta difícil dosificar el rigor y la ternura.”

Nos cuenta en su Blog el profesor Marina que, al estudiar el desarrollo en los sentimientos y las reacciones en diferentes culturas, “me llevé una sorpresa mayúscula cuando comprobé que cada sociedad, por complejos procedimientos, determina el umbral de la molestia que se considera soportable. La nuestra ha rebajado mucho ese umbral, por lo que estamos fomentando sin quererlo una vulnerabilidad extrema. La necesidad que sentimos de apoyo psicológico profesional para muchas situaciones que antes éramos capaces de resolver por nosotros mismos es un indicador de este fenómeno. La falta de resiliencia se convierte así en un fenómeno social.” Cf La Resiliencia.

A pesar de su constante uso, la resiliencia puede ser -para algunos- un concepto confuso. Pero eso nos exime de enseñar a los niños y jóvenes el modo de cómo enfrentar a las dificultades, la necesidad del esfuerzo individual y la identificación del elemento perturbador. El que los estudiantes se encuentren ante una adversidad “ha preocupado siempre a pediatras, psicólogos y educadores. Resulta evidente que la educación debe prepararlos para que sean capaces de resolver los conflictos que inevitablemente van a soportar, y también de elegir sus metas y de aplicar la energía suficiente para alcanzarlas.”

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“La interacción entre el niño y un entorno problemático se ha analizado mediante distintos conceptos: coping, resiliencia, capacidad de resolver problemas, fortalezas, factores de protección, factores de riesgo, vulnerabilidad, invulnerabilidad, etc. Como ocurre con frecuencia en psicología, hay demasiados conceptos imprecisos que se solapan parcialmente y que resultan difíciles de sistematizar. Dejamos a cada uno, el extender, profundizar y enriquecer con su investigación, sobre la resiliencia como la capacidad de prevención para superar momentos “en que se nos mueve el piso”, el modo de superar los desafíos y para los cuales debemos estar preparados con una capacidad de resiliencia, no medible, pero sí presente en el interior de la persona, y cuya mayor certeza de poseerla es darnos la esperanza de una prevención satisfactoria.

La hipótesis implícita de la necesidad de capacitar a las personas para adquirir la resiliencia, es enseñarles a estar premunidas para “liberarse” del daño de graves experiencias adversas. Quien desarrolla la capacidad resiliente, tendrá siempre a su disposición el medios y recursos para incrementar la resistencia al estrés y la adversidad. “La resiliencia -afirma Rutter- no debe ser entendida como la animada negación de las difíciles experiencias de la vida, dolores y cicatrices: es más bien, la habilidad para seguir adelante a pesar de ello. La herida o el daño es un hecho real, pero a pesar de las heridas infringidas, para muchos el trauma también ha sido instructivo y correctivo. El ambiente continuamente presenta demandas, estresores, retos y oportunidades. En algunos casos estos podrían convertirse en obstáculos (dada una complejidad de otros factores, -genéticos, neurobiológicos, familiares y comunales-) para el desarrollo de la fuerza, de la resiliencia o producir una disminución en la capacidad para enfrentar a la adversidad. […]

[…] “Ser humano “en resiliencia”, o “Esfera de Resiliencia” se concibe como un proceso dinámico de interacción entre factores o recursos personales y sociales que conforman una serie de posibilidades tanto de respuesta al conflicto como de potenciación de otras fuerzas personales y sociales con que las personas y comunidades de éxito enfrentan su realidad. […] Como se puede notar aquí, el concepto de Resiliencia ha dejado atrás su connotación característica individual para empezar a ser descrita como un proceso dinámico de aprendizaje e interacción de la persona con su entorno”. cf Para comprender el concepto de Resiliencia

Características de un estudiante resiliente

  • Posee una serie de cualidades personales que le permiten enfrentar y superar los desafíos académicos y personales con éxito.
  • Autonomía. Tiende a mantener una actitud positiva incluso en situaciones difíciles. Ve los desafíos como oportunidades para aprender y crecer.
  • Es capaz de ajustarse a diferentes situaciones y entornos, manteniendo un enfoque positivo y proactivo incluso frente a cambios inesperados.
  • Tomará decisiones informadas y asumirá la responsabilidad de su propio aprendizaje.
  • Es autosuficiente, no soberbio, pues trabaja productivamente en equipo y puede gestionar sus tareas y tiempos de manera efectiva.
  • Tiene una comprensión profunda de sus propias fortalezas, debilidades, valores y metas. Esta autoconciencia le ayuda a tomar decisiones alineadas con sus objetivos y a desarrollar estrategias efectivas para superar desafíos.

Y estas características, con visión de futuro, le permitirán tener autoeficiencia, como capacidad personal la para utilizar herramientas tecnológicas o de última generación de manera efectiva, adaptarse fácilmente a nuevas situaciones y estar en continua actualización de sus entornos virtuales de aprendizaje.

Habilidades del estudiante que desarrolla la habilidad de la resiliencia:

  • Protección contra riesgos extremos;
  • Protección general mediante aumento de factores de protección externos;
  • Reducción o eliminación de la vulnerabilidad personal innata y aprendida; y
  • Construcción de los recursos básicos, de las fortalezas que permiten una buena respuesta a la dificultad.
  • Creatividad personal para responder desde su pensamiento crítico.

En resumen

  • Resiliencia es la capacidad de reponerse con rapidez de los traumas y de soportar situaciones adversas sin derrumbarse.
  • Ante una experiencia adversa, la resiliencia ayuda a soportar la adversidad enfrentándose a ella, incluso salir fortalecidos de esas situaciones.
  • No es un comportamiento, sino un rasgo de carácter, porque en el comportamiento resiliente influyen muchos factores externos al individuo.
  • Es el resultado de un proceso interactivo entre la persona, su familia y su entorno, y no puede considerarse como un rasgo de la personalidad individual.
  • Es posible que la capacidad para resistir y para reponerse rápidamente tenga influencia genética.
  • Un comportamiento resiliente tiene muy bien desarrollado el optimismo, la eficacia personal, la adaptabilidad, la confianza, el percibir el apoyo social percibido, la tolerancia, la reacción emocional hacia la sensibilidad y recuperación, la ecuanimidad, la perseverancia, la confianza en sí mismo, la capacidad de dar sentido a las cosas y un gran sentido de la propia identidad.
  • Algunos otros la relacionan con la comprensión de las situaciones (insight), la independencia, la creatividad, el humor, la iniciativa, la calidad de las relaciones con los otros, la orientación hacia los valores. la determinación, la capacidad de resolución de problemas, el pensamiento positivo, la afirmación de sí mismo, el equilibrio del yo y las habilidades sociales.
  • La personalidad resiliente muestra tres actitudes básicas: compromiso (creencia en que hay que implicarse en la resolución de los problemas), control (hay que esforzarse en influir en los acontecimientos) y reto (creer que la vida tiene una faceta negativa y que hay que aprender de ella) (Maddi, 2006).

Si bien hay diversas posiciones, puntos de vista y teorías, que debemos respetar o al menos discutir alturadamente, como educadores, nos dice el profesor Marina que de manera especial hay dos aspectos importantes de esta capacidad que todavía necesitamos profundizar: la reducción de la vulnerabilidad y aumento de las fortalezas personales; que son elementos fundamentales de la estructura básica en la formación del carácter.

Estos pensamientos, aparte de los enlaces citados, los puede usted encontrar desarrollados ampliamente en este enlace: Resiliencia y Vulnerabilidad

Para actualizar esta información, que ojalá también usted la considere de gran relevancia educativa, le sugerimos leer otros artículos del profesor Marina en este enlace: El Blog de José Antonio Marina

“El fin de la educación no es desarrollar su inteligencia, socializarle integrándole en una cultura, capacitarle laboralmente. Es eso y mucho más. El objetivo es ayudar al niño para que desarrolle una personalidad triunfante, capaz de aprovechar sus posibilidades, elegir bien sus metas, esforzarse por conseguirlas, disfrutar con las oportunidades y soportar los conflictos.” (Frase de la biografía de José Antonio Marina).



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