La tarea docente en la educación superior esta experimentando una verdadera revolución, pues los procesos de enseñanza y de aprendizaje, que por siglos estuvieron centrados exclusivamente en la cátedra expositiva desde el aula, hoy exigen un trabajo interdisciplinario y transdisciplinario para cultivar el conocimiento, la investigación y el crecimiento en el saber, pero no solo desde el aula con esquemas rígidos, sino desde el nuevo mundo informático donde el aprendizaje virtual se convierte en una necesidad básica de estudiantes y maestros, en cualquier nivel de escolaridad y lugar del mundo.
Con el aprendizaje virtual el maestro interactúa con los estudiantes desde el desarrollo humano y el conocimiento. Por esta razón la labor docente virtual requiere una mirada desde los siguientes aspectos: el docente como formador, la pasión por su oficio, las interrelaciones con los estudiantes y el compromiso con el saber, porque desde las interacciones dadas en los ámbitos universitarios el hombre se hace humano.
A continuación compartimos únicamente con motivos educativos la publicación de Marco Fajardo publicado en el portal web “El Mostrador” (Chile). Esperamos que la siguiente publicación sirva de reflexión a los docentes y a nuestras autoridades.
Expertos analizaron debilidades de educación a distancia y coinciden en que “no estamos preparados”
A los problemas de conectividad que poseen muchos estudiantes, especialmente los de menores recursos e incluidos los residentes en zonas rurales, se suma la insuficiente capacitación de los docentes, sobre todo los de mayor edad. “En este contexto, los sistemas educativos en todos sus niveles no están preparados para la educación a distancia. Los docentes se formaron para dar clases en forma presencial, no online, además no se capacitaron. Si bien se les ha impuesto hacerlo y se están creando repositorios y el ministerio lo que ofrece es un repositorio de recursos virtuales, nadie se está haciendo responsable de crear una escuela online y entornos virtuales de aprendizaje”, sentenció el académico de la Universidad de Santiago, Juan Silva.
Chile no está preparado para brindar educación virtual –a nivel básico, medio ni superior– en tiempos del coronavirus. Esa es la conclusión de varios académicos de diversas universidades y expertos en el tema ante la medida adoptada de brindar enseñanza remota a los 3,5 millones de escolares y 1,1 millón de universitarios que están sin clases presenciales, debido a la pandemia.
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A los problemas de conectividad que poseen muchos estudiantes, especialmente los de menores recursos e incluidos los residentes en zonas rurales, se suma la insuficiente capacitación de los docentes, sobre todo los de mayor edad. “En este contexto los sistemas educativos en todos sus niveles no están preparados para la educación a distancia. Los docentes se formaron para dar clases en forma presencial, no online, además no se capacitaron. Si bien se les ha impuesto hacerlo y se están creando repositorios y el ministerio lo que ofrece es un repositorio de recursos virtuales, nadie se está haciendo responsable de crear una escuela online y entornos virtuales de aprendizaje”, sentenció el académico de la Universidad de Santiago, Juan Silva.
A eso se suman problemas de orden práctico, por ejemplo, contenidos que no se pueden dictar de manera virtual, como los laboratorios de física, química o educación física. Sin embargo, a pesar de las falencias, los especialistas también afirmaron que esta crisis es una oportunidad para reforzar los programas virtuales existentes.
“La académica de la Universidad de Concepción, Marcela Varas, señaló que las condiciones mínimas para la educación virtual son contar con un espacio tranquilo, un dispositivo adecuado –notebook, tableta o computador de escritorio con una pantalla de buena resolución–, con una buena conexión a Internet, estable y con un ancho de banda de unos 512Kb. “Considerando los índices de vulnerabilidad, sospecho que son muy pocos los estudiantes que cuentan con las condiciones adecuadas en esta contingencia. El problema del acceso a Internet empeora en comunas rurales o alejadas”, recalcó.
“La situación en que estamos no la elegimos y, considerando eso, me parece que Internet es una tremenda oportunidad para que los profesores sigan vinculados con sus estudiantes y para generar oportunidades de aprendizaje en este tiempo”, reflexionó la experta de la Universidad Católica, Magdalena Claro. Eso sí, admitió que “para eso hay que repensar las actividades que se dan a los estudiantes, considerando el contexto virtual y las diferencias de acceso”.
Conexión insuficiente
Chile es uno de los países más interconectados de Latinoamérica y con un alto uso de aplicaciones digitales, pero eso no implica que se tengan las competencias para un uso educativo, alertó José Albuccó, académico de la Universidad Cardenal Raúl Silva Henríquez. “Acceder a la virtualidad y su información no es sinónimo de aprendizaje. La pandemia de COVID-19 es, entonces, una oportunidad para que la comunidad educativa use estos recursos en bien de la adquisición de las competencias educativas que cada nivel implica”, dijo.
Un problema no menor es que la conectividad a Internet no está garantizada para toda la población, incluidos los estudiantes. “El acceso a Internet es variable en cuanto a cantidad y calidad, además de las regiones y las clases sociales (…), pero no necesariamente calidad, porque, si vives en la periferia, por más recursos económicos que se tenga, la Internet no llega o es de mala calidad”, apuntó Silva.
Al respecto, la experta de la UC agregó que “dada la situación actual de cuarentena, lo relevante serían cifras de acceso a Internet en los hogares de los estudiantes y sobre eso no hay datos”.
Según cifras del Ministerio de Desarrollo Social de 2019, 632 localidades distribuidas en 170 comunas del país no poseen acceso a Internet, lo que implica más de 76 mil personas sin conectividad digital. Dichos datos son liderados por la Región de La Araucanía con 136 sectores, seguida de la Región de Los Lagos con 107 y Coquimbo con 70. Incluso, en la Región Metropolitana hay dos sectores donde no se puede acceder a la web.
Para Albuccó, si se mira por ciclo educativo, también se dará una segregación en la conectividad y calidad del acceso de acuerdo a dónde estén matriculados los estudiantes, según la escuela o la universidad a la que pertenezcan.
La académica de la Universidad de Concepción, Marcela Varas, señaló que las condiciones mínimas para la educación virtual son contar con un espacio tranquilo, un dispositivo adecuado –notebook, tableta o computador de escritorio con una pantalla de buena resolución–, con una buena conexión a Internet, estable y con un ancho de banda de unos 512Kb. “Considerando los índices de vulnerabilidad, sospecho que son muy pocos los estudiantes que cuentan con las condiciones adecuadas en esta contingencia. El problema del acceso a Internet empeora en comunas rurales o alejadas”, recalcó.
Así, aunque en esta contingencia no ve otra opción, Varas afirmó que es necesario trasparentar que en muchos casos no se podrá llegar con los programas educativos.
“Lo principal es entender que los profesores no pueden pretender pasar toda la materia en forma normal (…), hay que concentrarse en lo fundamental, tener paciencia y tolerancia con los estudiantes que tendrán más problemas –conectividad, concentración en casa, etc,–. Será un enorme esfuerzo de todo el sistema educativo”, acotó José Miguel Piquer, de la Universidad de Chile
Capacitación insuficiente
Aparte de este tema de conectividad, hay otro factor, el que los docentes no tienen suficiente capacitación para enseñar sus contenidos de manera virtual. “Mientras mayor es la edad promedio, menos digitales son”, sintetizó Piquer.
Punto en el que coincidió Silva. “Los profesores de todos los niveles educativos, incluidos los de educación superior, no están capacitados. La gran mayoría no posee competencias para una docencia online efectiva. Algunos han sido tutores de cursos online, pero no es lo mismo. El diseñar espacios virtuales no es sencillo, se requiere formación y experiencia”.
Para Varas, eso se debe a que la enseñanza virtual no había sido tan necesaria como hasta ahora. “Los profesores tienen conocimientos y capacitación en la elaboración de material didáctico de apoyo, el uso de tecnologías de información para apoyo educativo, pero muy pocos tendrán experiencia suficiente en una modalidad 100% virtual”, añadió.
“Aún tenemos el modelo clásico de aprendizaje en aula, la relación profesor-estudiante en forma directa en un espacio físico concreto”, puntualizó Albuccó.
Contar con los dispositivos de virtualidad no asegura un exitoso proceso de enseñanza-aprendizaje, si no se cuenta con una arquitectura de soporte computacional que asegure la estabilidad de las plataformas que utilicen los profesores. Muchos docentes que son innovadores en las metodologías a distancias, ven frustrado su trabajo y esfuerzo en la preparación de los módulos de aprendizaje por la inestabilidad de las plataformas, que es –para Albuccó– otra forma de segregación en la calidad.
“La educación a distancia se realiza generalmente como tutorías en que el estudiante es el que debe ser dueño de su aprendizaje, es responsable primero de su educación, los docentes son tutores que colaboran en los aprendizajes, ayudan a avanzar modelando el aprendizaje. Entonces el estudiante es más activo, desde que enciende el computador, se conecta y revisa lo que debe aprender, realiza preguntas y luego la evaluación, con una constante retroalimentación de su docente. Esto implica mucho tiempo de preparación de material, lecturas, cuestionarios, videos, etc. Luego, el acompañamiento de cada estudiante, lo que muchas veces es más tiempo, sobre todo la primera vez, como pasa en esta oportunidad”, explicó Albuccó.
En Chile no hay casos de colegios que estén haciendo solo educación virtual, ni tampoco las facultades de educación se han planteado un escenario tan extremo como el actual. En lo que sí están capacitando desde la Facultad de Educación de la UC es en la metodología de clase invertida, que, dicho de manera simple, supone trasladar los contenidos al espacio virtual –videos, lecturas, screencasts, entre otros– para dar tiempo dentro de la sala de clases para un aprendizaje más activo de ejercitación, aplicación, colaboración, entre otros.
“Sin embargo, este es un trabajo reciente y hay unos pocos ejemplos de colegios privados en Chile que han aplicado esta metodología en algunas de sus clases. En ese sentido, prácticamente no existe experiencia de enseñanza virtual en el mundo escolar”, admitió Claro.
Contenidos a enseñar
Solo algunos contenidos pueden ser transmitidos de manera virtual, ya que hay habilidades, como las sociales, que dependen de la interacción propia como la presencial. “Para las (materias) más teóricas será más sencillo que las prácticas”, comentó Silva.
Albuccó coincidió en que las más complicadas son todas aquellas áreas de las disciplinas que requieren el desarrollo de competencias y habilidades in situ, como las artes, ámbitos de la salud o de las ciencias que necesitan la experiencia de laboratorio.
A esto se suma que la enseñanza personal, las vivencias, experiencias y emociones no son virtualizables de manera sencilla, según Varas.
Para Claro, el espacio virtual favorece la entrega de contenidos, pero limita las posibilidades de interacción, aplicación, experimentación, entre otros. Si bien se pueden generar algunas oportunidades de este tipo, como por ejemplo hacer una discusión en una videoconferencia o un foro, dadas las distintas condiciones de acceso, estos encuentros no siempre son muy fluidos, afirmó.
El proceso educativo es más que contenido y habilidades tecnológicas: tiene un importante proceso de socialización, lo que implica el desarrollo de competencias sociales, culturales y ciudadanas, recalcó Albuccó: “Hay instituciones que están dispuesta a perder eso y solo ser un medio de recursos de capital humano para la economía y no del desarrollo humano integral”.
La académica Varas advirtió que”en el contexto de esta contingencia, que encuentra al sistema educativo nacional sin las herramientas, capacidades y recursos, se podrán lograr los aprendizajes cognitivos con algún grado de facilidad, pero las habilidades de pensamiento superior, las que se logran a través de la discusión, experimentación y el intercambio con otros, se podrían postergar para el segundo semestre o después de la pandemia”.
En ese sentido, dijo que “los profesores ingeniosos sabrán cómo motivar a sus estudiantes y lograr sus aprendizajes, pero los profesores, como todos, están viviendo su propia cuarentena y hay que tener en cuenta que también deben contar con las condiciones para poder trabajar”.
Métodos de enseñanza
Actualmente, ya hay una serie de métodos para la enseñanza virtual como video, conferencias, chats, mails, foros, blogs y creación de videos, entre otros. Por la experiencia que ha tenido Silva, lo más usado es una plataforma que articule la entrega de materiales y el uso de las herramientas de plataforma, que se puede complementar con videollamadas. El mail, en cambio, es lo menos aconsejable, porque no queda la interacción en un solo lugar.
En palabras de Varas, para lograr aprendizajes en modalidad no presencial se deben utilizar recursos diversos como se hace en una clase presencial y aprovechar las ventajas de la tecnología, en el uso de wikis o creación de documentos compartidos, simulaciones y animaciones.
En tanto, para la entrega de contenidos se pueden usar videos y dejarlos disponibles en alguna plataforma de streaming. Para discusión y retroalimentación, se pueden usar videollamadas, audiollamadas, foros de discusión, correos electrónicos.
Hay plataformas –LMS Learning Management Systems– que están especialmente diseñadas para que las instituciones educativas manejen el proceso de aprendizaje de sus estudiantes, y estas plataformas proveen muchas herramientas de apoyo. Incluso, hay varias que no requieren pago. “Lo importante es considerar los objetivos de aprendizaje y diseñar secuencias didácticas combinando diferentes métodos”, complementó Claro.
Por ejemplo, una clase expositiva puede ser transformada en un video o screencast que los estudiantes pueden consultar en alguna plataforma que se disponga para el curso. Aquí, sin embargo, es fundamental entender que no se puede hacer un video con una exposición estática de 45 minutos o una hora: en general se recomienda hacer videos de entre 7-12 minutos.
Esto implica revisar la materia y seleccionar los nudos críticos, además de subdividir por temas y producir videos separados para cada uno de ellos. Estos contenidos se pueden complementar con otros recursos, como lecturas o videos disponibles en Internet.
“Luego, si teníamos planificado realizar una actividad de discusión en clases, se puede hacer en una videoconferencia breve –45 minutos a una hora–, que permite hacer la discusión de manera sincrónica, o foros, si nos parece que puede hacerse de forma asincrónica”, explicó Claro.
Un trabajo grupal puede organizarse con herramientas de creación de grupos que tienen algunas plataformas y que permiten trabajar de manera sincrónica o hacerlo de manera asincrónica, pidiendo a los estudiantes que se coordinen aprovechando sus redes sociales o herramientas para trabajar documentos de manera colaborativa. En todas estas actividades, agregó la académica de la UC, el rol del docente es clave para estructurar, guiar, retroalimentar y acompañar.
“Pero la pregunta, más que por el método, es por el propósito y objetivo educativo que se pretende lograr. La sabiduría que el profesor debe tener es elegir los métodos más adecuados para aprendizaje del estudiante. Cantidad no es calidad y esa calidad debe ser inclusiva para las personas con capacidades diferentes”, remató Albuccó.
Dificultad por niveles
A esto se suma la diferencia según el nivel de enseñanza de los estudiantes. En ese sentido, son las mismas que en presencial, pero acentuadas: mientras más jóvenes, más difícil es retener su atención y comunicar directamente con ellos, según Piquer.
Por eso, es más sencillo con los estudiantes mayores. Hay universidades online en el mundo que dictan sus carreras en esta modalidad, lo mismo para el área técnica, “pero ya en primaria y secundaría es menos pertinente, pues hay menos autonomía, sobre todo en los más pequeños, que no saben leer, no manejan el computador”, afirmó Silva.
La educación primaria pone en contacto al niño o niña con los aprendizajes y contempla la enseñanza de hábitos, socialización, respeto, corresponsabilidad, que en forma virtual es más difícil de modelar. En cambio, “en la educación universitaria este es un recurso muy usado, aunque existen competencias que necesitan modelamiento con prácticas y capacitaciones efectivas y pertinentes para cada disciplina en las universidades”, recalcó Albuccó.
Más allá de los problemas de las actuales circunstancias por la pandemia,Varas precisó que la educación y la tecnología son aliados y que la necesidad hará que, tanto los profesores busquen y generen material de apoyo, como que los estudiantes ordenen su tiempo.
“La situación actual nos ha forzado a pensar en las oportunidades para el aprendizaje que existen en el espacio virtual y para muchos docentes aprender a usar varias de las herramientas que están disponibles por primera vez”, afirmó Claro.
En este plano, agregó que “la gran mayoría habrá tenido que probar algunas herramientas digitales y en ese sentido tendrá una experiencia de enseñanza en línea. Creo que, luego de esto, muchos docentes y estudiantes tendrán más claro cuál es el aporte que hace al aprendizaje el espacio virtual y qué aspectos de la presencialidad, sencillamente, no se logran reemplazar. Sin duda, eso significará que muchos sigan usando las herramientas descubiertas en este período y se abrirán a seguir explorando estas oportunidades”.
Silva, en tanto, indicó que “esperaría que después de esto se tome más en serio la formación virtual, las instituciones fortalezcan esta área, existan en el país universidades, institutos, escuelas en modalidad virtual o al menos que complementen la presencialidad con la virtualidad. Es una gran oportunidad para formar a los docentes, a los estudiantes, para estar preparados para la enseñanza virtual”.
Otros, como Piquer, creen incluso que el futuro de la educación es totalmente digital y a distancia. “Esta pandemia cambiará nuestra forma de vivir para siempre. En muchos niveles. Pero en el uso y valorización de la tecnología, para mí, es claro que será radical”, concluyó.
10 ERRORES QUE TODO DOCENTE DEBERÍA EVITAR
Ser docente en estos tiempos se ha convertido en una profesión de riesgo. Sin duda, el factor vocacional es determinante a la hora de elegir una profesión exigente y que supone una enorme responsabilidad. Lamentablemente, en las facultades no se nos prepara para una labor que marca buena parte del destino de una sociedad. Muchos de nosotros hemos ido aprendiendo a ser profesores más por nuestros errores que por nuestros aciertos.
En este artículo se dan a conocer algunos errores que son muy comunes en nuestra profesión y que con poco esfuerzo se pueden corregir y mejorar. Errar nos hace humanos, y que rectificar nos convierte en buenos profesionales.
¿Qué errores podemos evitar como docentes?
1. Falta de visibilidad. La presencia y visibilidad en el aula es un aspecto muy a tener en cuenta a la hora de impartir una sesión lectiva. Es importante que los alumnos siempre tengan una referencia visual del profesor en el aula. Para ello es fundamental que estemos preferentemente de pie y en constante movimiento, para que los alumnos fijen su atención hacia nosotros. Ello nos permitirá tener un mayor control del grupo clase.
2. Oír sin escuchar. La diferencia entre oír a una persona y escucharla es enorme, ya que cuando la escuchamos lo estamos haciendo de forma activa y les transmitimos a nuestros alumnos que aquello que nos está diciendo es importante tanto para ellos como para nosotros. Los alumnos de una clase demandan atención en todo momento. De ahí que en la medida que nos sea posible, debemos esforzarnos para escuchar con atención aquello que nos quieran decir. Con ello aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación con ellos. Aquellos docentes que sólo oyen a sus alumnos pero no interactúan, corren el riesgo de tener una relación distante y ello repercute negativamente en la relación del docente con el grupo.
3. No mantener el contacto visual. La comunicación no verbal de un docente, aquella que se transmite a través de los sentidos, resulta fundamental en el desarrollo de una sesión lectiva. Bien es cierto que los docentes enseñamos a través de la palabra oral y escrita, pero también comunicamos a través de nuestro cuerpo y, por supuesto, con la mirada. Referente a la mirada hay un aspecto que es importante corregir y es el hecho de hablar a nuestros alumnos sin mirarlos directamente a los ojos. No mantener un contacto visual con nuestros alumnos repercute negativamente en la relación y en el aprovechamiento de nuestras sesiones lectivas. No mirar a nuestros alumnos transmite inseguridad, duda, incomodidad, falta de empatía… No mirar a nuestros alumnos hace que exista un distanciamiento con ellos que luego repercute negativamente en nuestra relación con el propio grupo.
4. No cumplir con lo prometido. Lo prometido es deuda. Todos sabemos el sentido de la justicia que tienen, por lo general, los alumnos. Incluso además de sentido de la justicia tienen muy buena memoria para aquello que les conviene. De ahí la importancia de ser muy escrupulosos con aquello que les prometemos, porque si ya de antemano sabemos que no vamos a cumplirlo, esta promesa no cumplida se volverá en nuestra contra. Esto sirve tanto para las promesas como para con las amenazas en caso de no cumplir con las normas del centro. Un docente que no mantiene su palabra o que no cumple con sus compromisos es un docente que poco a poco va debilitándose frente al grupo y puede afectarle muy negativamente en el caso de que quiera ganarse su respeto.
5. Prolongar el tiempo de corrección. Profesor, ¿tienes los exámenes corregidos? Seguro que se trata de una pregunta que si no a todos, a casi todos les habrán hecho en algún momento. Todos somos conscientes del esfuerzo que implica la corrección de ejercicios, trabajos, exámenes… Pero es importante hacer un esfuerzo por entregar dicha corrección en la mayor brevedad posible. La rapidez en la corrección es algo que los alumnos valoran muy positivamente y hace que te ganes el respeto de tus alumnos, porque consciente o inconscientemente te conciben como un profesional implicado y eficaz. El hecho de entregar con rapidez aquello que hemos corregido también le da valor a la corrección en sí en el caso de que queramos hacer algún inciso o comentario en clase. Hay docentes que tardan semanas en la corrección y ello repercute negativamente en su beneficio.
6. No utilizar el mismo código. Para que exista una correcta comunicación entre dos personas, estas deben conocer y compartir el mismo código. En muchas ocasiones se producen problemas de relación entre alumno y docente porque la fractura que existe del código de cada parte es insalvable. Los docentes tenemos la facultad de dominar todos los registros de una lengua, desde el culto hasta el vulgar, pasando por el coloquial. El error que cometemos es pensar que también nuestros alumnos dominan todos estos registros. En la medida que seamos capaces de compartir al máximo el mismo código, más fluida será la relación entre alumno y docente y mayor será el grado de comprensión. Con ello no digo que debamos situarnos a su nivel de competencia lingüística, sino que se trata de encontrar un equilibro entre aquello que les podré enseñar como nuevo y el registro que utilizaré para que ese conocimiento llegue a todos los alumnos.
7. No dejarnos influir por nuestro estado de ánimo. Los presentadores de noticias de la televisión siempre tienen el mismo semblante, pese a que seguramente tendrán como todos nosotros sus días buenos y sus días malos. A esto se le llama profesionalidad. En muchas ocasiones nos dejamos llevar por nuestros problemas personales y los trasladamos a nuestras sesiones lectivas. Tenemos poca paciencia, nos sentimos irritados, gritamos por cualquier nimiedad, expulsamos a alumnos de forma arbitraria. Imaginemos que cuando entramos a una clase lo hacemos en un plató de televisión. Al ponernos delante de nuestros espectadores, los alumnos, debemos dar lo mejor de nosotros mismos, independientemente del estado de ánimo con el que nos encontremos. Ser profesional bajo cualquier circunstancia es la mejor forma de dignificar muestro trabajo.
8. No educar desde el respeto, sino desde el miedo y la autoridad. Muchas veces los docentes mezclamos conceptos como la educación, el respeto y la autoridad. En muchas ocasiones asimilamos el control de una clase con medidas que fomentan el miedo a nuestros alumnos o la amenaza ante el incumplimiento de alguna norma. Creo que es un error. Desde el principio debemos enseñar a nuestros alumnos desde el respeto, desde la responsabilidad. Hay docentes que se vanaglorian de que en su clase no hay problemas de disciplina. Lo que no dicen es que esta disciplina viene condicionada por el miedo que le tienen los alumnos. Nunca hay que enseñar desde el castigo, la amenaza o el miedo.
9. Enseñar sin educar. Los docentes solemos cometer el error de pensar que nuestra profesión consiste en la transmisión pasiva de conocimientos, en la transmisión unidireccional de contenidos a través de lo que podríamos llamar una clase magistral. Hoy en día este enfoque es erróneo porque un docente es mucho más que un mero transmisor de conocimientos. Un docente es aquel que además de enseñar es capaz de invertir todo el tiempo que haga falta en educar a sus alumnos, en transmitirles valores como el de la solidaridad y la cooperación.
10. Mezclar lo profesional con lo privado. Redes sociales. En la sociedad actual la privacidad se está convirtiendo en un lujo. El ámbito privado de los docentes es algo que debemos tener muy en cuenta, porque un mal uso de nuestra privacidad puede afectarnos muy negativamente. En nuestras sesiones lectivas nos debemos centrar en lo educativo y no en lo personal. Se trata de mantener una distancia con nuestros alumnos, en especial, por lo que a las redes sociales se refiere. De ahí que sea necesario mantener unas pautas de actuación muy estrictas. Esto porque los alumnos tienen la costumbre de bombardearnos con preguntas sobre nuestra vida privada, nos envían solicitudes a nuestros perfiles sociales, preguntan a otros compañeros de profesión sobre aspectos relacionados con nuestra familia, edad, estado civil… Es por ello que creo conveniente guardar con mucho celo nuestra vida privada, porque a corto o a medio plazo, la información personal que podamos dar a nuestros alumnos podría afectarnos negativamente.
Revisando todos estos errores nos podemos dar cuenta de que la profesión de docente exige por nuestra parte una dedicación y una vocación extraordinarias. Los mejores docentes son aquellos que, habiéndose equivocado una y otra vez, tienen la capacidad de levantarse todas las mañanas para enfrentarse al reto apasionante que supone la docencia. Para aquellos que amamos esta profesión tiene tanto de reto como de pasión. Aquellos que nos dedicamos a la docencia debemos dar en cada sesión lectiva lo mejor de nosotros mismos, vaciarnos en clase, entregarnos para que nuestros alumnos adquieran valores y conocimientos, enseñarles a través de la palabra y educarles desde el corazón.
Este contenido ha sido publicado originalmente por El Mostrador (Chile) en la siguiente dirección: romereports.com