Maestros al servicio de la educación

[Fabiana Salomón] La virtualidad, una oportunidad

Comenzamos el año 2020, como todos los años, diseñando proyectos anuales, eligiendo el canon literario, haciendo cursos de capacitación pensando todo lo que haríamos según el cronograma estipulado. Organizamos las actividades propias del diagnóstico, elegimos los textos con los cuales trabajaríamos durante las primeras semanas de clases. Pero, de repente, nos avisaron que suspenderían las clases, por unos días, debido a la pandemia. Entonces nuestros directivos nos pidieron que organizáramos actividades para dos semanas.

A partir de aquel momento, mediados de marzo, nuestra vida y la de todas las familias, cambió radicalmente. Poco a poco, semana a semana, comenzamos a transitar por el desconocido, para algunos, y enigmático, para otros, mundo de la virtualidad y la tecnología. Nos zambullimos en un mar de dudas, la incertidumbre se apoderó de nosotros. Temor, pánico, en algunos casos, negación, desorientación, mezcla de sensaciones.

Algunos docentes sentimos que, por primera vez, después de tantos años, podríamos trabajar desde casa, ¡el sueño de muchos!

Ahora, eran otros los problemas, ¿qué hacemos? ¿Cómo damos clase?

¡Y entonces comenzó una carrera desmedida hacia la meta! ¡ENSEÑAR!  ¡EDUCAR! ¿Y AHORA?…

Ese fue el preciso instante en el cual, el título de este artículo cobró realmente importancia y significado. Estoy absolutamente convencida de que realmente la virtualidad se convirtió en una oportunidad para cambiar la educación. Para cambiar la forma en que impartimos educación, en la forma de transmitir saberes.

Creo que la virtualidad es una oportunidad para implementar otras metodologías, nuevas, distintas, porque los chicos cambiaron, porque nuestra vida cambió, porque los intereses de los alumnos, chicos y adolescentes, cambiaron y, porque el mundo necesita de jóvenes con habilidades distintas. Con esto, no quiero decir que todo lo que hasta ahora se hizo en materia educativa no sirve, pero sí creo que la educación debe cambiar. Debe reinventarse.

Porque el mundo requiere de personas capacitadas para otras actividades. Necesitamos jóvenes con habilidades acordes a los avances de las tecnologías. Debemos preparar a los jóvenes para una salida laboral acorde a los requerimientos de las empresas y actividades del medio en que viven. No solo me refiero a las habilidades intelectuales y culturales, que por cierto son muy necesarias para nuestro propio acervo y además porque nos permite valorar nuestras raíces, sino también

Y, en esto, los docentes tuvimos y tenemos un rol preponderante, porque estoy convencida de que llegó para quedarse. El problema, creo yo es que no nos dimos cuenta de que, en nuestras manos, está el poder del cambio. De nosotros depende. Y digo que no nos dimos cuenta porque tuvimos que correr tanto, aprender y decidir a prueba y error, qué enseñar, cómo enseñar, qué medios utilizar. Lo cual requirió no solo tiempo, capacidad de discernimiento, mente fría, sino también deseos o urgencia de aprender a utilizar nuevas herramientas, que, en la mayoría de los casos, desconocíamos. Todo esto no nos dejó resto, no nos dejó tiempo para pensar el rol importante que cumplimos dentro del proceso de aprendizaje.

Cuando hablo de oportunidad, me refiero a que la virtualidad también fue y es una oportunidad para afianzar lazos, tender puentes, para favorecer el vínculo docente –alumno que, muchas veces, en la presencialidad no logramos. Porque fue necesario ejercitar la paciencia, tuvimos que saber esperar, saber entender las distintas situaciones que se planteaban, tuvimos que recurrir a distintos medios para lograr la atención de nuestros alumnos, tuvimos que pensar la forma de preparar clases para que nuestros alumnos entendieran diversos temas y repetir, repetir, repetir, tuvimos que pensar mil y una formas de transmitir los mensajes, los contenidos, etc., etc. también tuvimos que ejercitar la resiliencia y la empatía.

Por lo tanto, creo que la virtualidad fue una oportunidad para demostrar de todo lo que somos capaces los docentes, que nuestra verdadera vocación no es solo impartir conocimientos sino enseñar a cumplir con los sueños imposibles, formar verdaderos líderes, enseñar a cumplir metas y, sobre todo, enseñar a superar obstáculos. En síntesis, los docentes tenemos en nuestras manos, a pesar de la pandemia, del aislamiento y de la virtualidad, el futuro del mundo.


Autor: Fabiana Salomón de Robles, ciudadana argentina, nacida en San Miguel de Tucumán.

Experiencia laboral: Profesora de Lengua y Literatura. Diplomada en Doctrina Social de la Iglesia con 28 años de experiencia laboral al frente cursos de nivel medio. Coordinadora del Departamento de Lengua en el colegio Fasta A.M.Boisdron. Cursos de especialización de posgrado propios de la asignatura. Dictado de talleres con temáticas propias de Lengua y literatura y técnicas de estudio, de innovación y gestión educativa para docentes. Autora del libro de Literatura Española, editorial MDA.

Correo electrónico: [email protected]

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