No a la noticia que hace espectáculo del drama del dolor y del misterio del mal

En Educación la comunicación es un factor categórico en el proceso enseñanza – aprendizaje, puesto que considera a los estudiantes y profesores como agentes y sujetos activos, y no como objetos emisores, objetos receptores o receptáculos; “plateando el aprendizaje como un proceso activo de construcción y de re-creación del conocimiento.
Para esta concepción, todo aprendizaje es un producto social; el resultado -tal como lo postuló Vygotsky- de un aprender de los otros y con los otros. Educarse es involucrarse en una múltiple red social de interacciones. Presentando una relación con la comunicación, entendida y definida como diálogo e intercambio en un espacio en el cual, en lugar de locutores y oyentes, instaura interlocutores” (Manuel Antonio Alva Olivos).

Pablo VI se refirió a los medios que utiliza el hombre para su comunicación, como un “enorme y complejo fenómeno”, y que gracias a los progresos en la tecnología, “la convivencia humana ha adquirido nuevas dimensiones; el tiempo y el espacio han sido superados, y el hombre se ha convertido en ciudadano del mundo, copartícipe y testigo de los acontecimientos más remotos y de las vicisitudes de toda la humanidad […] ¿Quién puede ignorar los peligros y los daños que estos instrumentos, aunque nobles, pueden acarrear a cada uno de los individuos y a la sociedad, si no son utilizados por el hombre con sentido de responsabilidad, con recta intención y de acuerdo con el orden moral objetivo?” (Pablo VI, 07/05/1967).

Recordando a Paulo Freire, quien afirmó que «la educación es comunicación, es diálogo, en la medida en que no es la transferencia del saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores, que buscan la significación de los significados”, compartimos con Ustedes la introducción el Mensaje del Papa Francisco, con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2017.

COMUNICAR ESPERANZA Y CONFIANZA EN NUESTROS TIEMPOS 

“Gracias al desarrollo tecnológico, el acceso a los medios de comunicación es tal que muchísimos individuos tienen la posibilidad de compartir inmediatamente noticias y de difundirlas de manera capilar. Estas noticias pueden ser bonitas o feas, verdaderas o falsas. Nuestros padres en la fe ya hablaban de la mente humana como de una piedra de molino que, movida por el agua, no se puede detener. Sin embargo, quien se encarga del molino tiene la posibilidad de decidir si moler trigo o cizaña. La mente del hombre está siempre en acción y no puede dejar de «moler» lo que recibe, pero está en nosotros decidir qué material le ofrecemos. (cf. Casiano el Romano, Carta a Leoncio Igumeno).

Me gustaría con este mensaje llegar y animar a todos los que, tanto en el ámbito profesional como en el de las relaciones personales, «muelen» cada día mucha información para ofrecer un pan tierno y bueno a todos los que se alimentan de los frutos de su comunicación. Quisiera exhortar a todos a una comunicación constructiva que, rechazando los prejuicios contra los demás, fomente una cultura del encuentro que ayude a mirar la realidad con auténtica confianza.

Creo que es necesario romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las «malas noticias» (guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano). Ciertamente, no se trata de favorecer una desinformación en la que se ignore el drama del sufrimiento, ni de caer en un optimismo ingenuo que no se deja afectar por el escándalo del mal. Quisiera, por el contrario, que todos tratemos de superar ese sentimiento de disgusto y de resignación que con frecuencia se apodera de nosotros, arrojándonos en la apatía, generando miedos o dándonos la impresión de que no se puede frenar el mal. Además, en un sistema comunicativo donde reina la lógica según la cual para que una noticia sea buena ha de causar un impacto, y donde fácilmente se hace espectáculo del drama del dolor y del misterio del mal, se puede caer en la tentación de adormecer la propia conciencia o de caer en la desesperación.

Por lo tanto, quisiera contribuir a la búsqueda de un estilo comunicativo abierto y creativo, que no dé todo el protagonismo al mal, sino que trate de mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud activa y responsable en las personas a las cuales va dirigida la noticia. Invito a todos a ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo narraciones marcadas por la lógica de la «buena noticia»”.

LEER AQUÏ EL MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA 51 JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

REDACCIÓN DE WEB DEL MAESTRO CMF



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