La película La Ola presenta una historia fascinante, pero también alarmante, que nos invita a reflexionar sobre el poder de la educación y la influencia que los docentes tienen sobre sus estudiantes.
En ella, un profesor alemán, Rainer Wenger, enfrenta el desafío de enseñar sobre autocracia en una época moderna en la que, aparentemente, estos sistemas políticos ya no tienen cabida. Ante la falta de ejemplos claros y la dificultad de explicar un concepto tan complejo, el profesor decide llevar a cabo un arriesgado experimento social, que tendrá consecuencias devastadoras.
El Experimento: Enseñar la Autocracia de Forma Vivencial
Wenger no recurre a un enfoque tradicional, lleno de teorías y ejemplos históricos. En lugar de eso, plantea una pregunta clave a sus estudiantes: “¿Es posible que un sistema dictatorial surja de nuevo en el mundo moderno?”. Esta cuestión desencadena un experimento que cambiará la dinámica del aula y, más importante aún, afectará profundamente a los alumnos. En su intento por demostrar cómo un régimen autoritario puede surgir, Wenger crea La Ola, un movimiento aparentemente inofensivo que pronto se convierte en algo mucho más grande.
Al principio, el experimento consiste en simples cambios en la disposición del aula y una nueva estructura jerárquica. Los estudiantes se sienten inicialmente incómodos con las nuevas reglas, pero pronto comienzan a sentirse poderosos al ser parte de algo más grande que ellos mismos. Con el tiempo, el grupo se fortalece bajo la figura del profesor, quien se convierte en líder. Las reglas son claras: solo aquellos que siguen las normas son parte del grupo, y los que se rebelan son expulsados.
La Transformación del Aula: De la Unidad a la Exclusión
Lo que comienza como un ejercicio educativo se convierte rápidamente en un movimiento de pensamiento exclusivo. Los estudiantes, inicialmente unidos por la idea de un bien común, empiezan a justificar la exclusión y la violencia contra quienes no se alinean con La Ola. Aquellos que no siguen las reglas son vistos como enemigos, y el grupo empieza a defender sus ideales con fervor, sin cuestionar las consecuencias de sus acciones. Este proceso muestra cómo, bajo la presión social y el poder de la ideología, las personas pueden perder su individualidad y sucumbir a la manipulación.
Wenger, que había creado este “juego” para enseñar a sus estudiantes sobre los peligros de la autocracia, se da cuenta demasiado tarde de lo que ha desatado. Lo que comenzó como un experimento didáctico se transforma en una lección sobre la fragilidad de la democracia y la facilidad con la que una sociedad puede ser manipulada por una ideología, por más inocente que parezca al principio.
Lecciones para los Docentes: El Poder y la Responsabilidad de la Enseñanza
El principal mensaje que La Ola nos deja es una lección crucial sobre el poder de la educación. Como docentes, no solo estamos encargados de transmitir información; también moldeamos la forma en que los estudiantes perciben el mundo, su capacidad para tomar decisiones y sus creencias sobre la justicia, la autoridad y el poder.
El experimento llevado a cabo por Wenger nos recuerda que los métodos de enseñanza pueden tener un impacto profundo y duradero en los jóvenes. Aunque el objetivo de este ejercicio era mostrar cómo puede surgir un régimen autoritario, también evidencia cómo la educación puede influir en la construcción de una sociedad consciente y crítica.
Como educadores, tenemos la responsabilidad de enseñar a los estudiantes a cuestionar el poder, a valorar la diversidad de pensamientos y a reflexionar sobre las implicaciones de sus acciones colectivas. Los docentes debemos ser conscientes de que las lecciones vivenciales, como las que plantea la película, pueden ser más efectivas que cualquier exposición teórica. Sin embargo, también debemos tener cuidado al utilizar enfoques que puedan tener consecuencias no deseadas, ya que las experiencias vivenciales pueden ser difíciles de controlar.
La Ola: Una Reflexión sobre el Rol Docente en la Formación de la Sociedad
La Ola no es solo una lección sobre la autocracia, sino también un recordatorio de la enorme responsabilidad que tienen los educadores al formar a las futuras generaciones. Los docentes tienen el poder de moldear no solo el conocimiento, sino también el carácter de sus estudiantes. A través de nuestras enseñanzas, podemos influir en cómo perciben el mundo, cómo toman decisiones y cómo se relacionan con los demás.
Este experimento social, aunque perturbador, pone de manifiesto que las lecciones más poderosas son las que los estudiantes aprenden de forma vivencial. Aunque este tipo de lecciones puedan ser dolorosas, son las que dejan una huella duradera y cambian la vida de los jóvenes para siempre. Como educadores, debemos ser conscientes de que nuestras acciones y decisiones en el aula pueden tener un impacto mucho mayor del que imaginamos.
La Ola nos recuerda que enseñar sobre los peligros de un sistema autocrático no es solo una cuestión de explicar la teoría. Es una oportunidad para involucrar a los estudiantes en un proceso que les permita entender de forma visceral los riesgos de la manipulación social y el poder autoritario. La película nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la educación y la necesidad de guiar a los estudiantes hacia un pensamiento crítico, autónomo y responsable.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF