[Heriberto Prieto] Evaluación sin formación: el «beneficio» de las mayorías

[México] Al interrumpirse las clases presenciales del ciclo escolar 2019-2020 con motivo del COVID 19, los centros educativos retomaron las clases en la modalidad a distancia, lo que generó un gran conflicto respecto a su adaptación y logro de resultados de aprendizaje. Tanto así, que el gobierno se vio obligado a intervenir para imponer en las escuelas el hecho de que todos los alumnos inscritos fueran aprobados; esto, bajo el argumento de que los educandos carecen de los medios para adaptarse a la nueva modalidad de impartición de clases. Desafortunadamente, un gran número de alumnos tomaron esta estrategia como la oportunidad para no hacer nada, al fin y al cabo ya estaban aprobados y la falta de cumplimiento de sus deberes académicos no tendría consecuencias negativas.

Por parte de la Federación y los Estados, se decretó como concluido el ciclo escolar 2019-2020, y con ello se estableció que todos los alumnos serían aprobados y podrían acceder al siguiente grado académico. Aunque la medida fue bien recibida por padres de familia y alumnos, los docentes mostraron inconformidad y frustración al sentir que todo su ahínco por ofrecer enseñanza a la altura de las circunstancias y adaptarse a la nueva normalidad, el esfuerzo había sido inútil. Lo más lamentable, han sido las expresiones de padres de familia y alumnos, quienes han tomado la medida de aprobación universal de los alumnos, alevosamente; ya que existen muchos padres de familia que han fomentado la flojera y apatía de sus hijos, a quienes no les exigen el cumplimiento de sus deberes académicos y han llegado a externar que sus hijos no tienen el interés, ni los medios, ni la capacidad para el trabajo en línea y de esta forma justifican su propia irresponsabilidad como tutores, en la falta de disposición de acompañarlos en su aprendizaje desde casa.

A pesar de las estadísticas oficiales, la realidad al interior de las escuelas es otra: el alumno se encuentra académicamente rezagado. En la práctica, una gran mayoría de los educandos, a pesar de no haber trabajado durante el ciclo escolar anterior y haber sido aprobado, irreverentemente se presentaron en las escuelas a quejarse por su bajo promedio asignado. De esta y otras tantas experiencias se comenta entre maestros que tuvieron que cargar con la desfachatez de quienes recibieron el beneficio mal logrado. Estamos ante la decisión política de un aparente avance educativo, cuando en realidad nos enfrentamos ante la peor crisis educativa que ha tenido nuestro País. ¿Cuál es el objetivo real? ¿Crear egresados sin los estándares mínimos requeridos?  ¿Es acaso posible que se repita la aprobación universal en este nuevo ciclo escolar?

La publicación del “Boletín No. 291 Emite SEP criterios de evaluación en Educación Básica ante emergencia sanitaria” en que se contemplan “las orientaciones pedagógicas y los criterios para la evaluación de los aprendizajes en este periodo de contingencia sanitaria para este ciclo escolar 2020-2021”. Esta publicación ha detonado la reacción manifiesta de un gobierno benefactor que satisface la necesidad de acreditar y certificar la continuidad de estudios de alumnos que inmerecidamente aprueban un grado escolar por el simple hecho de estar inscrito en una Institución educativa, bajo el argumento absurdo de que estamos atravesando un momento de crisis que rompe con todos nuestros hábitos de vida. Si constitucionalmente la educación básica debe ser gratuita, y ésta por las circunstancias debe impartirse en línea o virtualmente, entonces sería obligación de nuestras autoridades proporcionar los medios para impartirla y recibirla; sin embargo el gobierno hace caso omiso ante esta obligación y decide que es más sencillo aprobarlos académicamente en lugar de proporcionar los medios para tener una educación de calidad al alcance de todos.

Ante la situación de un panorama tan complejo, nos hace pensar que se está perdiendo la riqueza humana en sus valores, resiliencia y la capacidad de reinventarse ante una situación que es claro que tendremos que vivirla en un nueva normalidad, o una nueva realidad de convivencia del cuidado mutuo que no podemos ignorar. Ya que la parte oficial ha decidido asignar una calificación aprobatoria a los educandos en muchos casos sin merecerlo, es oportunidad y decisión de los Padres de Familia de hacer lo correcto desde sus hogares. Es momento que los Padres de Familia apoyen la labor docente y exijan a sus hijos que cumplan con sus actividades académicas, que den acompañamiento a sus hijos y no permitan que la inactividad y el recibir sin esfuerzo sea el común denominador en sus vidas.

Lo que queda claro es que ninguna sobreprotección lleva consigo un buen resultado a futuro; lo que no cuesta, no se valora. El asumir que únicamente con los aprendizajes y experiencias obtenidos en casa son suficientes para forjar una personalidad e integración social y productiva es una falacia. Es desconocer el propósito de los contenidos de planes y programas de estudio.

Ante la aprobación universal, los docentes, alumnos y padres de familia que sí cumplieron, sentirán que todo su esfuerzo fue en vano al percibir que quiénes no se esforzaron obtuvieron el mismo beneficio, en un sistema de igualdad y no de equidad. Sentirán que lo importante es aparentar cumplir, aunque sea incorrecto; que no vale la pena el esfuerzo de algunos, cuando los resultados son iguales para todos sin importar las competencias adquiridas.

La decisión más importante sobre la educación y formación de los alumnos, recae en los padres, quienes deberán reflexionar y tomar acciones sobre la importancia de estudiar realmente y no apegarse a la iniciativa del gobierno de aprobar a todos los alumnos como una forma de beneficio social.

Los padres son los que harán el cambio de tener la dignidad de aceptar el beneficio de aprendizajes para la vida o en pasar un ciclo escolar sin pena y gloria.

El mundo está cambiando a un ritmo más rápido hacia una era globalizada y digitalizada, tal como lo expresó el escritor y visionario Alvin Tofler “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender” ¿Es este el momento? En todo caso, pensar en el ciudadano que se quiere ¿ese es el dilema? Recordemos la frase de Albert Einstein “Procure no ser un hombre con éxito, sino un hombre con valores”.

No olvidemos que a pesar de las decisiones políticas, la solución está en nuestras manos.

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COAUTOR
  • Patricia Solano: Abogada y Profesora de Bachillerato General Estatal en la Mixteca Poblana.
REFERENCIA

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Autor:
Heriberto Prieto Zamudio. Orizaba, Veracruz, México
Profesor
de Bachillerato General Estatal en la Mixteca Poblana.
Administrador del Grupo de Facebook Formadores del Cambio.
Co-Fundador de la iniciativa social iberoamericana www.CompetenciaDigitalCero.com, que conforma una comunidad de práctica solidaria para reducir la brecha en el uso de tecnologías digitales en los espacios educativos.
Email:
[email protected]
Web: heribertoprietozamudio.wordpress.com
Twitter: @heribertopz21

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