Cada día admiro más el tiempo y el interés que los educadores, padres de familia y docentes, dedican a su formación permanente. De su apertura por estar al corriente, investigar y celebrar otras experiencias educativas, no para copiar, calcar o reproducir, sino para conocer ese camino formativo, pedagógico y analizar qué les puede ser útil.
Ya Voltaire, uno de los principales representantes de la Ilustración dijo: «Hay alguien tan inteligente que aprende de la experiencia de los demás«. Gracias por animarnos a seguir apoyando el crecimiento y consolidación de la calidad humana y profesional de los educadores.
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La sociedad, y cada uno de nosotros, sabemos que necesitamos profesores que, a pesar de las sobrecargas laborales y el desaliento que puede causar el no ser valorados y motivados por una sociedad que no ha aprendido a ser agradecida con sus profesores (o no ha sido enseñada a ser grata), luchan “contracorriente” y “hacen de tripas corazón”. Desean ser felices en su tarea docente. Saben que “el éxito depende del esfuerzo” (Sófocles), y que la permanencia, perseverancia y persistencia, en las aulas y en las escuelas, “a pesar de todos los obstáculos, desalientos e imposibilidades: es eso lo que distingue las almas fuertes de las débiles” (Thomas Carlyle). Sólo los profesores por vocación, felices entusiasmados y motivados revisan y actualizan sus conocimientos, y no se quedan en los libros y prácticas de la formación inicial docente. Crecen día a día en su vocación y saben de su importante labor social.
De la primera experiencia en el aula (a solas o quizá luego de la presentación de rigor), de la emoción, la alegría y del entusiasmo de saberse “solo en el ruedo”, depende mucho el futuro para vencer los retos de ser profesor(a). Cada día al ingresar a clases, el(la) profesor(a) siente la exigencia de elegir las mejores y más apropiadas decisiones, el cómo hacer realidad el enseñar a aprender con los conceptos explicados, el cómo inventar nuevas dinámicas ante el reto de una mayor participación e interacción con sus estudiantes reales y en esa concreta comunidad educativa. “Un hombre sabio construirá más oportunidades de las que encuentra”, nos dijo el célebre filósofo inglés Francis Bacon.
El profesor descubre, en el día a día, que no solamente debe motivar a sus estudiantes para despertar interés hacia un nuevo aprendizaje, sino que va más allá, también siente la necesidad de conocerlos y conocer su entorno familiar. Hipólito Gonzales sostiene que “con mucha frecuencia el docente sabe (teóricamente) lo que son los impulsos didácticos, y estímulos que dé ánimo al aprendiz en la escuela; de incorporarse a los procesos de aprendizajes sin perjuicio ni prejuicios, haciendo posible a que el niño deje y/o se olvide de sus problemas, inquietudes personales (hambre, apetito, falta de material escolar, tareas en casa, etc.) y que a menudo suele presentarse, cuando estamos hablando de un contexto escolar del área rural con dificultades económicas principalmente. Y para salir de ello, el papel del docente es y será una tarea ineludible en conocer la realidad misma del contexto donde dará su tino didáctico con profesionalidad y por qué no decirlo aplicará una acción de ingeniería humana y/o de talentos. […] El rol del docente tiene que imprimir un tacto pedagógico en no herir a nadie, todos hemos aprendido yo también; será la voz del maestro, para respetar la diferencia y despojar la discriminación. El papel del docente en este sentido es de vital importancia, ya que por medio de sus actitudes, comportamientos y desempeño dentro del aula podrá motivar a los alumnos a construir su aprendizaje dialogando, en colaboración y en colectivo”.
“En contra de lo que pensamos, con las nuevas formas de divulgación en educación y con todas las posibilidades que poseen los estudiantes de adquirir conocimientos, hoy más que nunca somos indispensables en el proceso de enseñanza, dada la pérdida del interés en aprender, la pérdida de valores, la pereza intelectual y el logro facilista de las metas, nos obligan a que replanteemos seriamente nuestro modelo educativo, que hoy, me atrevo a afirmar, sigue siendo repetitivo y memorístico, muchas veces aburrido y poco interesante para el estudiante”, sostiene a profesora Margarita Gómez Parra, docente en Municipio de Fusagasuga en Colombia. ¿Qué hacer para no anquilosarse después de salir de la formación inicial docente? No olvidar y tener presente (entre otras opciones), que la “educación es formar al ser humano para el cambio permanente y aún para la eventual crisis producto de la transición”, nos dice el educador español, Miguel Ángel Escotet, ex Decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Texas (USA).
Todo lo anterior no es un conjunto de buenas intenciones, fantasías, ejemplos o desafíos fugaces, sino la consecuencia de saber que el buen profesor siente la exigencia inexcusable de su actualización permanente, saber que “no es lo que hacemos de vez en cuando lo que da forma a nuestra vida, sino lo que hacemos consistentemente”, como dice el orador motivacional estadounidense Anthony Robbins. Por eso es que nos alegramos de Ustedes, que aprovechan los diversos o escasos recursos tecnológicos a su alcance, para mejorar su servicio educativo, y en especial, nuestros respetos y reconocimiento a aquellos que son los animadores en cada comunidad educativa.
Marta Gil, subdirectora del colegio británico Caxton College de Valencia (España), considera muy importante no sólo tener los mejores profesores, sino también planificar el cómo saber retenerlos, con un “ambiente de trabajo cómodo y respetuoso en el que se instale el compañerismo, el reconocimiento, la confianza y el trabajo en equipo”, para tener el espíritu de pertenencia no de “jornalero”. ¿Difícil? ¿Imposible? ¿Utópico? Entonces soñemos “con los ojos abiertos y mirando al sol” (cf Papa Francisco, 01/10/2017).
Si somos de esos buenos maestros, sabremos adaptarnos y perfeccionar nuestra tarea, cada vez más apoyada por la era digital, y nos empaparemos del conocimiento y análisis de las nuevas propuestas para impartir clases más atractivas, que ayuden a nuestros alumnos a alcanzar el éxito académico y su formación integral.
Sabiendo de su buena voluntad y predisposición a seguir actualizándose, nos permitimos aconsejarles el leer y reflexionar, solos o en grupo, estas doce destrezas que Marta Gil cree que debemos adquirir e incorporarlas a nuestra dinámica de trabajo en las aulas:
- Capacidad de fomentar en el estudiante un pensamiento crítico y divergente.
- Maestría para dotar al estudiante de un carácter investigador y reflexivo.
- Habilidades para aplicar la gamificación en las aulas.
- Conocimiento activo y eficaz de las nuevas tecnologías de la información destinadas a sus asignaturas.
- Cualidades creativas e innovadoras que acerquen sus asignaturas a la realidad cotidiana.
- Experiencia para diseñar sus propios recursos didácticos organizando clases bidireccionales donde los estudiantes, de manera colaborativa, interactúen y formen parte del proceso de formación.
- Técnicas para que los estudiantes sean productores de contenidos y trabajen por proyectos educativos interdisciplinares.
- Competencia para utilizar el error como fuente de aprendizaje.
- Cualidades para impulsar la autonomía e independencia del estudiante.
- Aptitudes afectivas para promover relaciones empáticas con el estudiante.
- Solvencia para combinar la educación emocional y cognitiva.
- Mostrar un compromiso ético y un modelo de conducta ejemplarizante.
Si desea ampliar su conocimiento en la experiencia del Caxton College y la propuesta de Marta Gil, les invitamos a leer la publicación de ABC de la Comunidad Valenciana (España): LA MEJOR HERRAMIENTA EDUCATIVA PARA EL SIGLO XXI.
Gracias por su trascendental tarea docente, gracias por buscar esos cortos tiempos para actualizarse, gracias por estar convencidos y motivados a seguir aprendiendo, porque sienten y viven que su tarea docente no tiene que ser grande para comenzar, pero si tiene que ser amada y apasionadamente vivida para ser grande, a pesar de las dificultades. La vocación docente es un continuo devenir, un hacer que cada día sea diferente, porque “allí radica gran parte de este nuevo cambio que debemos empezar a implementar”, en nuestra formación permanente; porque -parangonando al escritor norteamericano David Thoreau- estamos seguros que lo que conseguimos con el logro de nuestras metas no es tan importante como en lo que nos convierten esos logros. Confiamos en que, en un día muy cercano, se valorará o revalorará la tarea docente, como el factor principal y determinante del desarrollo de la humanidad y el progreso de los pueblos.
“Con qué facilidad las grandes reformas educativas exigen a los profesores mayores sacrificios en nombre de la calidad educativa y el prestigio institucional” (Margarita Gómez Parra).
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF