En preescolar o primaria no es inusual que los docentes abracen a sus alumnos para transmitirles seguridad, reducir el estrés y transmitir aprecio. Diversos estudios comprueban que los abrazos contribuyen positivamente al desarrollo y bienestar de los alumnos. Sin embargo, conforme van creciendo y avanzando grados, este tipo de contacto se prohíbe, aunque un abrazo puede traer muchos beneficios a la salud y estabilidad emocional de los estudiantes.
Beneficios de un abrazo
Un abrazo produce oxitocina, dopamina y serotonina, hormonas que ayudan a las personas a sentirse bien y a sentirse menos estresados y ansiosos. Estos factores son clave para el bienestar de los jóvenes ya que el porcentaje de adolescentes con problemas de salud mental ha aumentado un 47 % en hombres y un 65 % en las mujeres.
Además, investigadores descubrieron que los abrazos pueden ayudar a que los estudiantes se enfermen menos. En el estudio, adultos sanos recibieron abrazos por 14 días y al final fueron expuestos al virus de un resfriado común y monitoreados en cuarentena para evaluar la infección. Los resultados demostraron que el apoyo socioemocional recibido en abrazos redujo el riesgo de infección y la reducción de síntomas.
Los abrazos también ayudan a aliviar los temores existenciales de las personas, especialmente en aquellos con baja autoestima. El contacto físico le sirve a aquellos estudiantes que tienen pensamientos frecuentes sobre la muerte porque los ayuda a conectarse. Además, los abrazos son una forma de comunicación no verbal que un alumno puede usar para expresar una amplia gama de emociones como la ira, miedo, asco, amor, gratitud, felicidad, tristeza y simpatía.
Más allá de estas razones, los abrazos también ayudan a conectar a los alumnos con la sociedad y a mejorar sus calificaciones. Un estudio demostró inclusive un aumento en la asistencia en el salón de clases. Además, la investigación concluyó que el contacto físico positivo aumenta el buen comportamiento en clase.
Aunque abrazar a un alumno puede traerle muchos beneficios emocionales, es un gesto con el que muchos maestros no se sienten cómodos o temen meterse en problemas. Por este motivo, Jake Miller, un maestro de Pennsylvania, escribió una serie de consideraciones para saber si el educador debería o no abrazar a su alumno:
- El alumno debe iniciar el abrazo: Una manera fácil de saber si es apropiado o no, es preguntando al alumno si necesita un abrazo y esperar a que él lo haga primero.
- Reconocer que es situacional: Puede que una alumna no necesite un abrazo todos los días, pero si está pasando por un momento difícil, el maestro debe ser empático. También menciona Miller que es importante recordar que un abrazo puede significar agradecimiento o una manera de felicitarle por su cumpleaños.
- Un abrazo puede ser racional: Si un alumno se acerca para confesar que está deprimido o pasando por un momento difícil y pide un abrazo, el maestro puede aprovechar el momento para hablar de inteligencia emocional y la importancia que un abrazo puede tener en una persona.
- Hacer lo que haga que la estudiante se sienta cómoda: Aunque una alumna esté pasando por un momento difícil, el docente debe buscar su comodidad y saber si un abrazo la hace sentir cómoda.
- Hacer lo que a la maestra la haga sentir cómoda: We Are Teachers publicó un artículo preguntando qué pensaban los educadores sobre abrazar a sus alumnos. Las opiniones están divididas, algunos están a favor por los beneficios que le pueden traer a sus alumnos, mientras que otros no se sienten cómodos y prefieren dar la mano o simplemente decirles:“dame esos cinco”.
- Reconocer que hay dobles estándares: A una maestra mayor puede que no se le cuestione de la misma manera abrazar a sus alumnos que a un maestro joven y atractivo, donde los alumnos pueden pedir abrazos de manera más constante.
- Pensar como alumno: Si un estudiante considera extraño que otro compañero lo abrace, puede que no acepte el abrazo de una profesora porque esa es su percepción. Se debe pensar siempre en la comodidad del alumno.
Por último, Jake Miller menciona que el error que muchos educadores cometen es ver a los estudiantes como sus hijos. Esto los hace sentirse padres sustituto o como una hermana mayor, cayendo en una atención inadecuada. Se debe buscar un equilibrio y respetar los límites de los alumnos y del profesorado a la hora de analizar si dar o no un abrazo.
¿Qué opinas sobre este tema? Comparte tu opinión y experiencia en el aula en la sección de comentarios.
Este contenido ha sido publicado originalmente por El Observatorio en la siguiente dirección: observatorio.tec.mx | Autor: Paulette Delgado