Estamos ante el desafío de encontrar un camino juntos, adoquinado, pavimentado, asfaltado con la esperanza basada en la solidaridad para seguir un nuevo itinerario educativo que se construya en base a nuevos paradigmas; que escuche y proponga otras opiniones; que manifieste y examine honesta y generosamente otras experiencias; que facilite y ofrezca abiertamente capacitaciones y actualizaciones en las redes a los estudiantes, padres de familia y profesores sin distinción de raza, lengua, cultura o geografía; que comparta sus recursos tecnológicos y que permita a otros países bajarlos y adaptarlos a su cultura y su propia realidad social; … necesitamos detenernos y ver cómo responder original, eficiente y fraternalmente a esta catástrofe causada por el Covid-19, y que también es educativa.
Para quienes estamos en el mundo de la educación, por vocación y no por necesidad laboral, sabemos que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia. Es una cuestión de amor y responsabilidad que se transmite en las aulas, año a año. Estamos convencidos que educar es un acto de amor como nos dice la Epistemología Genética de Jean Piaget, y que educamos cuando acogemos al otro, lo dejamos aparecer, lo dejamos opinar sin prejuicios, supuestos o teorías discriminatorias y excluyentes. Educamos cuando todos los agentes de la educación nos sentimos instrumentos de acercamiento, de encuentro y servimos como medios para abrir espacio a los otros para que tengan presencia en la construcción del mundo, como insiste el profesor Humberto Maturana. AMAR EDUCA: MENSAJE DE HUMBERTO MATURANA A LOS EDUCADORES.
PACTO MUNDIAL SOBRE LA EDUCACIÓN. JUNTOS PARA MIRAR MÁS ALLÁ (01h 37´ 00”)
Tenemos la oportunidad, a causa de esta catástrofe sanitaria y también educativa, educar con menos muros y más caminos, porque “educar es siempre un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia en otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común. Si los espacios educativos hoy se ajustan a la lógica de la sustitución y de la repetición; y son incapaces de generar y mostrar nuevos horizontes, en los que la hospitalidad, la solidaridad intergeneracional y el valor de la trascendencia construyan una nueva cultura», estaríamos (quizá) faltando a esta cita histórica.
Es verdad que algunos niños “nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecen bien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente no necesitarán un Estado activo y sólo reclamarán libertad. Pero evidentemente no cabe la misma regla para una persona con discapacidad, para alguien que nació en un hogar extremadamente pobre, para alguien que creció con una educación de baja calidad y con escasas posibilidades de curar adecuadamente sus enfermedades. Si la sociedad se rige primariamente por los criterios de la libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos, y la fraternidad será una expresión romántica más” (FT 109). Estamos siendo actores o testigos de tantas experiencias para mejorar la educación a distancia, pero que se esconden o se niegan a ponerlas al servicio de los demás, cerrándolas a la accesibilidad de cualquiera. Y a esto «colaboran desinteresadamente” -como lo dicen siempre- las grandes editoriales, (con honrosas excepciones), haciendo inalcanzables los recursos didácticos y pedagógicos a los menos favorecidos económica y socialmente. En tantos casos, detrás del legítimo Derecho de Autor, se esconde una indiferencia cómoda, fría, indolente y globalizada frente a las necesidades educativas de los demás.
MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO EN EL PACTO EDUCATIVO GLOBAL (18´ 39”)
Algunos países todavía no quieren reconocer o les cuesta aceptar que el Covid 19 ha desenmascarado nuestra vulnerabilidad y dejado al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades educativas (27/03/2020). Existen países que viven detrás del engaño de una ilusión que después de la vacuna todo seguirá como antes de la llegada de la pandemia. Olvidan que estamos todos en la misma barca, y están dejando atrás los grandes valores fraternos que los lleva «a una especie de cinismo” (cf FT 30). Otros caen en la autosuficiencia y el egoísmo por los lugares de prestigio ocupados en el Informe PISA, por sus infraestructuras y tecnologías de última generación; otros se dejan seducir por su tranquilidad en su “zona de confort”, y se mantienen en su falsa humildad de no necesitar de los demás. Estas actitudes, tantas veces enmascaradas, no hacen nada bien a los agentes del proceso educativo de enseñanza – aprendizaje, ni permiten sistemas educativos incluyentes y liberadores.
No somos pocos los que creemos que la educación es el antídoto natural a esa cultura individualista, “que a veces degenera en un verdadero culto al yo y en la primacía de la indiferencia. Nuestro futuro no puede ser la división, el empobrecimiento de las facultades de pensamiento e imaginación, de escucha, de diálogo y de comprensión mutua. Nuestro futuro no puede ser este”. Nuestro futuro frente a esta catástrofe educativa mundial es el unir esfuerzos, el sumar experiencias y el construir juntos un nuevo camino educativo mundial.
La vida nos presenta la oportunidad de construir un inédito compromiso educativo, que involucre a todos los componentes de la sociedad, que respete los roles y empodere a los agentes del proceso educativo. La historia nos da la oportunidad de no construir una educación verticalista, dogmática, fundamentalista o con intereses del mercado de producción. Escuchemos el grito de las nuevas generaciones, que manifiestan la necesidad y, al mismo tiempo, la oportunidad estimulante de un renovado camino educativo, que no mire para otro lado. No seamos trabajadores cómplices de un sistema educativo autosuficiente, individualista, ajeno a las graves injusticias sociales, las violaciones de los derechos, indiferentes a las grandes pobrezas materiales y espirituales de la humanidad. Podemos caminar con una educación que no es indiferente a las exclusiones humanas de toda clase.
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Está en manos de todos, especialmente de quienes estamos en las aulas presenciales y virtuales, comenzar a construir un itinerario educativo integral, que permita salir al encuentro de aquellas situaciones de soledad y desconfianza hacia el futuro que generan depresión, adicciones, agresiones, odio verbal, fenómenos de intimidación y acoso entre los niños y jóvenes que están viviendo el cierre de sus escuelas y el confinamiento. Podemos, entre todos, con la creatividad que da el ser educadores, comenzar a trazar y “pavimentar” un camino compartido, en el que “no se permanezca indiferentes ante el flagelo de la violencia y el maltrato de menores, el fenómeno de las niñas esposas y de los niños soldados, la tragedia de los menores vendidos y esclavizados”, sumados al dolor de ver el “sufrimiento” de nuestro planeta, “provocado por una explotación sin inteligencia y sin corazón, que ha generado una grave crisis medioambiental y climática”.
Como en tantos otros momentos de la historia de la humanidad, hoy es necesario tomar decisiones compartidas con la mirada puesta en los posibles escenarios futuros. Y por eso, en la actual situación de crisis sanitaria —llena de desánimo y desconcierto—, consideramos que es el momento de firmar un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes, reformulemos una educación que forme personas maduras, libres y responsables, desde las familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, y toda la humanidad. Es urgente superar el individualismo y fragmentación existente en muchas sociedades, “para recrear el tejido de las relaciones a favor de una humanidad capaz de hablar el lenguaje de la fraternidad. El valor de nuestras prácticas educativas”, que nos permita superar las pruebas estandarizadas, y tengamos (entre todos) la “capacidad de incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura”. Debemos creer que un mundo educativo diferente es posible, pero necesita estudiantes, padres de familia y profesores que estén dispuestos a construirlo, desde una participación con el otro y que consolide el «nosotros».
Frente a esta necesaria nueva educación pos pandemia, que nos permita superar la “catástrofe educativa” que vivimos, el Papa Francisco invita a un “pacto educativo global”, a todos los educadores para que “con su testimonio y su trabajo, se hagan promotores de los valores del cuidado, la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la acogida del otro y la fraternidad. Y nos recuerda que «no tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos» (Carta enc. Fratelli tutti, 77).
Estamos ante ante el desafío de hablar con franqueza y no justificar los errores. Sabemos que a pesar de las deficiencias y limitaciones podemos ir “más allá de visiones extrínsecas de los procesos educativos, para superar las excesivas simplificaciones aplanadas sobre la utilidad, sobre el resultado —estandarizado—, sobre la funcionalidad y la burocracia que confunden educación con instrucción y terminan destruyendo nuestras culturas; más bien se nos pide que busquemos una cultura integral, participativa y multifacética”. El nuevo pacto educativo global tiene que ser un proceso plural y multifacético capaz de lograr juntos el bien común, que nos permita enriquecernos mutuamente y crear una armonía educativa capaz de formar al hombre y la mujer que necesita la humanidad mañana.
A los hombres y las mujeres de la cultura, de la ciencia y del deporte, los artistas, los operadores de los medios de comunicación, en todas partes del mundo, capaces de implicarse en respuestas significativas, donde la diversidad y los enfoques se puedan armonizar, el Papa Francisco nos propone hacer el esfuerzo de poner las bases de un acuerdo mundial para un nuevo pacto educativo global que supere esta catástrofe educativa mundial, con estas claves:
- Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del descarte.
- Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
- Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
- Considerar y tener efectivamente a la familia como primera e indispensable educadora.
- Demostrar práctica y realmente que educar y educarnos es un proceso para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados.
- Crear un acuerdo que se comprometa a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.
- Motivar y comprometer a salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía
Estas son siete ideas, siete sugerencias, siete propuestas – y podrían ser más- que se nos presentan, sin ninguna distinción, para salir de esta catástrofe educativa mundial. Consideramos que, usando las redes, se nos puede facilitar el enriquecerlas y reflexionarlas. Éstas podrían ser las claves para ver si deseamos y estamos dispuestos a vencer al desafío de esta pandemia, y hacer el esfuerzo de unir experiencias, creatividad y grandes ilusiones, y fraguarlas en el molde inédito de un nuevo pacto educativo global. Este impacto, del Covid 19, nos tiene que hacer más fuertes, y convencernos que juntos podemos salir de la mejor manera posible, encontrando nuevas oportunidades para el aprendizaje y la innovación en la educación posterior a esta catástrofe educativa mundial.
Nunca como ahora, hemos visto lo importante y efectiva que es la comunicación virtual, y cuánto sirve como vía de realización el perfeccionar una red de relaciones humanas y abiertas, que garanticen el acceso de todos a una educación de calidad, a la altura de la dignidad de la persona humana y de su vocación a la fraternidad. “Es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza. Que nos sostenga, por tanto, la convicción de que en la educación se encuentra la semilla de la esperanza: una esperanza de paz y de justicia. Una esperanza de belleza, de bondad; una esperanza de armonía social, porque “las grandes transformaciones no se construyen en el escritorio. Hay una “arquitectura” de la paz en la que intervienen las diversas instituciones y personas de una sociedad, cada una según su propia competencia, pero sin excluir a nadie (cf. ibíd., 231). Así tenemos que seguir: todos juntos, cada uno como es, pero siempre mirando al objetivo común, en la construcción de «una civilización de la armonía, de la unidad, donde no haya lugar para esta virulenta pandemia de la cultura del descarte”.
Este artículo ha sido extraído del Videomensaje del Papa Francisco, con ocasión del encuentro promovido y organizado por la Sagrada Congregación para la Educación Católica, y que les sugerimos leer completo en este enlace: “GLOBAL COMPACT ON EDUCATION. TOGETHER TO LOOK BEYOND”
Tengamos presente que, según el profesor israelí, Yuval Noah Harari, las cuatro claves básicas para cimentar las escuelas del futuro son la comunicación, la colaboración, el pensamiento crítico y la creatividad. «En conjunto, todas ellas están orientadas a fomentar la capacidad de cada persona para adaptarse a su entorno y reiventarse a sí misma, todo mientras es capaz de alcanzar una comunión con el resto de la sociedad que evite un comprensible aislamiento. Tiene sentido: si no podemos anticipar hacia dónde nos va a llevar [esta catástrofe educativa] lo mejor que podemos hacer es enseñar a las próximas generaciones unas pautas para adaptarse a un mundo donde las certezas sólidas dejarán paso a un flujo constante”. YUVAL NOAH HARARI SABE LO QUE NOS ESPERA EN EL AÑO 2050: UN CAMBIO RADICAL
«Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos» (Laudato SÍ, 202).
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF