En no pocos lugares, la comunidad educativa frente, a los niños superdotados o con altas capacidades, se mueve entre la envidia y el prejuicio, y se les abandona o ignora por completo o no se les entiende, afirman algunos educadores. Sin embargo, en algunas legislaciones se van dando algunos pasos para acompañarlos académicamente.
Pero en primer lugar “hay un reto para los padres infinitamente superior, que es apoyarles emocionalmente desde una crianza y una educación donde se respete su excepcionalidad y se canalice su potencial para que sean niños felices, integrando su diferencia sin asomo de marginalidad”, afirma la Licenciada en Psicología Clínica Olga Carmona, experta en Psicoterapia Breve y en Psicopatología de la Infancia y la Adolescencia, cuyo artículo publicado en El País (España), compartimos con fines únicamente educativos – pastorales.
Pero, ¿ESTÁN LOS MAESTROS PREPARADOS PARA OBSERVAR A LOS NIÑOS SOBRESALIENTES?, publicamos anteriormente, partiendo de la afirmación de Carmona: “educar no es adiestrar. Educar es estimular la construcción de las herramientas emocionales que les permitan alcanzar una vida adulta constructiva, significativa y libre”. Y ahora se da un paso más, al opinar que, para entender y apoyar a los niños con altas capacidades, es necesaria la revisión de las reglas de convivencia y el cambio de opiniones erradas. Pues existen afirmaciones distorsionadas acerca de los niños con altas capacidades, como que son una garantía de éxito especialmente académico, que fueron extremadamente estimulados, el “no hacer nada”, porque “así se normalizan”, y que siempre y en todo momento serán inteligentes, entre otras.
Como padres de familia y/o profesores debemos conocer la importancia de un vínculo seguro y sólido de padres de familia y de los profesores con los niños de altas capacidades, para garantizar el desarrollo pleno del potencial de estos niños, a quienes el médico, psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl G. Jung definió como “el fruto más hermoso del árbol de la humanidad. A la vez son los que corren más grande peligro, pues cuelgan de sus ramas más frágiles y con frecuencia se rompen”.
Mitos sobre los niños superdotados
Es imprescindible desmontar las falsas creencias a fin de transmitir un acercamiento más real sobre cómo son estos menores.
Es muy frecuente comprobar en nuestro día a día cómo hay una serie de creencias falsas en torno a los niños superdotados o con Alta Capacidad y me parece imprescindible desmontarlos a fin de transmitir un acercamiento más real sobre cómo son estos niños.
Uno de los más generalizados es que Alta Capacidad es igual a Alto Rendimiento: ante la casi siempre acertada sospecha de algunos padres sobre la posible sobredotación de su hijo o hija, los profesores suelen contestar que ellos no han notado nada especial, que no sobresale en casi nada y que sus notas son mediocres cuando no directamente malas. Lo cual deja a los padres aún más confusos puesto que pareciera que ello es un indicador directo de que sus hijos no tienen altas capacidades. Nada más lejos de la realidad. Solo un porcentaje de niños superdotados tienen un alto rendimiento académico. La mayoría en cambio no destaca en las calificaciones, bien por aburrimiento, desmotivación o porque el sistema escolar suele estar orientado al aprendizaje secuencial y repetitivo lo que requiere un predominio del hemisferio cerebral izquierdo mientras que los niños superdotados funcionan con una alta dominancia del derecho, por lo que necesitan una forma diferente de aprendizaje.
Otro tópico generalizado es que tener Altas Capacidades es una garantía de éxito especialmente académico y que por tanto estos niños no necesitan ayuda. Esta es una creencia que deja sin recursos de apoyo tanto a padres como a niños. Es habitual comprobar como se ve con muy buenos ojos que si hay una cantidad de recursos limitados se destinen a aquellos que tienen problemas para alcanzar el aprobado o tienen trastornos de aprendizaje y se queden fuera los que en teoría “van sobrados”. Nada más lejos de la realidad y de la ley. Nuestro sistema educativo garantiza la atención a la diversidad y la propia ley española los define como Alumnos con Necesidades Educativas Específicas y su atención está recogida y contemplada por dicha ley. Estos alumnos, de no ser apoyados en su necesidad, es muy probable que acaben fracasando, abandonando un sistema educativo que no les tiene en cuenta, que no les brinda la oportunidad de desplegar su potencial, que les castra como personas y les hace sentir inferiores y fracasados. Y no hay que esperar a la Educación Secundaria para que eso ocurra: en nuestra práctica clínica cotidiana vemos casos de niños pequeños que ya han desarrollado una sintomatológica depresiva, rechazo escolar y trastornos psicosomáticos tales como asma, problemas de piel, trastornos digestivos, del sueño y de la alimentación, todo ello producto de la ansiedad que les produce encajar en un molde que les queda pequeño.
También es común la creencia de que los niños con Altas Capacidades lo son porque fueron extremadamente estimulados y que de no haber sido así, serían niños normotípicos. Esto tampoco es cierto: la sobredotación tiene un componente de herencia genética indiscutible. Obviamente, un ambiente estimular favorecerá la expresión de la altas capacidades pero encontramos niños superdotados en los ambientes menos favorecidos socioeconómica y culturalmente. Si, podemos aumentar la inteligencia de nuestros hijos con la estimulación adecuada (sin sobreestimular), pero categóricamente No podemos crear niños superdotados.
Un niño con Alta Capacidad no solo es un niño muy inteligente. Es un niño cuya inteligencia difiere en la cantidad, pero también en la cualidad: es una forma diferente de ser inteligente, de procesar y percibir el mundo, es un cerebro estructural y funcionalmente diferente.
También nos hemos encontrado con padres y lo que es más preocupante, con profesionales de la pedagogía y la psicología que abogan por “no hacer nada”, porque “así se normaliza y se le quita importancia”. Este planteamiento es tan contraproducente que nos cuesta trabajo entenderlo salvo que sea producto del miedo a no saber qué hacer o la necesidad de no enfrentar dicha realidad. Las sobredotación no puede normalizarse porque su esencia es precisamente su anormalidad, en tanto quienes lo son representan a tan solo un 2% de la población y es urgente, imprescindible, entender a un hijo sea como quiera que éste sea: conocer su realidad nos acerca y nos permite apoyarle.
Otro tópico es que los “niños con altas capacidades lo son siempre y en todo momento”: rotundamente no. Los niños son sobre todo niños con independencia de su especificidad y necesitan ser y comportarse como tales y sobre todo ser tratados como tales: permitir el error, la intolerancia a la frustración, las rabietas, el aburrimiento, el entusiasmo, el enfado, el juego… todo lo que implica la vivencia de una infancia sin prisa y manejando nuestras expectativas.
Realidades poco conocidas
Y de la misma manera que hay un montón de creencias distorsionadas muy generalizadas acerca de los niños con Altas Capacidades, hay otras realidades de estos niños muy poco conocidas:
Los niños con Altas Capacidades son extremadamente sensibles y por ello muy vulnerables. La mayoría de ellos tienen hiperexcitabilidades sensoriales o motrices: reacción excesiva ante ruidos, olores, luz intensa, muy movidos, les incomodan las etiquetas de la ropa, las telas rígidas como los vaqueros, determinadas texturas en los alimentos… Tienen un exacerbado sentido la justicia así como una empatía hiper desarrollada, lo que les lleva a percibir la realidad de forma muy ansiosa, acumulando grandes dosis de ansiedad al cabo del día que deriva muchas veces en comportamientos rígidos y obsesivos en un desatinado afán de canalizar toda su ansiedad.
Atender las necesidades emocionales de los niños con altas capacidades es la base para que puedan desplegar su potencial cognitivo: hoy sabemos que en el éxito hay un 30% de factores cognitivos y un 70% de factores emocionales.
Este contenido ha sido publicado originalmente por El País (España) en la siguiente dirección: elpais.com