[Víctor Rawlins] El docente “anormal” que la escuela actual necesita

Por favor no se ofenda por el título. Solo es para llamar su atención y parece que obtuvo el resultado esperado. En estos días, cuando se está coordinando las acciones para el retorno semipresencial y gradual a las aulas; muchos todavía tienen el pensamiento de que volveremos a la “normalidad” (los más entusiastas, a mi entender, lo denominan la “nueva normalidad”) ¿Qué me hace pensar este término? Volver a los patrones educativos conocidos, con el ingrediente del uso integrado de las TAC (Tecnologías para el Aprendizaje y el Conocimiento), para, supuestamente, garantizar una enseñanza hibrida. Buenas intenciones, pero ¿estamos en verdad listos? Permítame cambiar la pregunta; ¿nuestros docentes están, en realidad, listos para esta “nueva realidad”? usted conocerá la realidad educativa en su país y a partir de la misma formulará su respuesta.

En el aspecto general, y me responsabilizo plenamente de mi opinión, debemos, en el ambiente educativo, divorciarnos del concepto rígido de normalidad. Una búsqueda rápida de la definición de la palabra “normal” nos muestra que esta significa: “aquello que se ajusta a cierta norma o características habituales o corrientes, sin exceder o adolecer[i]. En palabras mas llanas es “seguir un patrón establecido”; “algo habitual”. No sé su opinión (estoy abierto a leerla) pero considero que vivimos tiempos nada habituales. La pandemia de la Covid 19 nos ha ofrecido una nueva visión del mundo. Nos abrió, se presume, ante la necesidad de trastornar verdaderamente los conceptos y practicas educativas. La escuela solo se transformará en la medida que sus integrantes lo hagan. Para eso hay que pensar en una educación disruptiva. Que salga del parámetro establecido. Que se ajuste al contexto social y necesidad del individuo y la comunidad. Paulo Freire[ii], pedagogo y filosofo brasileño, expresó, con respecto a la importancia de la educación como medio transformador, lo siguiente: “la educación no cambia al mundo; cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Freire abogaba por una enseñanza más allá de lo que los currículos y manuales administrativos trazan. Él esbozaba, que “enseñar no es transferir conocimiento sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción”. Latinoamérica debe terminar de entender que no debemos seguir con el mismo sistema de trabajar para cumplir contenidos curriculares, examinar para calificar y dejar que los estudiantes salgan a la sociedad como medos repetidores de información.

La verdadera educación es (o debería ser) gestora de cambios. El principal propósito es dotar a los individuos del sentido común y criticidad necesarias para regir sus destinos. Jonathan Hennessey[iii], ilustrador y autor de novelas gráficas, afirmó que “la ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre”. La educación permitiría que las naciones estén conscientes de sus necesidades y desarrollen estrategias para la mejora de las condiciones de sus ciudadanos. La educación sería el colirio que aclararía la visión de la sociedad y le permita discernir entre un sistema inútil de uno efectivo. Muchos gobiernos no gustan de la educación, por lo menos no del aspecto de promover el análisis y la criticidad. James Baldwin[iv], dramaturgo y novelista estadounidense, expresó en su momento, en el contexto del activismo por los derechos civiles de la comunidad Afro – estadounidense, que “es casi imposible convertirse en una persona educada en un país tan desconfiado de la mente independiente”. Si analizamos las políticas actuales de muchos ministerios (o secretarias) de educación; notamos un currículo que promueve el desarrollo de competencias útiles para la inserción en el marco laboral, pero es deficiente en lo que al desarrollo del pensamiento critico y creativo se refiere. En otras palabras vemos currículos enfocados en “educar excelentes trabajadores pero que pasa por alto el formar excelentes pensadores”. Y, como resultado, encontramos gestores escolares y docentes “normalizados” que trabajan a partir de lo que exige dicho plan educativo venido de las altas instancias. No existe tal flexibilidad ni libertad. Los docentes están prisioneros de normas burocráticas y administrativas que les roban el tiempo para lo importante: enseñar. Podemos, sin temor a equivocarnos, afirmar que la educación en si es la que rompe con la normalidad; con lo establecido. Es la que dota al individuo de un sentido de cambio para mejora. Lo normal no siempre es lo correcto o, por lo menos, suficiente.

Recurso libre extraído de Google imágenes y adaptado por el autor

La pandemia, en muchos casos, demostró que el solo tener información no es útil. Se necesita que lo aprendido produzca resultados. Siempre se habla, por lo menos en el caso de mi país, República Dominicana, de Currículo “flexible”, pero en la práctica no se aplica AL 100%. Hablamos de enseñanza bajo el modelo de competencias, pero los maestros, en un buen porcentaje, continúan con el modelo de solo proveer contenido. ¡Simplemente porque es lo normal y fácil!

Sin embargo, la enseñanza se mueve: la educación que cambia de lo normal a lo necesario

 La sociedad ha cambiado (y seguirá). La educación ha llegado a otra etapa de transformación. Pasamos de la enseñanza análoga a la digital; de la enseñanza concentrada en verter contenidos a la de desarrollar competencias; de la enseñanza originada por el conocimiento y experiencia de uno a la adquirida por el propio individuo; de la enseñanza que debe cumplir un determinado espacio, horario o periodo de tiempo; a la que esta disponible de manera asincrónica en todo momento. Y este cambio de paradigma debe reflejarse en los gestores de la instrucción: los y las docentes. La historia de la pedagogía nos muestra los cambios por los que la educación, y como resultado el docente, ha ido transformándose. Le invito analizar el presente diagrama donde busco mostrar lo expuesto:

¿Nota algo? ¡un cambio en la “normalidad” del momento para dar paso a una nueva (y en sus comienzos considerada algo no común). ¿Cree que los educadores que adoptaron esos modelos fueron, en su inicio, vistos como normales? Estudie el caso de Sócrates, el filósofo griego, quien por su “anormal” forma de enseñar fue obligado a beber la letal cicuta. ¡Téngalo en cuenta al momento de pensar que, por su espíritu de innovación, está bebiendo un trago amargo!

Estamos entrando en lo que se podría denominar la Era de la Escuela holística 3.0. Una escuela que no solo forma intelectualmente; sino que busca el desarrollo integral del estudiante. Una escuela que no solo se circunscribe al aula y al espacio físico en general; sino que se auxilia de las tecnologías para trabajar la enseñanza. Hablamos de una escuela que usa la imaginación y creatividad como detonantes de la productividad. Al respecto, Walter Isaacson[v] expresó que “la ventaja competitiva de una sociedad no vendrá de lo bien que se ensene en sus escuelas la multiplicación y las tablas periódicas, sino de lo bien que se sepa estimular la imaginación y la creatividad”. No es que se dejen de enseñar estas y otros contenidos; sino despertar a la realidad de que si el estudiante no sabe usar de manera provechosa el pensamiento creativo no sacará provecho a la información.

Como hemos notado la educación, el aspecto teórico y práctico, ha evolucionado para amoldarse a la necesidad del momento. Ha, por decirlo de una manera, roto lo normal, lo convencional, lo constituido; para dar paso a lo innovador, a lo no común.

El docente “anormal” que la educación actual necesita

Ahora; ¿Cuáles serían las características de ese docente fuera de lo común (si la palabra anormal le molesta) que la escuela post pandemia necesita? Y seamos claros. Con o sin pandemia de la Covid 19 se hacia necesario un cambio en el modelo educativo. Latinoamérica tiene mucho camino por recorrer. No es tomar los enlatados de Europa, Asia y Estados Unidos para aplicarlos sin procesarlos y adaptarlos a la realidad, necesidad e interés de la ciudadanía de nuestros países. Es cambiar el pensamiento docente. Albert Einstein[vi], reconocido físico y catedrático, aclaró que “la medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar”. Einstein nos dio una idea de la importancia del cambio. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”; expresó en su momento.

Los tiempos lo exigen. Permita que le presente, mediante el siguiente gráfico, el perfil que debería tener el educador moderno. No pretendemos que los hayamos registrados todos; pero si los que consideramos los más relevantes:

En conclusión

Joseph Addison[vii], escritor y político británico, afirmaba que “lo que la escultura es a un bloque de mármol, la educación lo es para el alma”. Ambos tienen en común que el producto final es el resultado del trabajo del escultor y, en nuestro caso, del docente. Se han dado firmes pasos para garantizar una enseñanza y aprendizaje de calidad. Pero falta un buen trayecto por recorrer. Los currículos educativos deben ser revisados y, en muchos casos, readecuados a la realidad y necesidad particular de los estudiantes. Las instituciones educativas deberían ser dotadas de cierta independencia en lo que a la selección de métodos, estrategias y maneras se refiere para la gestión del conocimiento, el desarrollo integral del estudiantado y la producción que beneficie a sus personas y las comunidades donde interactúan. Es necesario que se piense.

  • [i] “Normal”; Diccionario de Google
  • [ii] Paulo Reglus Neves Freire (nacimiento: 19 de septiembre de 1921, Recife, Pernambuco, Brasil; fallecimiento: 2 de mayo de 1997, Sao Paulo, Brasil) conocido por su obra “pedagogía del oprimido” la cual es considerara uno de los textos fundamentales del movimiento de la pedagogía critica.
  • [iii] Jonathan Hennessey (Nacimiento: 19 de marzo de 1977, Massachussets; EE. UU.). ilustrador y novelista gráfico.
  • [iv] James Baldwin (Nacimiento: 2 de agosto de 1924, Harlem, Nueva York; fallecimiento: 1 de diciembre de 1987, Saint-Paul de Vence, Francia) Dramaturgo, novelista, ensayista y activista por los derechos civiles de la comunicad Afro estadounidense.
  • [v][v] Walter Isaacson (Nacimiento: 20 de mayo de 1952, Nueva Orleans, Luisiana, Estados Unidos) Periodista, escritor y biógrafo.
  • [vi] Albert Einstein (Nacimiento: 14 de marzo de 1879, Ulm, Alemania; fallecimiento: 18 de abril de 1955, Nueva Jersey, Estados Unidos) físico alemán de origen judío.
  • [vii] Joseph Addison (1 de mayo de 1672, Milston, Reino Unido; fallecimiento: 17 de junio de 1719, Kensington). Escritor y político británico.

NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, y no se hace responsable de las opiniones expresadas.

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Autor: Víctor Manuel Betemi Rawlins , ciudadano dominicano, nacido en República Dominicana.
Experiencia laboral: Lic. en Educación Primaria. Diplomados en Psicología, Neurociencia, Gestión Educativa, Competencias Educativas y Ciencias Sociales Aplicadas. Cursos de postgrado en gestión, proyectos e innovación. Maestría en Tecnología Educativa. 16 años de experiencia docente y 3 años como técnico docente del Ministerio de Educación de República Dominicana. 4 años como catedrático universitario; autor de artículos sobre gestión, liderazgo escolar e innovación educativa. Tallerista y conferencista en congresos y talleres en temas de neurogestión y liderazgo escolar.
Correo electrónico: [email protected]
Cuenta de twitter: @VMRAWLINS



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