Papa Francisco: Si no cuidamos el uno del otro, no podemos sanar el mundo (Una lectura para la Educación)

El mundo entero está (estamos) atravesando un tiempo de prueba y elección sobre la educación que deseamos, y que entre todos debemos construir, porque esta emergencia sanitaria, que nadie sabe cuánto tiempo durar, también ha golpeado la educación ordinaria y habitual en la que nos hemos formado las últimas generaciones, obligando a adoptar la educación a distancia, que está demando mucho sacrificio e imaginación principalmente de parte de los tres principales agentes de la educación: estudiantes, padres de familia y profesores. Porque “educar no es solamente transmitir conceptos, esta sería una herencia de la ilustración que hay que superar, o sea no sólo transmitir conceptos, sino que es una labor que exige que todos los responsables de la misma -familia, escuela e instituciones sociales, culturales, religiosas- se impliquen en ella de forma solidaria”.

Nos hemos tomado la libertad de tomar algunos pensamientos de la reflexión: “Curar el mundo: Fe y dignidad humana”, realizada por el Papa Francisco el 12/08/2020, considerándolos con la mirada y el corazón de educadores, planteando una lectura relacionada con nuestro quehacer formativo integral de niños, jóvenes y padres de familia. Cada uno de Ustedes, con su creatividad, tan propia del ejercicio docente, enriquecerán, adaptarán a su realidad, modificarán o descartarán las propuestas interpretativas (atrevidas se podría decir) de la Web del Maestro CMF.

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Esperamos que esta publicación sea para Ustedes, educadores, un detener las labores ordinarias, un alto en su recargada tarea dicente y familiar, para enriquecer su espíritu, para nutrir su alma, un momento para cargar energías positivas, para tener la valor de seguir remando “contracorriente” en un mundo en que los egoísmos y los intereses económicos parecen más importantes que la vida de los más pobres, que “mendigan” atención médica, una cama hospitalaria u oxígeno para sobrevivir al Covid 19. Ante este desafío la educación y los educadores sigue adelante con esfuerzo y tesón. Los profesores somos ‘artesanos’ de las futuras generaciones”, que con paciencia, sabiduría y dedicación vamos “transmitiendo un modo de ser que se transforma en riqueza, no material, sino inmaterial, se va creando al hombre y mujer del mañana”. Los educadores estamos llamados a ser esos referentes de generosidad, humanidad, resiliencia y mucha esperanza y sabiduría, que necesitan hoy los niños y jóvenes.

Deseamos que estas frases les sirva como una herramienta didáctica y pedagógica, para compartir con provecho la experiencia de saber que todos estamos “en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.

Eduquemos desde la conciencia de saber que todos y cada uno de nosotros, con nuestros seres queridos, tenemos que cuidarnos mutuamente. Desde la educación a distancia sabemos que estamos unidos virtualmente, pero mucho más cercanos afectivamente.

  • La pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos todos. Si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que están más afectados, incluso de la creación, no podemos sanar el mundo”.

Los tres agentes principales del proceso aprendizaje: estudiantes, padres de familia y profesores estamos demostrando que, en esta emergencia de la educación a distancia, en tantos casos sin recursos ni preparación, vamos logrando hacer un nuevo itinerario educativo que nos permite avanzar con los contenidos curriculares. Cada uno está aportando lo que puede, y lo debemos valorar mucho.

  • Es loable el compromiso de tantas personas que en estos meses están demostrando el amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos poniendo también en riesgo su propia salud. ¡Son héroes!”
RESUMEN DE LA CATEQUESIS 12/08/2020 (02´35”)

Esta emergencia educativa, nos ha llevado a valorar de manera muy especial la importancia que tiene en la educación la cercanía y el mirarnos con los otros, para desarrollar unas relaciones humanas sanas y fuertes, que conlleven a la común unión, al trabajo armonioso. Tenemos que descubrir y erradicar todas aquellas palabras, actitudes, modos o signos que faltan al respeto y la dignidad de los demás.

  • “… el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias. Una de estas es la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional. A veces miramos a los otros como objetos, para usar y descartar. En realidad, este tipo de mirada ciega y fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo”.

La vocación educativa motiva a romper el individualismo, y convertir la educación en un punto de encuentro, de colaboración y ayuda, de compartir generosamente el descubrimiento de nuevos caminos de enseñanza y aprendizaje, sin imponer ni dominar a los otros.

  • “De esa mirada individualista, […] Jesús propone otro tipo de visión: la del servicio y del dar la vida por los otros, […] Tratar de trepar en la vida, de ser superiores a los otros, destruye la armonía. Es la lógica del dominio, de dominar a los otros. La armonía es otra cosa: es el servicio”.

Nuestros estudiantes y padres de familia, a los que les cuesta más entender, aceptar y seguir los cambios de la educación presencial a la virtual, necesitan más la paciencia y empatía de los profesores que llevamos en el alma la vocación de acompañar a nuestros estudiantes a descubrir sus propias cualidades, capacidades, habilidades y perspectivas.

  • “Pidamos, por tanto, al Señor que nos dé ojos atentos a los hermanos y a las hermanas, especialmente a aquellos que sufren. Como discípulos de Jesús no queremos ser indiferentes ni individualistas, estas son las dos actitudes malas contra la armonía. Indiferente: yo miro a otro lado. Individualistas: mirar solamente el propio interés. La armonía creada por Dios nos pide mirar a los otros, las necesidades de los otros, los problemas de los otros, estar en comunión. Queremos reconocer la dignidad humana en cada persona, cualquiera que sea su raza, lengua o condición. La armonía te lleva a reconocer la dignidad humana, esa armonía creada por Dios, con el hombre en el centro”.

La educación se da inicialmente en medio de una familia, y se consolida en una comunidad educativa, constituida por un grupo unido que estimula la confianza y la suma de los aportes personales. La educación humanista tiene la característica del compartir los dones personales, del partir lo que se tiene, con el otro; pero que puede ser falsificada o desnaturalizada por el egoísmo, la indiferencia, la ambición de ganar a cualquier precio, la competencia desleal, la autosuficiencia, la soberbia, …, que deja en el camino a los que tienen habilidades diferentes o carecen de recursos materiales.

  • “En la cultura moderna, la referencia más cercana al principio de la dignidad inalienable de la persona es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, […] Los derechos no son solo individuales, sino también sociales; son de los pueblos, de las naciones [3]. […] Nosotros somos seres sociales, necesitamos vivir en esta armonía social, pero cuando hay egoísmo, nuestra mirada no va a los otros, a la comunidad, sino que vuelve sobre nosotros mismos y esto nos hace feos, malos, egoístas, destruyendo la armonía”.
  • “Esta renovada conciencia de la dignidad de todo ser humano tiene serias implicaciones sociales, económicas y políticas.”
  • “Mirar al hermano y a toda la creación como don recibido por el amor del Padre suscita un comportamiento de atención, de cuidado y de estupor. Así el creyente, contemplando al prójimo como un hermano y no como un extraño, lo mira con compasión y empatía, no con desprecio o enemistad”.
  • “Y contemplando el mundo a la luz de la fe, se esfuerza por desarrollar, con la ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia. Concibe y desarrolla sus capacidades como responsabilidades que brotan de su fe, como dones de Dios para poner al servicio de la humanidad y de la creación”.
  • “Mientras todos nosotros trabajamos por la cura de un virus que golpea a todos indistintamente, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia delante de las violaciones de la dignidad humana.”
  • “Esta cultura de la indiferencia que acompaña la cultura del descarte: las cosas que no me tocan no me interesan. La fe siempre exige que nos dejemos sanar y convertir de nuestro individualismo, tanto personal como colectivo…”

La plática completa, que recomendamos leer, la encuentra en este enlace: “CURAR EL MUNDO”: 2. FE Y DIGNIDAD HUMANA

Los educadores sabemos que este tiempo de crisis sanitaria, de incertidumbre, de tantos temores y miedos, puede ayudarnos el considerar y reflexionar en estos temas, para «“devolvernos la vista” para redescubrir qué significa ser miembros de la familia humana. Y esta mirada pueda traducirse en acciones concretas de compasión y respeto para cada persona y de cuidado y custodia para nuestra casa común».

“La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas «salvadoras», incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.

Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos”. (26/03/2020)

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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