Maestros al servicio de la educación

ME PREGUNTÉ SI LA EDUCACIÓN ME AYUDARÍA A OLVIDAR MI EXPERIENCIA DE MATAR

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su Artículo 26 “establece explícitamente que todo niño tiene derecho a la educación primaria gratuita. Sin embargo, 69 años después de esa promesa, un número récord de niños, unos 70 millones, quedan atrapados en el fuego cruzado de las emergencias humanitarias que les niegan los derechos básicos y ponen en peligro su futuro. De estos, más de 31 millones de niñas y niños son desplazados de sus hogares, y 11 millones se han visto obligados a huir de sus países”. MOMENTO DE LA VERDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSAL (traducido al español).

Hoy queremos compartir con Ustedes una historia de la vida real. La de un niño africano, de esos 70 millones, que nunca imaginó, a pesar de la dura y cruel experiencia infantil, lograr graduarse en la escuela secundaria, y convertirse en un graduado universitario.

Les animamos a tomarse un tiempo (del poco que disponemos – a veces-) para leer este artículo e ingresar a los enlaces fuentes.  Creemos que es una excelente oportunidad para reflexionar personal y comunitariamente, sobre la importancia de las oportunidades, expectativas y desafíos que ofrece la educación para todos los niños y jóvenes del mundo; pero de manera particular cómo la educación puede ayudar a los menos favorecidos.

Esta historia comienza en Sierra Leona, un país de la costa de África occidental, que limita al norte y al este con Guinea, al sur con Liberia y al oeste con el océano Atlántico. En 1991 el grupo guerrillero Frente Revolucionario Unido (FRU), liderado por el cabo disidente Foday Sankoh, desencadenó una guerra civil al sublevarse en la región oriental por el control de los yacimientos de diamantes. “Lo único que no se ha detenido por la guerra son las minas. Para visitarlas, sólo hay que pagarle 20 dólares a los soldados que las custodian, a los que no les importa lo más mínimo que el extranjero fotografíe a los niños que trabajan en ellas”. DIAMANTES DE SANGRE PARA AVIVAR LA GUERRA.

EL conflicto interno, en Sierra Leona, provocó miles de muertos, la huida de cientos de miles de personas a Liberia y Guinea, y el abandono de sus aldeas de más de un millón de personas. En medio de ese caos político y social nació Mohamed Sidibay, quien antes de que aprendiera a atarse los zapatos (1997), se vio envuelto en esa guerra civil. “Fue solo después de que me sacaron a la fuerza de nuestra casa que tuve una idea del mal que me sobrevendría”. El hombre, al que llamaría más tarde General terminó, delante suyo, con la vida de sus padres. “Secuestrado por rebeldes, vivió en un mundo donde sus captores le hacían temer no a Dios sino a los niños, drogados, empuñando rifles AK-47 más altos que él, y obligados a matar o morir”, […]  “en un mundo donde tu mejor amigo podía matarte porque su propia vida dependía de ello” (cf REMINISCENCIAS DE UN EX NIÑO SOLDADO).

Para quienes hablen el idioma inglés, les compartimos por motivos únicamente educativos, este video colgado en YouTube por MY HERO, myheroproject

MOHAMED SIDIBAY STORY (6`48”)

Cuando la guerra civil terminó oficialmente (2002), comenzó a encontrar formas de recuperarse, porque la guerra le robó la infancia y lo dejó huérfano y sin hogar. Solo sabía rellenar una cámara de balas en lugar de un cartucho de tinta, y dominó la «habilidad» de rociar una pared con plomo antes de que pudiera aprendiera a escribir 1, 2 y 3. Lo más espantoso que recuerda es la carnicería que infligían. Su comunidad lo rechazó, y lo recuerda como “el peor castigo que una comunidad unida podría imponer a un niño soldado arrepentido. Los ancianos me ridiculizaban por mi desvergüenza, y mis compañeros eran feroces conmigo” (cf Ibidem).

“Un día sucedió algo inesperado. Un completo desconocido me dijo la verdad que no quería escuchar: tenía el poder de crear mi propio destino si podía obtener educación. Pero, ¿cómo podría hacerlo cuando a los diez años no podía leer ni escribir? ¿Dónde empezaría? Me pregunté si la educación me ayudaría a olvidar mi experiencia con matar en la guerra. ¿Acabaría con mis pesadillas?” Fue la más importante oportunidad que no se había imaginado en su calidad de enojado y analfabeto soldado de nueve años: la escuela. La educación se presentaba como un camino para salir de la adversidad. (Ibidem).

Ayudado por un sacerdote italiano, Mohamed pasó por el programa de DDR de la ONU, y a través de otro joven, “Mohamed fue presentado a Andrew Greene. Andrew fue el entonces director nacional de iEARN (Red Internacional de Educación y Recursos), una organización sin fines de lucro que conecta a estudiantes y educadores de todo el mundo a través de la tecnología. Fue a través de iEARN que Mohamed comenzó a estudiar en serio. Sus talentos fueron reconocidos por los educadores canadienses Anita Townsend y Mali Bickley. Sus estudiantes en la Escuela Primaria WH Day comenzaron a intercambiar mensajes con Mohamed, y rápidamente comenzaron a recaudar fondos para que él pudiera cubrir los gastos no cubiertos por UNICEF”.

Un documental sobre la guerra y la vida de Mohamed después de la guerra, ganó el Premio George Foster Peabody”. (cf MOHAMED SIDIBAY)

En el año 2007, a la edad de 14 años, fue invitado por dos universidades estadounidenses para hablar sobre su experiencia como niño soldado. “Lo que estaba destinado a ser un viaje corto se convirtió en una estancia permanente después de que me negué a abordar mi avión, …”. Se escapó del aeropuerto de Nueva York – relata- “con solo $ 40 en su bolsillo, un iPod Nano, su pasaporte, “un par de pantalones de punto blanco y una camisa naranja”.

Se quedó porque los Estanos Unidos de Norteamérica le había dado una cierta confianza y esperanza. Vivió en Maplewood, Nueva Jersey, donde se inscribió en la escuela secundaria, por primera vez en una comunidad que era completamente diferente a la que había conocido. Su mayor desafío fue el reconciliar su nueva vida con el pasado (cf REMINISCENCIAS DE UN EX NIÑO SOLDADO).

Mohamed Sidibay dice que gracias al trabajo arduo y a la buena suerte, logró terminar la secundaria y luego la universidad. Ahora, continuará sus clases de posgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de la Compañía de Jesús, ubicada en Fordham, Nueva York, un destino inimaginable para la mayoría de los ex niños soldados de su país. Aún hoy se pregunta ¿Por qué la suerte desempeñó un papel tan crucial?, si fin y al cabo, se supone que la educación es un derecho humano universal (cf Ibidem),

Mohamed sostiene que “hoy en día, más de 260 millones de niños no asisten al colegio y más de 500 millones que sí van, no reciben una educación de calidad, según los hallazgos de la Comisión Internacional para el Financiamiento de Oportunidades Educativas Globales. Hasta el año 2030, más de la mitad de los menores en edad escolar del mundo —unos 800 millones— carecerán de las habilidades básicas necesarias para prosperar o conseguir un puesto en el mercado laboral del futuro”.  Y por eso, Mohamed Sidibay, aprecia el don de la educación, y está convencido que “incluso si le damos a la gente todo el mundo, ese mundo podría desmoronarse. Pero si les damos una educación, ellos pueden reconstruir su mundo”. Y para ello se necesita pensar en una educación de calidad para todos los niños y niñas  del mundo, para que no sea únicamente una cuestión de suerte.

Hoy, gracias al trabajo arduo, al apoyo global y a la buena suerte, el futuro de Mohamed Sidibay luce más brillante que nunca, y desea que su historia no sea una excepción. Para que esto suceda, es necesario garantizar que otros puedan obtener una educación de calidad y seguir el camino que se ha abierto con él, y para ello debemos eliminar la suerte de la ecuación. SOY LA PRUEBA VIVIENTE DEL PODER TRANSFORMADOR DE LA EDUCACIÓN

“En cuestiones de cultura y de saber, sólo se pierde lo que se guarda; sólo se gana lo que se da” (Antonio Machado).

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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