Rafael Bisquerra: Los grados de magisterio no forman a los profesores en gestión de las emociones

A grandes rasgos podríamos decir que es la habilidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las demás personas y la capacidad para regularlas es fundamental para los profesores. La conciencia emocional es el requisito para poder pasar a la regulación. La autorregulación emocional consiste en un difícil equilibrio entre la impulsividad y la represión. Ambos extremos pueden ser igual de perjudiciales.
También existe la regulación de las emociones de los demás, en el sentido de que el comportamiento de cada persona influye en las emociones de los demás y por tanto en su comportamiento. Conciencia y regulación emocionales deben considerarse competencias básicas para la vida, ya que la persona que las ha adquirido está en mejores condiciones para afrontar los retos que plantea la vida. En último termino, son elementos esenciales en la construcción del bienestar personal y social.

La inteligencia emocional tiene aplicaciones en la “prevención inespecífica”. Una persona con competencias emocionales está más preparada para no implicarse en el consumo de drogas, comportamientos de riesgo, etc. Hay evidencias de la importancia y la necesidad de adquirir competencias emocionales por parte de la infancia y la adolescencia de cara al desarrollo personal y profesional. Usted puede ampliar esta introducción en el siguiente enlace: La educación emocional, su importancia en el proceso de aprendizaje.

El portal informativo El País (España) ha publicado una entrevista de Ana Torres Menárguez al profesor Bisquerra, donde resalta  la importancia de incorporar el equilibrio emocional como una aprendizaje escolar fundamental. Compartimos con fines educativos y de formación permanente partes del resumen de Torres. Algunas de las letras en negritas y cursivas, son nuestras.

Sin educación emocional, no sirve saber resolver ecuaciones

Los grados de Magisterio no forman a los profesores en gestión de las emociones, clave para el desarrollo de los niños.

 “Muchos de los problemas de los adultos se deben a las dificultades en la regulación de las emociones y eso no se enseña en la escuela”. (Rafael Guerrero).

Los futuros maestros deben entender y regular sus propias emociones para que sean capaces de dirigir a los niños y adolescentes en esa misma tarea. “Mis alumnos me cuentan que nadie les ha enseñado a regularse emocionalmente y que desde pequeños cuando se enfrentaban a un problema se encerraban en su habitación a llorar, era su forma de calmarse”, cuenta el docente. Inseguridad, baja autoestima y comportamientos compulsivos son algunas de las consecuencias de la falta de herramientas para gestionar las emociones. “Cuando llegan a la vida adulta, tienen dificultades para adaptarse al entorno, tanto laboral como de relaciones personales. Tenemos que empezar a formar a profesores con la capacidad de entrenar a los niños en el dominio de sus pensamientos”.

La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos, […]  se traduce en competencias prácticas como la destreza para saber qué pasa en el propio cuerpo y qué sentimos, el control emocional y el talento de motivarse, además de la empatía y las habilidades sociales.

“La educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades que las materias académicas ordinarias no cubren. El desarrollo de las competencias emocionales puede ser más necesario que saber resolver ecuaciones de segundo grado”, apunta Bisquerra, y además  los estudiantes con un mayor dominio de sus emociones presentan un mejor rendimiento académico, mayor capacidad para cuidar de sí mismos y de los demás, predisposición para superar adversidades y menor probabilidad de implicarse en comportamientos de riesgo -como el consumo de drogas-. Según estudios muy confiables.

[…] las dificultades de aprendizaje o el estrés ante los exámenes provocan estados emocionales negativos, como la apatía o la depresión, y todo ello está relacionado con deficiencias en el equilibrio emocional. “Focalizar las clases en las capacidades lingüísticas y lógicas exclusivamente se puede considerar una estafa del sistema educativo”, según Bisquerra.

Lo que está fallando, según el experto, para que los diferentes niveles educativos no contemplen esos contenidos es la falta de sensibilización, tanto por parte de la administración pública como del profesorado. “La regulación de las emociones consigue que los estímulos que nos rodean nos influyan lo mínimo posible. Nuestro comportamiento depende, en gran medida, de cómo nos sentimos, y ni los profesores ni las autoridades se lo toman en serio”.

Y esto se inicia con la formación del profesorado, con la transformación del grado de Magisterio. “En la UB no hemos convencido al número de profesores necesario como para modificar el plan de estudios. Lamentablemente, los procesos de cambio educativo son muy lentos”, añade Bisquerra.

Los objetivos de la educación emocional, son adquirir un mejor conocimiento de las emociones propias y de las de los demás, prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas -que pueden derivar en problemas de ansiedad y depresión-, y desarrollar la habilidad para generar emociones positivas y de automotivarse, afirma el profesor Bisquerra.

Como profesores debemos aprender a mirar, escuchar y entender las necesidades de un alumno. “Puede parecer obvio, pensar que todos los maestros tratan así a los chicos, pero no todos lo hacen. Nadie está dispuesto a reconocer el abandono emocional”, señala. Enseñar a los jóvenes a afrontar problemas desde el principio y a desarrollar tolerancia a la frustración; y no acabar con la frase “eso son tonterías, ponte a hacer la tarea”.

Este contenido ha sido publicado originalmente por El País (España) en la siguiente enlace: SIN EDUCACIÓN EMOCIONAL, NO SIRVE RESOLVER ECUACIONES



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