La inteligencia informacional es una habilidad que, a través de un esfuerzo intelectual, nos permite seleccionar y separar los elementos significativos de los insignificantes, evaluándolos tanto por separado como en su conjunto para así poder llegar a una conclusión a través de un razonamiento inductivo y deductivo.
- ¿Cómo llegamos a la formulación de una hipótesis o de una evaluación?
- ¿Qué proceso nos lleva a tomar una decisión en vez de otra?
- ¿Cómo saber si estamos tomando la decisión correcta?
- ¿Cómo establecer la veracidad de una información que recibimos?
Para reforzar la habilidad de Inteligencia Informacional, debemos antes desarrollar lo que será un gran aliado por toda nuestra vida: el pensamiento crítico. Este modelo de pensamiento es considerado en la actualidad muy importante y necesario y debería ser colocado como objetivo primordial en todo sistema de aprendizaje sin embargo, sigue siendo ignorado o subestimado.
“La información es una poderosa arma para informar o para desinformar.”
HOGAR, COLEGIO Y ENTORNO SOCIAL
Siguiendo con la <saga> Calidad de Vida, me permito insistir en este argumento ya que diariamente percibo un deterioro de la misma en muchos países, especialmente los de origen latino.
Uno de los inconvenientes, por lo que observo, es que seguimos confundiendo <Calidad de Vida> con <Nivel de Vida>. En Occidente, en donde se ha afianzado el materialismo y el <Tener> se posiciona por encima del <Ser>, es lógico que se confundan esos términos, afectando directamente el equilibrio emocional de los integrantes de estas sociedades.
En el ámbito educativo, sucede algo parecido ya que se confunde el <Instruir> con el <Educar>. Masas de niños y jóvenes están siendo instruidos (no todos) en colegios y universidades, pero muy pocos están siendo educados; mientras ellos saquen buenas notas, todos estamos contentos, tranquilos y satisfechos.
Del latín <ignorantia>, la ignorancia se entiende como el no saber o el no querer saber (que es el verdadero problema).
El ignorante consciente admite que no sabe y trata de informarse, de preguntar, de escuchar otras fuentes y/o personas para solventar su ignorancia. El ignorante inconsciente por el contrario se niega a saber, argumentando el estar en lo cierto. Este comportamiento es conocido en Neurociencia como el «Efecto Dunning-Kruger» o la ilusión de competencia. Un fenómeno que existe desde que nació el habla y que en la actualidad, en donde el conocimiento es clave, adquiere una dimensión muy preocupante.
Aunque casi todos tenemos unas opiniones positivas de nuestras propias habilidades físicas y/o intelectuales, algunos evaluamos erróneamente nuestros niveles de competencias, creyendo que son mucho más altos de lo que realmente son. Esa es una de las características más relevantes de las personas ignorantes: tienden a exagerar al evaluar sus habilidades. El problema es que, cuando las personas son incompetentes, no solo llegan a conclusiones y comportamientos erróneos, sino que además no tienen la capacidad (ni la voluntad) de reconocer sus desaciertos. En lugar de sentirse confundidos, perplejos o preocupados por sus hábitos u opiniones erradas, las personas ignorantes inconscientes insisten en que están en lo correcto.
«La ignorancia genera, a menudo, más confianza que el conocimiento».
Charles Darwin
Las personas más inteligentes y cultas en muchos casos, tampoco logran evaluar con precisión sus habilidades. La (gran) diferencia está en que las personas más competentes, constantemente reformulan su autoevaluación, mientras que las personas ignorantes casi nunca lo hacen porque ellas <siempre tienen razón y los equivocados siempre son los demás>.
El mundo actual es dinámico, cambiante, multifacético. Muchos afirman que con la llegada de Internet, la información se “democratizó” ya que llega a muchas más personas y de manera casi gratuita. Pero esa «democratización» de la información no necesariamente implica una calidad de la misma. Día a día se produce y se difunde información que se expande a una velocidad y en proporciones nunca antes vistas, pero sin ningún criterio cualitativo o selectivo.
¿Cómo afrontar esta tendencia inevitable y capitalizarla para que sea un instrumento de crecimiento socio-cultural?
A lo largo de nuestra vida los seres humanos contamos con tres “laboratorios” para nuestra formación y educación:
El hogar – El colegio – El entorno social
Estos tres “laboratorios” deberían ser por un lado, independientes pero funcionar en sinergia para lograr mejores resultados. Los padres, las escuelas, los profesores, el entorno familiar y social deberían estar enfocados en preparar a las futuras generaciones a desarrollar el Pensamiento Crítico: enseñar y aprender a cuestionar y a cuestionarse; herramienta fundamental para desarrollar individuos capaces de crear y sostener sociedades más democráticas, justas, tolerantes y participativas.
El Pensamiento Crítico debería insertarse en todo programa de educación y enseñarse en todos los ámbitos sociales y culturales para que seamos capaces de analizar y cuestionar toda información u evento que se nos presente en la vida: o sea, para poseer una efectiva Alfabetización Mediática.
La Inteligencia Informacional (MIL – Media and Information Literacy) es una competencia indispensable para el futuro de la humanidad. La UNESCO la define como un conjunto combinado de conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para la vida y el trabajo y abarca todos los tipos de medios de comunicación y proveedores de información y conocimiento (bibliotecas, archivos, museos, Internet).
Este conjunto de competencias ayuda a los ciudadanos de toda edad a comprender y a evaluar críticamente la realidad y a tomar decisiones más acertadas, compatibles con sus verdaderas creencias.
Italia, por ejemplo, desde 2017, lanzó un programa que consiste en clases para enseñar cómo reconocer noticias falsas y cómo verificar la información. La primera fase incluyó 8,000 escuelas y aproximadamente 4 millones de estudiantes. Dado el éxito del proyecto, la UE – Unión Europea – ha publicado una guía titulada “Cómo entender si una noticia es falsa»; se trata de un vademécum de ocho puntos que les resumo a continuación:
- Revisar el contenido. ¿Parecen ciertos los hechos? ¿Son precisas las cifras? Debemos siempre mantener separados los hechos de las opiniones.
- Verificar la fuente. ¿La conocemos? ¿El sitio parece tener algo extraño? Ingresemos el nombre de la fuente en Google; eso puede ayudarnos a descubrir si es confiable. A menudo hay sitios falsos que imitan el nombre de un medio o de un autor famoso, tal vez cambiando una sola letra y engañando así a los lectores distraídos.
- Verificar el autor del artículo. ¿Está firmado o es anónimo? Una información veraz siempre se acompaña de la firma de su autor, asumiendo, este último, la plena responsabilidad de lo publicado.
- Verificar las fuentes originales. ¿Utiliza el periodista/escritor/comentarista fuentes creíbles? ¿Se atribuyen las declaraciones a personas definidas o anónimas?
- Revisar las imágenes. Ellas pueden ser utilizadas fácilmente en contextos distintos de lo que representan. Hay excelentes sitios en la web para verificar si una foto se ha usado otras veces anteriormente.
- Reflexionar antes de compartir. Títulos y fotos podrían ser engañosos, el artículo podría leerse a la ligera. Reflexionemos sobre el poder y la responsabilidad de compartir información en las redes sociales.
- Cuestionar nuestras propias creencias. A menudo, una historia encaja muy bien con lo que nos gustaría leer y esto puede llevarnos a compartirla de inmediato. Aquí es donde tenemos que detenernos y analizar, controlar, reflexionar.
- Adoptar estas precauciones. Difundamos las buenas prácticas contra las noticias falsas y la ignorancia entre todos nuestros amigos y conocidos, virtuales o reales.
A la base de toda esta interesante y necesaria faceta que hace parte fundamental de nuestra vida como individuos y como ciudadanos responsables y proactivos, el Pensamiento Crítico es la herramienta que nos ayudará en nuestra búsqueda de la verdad.
Desafortunadamente hoy, debido en gran parte a la influencia de internet, las sociedades tienden a la estandarización del pensamiento. En otras palabras, tendemos a pensar colectivamente y así ser fáciles víctimas de manipulación. Cosa muy útil y provechosa para los detentores de grandes poderes (mediáticos, políticos, económicos, financieros, etc.)
Las personas que desarrollaron la habilidad del Pensamiento Crítico, logran resolver problemas de manera independiente y efectiva; son capaces de leer la realidad desde diferentes perspectivas, utilizando múltiples interpretaciones y visiones y no simplemente aquellas que les son propuestas de una manera más o menos oculta, por aquellos que reciben a cambio enormes ganancias económicas o políticas.
Gracias a plasticidad de nuestro cerebro (Neuroplasticidad), a cualquier edad podemos desarrollar la habilidad del Pensamiento Crítico (si estamos convencidos de querer hacerlo).
¿QUÉ ES EL PENSAMIENTO CRÍTICO?
Pensar críticamente acerca de algo es primero, circunnavegar su significado por completo, observarlo desde todas sus perspectivas para que lo podamos comprender de manera única, personal, subjetiva. Cada cerebro trabaja con sus propias herramientas cognitivas: conocimiento de fondo, sentido de identidad, creación de significado. Solo después de haber comprendido el significado críticamente, tendremos la capacidad de analizarlo. Al pensar críticamente, vemos partes, formas, funciones y contextos. El pensamiento crítico es más que entender algo; requiere capacidad de resolución de problemas, creatividad, racionalización y un rechazo a aceptar las cosas como se nos presentan. Es la disposición y la capacidad para cuestionar todo.
El Pensamiento Crítico es el corazón y el alma del aprendizaje y en mi opinión, es el primer aspecto para ser tomado en cuenta a la hora de educar.
“Cómo enseñar a nuestros estudiantes a pensar, debería ser el propósito principal de todo buen educador. Cómo optimizar efectivamente la capacidad de aplicarlo debería nuestro gran desafío.”
Para desarrollar el Pensamiento Crítico, debemos desarrollar la capacidad de formular preguntas críticas. Ellas son excelentes herramientas para aplicar en todo contexto y a toda edad para iniciar a desarrollar esta habilidad.
¿Quién? / ¿Cuál? / ¿Qué? / ¿Cuándo? / ¿Dónde? / ¿Por qué? / ¿Cómo?
1. Interrogarse.
El progreso tecnológico y la posibilidad constante de acceder a los recursos de Internet han facilitado, por un lado, algunos procesos y actividades diarias, pero por otro lado han atrofiado nuestra capacidad de autocrítica o auto interrogación.
Las personas ya no se hacen preguntas ya no se interrogan sobre temas importantes de la vida y cuando se les presenta algún obstáculo, alguna duda o pregunta, en lugar de pensar de forma independiente, acuden a la web en donde encontraran una solución o respuesta estandarizada. El resultado es que ya no sabemos cómo formular y formularnos preguntas constructivas; damos por sentado y confiable todo lo que <la Red> nos ofrece.
El primer paso para desarrollar un espíritu crítico es observar la realidad que nos rodea de una manera más analítica y profunda, haciéndonos preguntas y tratando de darnos respuestas objetivas, sin ser influenciados externamente.
2. Analizar el razonamiento de otros
Tener pensamiento crítico significa no considerar como cierto todo lo que ‘otros’ dicen o piensan. Aclaro que al referirme a los ‘otros’ no pretendo referirme solo a las personas más cercanas a nosotros, sino con quienes interactuamos diariamente y tratamos más o menos directamente, desde personas hasta noticias, programas de televisión, revistas, periódicos, redes sociales, portales y sitios web.
Debido a la pereza y al estilo de vida acelerado de la sociedad actual, somos llevados a considerar como realidad objetiva todo lo que nos transmite / comunica el mundo que nos rodea, perdiendo totalmente la capacidad de analizar y criticar.
El desarrollo de habilidades analíticas es uno de los requisitos previos para poseer un pensamiento critico.
Más allá de las evidencias científicas, respaldadas por datos objetivos, siempre debemos aprender a cuestionar toda la información que nos llega.
El objetivo es adquirir la capacidad de analizar cuidadosamente lo que otros dicen, para tratar de distinguir la información objetiva y las inferencias de las que en su lugar provienen de creencias arraigadas, emociones personales y experiencias subjetivas, por lo que a menudo carecen de una base lógica consistente.
3. Aprender a leer los matices
En la sociedad actual, especialmente entre generaciones de jóvenes, el pensamiento extremo, técnicamente definido como ‘dicotómico’, está de moda.
Una ‘cosa’ se define como correcta o incorrecta, blanca o negra, por lo que el hábito de considerar los matices se pierde por completo.
Por su propia naturaleza, la dicotomía, dirigida a dividirse en dos partes, choca con el pensamiento crítico que en su lugar se basa en el análisis de múltiples aspectos de la realidad.
Por lo tanto, debemos aprender a identificar, leer y analizar incluso los pequeños detalles aparentemente triviales de todo lo que nos rodea: personas, eventos, situaciones, condiciones, ideologías, tendencias. La curiosidad y las proyecciones mentales para considerar más opciones son actitudes que conducen al individuo hacia un enriquecimiento personal profundo, a tener una mente más abierta.
4. Desarrollar un sentido crítico imparcial
El pensamiento crítico es un proceso muy exigente que requiere compromiso. Para aquellos que no están acostumbrados a desarrollar un punto de vista personal y, por lo tanto, tienden a considerar lo que se les ofrece desde el exterior como objetivo, incluso puede llegar a ser agotador. Al elemento ‘compromiso’ debemos agregar la humildad intelectual, antagonista de nuestro Ego, que es la que nos permite dudar y relativizar siempre nuestros conocimientos y nuestras verdades.
Según los criterios de evaluación propuestos por los psicólogos Richard Paul y Laura Elder, las personas se clasifican, según el sentido crítico que se muestra, en tres categorías:
Personas acríticas: personas sin sentido crítico y que no pueden usar la lógica en la vida cotidiana. Tienden a ajustarse a las ideas de los demás.
Personas críticas pero egocéntricas: personas con un sentido crítico débil pero firmemente decididas a defender sus posiciones, a pesar de la objetividad.
Personas críticas imparciales: categoría de individuos que tienen un fuerte sentido crítico, dispuestos a afirmar sus puntos de vista con objetividad e imparcialidad. Esta es la categoría de aquellos que aspiran a desarrollar un pensamiento crítico-constructivo e imparcial.
5. Estar bien informado
La información transmitida por los medios de comunicación, debería tender a la objetividad pero desafortunadamente, en la mayoría de los casos está sujeta a filtros y trucos periodísticos destinados a atraer la atención del público y a influenciar en sus credos y opiniones. La misma selección de noticias se lleva a cabo siguiendo criterios de medición de audiencias o sea que se los considera importantes simplemente porque han sido adoptados por los medios de comunicación. Con los temas de tendencia en la web sucede lo mismo: un algoritmo determina la importancia o veracidad de una noticia. Al poseer un sentido crítico, tenemos una visión general más amplia y completa del tema, que no incluye la opinión de otros. En este sentido, es importante prestar atención a la autoridad de las fuentes y, por lo tanto, a la fiabilidad de las noticias.
La Universidad de Nueva York realizó un estudio de más de 2,300 estudiantes de 24 universidades diferentes. Los resultados revelan que el 45% de los estudiantes no progresan en el desarrollo del pensamiento crítico y el razonamiento complejo en los primeros dos años de la universidad y que hasta el 36% no obtienen mejoras al final de los 4 años de estudio. En Hispanoamérica los datos son aún más negativos (y preocupantes).
CONCLUSIONES
El modelo de enseñanza tradicional incluye un maestro que «sabe» y muchos estudiantes que «no saben». El aprendizaje pasivo: cerebros “vacíos” que deben llenarse con una transferencia de conocimiento del educador al educando. La enseñanza vista como una gradual remoción de la ignorancia a través de la información, eso es todo. Como “nuevos” educadores, debemos abandonar la idea de ser simplemente transmisores de conocimiento y convertirnos en investigadores de conocimiento que elaboramos y compartimos con los estudiantes para estimularlos a reflexionar y pensar críticamente. Esto dará lugar a un desarrollo de habilidades de pensamiento de nuestros alumnos, pero también nos brindará un fuerte enriquecimiento de nuestro rol y de nuestras competencias como educadores. El pensamiento crítico es la mejor herramienta para evitar que las sociedades queden atrapadas en el “Modo Springfield” y así evitar la manipulación y la instrumentalización en beneficio de intereses creados.
Debemos comenzar a prestar atención a estos temas desde los primeros años de educación en nuestros sistemas escolares aunque, desafortunadamente, las noticias a nivel mundial no son alentadoras en lo absoluto.
“El verdadero conocimiento radica en conocer el nivel de ignorancia de uno”.
Confucio.
Autor: Mario Schiavelli, de nacionalidad Italiana. |
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