Maestros al servicio de la educación

Madres tóxicas con sus hijos y docentes

En la educación del ser humano, la madre tiene una tarea muy singular y determinante, sin embargo los tiempos van exigiendo que muchas de ellas se integren en la sociedad con otros roles, además del de ser madre:
“trabaja, estudia o se desempeña en diversas actividades que la separan del hogar y se producen modificaciones en su propio rol,…” (Zózima González), y por lo tanto pueden haber transformaciones en sus emociones, afectos, en su comunicación, y otros afectos de relación con los hijos.

El título del artículo del Psicólogo Arturo Torres (Barcelona, España), publicado en Psicología y Mente, parece agresiva, ofensiva, violenta,… y aunque se trata de una opinión del Licenciado, creemos que es importante partir de la definición que él nos da sobre la “persona tóxica”: “Se trata de personas que establecen un vínculo negativo con sus hijos o hijas, hasta el punto de hacer que acciones que en principio pueden fundamentarse en el amor y el afecto se transformen en una correa que limita la libertad y el bienestar del prójimo”.

En este artículo, que compartimos únicamente con fines educativos – pastorales, y que dejamos a su juicio y consideración como educador(a), se nos invita al descubrimiento a tiempo de ciertas señas que podrían influir negativamente en el desarrollo y la formación de un niño o joven como la fijación con los roles de género, la ilusión del “príncipe azul”, la personalidad controladora, la proyección sobre los hijos e hijas, el desconfiar de los amigos, actitud pasivo-agresiva, la indiferencia,… sin otra orientación. Ojalá esta lectura nos lleve a interesarnos y completar el conocimiento sobre una situación educativa de la cual no estamos exceptuados.

Madres tóxicas: Estas 12 características las vuelven insoportables

Madre no hay más que una, pero en ocasiones pueden generar mucho malestar a sus hijos. En el ámbito de la familia existen todo tipo de personas que, en ciertos casos, pueden convertir la educación durante nuestros primeros años de vida en una experiencia muy negativa.

¿Cómo son las madres tóxicas?

Las madres, a causa de su rol tradicional de cuidadoras que aún se conserva en muchos países y en parte también por el vínculo especial de apego que establecen con los hijos durante la lactancia, son un elemento fundamental en este aspecto, y su influencia en la crianza suele ser más determinante que la de los padres. Esas madres tóxicas que lo son de manera voluntaria o involuntaria y que, movidas por el amor o el propio interés, transforman la educación de algunas personas en un calvario, pueden dejar una marca en las personas criadas por ellas.

Se trata de personas que establecen un vínculo negativo con sus hijos o hijas, hasta el punto de hacer que acciones que en principio pueden fundamentarse en el amor y el afecto se transformen en una correa que limita la libertad y el bienestar del prójimo.

Madres tóxicas voluntaria o involuntariamente: sus características

Saber identificar los casos en los que alguien se comporta como una madre tóxica es muy importante para ponerle freno a la situación y hacer que esta persona adulta re-aprenda a educar de manera adecuada. 

Estas son algunas de las señales que pueden ser útiles a la hora de identificarlas. No todas tienen por qué darse a la vez, pero ofrecen una pauta sobre su comportamiento.

1. Fijación con los roles de género

Algunas madres tóxicas lo son porque sienten que deben pasar a sus hijas el legado cultural de lo que se supone que representa ser mujer. Es por eso que, sin darse cuenta, presionarán a sus hijas para que adopten una actitud sumisa ante los hombres y para que conciban las tareas del hogar como una responsabilidad suya (independientemente de sus preferencias reales).

Normalmente las figuras paternas tóxicas extremadamente conservadoras no se preocupan tanto en educar a sus hijas en este sentido, sino que dejan esta tarea a las madres.

2. La ilusión del “príncipe azul”

Un problema derivado del anterior es que las madres tóxicas de perfil muy conservador educan a sus hijas en la idea de que no serán felices sin un hombre a su lado.

De este modo, se las educa para que sientan tristeza y pesar si por el motivo que sea se encuentran solteras durante un tiempo que estiman excesivo, y llegan a involucrarse en relaciones de pareja simplemente para escapar de la soltería.

3. Personalidad controladora

Esta es una característica de las madres tóxicas que se plasma en su modo de educar a hijos e hijas. En estos casos, las madres acostumbran a dar por supuesto que como figura materna deben tener la máxima responsabilidad de la educación de sus hijos e hijas, hasta el punto de que estos últimos no tengan ninguna capacidad de decisión sobre lo que hacen.

Por supuesto, se trata de una idea muy perjudicial que alimenta una dinámica de relaciones en la que cualquier elección debe pasar por la madre, dejando a los pequeños sin la posibilidad de aprender a ser autónomos y aprender de sus aciertos y errores.

4. La proyección sobre los hijos e hijas

Esta es una característica que comparten tanto las madres tóxicas como sus análogos masculinos: la tendencia a creer que su descendencia ha de llegar a ser el “yo ideal” que ellos nunca llegaron a ser. Es por eso que, en ocasiones, muchos padres y madres apuntan a sus hijos a una cantidad tal de actividades extraescolares que estos últimos terminan exhaustos y sin tiempo ni ganas que dedicar a lo que les gusta de verdad.

Además, como las madres tóxicas y los padres tóxicos perciben a su descendencia teniendo en cuenta siempre el hecho de que pertenecen a una generación, se plantean esto como una carrera contra el tiempo: quieren hacer que sus hijos sean perfectos en el mínimo tiempo posible. Por eso, en ocasiones, empiezan a “entrenar” ciertas capacidades de estos cuando son muy pequeños, antes de los 7 u 8 años, y les obligan a seguir practicando a lo largo de los años.

5. El desconfiar de los amigos

Algunas padres tóxicas pueden llegar a asumir tanto el rol de mujer protectora que prohíben a sus hijos e hijas entablar una amistad con personas que consideran sospechosas, aunque sea por su simple apariencia. Esto, por supuesto, produce una frustración intensa en los pequeños, que pueden aprender que las amistades se llevan en secreto, creando así un cerco entre el círculo de amistades y la familia que en la vida adulta puede conllevar el aislamiento de este último.

Además, en algunos casos, los criterios por los cuales se establece que un amigo o amiga es aceptable llega a ser una muestra de racismo, con lo cual se inculcan a su descendencia este esquema mental discriminatorio ya desde sus primeros años.

6. Actitud pasivo-agresiva

Las madres tóxicas no se adaptan al hecho de que el modo en el que tratan de educar sea rechazado totalmente, y seguirán intentando comportarse como al principio, sin aprender de la experiencia.

Lo que sí suele cambiar es su estado de ánimo, que acostumbra a pasar a ser el de una persona frustrada que renuncia a cambiar de estrategias para ver si se obtienen mejores resultados. Normalmente, en estos casos en necesaria la ayuda de otra persona para que estas madres vean con perspectiva que su malestar puede ser mitigado intentando cosas nuevas.

7. Indiferencia

Existen madres que, en vez de ser controladoras, son exactamente lo contrario. En muchas ocasiones disfrazan de permisividad lo que en realidad es indiferencia o pocas ganas de gestionar choques de intereses entre ellas y los pequeños.

El resultado de esto suelen ser pequeños que presentan el Síndrome del Emperador y, de adultos, personas indefensas en la vida adulta, que caen fácilmente en la frustración y con baja tolerancia a las situaciones generadoras de ansiedad.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Psicología y Mente en la siguiente dirección: psicologiaymente.net



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