Recuerdo haber oído la frase “vete a dormir, que si no no creces” Era una frase muy utilizada en las generaciones pasadas, pero con el fin de intimidar a los niños para que se acostasen pronto y se despertaran temprano sin reclamar. Seguro que también lo escuchaste cuando eras niño.
Pues resulta que irse a “dormir temprano”, como nos decían antes, hay mucha diferencia en el crecimiento y desarrollo de los niños, de acuerdo con el psiquiatra pediátrico, el Dr. José Ferreira Belisario.
Nuestros hábitos han cambiado, e irse a la cama antes de las 21 horas no es una realidad común. Resulta que esto ha influido directamente en el futuro de los niños, que es cada vez más bajo, tienen más falta de atención, más ansiedad y diferentes transtornos, de manera que asisten con mayor frecuencia a las consultas médicas.
¿Se pueden cambiar estos hábitos?
Para cambiar los hábitos de sueño de un niño, es importante cambiar los hábitos de la familia. El niño no aceptará el sueño temprano al darse cuenta de que toda la casa sigue “despierta”, luces, TV, y sólo el/la tiene que irse a la cama. Por lo tanto, la orientación en estos casos es sólo una: leer, prepare su entorno y apague las luces de la casa.
Sí, todas las luces. Y en el cambio de hábitos incluiremos el diseño de la iluminación de la casa, especialmente en las habitaciones y dormitorios. No utilice luces blancas, por favor! Una casa necesita luces amarillas (luz cálida), que relaja y ayuda a la llegada del sueño. Según el Dr. Belisario, la luz blanca emite una onda azul que actúa directamente sobre las mitocondrias de nuestra retina, la inhibición de la hormona del sueño, la melatonina.
Es la misma luz que sale de los dispositivos electrónicos. Dejar encendidos los teléfonos o iPads antes de acostarse, en palabras del psiquiatra, es una vergüenza. Esto también incluye a los padres. El WhatsApp, que sigue funcionando incluso en la madrugada, es un gran villano, despertando a las personas. Aunque te quedas dormido después de leer un mensaje, sin duda vas a dormir mejor si no lo lees. Despertarte en la madrugada para “echarle un vistazo al teléfono”, sólo perjudica el sueño que ha de venir después.
Los niños tienen que dormir temprano por una razón simple: la hormona del crecimiento actúa siempre a las 00:30 hrs en casi todas las personas. Pero actúa en la cuarta etapa del sueño.
Por lo tanto, si el niño se va a la cama a las 22 hrs, 23 hrs, la hormona tendrá mucho menos tiempo de funcionamiento, lo que afecta negativamente a su crecimiento.
Observando las imágenes del cerebro de un niño que dormía temprano y otro que dormía hasta tarde, antes de un examen de matemáticas, es claro que en el primero hay varias áreas resaltadas en la actividad, mientras que en el otro, no hay más que una pequeña parte. Posiblemente el que durmió mal retendrá menos lo estudiado que los otros niños.
Esos niños y niñas que adquieren el hábito de dormir temprano, se convertirán en adultos con menos probabilidades de tener otras enfermedades, como la enfermedad de Alzheimer, que ha afectado a un número creciente de personas. Según el psiquiatra, sólo hay dos cosas que retardan esta enfermedad: el ejercicio físico y el sueño. Cuanto más, mejor.
Una de las cosas buenas que los padres pueden hacer por los niños es conseguir que practiquen deporte a una edad temprana. “Los niños que hacen ejercicio antes de dormir, duermen mucho mejor“, dijo el psiquiatra.
El Dr. Belisario advierte sobre la cantidad de prescripción de deritalina, que está directamente relacionada con la falta de sueño.
Los padres realmente deberían pensar en estrategias para mejorar la calidad del sueño de toda la familia. Trabajan como locos y se olvidan de que no son máquinas, sino que más bien tienen una misión: hacer que su casa sea un mejor lugar para vivir. Haga de su familia un nido de atención que permita a los niños ser felices y se conviertan en adultos seguros, realizados y sanos, física y psicológicamente.
Horas de descanso según la edad
La diferencia de horas de descanso según la edad es importante. A medida que vamos creciendo, pasamos de dormir entre 14-17 horas a necesitar solamente 7-8 horas en la adultez. En tanto, los niños en edad escolar necesitan una media de 10-12 horas de sueño.
Es natural que haya momentos determinados en los que estas necesidades se cambien de forma puntual. Lo importante es respetar los hábitos y el tiempo de sueño en todo lo que se pueda.
Según la edad, las horas estimadas de descanso son:
- Bebés recién nacidos hasta 12 meses: lo recomendable es entre 11 y 14 horas por día.
- Niños de hasta 5 años: entre 10 y 13 horas diarias.
- Hasta los 13 años: entre 9 y 11 horas cada día.
- Jóvenes de hasta 17 años: entre 8 y 10 horas por día.
¿Por qué los niños que se acuestan tarde sufren más trastornos?
Muchos trastornos tienen su origen en la falta de sueño, o en los malos hábitos de descanso. Cuando permitimos que los más pequeños se acuesten tarde, podemos favorecer trastornos de los siguientes tipos:
- Insomnio. Al no ser educados en cuanto a higiene del descanso, los niños no terminan de interiorizar los patrones de sueño que favorecen su descanso. Así, acostarse tarde puede favorecer el dormir más ligero, despertarse a menudo y, en definitiva, no descansar.
- Fatiga infantil. No respetar las horas de sueño hace que el niño se encuentre más cansado. La hora de despertar puede ser la misma a diario, por el colegio, o variar los días en los que no hay clase. En ambos casos, los niños no pueden mantener unas rutinas diarias y nocturnas estables, puesto que no han tenido su tiempo de descanso.
- Apatía. Los niños que presentan este trastorno se encuentran en un estado parecido a la depresión. No tienen ganas de hacer nada ni se muestran interesados por nada. Su estado emocional se mantiene en un constante de baja energía, lo cual los lleva a estar más aislados.
- Ansiedad. La falta de descanso continuado provoca en los niños cambios de humor y problemas de ansiedad. Los pensamientos que producen ansiedad en el pequeño se mantienen o se agravan con la falta de descanso.
Consejos para la hora de dormir
Siempre que sea dentro de unos patrones normales, se puede permitir que el niño trasnoche en algún momento. No se trata de mantener a rajatabla las normas sin excepciones, sino de ser flexibles en la medida en la que se pueda.
Tu hijo debe reconocer cuándo se está ante una excepción y cuándo hay que cumplir el horario diario. Como consejos que pueden ayudarte a guiarle en el aprendizaje del descanso, podemos enumerar:
- Estabilidad en horarios. Acostarse a una hora y levantarse a otra. Tu hijo y tú podéis crear un horario que siempre tendrá a la vista. En él, apuntaréis la hora de dormir y la de levantarse en días de colegio y en días festivos para que sepa con seguridad cómo se desarrollará el día a día.
- Ambiente relajante. La habitación debe ser un templo del descanso. Intenta evitar factores de distracción como la televisión o la videoconsola. Tu hijo tiene que encontrar en su habitación ese espacio especialmente diseñado para su descanso.
- Preparándole para dormir. Antes de ir a dormir, tu hijo debe estar en situación de relajación. Debes evitar que se active demasiado con películas de acción o terror o jugando a los videojuegos. Para esto, ayuda la lectura o escuchar música suave.
- Habla con él de su día a día. Todo pensamiento que le preocupe se quedará con él también a la hora de ir a dormir. Por eso, es recomendable que hables con él de todo lo que le preocupa, procurando que pueda acostarse en estado de relajación.
- Vigila su alimentación. Es importante prestar atención a los alimentos que ingiere tu hijo; algunos son estimulantes, evitando que pueda dormirse con normalidad.
Como conclusión, debes prestar tanta atención a la rutina de descanso de tu pequeño como lo haces con la alimentación o el estudio. A la larga, los niños que se acuestan tarde sufren las consecuencias en su estado de ánimo y su rendimiento en las actividades diarias.
Este contenido ha sido publicado originalmente por elciudadano.com y eresmama.com
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