En los últimos años, el negocio de los “juegos cerebrales” ha despegado como un cohete. Si usted pasa algún tiempo en línea, es probable que al menos una de estas compañías le haya prometido que por algo así como 10 dólares al mes puede revertir el envejecimiento, prevenir la enfermedad de Alzheimer, mejorar su memoria o incluso aumentar su coeficiente intelectual.
Según SharpBrains, una empresa de investigación sobre el bienestar neurológico, el gasto en hardware y software de ejercicios cerebrales alcanzó los 1,300 millones de dólares en 2013 y se espera que alcance los 6,000 millones de dólares en 2020. Y mientras que la mayoría de estos juegos cerebrales están dirigidos a los “baby boomers” (los nacidos después de la Segunda Guerra Mundial y hasta aproximadamente 1960), los niños representan alrededor del 20% de los ingresos de compañías como Lumosity, Cogmed, Posit Science, entre otras.
Pero hay una gran diferencia entre el negocio de entrenamiento de cerebros y la ciencia no tan sólida detrás de muchas de las afirmaciones que hacen algunas empresas. “Soy muy escéptico al respecto”, dice Mike Milham, Director del Center for the Developing Brain en el Child Mind Institute. “Hay algunas investigaciones que dicen que el entrenamiento cerebral tiene algún valor, y otras que dicen que no. Nadie ha mostrado un efecto particularmente impresionante, por lo tanto, aún si demuestran tener algún tipo de beneficio, ¿vale la pena el tiempo y el dinero invertido?”.
¿En qué consiste exactamente el entrenamiento cerebral?
Se trata de participar en actividades computarizadas que están diseñadas para fortalecer las habilidades cognitivas o una habilidad cognitiva específica. “Se podrían nombrar mil funciones cerebrales diferentes, o más —dice el neuropsicólogo Dominick Auciello— pero la idea básica es que a través de la práctica computarizada vamos a mejorar esas habilidades”. Hay muchos programas diferentes por ahí con diferentes actividades y ejercicios diseñados para mejorar varias funciones cognitivas. La mayoría de ellos se proponen capacitar a las personas para que:
- Presten mayor atención.
- Procesen la información más rápidamente.
- Retengan la información.
- Aprendan y recuerden más.
- Sean más flexibles cognitivamente, lo que significa ser capaces de cambiar el foco de atención de un lugar a otro de manera efectiva.
El Dr. Auciello está entrenado en el uso de Cogmed, un programa de entrenamiento cerebral diseñado específicamente para mejorar la memoria funcional. La memoria funcional o de trabajo podría ser considerada como el motor de búsqueda del cerebro, o el bloc de notas mental, y se utiliza para hacer cosas como recordar tanto instrucciones verbales como visuales, hacer cálculos mentales y visualizar los pasos involucrados en una tarea. Pero mientras el Dr. Auciello usa Cogmed como tratamiento para tratar ese tema específico en algunos niños, y es “cautelosamente optimista”, aún no está convencido de que los juegos cerebrales funcionan para todos.
¿Cuál es un ejemplo de un ejercicio dirigido a mejorar la memoria funcional?
Un ejemplo es el siguiente: En la pantalla aparece un conjunto de lámparas que se iluminarán en un cierto orden. Tenemos que recordar el orden. La prueba requiere que los usuarios presten atención a una cadena de información. Comienza muy fácil y luego va aumentando la dificultad, según las habilidades del niño. El programa utiliza un algoritmo para ofrecer de manera progresiva elementos más difíciles, y cuando los niños se equivocan, entonces ofrece uno más fácil. En el fondo, sigue presionando a los niños hasta que logran recordar seis lámparas y luego siete, ocho, nueve, diez.
¿Qué tipo de niños se benefician del entrenamiento cerebral?
- Los niños con déficits de memoria son los que más podrían beneficiarse de la práctica que obtienen en Cogmed. La memoria funcional de un niño se puede medir, y cuando esta es baja puede ser síntoma de una serie de diagnósticos diferentes que incluyen:
- TDAH
- Trastornos de aprendizaje (tanto de lectura como de matemáticas)
- Trastornos del lenguaje
- Problemas de la función ejecutiva
Para los niños con trastornos del lenguaje, dice el Dr. Auciello, el programa de aprendizaje científico Fast-For-Word trabaja en las habilidades de lectura y en la mejora del lenguaje en general. “Algunos estudios muestran que con ese programa se produce un mayor nivel de actividad en la región del cerebro que se ocupa del lenguaje. Hay datos dignos para apoyar esta afirmación”, dice.
Pero antes de comenzar cualquier programa de entrenamiento cerebral, los padres también deben considerar la personalidad de su hijo, advierte el Dr. Milham. “Hay algunas personas a las que les encanta hacer cosas estructuradas como esa”, dice. Pero es trabajo, y puede ser muy frustrante. “Existe el potencial de que algunos niños se enojen, porque se ven obligados a hacer algo que toca uno de sus puntos débiles”.
El Dr. Milham sugiere hablar primero con el terapeuta de su hijo y preguntarle cómo cree que tolerará el entrenamiento cerebral. A veces el terapeuta dirá: “¿Está usted loco? ¡No haga eso, solo conseguirá pelearse!”.
¿Cómo se traducen las habilidades de entrenamiento cerebral en habilidades de la vida real?
Después de cinco semanas de practicar los ejercicios de Cogmed, el Dr. Auciello dice que los niños mejoran mucho en los ejercicios. “Puede ser interesante y a veces incluso notable cuánto han mejorado en estas actividades —dice— pero eso no significa mucho en sí mismo. No nos dice si ha habido cambios en la vida cotidiana”.
“en realidad no han logrado alcanzar la capacidad de generalizar”, coincide el Dr. Milham. “Hay un estudio que dice que es bueno para la memoria a corto plazo, pero ¿qué pasa con la retención a más largo plazo? ¿Qué es lo que está haciendo realmente? Nadie ha mostrado una generalización consistente”.
¿Qué tan efectivo es el entrenamiento cerebral?
La conclusión, según el Dr. Auciello, es que cuando se trata de entrenamiento cerebral el negocio está muy por delante de la ciencia. “Creo que hay una gran promesa, pero creo que estas cosas deben ser estudiadas con mucho cuidado”, dice. “Diría que, en el caso de la mayoría de los programas que existen, no hay (o hay muy pocas) investigaciones que apoyen que los niños mejoran haciendo los ejercicios”.
Él es cuidadoso cuando habla con los padres sobre Cogmed, porque siente que hay que hacer más investigación. “Hay tal vez 80 estudios, algunos positivos, otros no, sobre Cogmed. Sugieren que algo sucede, pero no es suficiente”, dice. “Si usted lo compara con el estándar de oro de la medicación para elTDAH, donde hay décadas de estudios, no estamos ni cerca de eso”.
Pero el Dr. Auciello dice que en algunos niños ve efectos sutiles pero útiles con el entrenamiento cerebral. “Nadie viene y dice: ‘¡Oh Dios mío, la vida de mi hijo ha cambiado completamente, y esto es increíble! Tal vez no estén haciendo problemas matemáticos más complicados como resultado, pero tal vez las matemáticas que están haciendo se sienten menos agotadoras. Tal vez están un poco más seguros de sí mismos. Si el beneficio es sutil, que así sea”.
El Dr. Milham está de acuerdo en que puede ser útil en algunas situaciones muy específicas. “Si usted los ha elegido cuidadosamente y no tiene un niño con tendencias oposicionales (que tiene probabilidades de fracasar), y si hay muchos elogios y recompensas, tal vez funcione”, dice. “Si no es el caso, podría terminar con otra cosa por la que el padre y el hijo se pelearán, porque el niño no podrá hacer algo por lo que está pagando”.
Algo para apoyar el tratamiento, no para reemplazarlo
De cualquier manera, el Dr. Milham dice que las familias no deben renunciar a los tratamientos más tradicionales. “No diría que no puede ayudar a nadie (eso sería injusto) pero no hay suficiente evidencia para que esto sea realmente una práctica estándar. Si usted quiere usarlo para aumentar el cuidado estándar, es como cualquier otro tratamiento experimental: Mientras el niño lo tolere, está bien. Solo no intente reemplazar el tratamiento con eso”.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Child Mind Institute en la siguiente dirección: childmind.org | Autor: Juliann Garey
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