José Antonio Marina: Este año académico tiene que ser peculiar, flexible, un ejemplo del «adaptative learning»

Responder al desafío para que los estudiantes sigan estudiando con una planificación académica aprobado al inicio del año escolar y los profesores desarrollen su rol de enseñar a aprender, con las escuelas cerradas, es una realidad que hasta hace poco ni se examinaba, ni se tenía como posible. La comunidad educativa fue sorprendida por “una tormenta inesperada y furiosa”, los profesores y los padres de familia (unos más que otros) se dieron cuenta que están todos en “la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios.

El cierre de las escuelas, a causa de las medidas sanitarias contra la propagación del Covid-19, ha provocado el darse cuenta que todos los miembros de la comunidad educativa están llamados a remar juntos, – como dijo el Papa Francisco (27/03/2020)- a unir todas las fuerzas y buscar nuevos itinerarios educativos con creatividad, no cada una por su cuenta, “sino sólo juntos”. Buscar cómo continuar la educación de los niños y jóvenes con las escuelas cerradas. Esta realidad ineludible y forzosa exige conectar con las otras personas que comparten la misma pasión por la educación, porque en la solución que se tome se estará hipotecando el fututo de su cultura, sociedad y del mundo.

El profesor Ken Robinson nos recuerda que todas las búsquedas [como esta que nos impone la emergencia sanitaria del coronavirus] implican riesgos que no podemos prever, aunque también son oportunidades que sí podemos vislumbrar. Solo podemos establecer la dirección y emprender los primeros pasos, y para eso debemos estar abiertos a los riesgos y posibilidades y estar dispuestos a afrontar unos y otras. “Así funciona el proceso creativo y así toman forma los procesos orgánicos”. Es el momento de darnos cuenta lo importante que es animarse, atreverse y dar el primer paso (desde la pasión por la educación), y diríamos con Martin Luther King, Jr: «No tienes por qué ver toda la escalera, solo da el primer paso»“. HAY QUE MODIFICAR LA EDUCACIÓN Y REPLANTEARSE LA CREATIVIDAD

Sin embargo, como en tantas otras oportunidades, algunas secretarías o ministerios de educación han impuesto “manu militari”, sin consensuar, sin pedir opinión, … programas de educación a distancia sin la preparación de los agentes, sin capacitación de los profesores y padres de familia, sin tener en cuenta (fatalmente) si todos los estudiantes tienen los mismos recursos y los mismos apoyos en sus hogares. En algunos países han vuelto “a meter la mano esos educadores de escritorio”, (iluminados por el puesto y los sueldos), sin experiencia docente en el aula, y han instaurado nuevamente la educación de la era industrial, que organizaba y concebía las escuela es una fábrica. KEN ROBINSON: LA ESCUELA FUNCIONA UNA FABRICA

Tenemos de la educación a distancia, que ahora estamos desarrollando o “cumpliendo con dictar”, experiencias tan diversas y sentimientos tan encontrados (como diría Gabriel García Márquez), que necesitamos que algún especialista y experimentado educador nos oriente. Y para ello es que encontramos al Profesor José Antonio Marina Torres (1939), quien en su libro Elogio y refutación afirma que: “Sólo mediante la información que poseemos, incorporada a nuestro organismo, sean los esquemas innatos o los esquemas adquiridos, podemos acceder a otra información, y esto sitúa a la memoria en primera línea de nuestra actividad inteligente. El libre juego con lo que sabemos nos permite adentrarnos en lo desconocido para aprender cosas nuevas. Incluso el más arriesgado explorador lleva algún mapa en su equipaje. La índole de nuestra memoria personal va a definir nuestras posibilidades “.

Compartimos de la publicación del ABC (España, 15/04/2020), la entrevista de Laura Peraita, y el Profesor Marina, quien opina sobre este intríngulis o dilema educativo inédito, y nos ofrece su opinión (desde la realidad española, pero que puede servirnos de referente), para tener mayores elementos de juicio frente a los posibles efectos de la educación a distancia,  su proyección al próximo año lectivo, pensar en un currículo de recuperación, recorte de los currículos actuales, los beneficios que dejará la educación virtual, la evaluación de los estudiantes en este período, el sistema educativo “encorsetado”, los deberes deben hacerse en la escuela, …

Recordamos que compartimos partes de la entrevista por motivos únicamente educativos y de formación permanente, sugiriéndoles ingresen al enlace que indicamos al final de este artículo y lean el diálogo completo. Además, indicamos que las letras cursivas y los textos resaltados son nuestros.

LAURA PERAITA: ¿Cuánto tiempo tardará en recuperarse el sistema educativo de los efectos del coronavirus?

JOSÉ ANTONIO MARINA: “El objetivo es que los efectos educativos nocivos se resuelvan en el curso 2020-2021. Tiene que ser un curso peculiar, flexible, un ejemplo del «adaptative learning», del que tanto se habla y tan poco se practica.

Creo que si el Ministerio tiene el talento suficiente puede aprovechar la situación para despertar al sistema, dar protagonismo a los docentes, y enrolar a las familias y reconocer que la rigidez de nuestro sistema es anticuada y nos empereza a todos. Ese plan renovador inmediato no puede hacerlo en los despachos ministeriales, sino promoviendo una movilización educativa centrada en las aulas. Estamos en una situación cuya complejidad puede resultar oscurecida por las estadísticas, que siempre simplifican. […] a mis compañeros docentes, les convocaría, por ejemplo, a través de esta sección, a que pensemos soluciones desde la trinchera. Tenemos, por ejemplo, que elaborar un «currículo de recuperación» para el próximo curso, lo que va a exigir rescatar parte del currículo del curso anterior, y abreviar el del presente. Dada la disparatada longitud de los currículos actuales, una poda puede ser muy beneficiosa. Todos los docentes deberíamos seguir un taller obligatorio de «poda de currículos». Y las autoridades educativas, un master completo”.

LAURA PERAITA: ¿Qué aprendizaje se puede sacar de la nueva forma de «dar clase» a los alumnos en la actualidad?

JOSÉ ANTONIO MARINA: “Muy poca. La situación es excepcional, todo el mundo ha tenido que improvisar, los centros que tenían implantada una educación basada en TIC lo han hecho mejor, porque solo han tenido que aplicar su didáctica a distancia, y los que no lo tenían, tendrán que aprender. Pero sería una torpeza pensar que, por si acaso vuelve la pandemia, vamos a organizar las aulas como si al día siguiente fuéramos a tener que dar educación a distancia. Como nos ha advertido la OCDE, no estamos aprovechando bien las tecnologías. Las utilizamos para buscar información, como si eso fuera aprender. Están produciendo un descrédito de la memoria, porque «para qué voy a aprender si lo puedo encontrar con una búsqueda en internet». En cambio, no las estamos utilizando para personalizar la educación”.

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LAURA PERAITA: ¿Ha abierto el Covid-19 la puerta a nuevos planteamientos en Educación? ¿En qué sentido?

JOSÉ ANTONIO MARINA: “Una situación de emergencia y de urgencia como esta solo enseña a sobrevivir. Los métodos educativos hay que pensarlos con calma, probarlos, evaluarlos. Hemos confundido innovación con ocurrencias improvisadas. Claro que tenemos que diseñar nuevos modos de integrar las tecnologías en las aulas, pero no por el coronavirus. Los años que he dedicado a investigar en el «Proyecto Centauro» para intentar planificar la enseñanza cuando los sistemas de inteligencia artificial desembarquen en la escuela, me han convencido de las fantásticas posibilidades que nos ofrecen, y de la dificultad de aprovecharlas”.

LAURA PERAITA: ¿De qué manera influye la «supuesta implicación» de las familias en el desarrollo de las tareas escolares de sus hijos?

JOSÉ ANTONIO MARINA: “Desde que fundé la Universidad de Padres he insistido en la importancia de que las familias y la escuela colaboren. Diseñar esa colaboración es asunto de la escuela. No es lo mismo ayudar en los estudios a un niño que está aprendiendo a leer que a un alumno de la ESO o de Formación Profesional que estudia cosas que sus padres no entienden”.

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LAURA PERAITA: ¿Cómo calificaría [evaluaría] a los alumnos?

JOSÉ ANTONIO MARINA: “En esta situación debemos poner a prueba toda nuestra prudencia pedagógica. Dar aprobado general, como piensa hacer Italia, es malo porque es una falsa solución. Unifica los alumnos que han trabajado con los que no, y estos no van a ser capaces de seguir la marcha del curso normal, con lo que perderán el curso siguiente, pero habrán perjudicado a sus compañeros al ralentizar la enseñanza. Suspender a los que no hayan trabajado, tampoco parece justo porque pueden haber vivido circunstancias muy difíciles. La solución es compleja. Absténganse, por lo tanto, los expertos de salón y mitin. Mi propuesta es evaluar a todos los alumnos por lo que hayan trabajado durante este periodo de confinamiento, pero no hacerles perder curso por esos resultados. En segundo lugar, convertir los dos primeros meses del curso próximo en un periodo de triaje (ya que está de moda la palabra) para ver los alumnos que pueden recuperar o los que tendrán que perder curso. […] . si algo vamos a tener que aprender es a «flexibilizar nuestro sistema y nuestras prácticas pedagógicas», que son encorsetadas y rígidas. Esos dos meses de adaptación tendremos que proporcionar ayudas especiales a muchos alumnos, y para eso necesitamos aumentar plantillas. […] También Educación debería tener un presupuesto especial para el curso próximo. Pero, vuelvo a decir, eso tenemos que estar pensándolo ya”.

LAURA PERAITA: ¿De qué manera está afectando a los deberes? ¿Se han demonizado aún más o, por el contrario, ganan adeptos?

JOSÉ ANTONIO MARINA: “El tema de los deberes vuelve una y otra vez. He expuesto mi opinión en muchas ocasiones. El centro del aprendizaje es la escuela, pero el tiempo de que disponemos en ella, sobre todo desde que se ha implantado la jornada continua, exige estudiar en casa. Eso son los deberes. Y deben planificarse conjuntamente por todos los docentes de un curso, para que no se produzcan sobrecargas perturbadoras. Hay que tener en cuenta también que los padres no son profesores. […  en cuanto a los deberes] el alumno debe saber las horas que necesita. Hay que recordar que en la enseñanza obligatoria debemos intentar que todos los alumnos consigan un buen resultado, pero el Bachillerato es voluntario y el mérito debe prevalecer. Un Bachillerato blando acaba produciendo una Universidad blanda”.

La entrevista completa, que recomendamos leer, la encuentra en este enlace: JOSÉ ANTONIO MARINA: «DAR APROBADO GENERAL, COMO PIENSA HACER ITALIA, ES MALO, UNA FALSA SOLUCIÓN»

“Soy un científico que quiere hacer ciencia sin ideas predeterminadas y sin jactancias, dejando claro lo pasmosamente divertido y azaroso que me resulta el oficio». (2007)

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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