Emilio Calatayud es un juez de menores de Granada, España. Es conocido por sus sentencias ejemplares, que a menudo tienen un componente educativo y buscan la reinserción del menor infractor. Calatayud nació en Ciudad Real en 1955. Estudió Derecho en la Universidad de Deusto y accedió a la carrera judicial en 1980. Tras un paso efímero por la abogacía y la empresa, fue destinado a los juzgados de Granada en 1984. En 1987 ascendió a magistrado y en 1988 fue nombrado titular del Juzgado de Menores 1 de Granada, cargo que ocupa en la actualidad.
Calatayud es autor de varios libros, entre ellos «Reflexiones de un juez de Menores» (2001) y «Mis sentencias ejemplares» (2006), escrito junto al periodista Carlos Morán. En 2010, fue galardonado con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo por su blog «El juez de menores».
El blog «El juez de menores», que Calatayud comparte con Morán, se ha convertido en una referencia para los profesionales de la justicia y el público en general. En él, los autores comparten sus reflexiones sobre la delincuencia juvenil y las sentencias que han dictado.
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En sus sentencias, Calatayud suele recurrir a la empatía y la comprensión para tratar de corregir el comportamiento de los menores infractores. También suele imponer medidas que tengan un componente educativo, como la obligación de realizar trabajos en beneficio de la comunidad o la asistencia a programas de prevención de la delincuencia.
Calatayud es un juez polémico, pero su trabajo ha sido reconocido por muchos como una contribución importante a la justicia juvenil.
A continuación se presentan algunos ejemplos de sentencias ejemplares dictadas por Emilio Calatayud:
- En 2006, condenó a un menor a limpiar un parque durante 100 horas por robar un coche.
- En 2008, condenó a un menor a asistir a un taller de educación sexual por agredir a una mujer.
- En 2010, condenó a un menor a trabajar en un comedor social por robar comida.
Calatayud ha declarado que su objetivo es «educar a los menores infractores para que se conviertan en ciudadanos responsables».
En esta oportunidad el juez de menores Emilio Calatayud, compartió el siguiente mensaje en su blog personal, que compartimos con fines educativos: Si solo vas al colegio para reñir a los maestros porque han reñido a tu hijo, no eres su padre, eres su colega
Analizando lo dicho por el juez, podemos decir que en el complejo mundo de la crianza y la educación de los hijos, es esencial mantener un equilibrio entre el papel de padre y el papel de amigo. A menudo, este equilibrio se pone a prueba cuando los padres se enfrentan a situaciones en las que sus hijos han sido reprendidos o castigados en la escuela. La reacción de los padres en tales momentos revela mucho sobre su enfoque hacia la crianza y la educación de sus hijos.
Es comprensible que los padres se preocupen profundamente por el bienestar de sus hijos y quieran intervenir cuando sienten que su hijo ha sido tratado injustamente en la escuela. Sin embargo, la forma en que abordan estas situaciones puede marcar la diferencia entre ser un padre comprometido y ser más un «colega» de su hijo.
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Uno de los comportamientos que a veces se observa es que algunos padres solo visitan la escuela para regañar a los maestros cuando sus hijos han sido reprendidos o castigados. En lugar de reflexionar sobre el incidente y trabajar junto con el personal de la escuela para abordar el problema, optan por confrontar a los maestros y buscar la satisfacción inmediata de su hijo.
Es fundamental recordar que los maestros son profesionales capacitados en la educación y el desarrollo infantil. Su objetivo es fomentar el aprendizaje y el crecimiento de los estudiantes, y a veces eso implica corregir comportamientos inapropiados o aplicar medidas disciplinarias cuando sea necesario. Estas acciones no deben interpretarse como una afrenta a la autoridad de los padres, sino como parte integral del proceso educativo.
Cuando un padre se presenta en la escuela exclusivamente para reprender a los maestros, se corre el riesgo de establecer una relación conflictiva entre el hogar y la escuela. Esto puede tener efectos perjudiciales tanto para el niño como para su desarrollo académico y social. En lugar de actuar como una figura de apoyo y orientación, el padre que se comporta de esta manera puede convertirse en un «colega» de su hijo, alguien que respalda sus acciones sin cuestionarlas, incluso cuando están equivocadas.
Ser un padre significa ser un modelo a seguir para los hijos, guiarlos, enseñarles valores y ayudarles a aprender de sus errores. Cuando un padre toma el papel de colega en lugar de cumplir su deber de establecer límites y proporcionar orientación, está negando a su hijo una parte crucial de la educación.
En lugar de convertirse en un colega, los padres deben buscar formas constructivas de abordar las preocupaciones sobre la educación de sus hijos. Esto implica comunicarse abierta y respetuosamente con los maestros, escuchar sus puntos de vista y trabajar juntos para encontrar soluciones que beneficien al niño. En lugar de comprar regalos para calmar el disgusto de su hijo, los padres pueden aprovechar estas situaciones como oportunidades para enseñar a sus hijos sobre la responsabilidad y la importancia de asumir las consecuencias de sus acciones.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF