Las maestras desempeñan roles -y no decimos rol- de guía, cuidado, cercanía, orientación y apoyo emocional de sus estudiantes, que expresan su capacidad natural de adaptarse a las necesidades individuales de los estudiantes, la comprensión de sus emociones y estado de ánimo para poder brindar un apoyo efectivo y crear un ambiente de aprendizaje inclusivo y seguro, además de tener la innata habilidad para comunicarse de manera clara y efectiva con los estudiantes, colegas, padres y otros miembros de la comunidad educativa que es esencial para el éxito en la tarea docente.
Al igual que una madre se preocupa por el bienestar y el desarrollo de sus hijos, las maestras se preocupan por el progreso académico y el bienestar general de sus estudiantes, sin hacer distinciones.
Su presencia y labor tiene un componente maternal importante –y necesario- en muchos casos. Pues, por naturaleza propia, al igual que una madre enseña a sus hijos habilidades vitales para la vida, las profesoras enseñan conocimientos y habilidades que son fundamentales para el éxito futuro de todos y cada uno de los estudiantes, sin ser las madres biológicas de ellos. Las maestras juegan un papel fundamental en el desarrollo del lenguaje y las habilidades de comunicación de sus estudiantes, creando un ambiente en el que puedan expresarse libremente y desarrollar su voz.
Son -no pocas veces- un gran apoyo emocional, como confidentes, consejeras y orientadoras en momentos de dificultad. Tienen el don de crear un ambiente inclusivo y respetuoso que celebre la diversidad de sus estudiantes, Las maestras -al igual que sus colegas varones- enseñan a reconocer y valorar las diferentes experiencias familiares, culturas y habilidades, como un enriquecimiento mutuo, tanto con padres, familias y todos los miembros de la comunidad para apoyar el aprendizaje y el desarrollo de los estudiantes más allá del aula, buscando por caminos nuevos y emocionantes el éxito académico de todos los estudiantes.
Rosarito Vera, Maestra (04´ 56”)
Toda mujer, “con su capacidad única de compasión, con su intuición y su tendencia natural a ‘cuidar’, sabe en modo sublime ser, para la sociedad, “inteligencia y corazón, que ama y que une”, llevando amor donde no lo hay, y poniendo humanidad donde al ser humano le cuesta encontrarse a sí mismo”. Aunque la educación inicial no es exclusivamente femenina, su presencia en los años iniciales implica una cantidad significativa de acciones de cuidado y preocupación enriquecida con la intuición y el singular genio femenino, que garantizan el bienestar y el desarrollo integral de los estudiantes, cuyos aspectos se asemejan a los roles desempeñados por una madre en el hogar. Y quizá decir con Gabriela Mistral: “Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes.”
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El genio docente de la mujer, en la tarea educativa, radica en la capacidad de inspirar, motivar y guiar a los estudiantes hacia el aprendizaje significativo y acompañarlos maternalmente en su desarrollo integral. Como maestra va más allá de simplemente impartir conocimientos; comprende las necesidades individuales de cada estudiante, adapta su enseñanza para llegar a ellos de manera efectiva y fomenta un ambiente de confianza y colaboración en el aula. Las profesoras “saben crear nuevos caminos, saben dar» y también -casi todas- se preparan para superar los retos, las frustraciones y saben contagiar valentía y optimismo. Nuestras madres nos dan la vida, pero una buena maestra te enseña a vivirla responsable y plenamente.
La cuidadosa preparación de sus clases, de nuestras profesoras, de manera casi imperceptible, se entremezclan con sus obligaciones familiares. Y mientras planifican su reencuentro de cada día en las aulas, poseen habilidades de gestión excepcionales propias de su ser femenino, que les permiten conectar con sus alumnos a un nivel personal, de madres. Son capaces de despertar la curiosidad, el entusiasmo, el asombro y la pasión por aprender con sus estudiantes, de detectar a aquellos que más atención necesitan, lo que las lleva a alcanzar su máximo potencial de madre. De manera tan peculiar logra ayudar a que cada uno tiene un tesoro en su interior, un hermoso tesoro para compartir y regalar a los demás, sin dejar de hacer este ejercicio porque los grandes logros llevan tiempo, resistiendo a cualquier pensamiento negativo que nos arrebata los sueños y quita el optimismo para cambiar el mundo que podemos construir entre todos.
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En el Día de Madre, queremos, desde la Web del Maestro CMF, valorar y agradecer la presencia femenina de las madres y maestras en la Educación. Apreciamos su presencia llena de amor y dedicación, de aquel temperamento femenino que nos ayuda a resolver problemas con prontitud. Exaltamos, en este día y siempre, ese rol de madre en el hogar y maestra en la escuela. Ella siempre apuesta por la enseñanza más que por el castigo, a levantar, a secar las lágrimas, a mirar a los ojos, a encontrar soluciones, … «apuesta a cubrir la debilidad, a salvar la vida. Siempre apuesta a eso, y nuestra vida comunitaria funciona mejor. Y dice el Papa Francisco que “no por porque es la que trae los hijos, dejemos la procreación de lado… Hay una palabra que está por caerse del diccionario, porque todo el mundo le tiene miedo: ternura.” (28/05/2019).
Su liderazgo de gestión en el aula, tiene ese singular toque, capaz de cultivar un ambiente de respeto mutuo, inclusión y tolerancia. Fomenta con sutil ingenio el pensamiento crítico, la creatividad y el trabajo en equipo, y como buena educadora fomenta el respeto a todos y motiva a soñar en ser mejores, preparando a cada uno de sus estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo real, y lo manifiesta en la combinación del conocimiento profundo de las ciencias, y el prepararse para adquirir las habilidades pedagógicas y didácticas nuevas en el proceso de enseñanza-aprendizaje, así como a suscitar un compromiso inquebrantable con el éxito y el bienestar que debe buscar y encontrar cada integrante la comunidad educativa. Y así, muchos experimentamos, el centro de cada logro, que hay una madre orgullosa y una maestra que creyó en nuestro potencial de llegar más alto.
Nuestras profesoras, madres y maestras, ¿se sienten suficientemente identificadas y valoradas en nuestras comunidades educativas? ¿Reconocemos su singular rol, que es complemento con la de los profesores varones? La identidad y el papel de la mujer, en la escuela y en la sociedad, ha conocido notables cambios y, en general, sobre la participación y la responsabilidad de las mujeres ha ido creciendo, en no pocas sociedades ¿Nos hemos planteado los legítimos derechos de las mujeres, madres y maestras, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad? Debemos desterrar el “machismo con faldas”, como lo llama el Papa Francisco, “porque la mujer tiene una estructura diferente del varón”, pero son complemento fecundo y enriquecedor. Ellas siempre han expuesto (ordinariamente) cuestiones profundas de cambio que debemos afrontar para que nuestra educación sea más humana, empática, más cara a cara, más emocionalmente formativa, inclusiva, responsable, cercana, dialogante, escuchante, respetuosa del medio ambiente y exigente para valorar la tarea docente y no sigamos sufriendo las “migajas” de los gobernantes de turno, porque no hemos formado (educado) conscientemente a los estudiantes a elegir con responsabilidad. Aunque pueda parecer exagerado, la madre y maestra es imprescindible en toda escuela, o al menos -su presencia y actuación- enriquece la gestión educativa. Son preguntas y planteamientos, entre otros tantos, que no debemos eludir superficialmente.
Sabemos, por experiencia, que como madres y maestras tienen “un papel definitorio en la difusión y preservación de la cultura a lo largo de los siglos y, por lo tanto, en erigir la civilización que hoy conocemos y que, sin ellas hubiera sido imposible crear. Y aunque la celebración es este segundo domingo de mayo -y en otros países en octubre o fecha especial-, la presencia de la madre y maestra nos actualiza que siempre y en todas partes ha sido y es la educadora, formadora, confidente y guía, que en no pocos de nosotros puso los cimientos y contribuyó a construir todos los grandes logros que hemos alcanzado a nivel personal, y se han logrado en la historia de la humanidad. Las nuevas tecnologías, está empeñada en impulsar el rol de la madre que también es maestra y proyecta su papel formador en el ciberespacio, además de la escuela presencial. (cf La madre-maestra: el papel más emblemático de la historia)
Gracias -de manera especial- a las profesoras, que a veces se quedan sin experimentar la maternidad biológica -porque el tiempo se fue entre clase y clase, entre escuchar y quedarse más de las horas establecidas, porque se entregaron a una tarea en que sus hijos son sus estudiantes-, como dice el autor argentino Ariel Ramírez: “Yo sé los sueños que sueñas […] tu vocación, […] magia del pueblo en las aulas, milagro de alfarería, sonrisa de la mañana. […] Tus armas son, maestrita, ganar mansas batallas, ganándolas día a día, con una ronda de blancos delantales, frente al misterio del pizarrón…
Maestra, madre de tus estudiantes que los ves como a tus hijos, tú nos enseñas que, en medio de las dificultades, ante las limitaciones, las carencias familiares, como las deshabilidades naturales o adquiridas, los problemas de no descansar lo suficiente, el ambiente social tóxico, la falta del alimento, de un buen calor de hogar y la carencia de afecto, … no debemos dejar de tener ilusiones para superar los desafíos, para encontrar pronto y sin pérdida de tiempo, caminos y respuestas que otros tardan o no los encuentran. Tú nos enseña a encontrar nuevos caminos, a ver el mundo con una mirada diferente y a abrazar la diversidad como una fuente de fortaleza y crecimiento. A seguir soñando en un mundo mejor. A levantarnos y ayudarnos mutuamente. A creer en nosotros mismos y cómo sentimos tu cercanía, que nos anima a decirte que te estamos eternamente agradecidos.
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Ustedes maestras, son las madres que logran capacitar a sus estudiantes para ser artífices de su futuro, capaces de volar con sus propias alas, de construir sus vidas y cambiar una sociedad injusta, inestable, irresponsable, falsa y corrupta, mecanizada, artificial,… para transformarla en una nueva sociedad, germen de una nueva civilización, en que cada uno se convertirá en defensor de los valores, de la vida, de la verdad, de la libertad, de la solidaridad, de la tolerancia, de la honestidad; niños que cuando sean adultos sabrán valorar la tarea docente y darle el lugar social que merece la tarea docente. En tus aulas están los que habrán de cuidar y defender el medio ambiente, aquellos ciudadanos que no se dejarán seducir por una tecnología que esclaviza y vende la felicidad a bajo precio, …
Ustedes madres y maestras, son las que enseñan no solo las ciencias, sino también forman y educan con los padres de familia para saber el valor de la libertad, del llegar a tener un pensamiento crítico, de la necesaria ternura y de las reglas de disciplina, de vivir una convivencia en el respeto a los otros, de practicar la responsabilidad ética y el asumir las consecuencias de los actos de nuestra libertad humana, nos enseñas el debido uso de la robótica y de la inteligencia artificial. A ser nosotros mismos, valorarnos y valorar a los demás.
Gracias a ustedes, madres y maestras, que no solo atienden a sus hijos y estudiantes, sino que buscan ese escaso tiempo que tienen (o que les queda), para escuchar y orientar a los padres de familia y una sociedad que “parece más interesada en los resultados cognitivos y saber si los estudiantes han logrado o no los estándares internacionales en matemática o física”, sin reconocer que no le vale de nada una sociedad “si sus ciudadanos no son honestos y comprometidos, si la gente no se siente con la energía y el compromiso social para trabajar por una sociedad mejor y si no hay un sentido de solidaridad profunda.” Ustedes toman muy en serio el valorar la pluralidad y la diversidad en la escuela, y a pesar de las diferencias sobre cuál es la visión moral que quisiéramos, luchan para que su tarea docente no forme ni eduque en un vacío como si no existiera la necesidad de responder las preguntas más profundas sobre el sentido de la vida. (cf José Alberto Mesa, S.J.).
La presencia de la mujer en la educación no solo enaltece la experiencia educativa, sino que también transforma el ambiente educativo, pues “quién mejor que ellas para templar el alma para las dificultades de la vida.” (cf Pitágoras). Ellas tienen una capacidad de gestión y de pensamiento muy singulares y especiales. Ayudémonos, sin imposiciones ni rompimientos, sino con un atento discernimiento, a encontrar caminos adecuados para que la grandeza y el papel de las mujeres como profesoras, en las escuelas sean mas valorados. La tarea de las madres y maestras, en la escuela, es capaz de dar esa magia que tiene el arte de enseñar, con la capacidad de organizar el mundo para todos los estudiantes.
«La influencia de una madre perdura para siempre, y la sabiduría de una maestra ilumina el camino hacia el éxito.»
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF