[Ernesto González] ¿Por qué los niños y niñas demuestran inseguridad?

La seguridad en uno mismo no es una cualidad innata que poseen algunas personas. Más bien es una consecuencia del nivel de autoestima conseguido. ¿De qué factores depende la autoestima en un niño?, ¿Cómo podemos los padres incrementar el nivel de autoestima de nuestros hijos?
Es posible que haya usted notado que su hijo, de pocos años, se comporta de forma insegura: no se atreve a hacer algunas cosas él solo, le cuesta relacionarse con otros niños, no consigue progresar en sus primeros aprendizajes escolares, se rinde al primer intento, manifiesta timidez en todos los casos de forma muy acentuada. Aunque quizás su hijo es muy pequeño todavía, seguramente se preguntarás si puede hacer algo para conseguir que cambie esta forma de actuar, de comportarse. La respuesta es sí.

Los padres podemos ayudar a que nuestros hijos tengan más seguridad y confianza en ellos mismos. ¿Cómo se preguntará? A través de la autoestima.

La autoestima es lo que cada persona siente hacia sí misma, la medida en que le agrada su propia persona. Tener autoestima significa saber que se es valioso y digno de ser atendido. Valioso porque es capaz de resolver algunas situaciones con éxito y por lo tanto la persona puede estar a la altura de los demás, y digno de ser atendido de manera incondicional, porque es una persona. Nótese que se trata de que el niño se sienta valioso y atendido, y no por el hecho de que deba tener cualidades o habilidades sobresalientes o de que haya personas que le estimen, lo quieran.

Puede ocurrir, y de hecho ocurre, que un niño con suficientes habilidades y con unos padres que le quieren no perciba estas realidades y se sienta inseguro y poco digno de ser amado. Se puede decir que cada reacción de los demás añade o quita algo de lo que el niño siente sobre su valía. Y puestos a valorar, es necesario saber que las reacciones de las personas que rodean al niño son más importantes que la posesión o ausencia de cualquier habilidad o defecto concreto.

La imagen de uno mismo, la cual comienza a construirse durante la infancia, y por otra parte el grado de complacencia que le produce esta imagen son dos realidades que se irán modificando a lo largo de toda la vida en función de las nuevas experiencias, de la propia conciencia y de las nuevas reacciones que tengan los demás.

Si los sentimientos son positivos, el niño recibirá un reflejo que le gustará, con el que se sentirá bien y que ayudará a aumentar su autoestima. Si los sentimientos son negativos, el reflejo que verá será feo, sin valor y no merecedor de cariño. Ese reflejo le causará dolor, rabia y provocará el rechazo a su propia persona y el descenso de su autoestima.

Debemos recordar que los niños, de las reacciones de sus padres no se alimentan exclusivamente de las palabras que dicen. Ni mucho menos. Los niños se dan cuenta de todo y valoran las actitudes que acompañan a las palabras, la atención sincera, la honestidad de los sentimientos y la verdad que esconden.


Autor:
Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba.
Experiencia laboral:
Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco.
Correo electrónico:
[email protected]
Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto

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