La crianza de los niños ha evolucionado a lo largo de los años, desde un enfoque de ignorarlos y dejar que resuelvan sus propios problemas hasta una sobreprotección extrema. La periodista Eva Millet en su libro «Hiperpaternidad» describe cómo ha cambiado la forma en que los padres cuidan a sus hijos. Antes, los niños eran dejados a su suerte para superar las rabietas y desafíos cotidianos, pero ahora, se encuentran bajo una vigilancia constante, recibiendo atención y satisfaciendo cada uno de sus deseos. Este fenómeno, conocido como «hiperpaternidad» o «padre helicóptero», ha llevado a un aumento en el miedo y la falta de autonomía en los niños.
La hiperpaternidad se presenta en aquellos padres que sobrevuelan la existencia de sus hijos en todos los contextos, evitando cualquier riesgo o situación que pueda ser considerada peligrosa. La sobreprotección afecta negativamente el desarrollo emocional y la confianza de los niños en sus propias capacidades. Si se les resuelven todos los problemas y se les impide cometer errores, los niños pueden crecer con una sensación de incapacidad y dependencia emocional.
Esta forma de crianza también impacta en la adquisición de autonomía. Los niños necesitan oportunidades para enfrentar desafíos, resolver problemas y aprender de sus errores. La falta de autonomía puede generar una incapacidad para afrontar situaciones difíciles y una baja autoestima. Además, el exceso de miedo inducido por la hiperpaternidad puede llevar a una dificultad para diferenciar entre amenazas reales y alertas normales.
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En lugar de proteger a los niños en exceso, es esencial brindarles un ambiente seguro y estimulante que les permita desarrollar habilidades de afrontamiento y toma de decisiones. La autonomía es crucial para su crecimiento y desarrollo emocional, y los padres deben fomentarla mediante la confianza en las capacidades de sus hijos, permitiéndoles enfrentar situaciones de la vida cotidiana con apoyo y guía adecuados. La crianza responsable no se trata de evitar las frustraciones y dificultades, sino de ayudarlos a enfrentarlas y aprender de ellas para convertirse en adultos seguros y capaces de afrontar los desafíos que la vida les presente.
La hipervigilancia en la crianza es un término que describe una forma de crianza en la que los padres o cuidadores están constantemente monitoreando y controlando cada aspecto de la vida de un niño, con el objetivo de protegerlos de cualquier daño o peligro potencial. Aunque la intención detrás de la hipervigilancia puede ser buena, puede tener efectos negativos en el desarrollo emocional y la autonomía de los niños.
Aquí hay algunas formas en las que la hipervigilancia puede afectar a los niños:
- Miedo excesivo: Cuando los niños son sobreprotegidos y están constantemente advertidos sobre los peligros del mundo exterior, pueden desarrollar miedo excesivo e irracional hacia situaciones normales. Esto puede hacer que eviten enfrentarse a desafíos o a nuevas experiencias, lo que limita su crecimiento y desarrollo.
- Falta de confianza: La hipervigilancia puede enviar el mensaje de que los niños no son capaces de cuidarse por sí mismos o tomar decisiones adecuadas. Esto puede minar su confianza en sus propias habilidades y juicio, lo que lleva a una disminución de la autonomía y la independencia.
- Habilidades de afrontamiento limitadas: Al no permitir que los niños enfrenten situaciones difíciles o resuelvan problemas por sí mismos, no tienen la oportunidad de desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas. Como resultado, pueden tener dificultades para manejar el estrés o los desafíos en el futuro.
- Baja autoestima: Cuando los niños están constantemente bajo el escrutinio y control de sus cuidadores, pueden comenzar a sentir que no son lo suficientemente capaces o valiosos. Esto puede llevar a una baja autoestima y dificultades para desarrollar una identidad sólida.
- Dependencia emocional: La hipervigilancia puede llevar a una dependencia emocional poco saludable, donde los niños buscan constantemente la aprobación y validación de los demás en lugar de aprender a confiar en sí mismos.
- Falta de toma de decisiones: Si los niños están acostumbrados a que sus padres o cuidadores tomen todas las decisiones por ellos, pueden tener dificultades para tomar decisiones por sí mismos a medida que crecen y se enfrentan a situaciones más complejas.
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Para fomentar la autonomía y la confianza en los niños, es importante que los padres encuentren un equilibrio entre protegerlos y permitirles explorar y aprender por sí mismos. Esto implica darles la oportunidad de enfrentar desafíos, tomar decisiones (incluso si cometen errores) y desarrollar habilidades para resolver problemas. El apoyo emocional y la comunicación abierta también son fundamentales para ayudar a los niños a desarrollar una mayor autonomía y una visión positiva de sí mismos.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF