Francesco Tonucci: Cada alumno que la escuela pierde es un regalo para la delincuencia

Francesco Tonucci (Fano, 1940) también conocido por el seudónimo «Frato«, es un pensador, psicopedagogo y dibujante italiano. Es autor de numerosos libros sobre el papel de los niños en el ecosistema urbano y de artículos en revistas italianas y extranjeras.
Francesco Tonucci se graduó en Pedagogía en 1963, en la Universidad Católica de Milán. Cuando tenía 28 años recibió su primer reconocimiento en este campo y empezó a criticar la realidad de la escuela. Dirige sus opiniones al modelo de enseñanza actual, con el que la escuela enseña a los niños en sus primeros años, “es un modelo que parte de que el niño no sabe nada y que ve el proceso de desarrollo infantil de manera progresiva, es decir, que va de menos a más”.

Para esta concepción del modelo “lo importante está por venir”, “hoy se cree que el aprendizaje formal se da a partir de los ocho años”. “Actualmente la escuela concibe el aprendizaje de un modo progresivo, gradual, que deja al niño con muy poco margen para expresarse y crear. El niño no vale por lo que es sino por lo que será. La educación es entendida como una inversión sobre el futuro”, y según Tonucci no debe ser así.

Es fundamental e imprescindible un cambio de modelo pedagógico, la escuela tiene que reconocer las competencias de los niños, ya que las desarrollan desde el momento mismo en que nacen. La educación debe fomentar esos conocimientos, incentivar la curiosidad e inquietudes para ayudar al niño a crecer sin perder su esencia que lo hace tan particular y que es su habilidad para jugar y no cansarse. Francesco Tonucci, Obra.

A continuación compartimos con fines educativos y pastorales la entrevista realizada por Mariana OteroFrancesco Tonucci y publicada en el Portal La Voz (Argentina). Esperamos que la siguiente entrevista sirva de reflexión a la comunidad docente y a las autoridades comprometidas con el cambio y actualización de la educación. Esta reunión fue posible a que el pedagogo fue invitado por la Fundación Arcor para contar Por qué los niños son actores sociales indispensables en la transformación de la sociedad; y para recibir un Honoris Causa en la Universidad Católica de Córdoba (Argentina).

Francesco Tonucci: “Si la escuela pierde un alumno, lo regala a la delincuencia”

El especialista italiano en educación asegura que cuando los chicos se aburren en clase, es porque no tienen buenos maestros. Dice que una buena escuela es la que logra que los niños desarrollen sus potencialidades.

El derecho al estudio debería ser el derecho a tener un buen maestro”. Con esa frase termina Francesco Tonucci una jugosa charla con La Voz, a minutos de bajarse del avión en Córdoba, el viernes pasado, después de 13 horas de vuelo desde Roma. Viste camisa escocesa y zapatillas. No luce cansado.

Después de una entrevista para Voz y voto, el reconocido pedagogo italiano se presta a una segunda parte del reportaje. Mientras saborea un café negro comparte, parsimonioso y extremadamente amable, sus ideas cargadas de sentido común. Dice, por ejemplo, que cada alumno que la escuela pierde es un regalo para la delincuencia o que es insoportable que los niños se aburran en la escuela. Es sólo el principio de una conversación animada.

Tonucci casi no necesita presentación. Los maestros lo conocen, los gobiernos le piden asesoramiento y la gente común lo sigue.

Es maestro, pensador e impulsor de La Ciudad de los Niños, un proyecto que se expandió en gran parte del mundo (incluso en la Argentina) y que busca el regreso de los niños a las calles.

Más que pedagogo, a Francesco le gusta que le digan “niñólogo”, un neologismo que resume su dedicación al estudio, investigación y análisis de temas vinculados a la educación y a la infancia. También es el padre de Frato, su alter ego, un personaje que mira al mundo con ojos de niño y da voz a aquellos que normalmente callan. Sus viñetas se han reproducido en numerosas publicaciones.

Tonucci está en Córdoba, invitado por la Fundación Arcor, en alianza con otras instituciones, para contar por qué los niños son actores sociales indispensables en la transformación de las ciudades y de las escuelas. Aquí también recibirá un honoris causa, que le entregará la Universidad Católica de Córdoba.

¿Por qué es necesario escuchar a los niños?

La Convención de los Derechos del Niño plantea que las opiniones de los niños hay que tenerlas en cuenta. Las escuelas ganan cuando escuchan, respetan e implementan las ideas de los niños. Hoy en día la escuela sufre de un tema que Brunner decía que es insoportable: los niños se aburren. La mayoría se aburre y pareciera que esto es casi natural. Se considera natural porque siempre ha ocurrido. A las familias no les molesta que sus hijos se aburran en la escuela porque ellos se aburrieron. Lo que crea muchos problemas es que esto no preocupe a los maestros. Si se aburren, eso quiere decir que no tienen buenos maestros, no son maestros capaces de interesar a sus alumnos.

¿Se aburren porque seguimos teniendo una escuela antigua?

Los niños se aburren porque no ven en la escuela a “su” escuela. Ellos van a la escuela que es la escuela nuestra, no la suya. Gabriel García Márquez, que no era pedagogo pero sí un premio Nobel, decía que nosotros podemos nacer músicos o pintores o periodistas o investigadores o mecánicos o artesanos, y a veces no lo sabemos. El papel de la escuela –como el de la familia– sería poder descubrir lo que él llama “su juguete preferido”. Él dice: “Dedicarse totalmente a su juguete preferido es la garantía de la felicidad”. ¿Qué significa ser feliz? Realizarse, poder vivir haciendo lo que te gusta más. ¡Cuánto gozaría la sociedad de tener ciudadanos felices! Serían funcionarios más capaces, productivos, interesados, partícipes. Si yo puedo hacer lo que sé hacer mejor, voy a llegar a ser el mejor en ese sector y encontraré también trabajo. Hoy en día, ocurre lo contrario. El mundo económico indica a la escuela qué sectores debe desarrollar porque el mercado necesita eso. Es mentira, la economía de hoy no sabe lo que será necesario dentro de 10 años. No tenemos ningún elemento para decirles a nuestros hijos “si hacés ingeniería informática o enfermería, tendrás trabajo”. Si pensamos en lo que se necesitaba 10 años atrás, efectivamente todas estas previsiones se han vuelto erróneas y muchas personas han renunciado a ser lo que querían ser para ser lo que era útil ser y no ha sido útil.

¿El rol del maestro sigue siendo central para la transformación de las escuelas?

Cuando hablo de los maestros de mis hijos, hablo de suerte. Lo digo en serio y no creo que sólo me pase a mí. Mi primer hijo no tuvo suerte; la segunda ha tenido mucha suerte porque tuvo una maestra estupenda que le ha dado bases de las que está gozando hasta ahora; el tercero, regular. Esto es muy común y no puede ser. Por eso digo que en la escuela hay tres elementos: uno son los programas, los objetivos, lo que se propone que se realice; los otros, la didáctica y la evaluación. Nuestros gobiernos se han dedicado desde siempre al primero. En Italia cada gobierno ha hecho una reforma, se ha cambiado todo, disciplina, horarios, arquitectura de la escuela… Lo que ha quedado igual es la escuela. La escuela ni se ha dado cuenta de todas las reformas. Desde hace más de 10 años ha llegado a ser interesante el tercer punto: la evaluación. Lo que a nadie le ha interesado nunca es lo que ocurre adentro, la didáctica, los maestros. En todas las reformas hay casi nada sobre la formación de los maestros. Yo creo que un buen maestro no necesita ni de programas ni de evaluaciones. Los que conocí como buenos maestros siempre han tenido un afecto fuerte de los alumnos y un respaldo fuerte de las familias.

Le sugerimos completar la entrevista ingresando a este enlace: Francesco Tonucci: “Si la escuela pierde un alumno, lo regala a la delincuencia”

Este contenido ha sido publicado originalmente por La Voz (Argentina) en la siguiente dirección: lavoz.com.ar



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