Un ejercicio de matemáticas aparentemente sencillo provocó un debate intenso en las redes sociales luego de que una madre compartiera la corrección de la profesora al trabajo de su hijo. El problema planteaba una situación básica de multiplicación, pero la forma en que fue evaluada puso en entredicho las prácticas pedagógicas actuales y la manera de enseñar conceptos matemáticos.
El enunciado del ejercicio decía:
«Hay cuatro cajas con tres aros cada una. ¿Cuántos aros hay en total?»
El niño respondió correctamente desde un punto de vista matemático, multiplicando 4 (cajas) por 3 (aros por caja) y llegando al resultado de 12 aros. Sin embargo, la profesora marcó la respuesta como incorrecta, sugiriendo que el niño debería haber planteado la operación como 3 (aros) multiplicado por 4 (cajas).
La corrección de la profesora se basó, aparentemente, en una convención pedagógica que dicta que el número de elementos dentro de un grupo (contenido) debería multiplicarse por la cantidad de grupos (continente). En este caso, según esta lógica, 3 (los aros) debía ser multiplicado por 4 (las cajas). Sin embargo, el resultado final, 12, es el mismo debido a la propiedad conmutativa de la multiplicación: el orden de los factores no altera el producto.
Esto llevó a la madre a expresar su frustración en redes sociales, preguntando si el enfoque del docente realmente promovía el aprendizaje o simplemente generaba confusión.
La polémica gira en torno a dos perspectivas:
- La perspectiva pedagógica: Algunos docentes defienden que enseñar a los estudiantes a estructurar correctamente los factores en una multiplicación (contenido por continente) es crucial para que comprendan los conceptos detrás de las operaciones matemáticas, especialmente cuando los problemas se vuelven más complejos.
- La perspectiva matemática: Desde un punto de vista estrictamente matemático, ambas formas de plantear el problema son correctas porque el resultado es el mismo. Penalizar a un estudiante por no seguir una convención específica podría desalentar su confianza en el aprendizaje de las matemáticas.
El caso rápidamente generó miles de reacciones en plataformas como Twitter. Algunos usuarios apoyaron a la profesora, argumentando que era importante que el niño aprendiera a expresar correctamente las operaciones según el contexto del problema. Otros defendieron al estudiante, señalando que el objetivo del ejercicio debería ser evaluar la comprensión del concepto de multiplicación y no la forma en que se plantean los factores.
Entre los comentarios más destacados, algunos cuestionaron si estas prácticas no desmotivan a los niños, al dar más importancia a formalismos que al razonamiento lógico.
Este caso nos invita a reflexionar sobre el enfoque que utilizamos para enseñar matemáticas. Por un lado, las convenciones son herramientas útiles para estructurar el pensamiento lógico, pero su aplicación rígida podría opacar la comprensión del concepto en sí. Por otro lado, las matemáticas no son solo números, sino también una forma de razonar y resolver problemas, y marcar como incorrecta una respuesta válida puede enviar un mensaje erróneo a los estudiantes.
Tal vez el camino a seguir sea buscar un equilibrio: valorar el resultado, pero también guiar al estudiante para que comprenda la lógica detrás del planteamiento. La enseñanza debería fomentar la curiosidad y el pensamiento crítico, más que imponer un modelo único de respuesta.
Recomendaciones para evitar estos malentendidos
- Claridad en los enunciados: Es crucial que los problemas sean redactados de manera clara y precisa para evitar ambigüedades. En este caso, podría haberse especificado qué factor debía considerarse primero y por qué.
- Fomentar la flexibilidad: Aunque es útil enseñar convenciones, también se debe destacar la importancia de la propiedad conmutativa de la multiplicación y permitir que los estudiantes exploren diferentes formas de resolver los problemas.
- Enfoque en el razonamiento: Más allá de exigir un método específico, los docentes deberían valorar la lógica detrás de la respuesta y el razonamiento del estudiante, siempre que el resultado sea correcto.
- Comunicación abierta: Los docentes deberían explicar claramente sus criterios de evaluación tanto a los estudiantes como a los padres. Esto ayuda a alinear expectativas y evitar confusiones.
- Formación continua: Los educadores pueden beneficiarse de capacitaciones sobre enfoques pedagógicos actuales y cómo equilibrar las convenciones con la lógica matemática.
El debate sobre este ejercicio pone en evidencia la necesidad de repensar nuestras metodologías educativas. Más allá del resultado, lo que está en juego es la forma en que los niños aprenden a razonar y enfrentarse a los problemas. Como docentes, es fundamental preguntarnos: ¿estamos evaluando para enseñar o para corregir? La respuesta a esta pregunta podría transformar no solo la manera en que enseñamos matemáticas, sino también cómo preparamos a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo real.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF