Maestros al servicio de la educación

No a la escuela tradicional: Claves para entender la revolución educativa

Los cambios que se avecinan, en la educación, ya han comenzado con la puesta en marcha de aprendizaje en proyectos, Gamificación, Flipped classroom, aprendizaje servicio y el aprendizaje cooperativo, con la “adaptación de alumnos y profesores a los nuevos procesos digitales y sus metodologías”.
Virginia Paolinelli dice: “los jóvenes nos están reclamando una escuela diferente, paralela, que utilice los medios tecnológicos para generar en los mismos mayor entusiasmo, motivación” (Hiper – Textos de Bit´cora).

La educación que viene será “horizontal, bidireccional y con una presencia mucho más activa del alumno en el proceso de aprendizaje” y según Olga Casanova y Lourdes Bazarr en su libro “La escuela ya no es un lugar” (dirigido a padres de familia y profesores) exige cambio de paradigma, sostiene Miguel García, en el portal BlinkEdTech. Nosotros compartimos esta opinión sobre la necesaria innovación educativa, con fines educativo – pastorales.

Ustedes ¿qué opinan? ¿sentimos esta exigencia? ¿seguimos respondiendo a las preguntas nuestras o de nuestros estudiantes? ¿cómo lograremos unir esfuerzos padres de familia y estudiantes frente a este desafío?.

Claves para entender la revolución educativa que viene
La revolución educativa

El mundo cambia. Lo hace constantemente y, con él, la sociedad, la economía, la ciencia o incluso la propia naturaleza. La educación no escapa de esa tendencia evolutiva, y prueba de ello es la innovación a la que asisten muchas escuelas en todo el mundo. Atrás quedan –o quedarán en pocos años- las técnicas educativas verticales, en las que el alumno interiorizaba contenidos sin trabajar activamente en las aulas. La educación del futuro es, al contrario, horizontal, bidireccional y con una presencia mucho más activa del alumno en el proceso de aprendizaje.

¿En qué se traduce este cambio?

Probablemente, en la paulatina desaparición del clásico sistema de “clases magistrales” para dar paso a un aula colaborativa y abierta. Ello supone un reto no solo para los alumnos, sino también para los docentes: los profesores necesitan nuevos recursos y herramientas para motivar a sus alumnos, así como una planificación más creativa y abierta de sus clases. Los alumnos, por su parte, tienen en sus manos la posibilidad de aprender de forma activa, haciendo uso directo de los conocimientos que se les facilitan en el aula y adquiriendo competencias profesionales desde muy temprana edad: trabajo en equipo, habilidades comunicativas, creatividad en la resolución de conflictos…

Los profesores necesitan nuevos recursos y herramientas para motivar a sus alumnos

Un buen punto de referencia para entender este cambio se encuentra en el libro publicado recientemente por las profesoras Olga Casanova y Lourdes Bazarra. Bajo el título ‘La escuela ya no es un lugar’, esta docentes explican didácticamente cómo el sistema clásico no da más de sí, analizando además el cambio de paradigma que nos espera en los próximos años.

En esta guía, pensada para padres y profesores, las autoras destacan que “estamos asistiendo a la desaparición de la escuela tal y como la entendíamos hasta ahora, estándar y homogénea”. En consecuencia, “vamos a una escuela expandida y abierta, sin costuras y a lo ancho de toda la vida, donde el edificio es su parte más pequeña y en la que conviven lo real y lo virtual”. Las escuelas, en definitiva, “ya no abren de 9.00 a 17.00, sino las 24 horas”.

Métodos de la revolución educativa

Las docentes exponen en su libro algunas medidas disruptivas en las que se sustituyen las clases magistrales por encuentros abiertos donde el alumno y el profesor se sitúan al mismo nivel. Estas son algunas de estas tendencias:

  • Aprendizaje en proyectos: consiste en un programa de inclusión que permite combinar varias materias a la vez, dando al alumno la libertad de construir sus propias soluciones. Todo ello con la resolución de un proyecto como objetivo final. Es compatible con el denominado “aprendizaje basado en problemas”, donde el alumno desarrollará su habilidad para la resolución de conflictos a través de un proyecto.
  • Gamificación: se trata de una herramienta que nace de la necesidad de conectar con los intereses del alumno. Consiste en utilizar los videojuegos como un sistema de aprendizaje con el que motivar al estudiante y desarrollar habilidades de aprendizaje mediante los sistemas clásicos de videojuego: fases, retos, niveles, avatares, etc.
  • Flipped classroomesta técnica le da la vuelta completamente al actual sistema de educación vertical, en el que el alumno recibe contenidos en clase y realiza las tareas en casa. Mediante esta vía, las lecciones se estudian en casa a través de vídeos y demás documentación, mientras que las tareas se desarrollan en el aula.
  • Aprendizaje servicio: este método permite al alumno responsabilizarse de una determinada tarea –como algún trabajo social- que le permita relacionarse con el mundo exterior, comprender el marco en el que vive y desarrollar un sentido social.
  • Aprendizaje cooperativo:  aunque este sistema no es completamente nuevo, poco a poco se introducen pequeñas novedades. En un mundo cada vez más globalizado e interdependiente es necesario aprender desde el colegio a relacionarse con los demás y trabajar en equipo.

En España y Latinoamérica son muchos los centros escolares que ya han asumido la tarea de modernizar sus modelos de aprendizaje, valiéndose de las nuevas tecnologías como fuente de apoyo didáctico y como herramienta para coordinar el trabajo en grupo y la búsqueda de documentación y fuentes de forma más abierta. Un ejemplo son nuestros #ColesBlink, en los que se trabaja para lograr una mejora en la educación a través de la adaptación de alumnos y profesores a los nuevos procesos digitales y sus metodologías.

Las nuevas tecnologías se convierten en catalizador del cambio: aprovecharlas y ponerlas al servicio de la educación es un ingrediente clave para implantar con éxito este nuevo paradigma

Sin embargo, según algunos autores, aún queda mucho trabajo por hacer. La meta para los centros educativos es esquivar el desfase y experimentar una profunda reforma que no afecte solo a los contenidos, sino a los métodos y las herramientas educativas. Las nuevas tecnologías se convierten en catalizador del cambio: aprovecharlas y ponerlas al servicio de la educación es un ingrediente clave para implantar con éxito este nuevo paradigma.



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