Maestros al servicio de la educación

[Mario Schiavelli] La Comunicación Educador – Estudiante

Para todos los educadores que poseemos esa intensa pasión por educar y el deseo de mejorar constantemente nuestras capacidades y habilidades para hacer cada vez más emocionantes, eficaces y estimulantes los encuentros con nuestros estudiantes”.
Autor: Mario Schiavelli.

 

1. Ser visible.

La presencia y visibilidad en el aula es un aspecto muy a tener en cuenta a la hora de impartir una clase. Una referencia visual del profesor en el aula tiene vital importancia para los alumnos. Para ello es importante estar preferentemente de pie y en constante movimiento; con el constante movimiento logramos mantener alta la atención del estudiante.

2. Escuchar.

La diferencia entre oír a un estudiante y escucharlo es enorme, ya que cuando lo escuchamos lo estamos haciendo de forma activa y le transmitimos que aquello que nos está diciendo es importante tanto para él como para nosotros. Los alumnos de una clase demandan atención en todo momento. Debemos esforzarnos en escuchar aquello que nos quieran decir. Con ello aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación con ellos. Aquellos docentes que solo oyen sin escuchar a sus alumnos, tienen una relación distante con ellos y ello repercute negativamente en la efectividad de la enseñanza.

3. Mantener el contacto visual.

La comunicación no verbal de un docente se transmite a través de los sentidos y es fundamental en el desarrollo de una sesión efectiva. En la comunicación no verbal es igualmente importante la mirada, que juega un papel preponderante. Debemos hablar a nuestros alumnos mirándolos directamente a los ojos. Un buen contacto visual transmite seguridad, comodidad, empatía.

4. Cumplir con lo prometido.

La importancia de ser muy escrupulosos con aquello que prometemos a nuestros alumnos. Una promesa no cumplida se volverá en nuestra contra. Un docente que no mantiene su promesa o que no cumple con su palabra es un docente que poco a poco va debilitándose frente al grupo y eso puede afectar muy negativamente su proceso de enseñanza.

5. Posicionarse al mismo nivel.

Para que exista una correcta comunicación entre dos personas, éstas deben compartir el mismo código comunicativo. No debe percibirse ni superioridad ni inferioridad entre ambos. Utilizar los mismos registros idiomáticos ayuda a establecer dicho posicionamiento. En la medida que seamos capaces de compartir el mismo código, más fluida y constructiva será la comunicación entre alumno y docente.

6. Poseer un buen estado de ánimo.

Nuestros problemas personales no se deben trasladar a nuestras sesiones. Ayuda el imaginar que entrar en una clase es como subir a un escenario de un teatro: no importa cuál sea nuestro estado de ánimo, en ese momento debemos tener la capacidad de poner todo eso de lado y dar lo mejor de nosotros mismos. Ser profesional bajo cualquier circunstancia es la mejor forma de dignificar nuestro trabajo.

7. Respetar la privacidad.

En la sociedad actual la privacidad se está convirtiendo en un lujo. Es muy importante que las sesiones se centren en lo educativo y no en lo personal. Hay que mantener una cierta distancia con los alumnos y un cierto respeto por lo que a las redes sociales se refiere.

LA INTERACCIÓN

1. Cuando le hablemos a nuestros alumnos, sepamos interpretar que nos están escuchando y nos están entendiendo. Si no hay Atención, no hay comprensión. Establezcamos un contacto visual y un acerca- miento físico suficiente mas no exagerado, para no causar sensación de “amenaza”. Entrenemos los cerebros de nuestros alumnos en observar la realidad, analizarla, e involucrémoslos en la conversación desde el comienzo. 

2. Entrenemos los cerebros para hacer comparaciones, facilitándoles conexiones cerebrales. P.e. A. mostrar un dibujo de una zanahoria y explicar que son raíces que crecen debajo de la tierra como las papas. A ese punto preguntarles las diferencias entre las dos, cuál de las dos prefieren, qué otras verduras les gusta y su descripción. B. ¡Está lloviendo! Cerremos la ventana, porque de lo contrario se moja el piso! ¿Y eso por qué sucede? Estas y otras preguntas servirán a los niños para organizar conceptos y ayudarlos a comprender lo que sucede en torno a ellos cotidianamente. Desarrollan la coherencia y las relaciones causa-efecto.

3. Los niños aprenden a través de las emociones positivas y el afecto sincero. Es muy importante que comuniquemos y enseñemos a hacerlo, incluyendo en lo que decimos adjetivos que expresen emociones. Un cerebro emocionado genera atención y creatividad.

4. Demostrar a nuestros alumnos constantemente que los estimamos y que confiamos en ellos, acep- tándolos tal como son. El cerebro disfruta con la confianza y les otorga sensación de bienestar y felicidad. Los niños deben tener confianza en sus propias capacidades. Debemos ayudarles a que hagan cosas que sean capaces de hacer con pequeños desafíos que sabemos puedan superar con un pequeño esfuerzo. Dejarlos experimentar a través de pequeños pasos, para así evitar la sensación de frustración.

5. Debemos elogiarlos continuamente, también cuando se equivocan, aunque sea por el esfuerzo de haberlo intentado. Nunca corregirlos abruptamente. Al cerebro le gusta ser comprendido, lo tranquiliza. No hay que estigmatizar el error, debe entenderse como un paso obligado al aprendizaje. Si no hay error, no se aprende.

6. Eduquemos a nuestros alumnos a programar, a crear un plan para lograr un objetivo. P.e. “¡Ahora pongamos en orden el aula todos juntos y luego leeremos un cuento!”, Recordar que el deber viene siempre antes de la gratificación: “Antes las tareas y luego jugamos”. Las reglas y los límites y el respetarlos, ayudan al alumno a sentirse seguro.

7. Ayudemos a desarrollar la Empatía, otro elemento fundamental que nadie nos enseña. Estar y com- partir con los otros alumnos, juegos, fiestas, estados de ánimo, siempre atentos a las buenas maneras: saludar, agradecer, escuchar, dejar hablar.

8. Colaboremos al desarrollo del sentido de responsabilidad, asignándoles encargos y toma de decisiones.

9. Estimulemos su natural curiosidad hacia lo nuevo. Nuestros miedos pueden bloquear los cerebros de nuestros alumnos. Demasiadas advertencias desalientan al niño a tomar iniciativas propias. Ellos tienen que afrontar nuevos desafíos, por supuesto siempre atentos a su incolumidad física y mental.

10. Nunca cataloguemos negativamente a nuestros alumnos (desordenado, desatento, maleducado, gritón, egoísta, etc.). Si algún alumno presenta particulares problemas, estructuremos acciones (con la colaboración de sus padres) para modificar de a poco esos comportamientos. Recordemos que al cerebro le gusta ver sus avances, se retroalimenta de ellos y se autoestimula a hacerlo cada vez mejor.

11. Comuniquémonos con nuestro alumnado siempre de manera positiva. Ayudemos a ver “el vaso siempre medio lleno”. Nunca los castiguemos. En vez de decir: “¡Estás sucio, vete a lavar!”, intentemos con “¡Te ves tan lindo cuando estás limpio! ¿Qué tal si nos aseamos un poco?”

¿Notan la diferencia?

Autor: Mario Schiavelli, de nacionalidad Italiana.
Profesor de Idiomas Modernos (Inglés – Italiano – Español – Portugués).
Egresado de las universidades de Siena y Perugia, Italia.
Coach en Neuroeducación y Comunicación Interpersonal – (International Coach Federation -ICF- EEUU).
Fundador y Director de GOTEACH&COACH (UK), un proyecto multilingüe de formación y educación para docentes y alumnos con la finalidad de promover cambios eficientes y eficaces en el ámbito educativo mundial. A tal propósito, organiza, dirige y dicta conferencias, seminarios y talleres sobre Neuroeducación e Inteligencia Conversacional.
Creador de «Proyecto Icarus», una iniciativa de promoción cultural sin fines de lucro para niños y jóvenes de áreas económicamente desfavorecidas a través de la enseñanza de idiomas y sus culturas para así lograr promover una nueva y más proactiva visión del Mundo.
Autor de «Enseñar Sin Enseñar – Manual para el nuevo Educador.»
Autor de «Conversar Sin Conversar – El poder de las Conversaciones.»
Blog: nocommenteducation.blogspot.com

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