e¿Están todos de acuerdo sobre qué es, cómo se aplica y cuál es el objetivo de una evaluación? ¿Es la evaluación docente el punto de partida para aprender y mejorar en la educación de una determinada realidad? ¿Cómo se perfeccionará la tarea docente sin un diagnóstico? ¿Son claras las normas y objetivos sobre la evaluación docente? ¿Es la evaluación docente fuente de aprendizaje, o queda reducida a la aplicación elemental de técnicas de medición? ¿Motivan las evaluaciones docentes a seguir mejorando el enseñar a aprender? ¿Porqué es tan difícil, en algunos países, la aplicación de evaluación docente? ¿Cómo evalúan a sus profesores los países con mejor ubicación en el Informe PISA? …
Son tantos los interrogantes, como otras tantas las (diversas) opiniones sobre este tema que, sin la intención de polemizar, sino de conocer algunas reflexiones y experiencias, es que compartimos este artículo, esperando pueda ser útil para dialogar y conseguir valoraciones más honestas, justas, personales y correctas.
El experto en estrategia docente de Oficina Regional de Educación de la Unesco para América Latina y el Caribe, Cristián Cox Donoso, opina que “toda política de profesionalización docente supone inevitablemente implementar la evaluación de maestros“, pero no hay un sistema de evaluación que sirva de referente para todos. Las evaluaciones docentes que conocemos, necesariamente deben ser adaptadas al contexto propio de cada realidad educativa, para que funcione. Según los expertos, debe cumplir con las siguientes características: los estándares de medición deben estar bien establecidos, los maestros deben conocerlos y quienes los evalúan deben estar bien formados. Tres marcos que no siempre se dan juntos y/o son los mejores.
La evaluación es un proceso que se cumple a medida que se va desarrollando el proceso enseñanza-aprendizaje. Nunca podrá ser una acción que se produce sólo en un determinado momento. Además, debe ser concebida como un medio y no como un fin; un medio para corregir errores, para reorientar acciones o para fortalecer experiencias de aprendizajes.
La evaluación docente, por lo tanto, debe siempre estar en relación con los principios de continuidad, y de formación permanente. Las evaluaciones que no se orientan para analizar y mejorar el proceso de enseñanza – aprendizaje de los docentes, podrá ser cualquier cosa, menos evaluación. Hacerlo para controlar los reclamos de revalorización integral de la tarea docente es señal de debilidad y de cobardía, es mostrarse fuerte con el débil, y además, es pervertir y distorsionar el verdadero significado de la evaluación educativa, sostiene el Profesor José N. Vargas Ponce.
Aunque reflexiona sobre la evaluación en general, les sugerimos la lectura de este artículo: REFLEXIONES, CITAS E INTERROGANTES SOBRE EVALUACIÓN Y CALIDAD EDUCATIVA.
La Catedrática de Psicología de la Educación (Universidad Autónoma de Madrid), Elena Martín, opina que son “poco frecuentes las experiencias de evaluación de la práctica docente, lo que no deja de sorprender ya que constituyen la pieza esencial del proceso. Los factores de calidad del centro –liderazgo, participación, comunicación, planificación de los proyectos pedagógicos– son fundamentales en la medida en que favorecen las condiciones necesarias para que los procesos de aula se desarrollen de la mejor forma posible. Pero la influencia directa sobre los alumnos y alumnas se produce en la interacción que tiene lugar durante las actividades de enseñanza y aprendizaje. Si no llegamos a desentrañar la actividad diaria de la clase, difícilmente podremos entender las causas de los resultados de aprendizaje de los estudiantes”. […] Los docentes que se implican en un proceso [de evaluación] de esta naturaleza deben tener claro que no tendrá repercusiones laborales, si queremos que confíen y colaboren en su desarrollo”. ¿Se propicia el conocimiento del proceso, el diálogo y el entendimiento entre los profesores y las autoridades?
Es preciso estar de acuerdo que la evaluación docente es un proceso, no una prueba o examen puntual, es la medición de los objetivos aprendidos y puestos en práctica, es fundamento de un diagnóstico para crear, inventar, aplicar, usar, …. todos los recursos pedagógicos a la mano para conseguir el aprendizaje propuesto o planificado, que motive y valore el esfuerzo de los maestros. Además, de manera inseparable con lo anterior, siempre se “debe recoger la perspectiva del conjunto de los colectivos implicados en los procesos de enseñanza y aprendizaje: alumnado, familias, responsables académicos y el propio docente. Por supuesto, no todos ellos pueden valorar las mismas dimensiones, pero cada uno aporta una visión específica y complementaria que contribuye a enriquecer la comprensión de la práctica analizada”. “La evaluación educativa es aprendizaje y todo aprendizaje que no conlleve autoevaluación de la actividad misma del aprender, no forma” (Pedro Ahumada Acevedo). LA IMPORTANCIA DE EVALUAR LA PRÁCTICA DOCENTE.
El sistema de evaluación docente debe buscar ayudar a los profesores a mejorar su práctica docente, y como servir como exploración válida para medir la calidad de la enseñanza, identificar a aquellos maestros que no desempeñan su labor como deberían, y ofrecer una crítica constructiva a los docentes para que prosperen en su servicio. Esto debe ser entendido y aceptado, sin ese falso concepto o percepción de que la equivocación o el error académico hay que castigarlo con nota desaprobatoria, sin valorar el esfuerzo y olvidando que lo más importante es enseñar a aprender a hacerlo bien y correctamente. Ken Robinson nos aconseja tener en cuenta que “los mejores inventores no hicieron su descubrimiento al primer intento, sino que tuvieron que pasar por muchas pruebas fallidas antes de conseguir lo que buscaban”. DEBEMOS PERDER EL MIEDO A EQUIVOCARNOS DESDE PEQUEÑOS.
Parece (por algunas publicaciones) que, en determinadas realidades educativas, los profesores si saben y están convencidos que la evaluación docente es una acción propia y necesaria del proceso educativo, porque permite tomar decisiones correctas, hacer juicios y orientaciones constructivas, y mejora la educación de su país. Veamos cómo se realiza la evaluación docente en algunos de los países que ocupan los primeros lugares en el Informe Pisa.
En SHANGHÁI, como en el resto de la República Popular China, existe un complejo sistema destinado a medir la calidad de sus profesores. Los criterios generales se establecen a nivel nacional, se detallan a nivel local y es cada escuela la encargada de llevar a cabo las evaluaciones. En éstas se mide también “la integridad profesional o los valores” del maestro, no sólo sus habilidades y capacidades. El proceso incluye la autoevaluación, cuestionarios a los colegas, a los alumnos y a los padres, y tiene en cuenta también los premios que el docente haya podido recibir y los resultados académicos de sus alumnos. Y los resultados van directamente al gobierno central. “El reto en China es redefinir el sistema para hacerlo más científico” (Vivien Stewart).
El sistema de evaluación de maestros de SINGAPUR -llamado Sistema de Gestión de la Mejora del Rendimiento (EPMS)-, tiene tres ejes: itinerario profesional, incentivos económicos y sistema de evaluación. La evaluación es obligatoria desde 2005 para todos los maestros, quienes deben someterse a ella cada año. Se lleva a cabo en cada centro escolar, y tiene en cuenta no solo los resultados académicos de los alumnos, sino también las iniciativas pedagógicas que el maestro pone en marcha, las contribuciones a sus colegas y su relación con los padres de los alumnos y con las organizaciones comunitarias. Asimismo, el maestro debe trazar su propio plan para el curso, que será revisado por el director o el subdirector en tres momentos del año.
En JAPÓN cada maestro establece sus objetivos junto con el vicedirector o subdirector y el director al principio del año, y al finalizar el curso evalúa hasta qué punto los ha alcanzado. Durante el curso las lecciones son supervisadas por grupos de profesores -y en algunos casos por investigadores y políticos vía video-, quienes deben analizar cómo planificó las clases el maestro, qué objetivos concretos logró con ellas, qué dificultades tuvo y en qué se equivocó.
En HONG KONG la educación tiene un papel muy importante, debido a que es vista por sus habitantes como un mecanismo para obtener prestigio y mejorar la calidad de vida. Las escuelas llevan a cabo evaluaciones anuales, de los profesores, que luego son revisadas entre cada tres y seis años por el gobierno. Pero no todos los sistemas de evaluación docente se definen a nivel nacional ni son tan formales.
En FINLANDIA, un país que ha perdido posiciones en los últimos informes PISA, pero que sigue siendo un importante referente educativo a nivel internacional, la manera de medir el desempeño de los profesores es mucho más informal. Fue a principios de la década de 1990 cuando este país del noreste de Europa abolió el sistema de inspección escolar, y hoy la evaluación se lleva a cabo en cada centro, en base a conversaciones entre el propio maestro y su director. Es un modelo basado en la confianza“, matiza Paulo Santiago, analista de la Dirección de Educación y Capacidades de la OCDE.
La información completa, sobre la evaluación docente en estos países, la puede Usted encontrar en: CÓMO SE EVALÚA A LOS MAESTROS EN LOS PAÍSES CON LA MEJOR EDUCACIÓN DEL MUNDO
En el caso de CANADÁ, en Ontario, desde 1997 el Colegio de Profesores de Ontario (OCT), expide todas las licencias de docencia en la provincia, regula al profesorado y fija los estándares de docencia para las escuelas públicas. A los programas de formación docente ingresan aquellos bachilleres con mejor desempeño académico (puntajes en el tercio más alto de los exámenes de ingreso a la universidad) y excelente calificación en la entrevista. La evaluación docente incluye una autoevaluación, la observación de la práctica en el aula y la retroalimentación del rector.
En COREA DEL SUR, en el currículo de los docentes se debe enfatizar el aprendizaje activo y la adquisición de habilidades como la creatividad, la innovación, el autoaprendizaje y el trabajo en equipo. Evalúa y califica cada tres y cinco años a todas las instituciones de formación de maestros. La experiencia es el criterio de mayor importancia en el ascenso, seguido por el desempeño y las actividades de actualización. Solo aquellos que obtienen el puntaje máximo ascienden.
Se puede deducir que existen algunas diferencias específicas entre ellos, pero tienen en común, algunos criterios:
- Tienen selectivos programas de formación docente, de muy alta calidad, que enfatizan la práctica y la investigación pedagógica,
- Se evalúa el desempeño docente para el mejoramiento continuo, y las oportunidades de formación en servicio responden a las necesidades específicas de cada docente,
- Los maestros reciben una remuneración alta y competitiva al inicio y durante su carrera profesional.
- La docencia es una de las profesiones con mayor estatus social, con lo cual logra atraer a los mejores estudiantes de su país.
Interesante artículo del portal digital de Radio Caracol de Colombia: LOS MEJORES DOCENTES ESTÁN EN FINLANDIA, CANADÁ, SINGAPUR Y COREA DEL SUR.
Por todo lo expuesto, parece ser que la acción primera y fundamental de toda evaluación docente es la óptima selección de los candidatos a ser profesores; la oferta de un servicio social bien remunerado, la cuidadosa y seria formación inicial y la capacitación y formación permanente de los docentes. El deseo de una formación continua, orientada desde la autoevaluación, tiene que ser consolidada en el corazón del estudiante para profesor, desde su formación inicial. El estudiante para ser profesor necesita formarse en un ambiente de excelencia, con aulas equipadas, recursos pedagógicos de punta y con profesores de probada calidad profesional y moral. Los profesores de profesores constituyen para los futuros maestros una discreta, pero constante «invitación» a adoptar conductas y actitudes del mismo tipo, como una influencia moral tácita. “En la escuela no se aprenden sólo contenidos, sino costumbres y valores”, nos dijo el Papa Francisco. El Profesor Jorge Pacheco afirmó, en un artículo que publicamos anteriormente, que el maestro siempre, quiera o no, es un referente para sus estudiantes. EL BUEN MAESTRO SE CONVIERTE EN REFERENTE EN LA VIDA DE SUS ALUMNOS.
Es claro que, para esa buena formación inicial docente, el futuro profesor requiere programas curriculares abiertos al pensamiento crítico y la creatividad, un aprendizaje integral que exija el desarrollo de capacidades, comportamientos sociales, afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras, (competencias llamadas por algunos expertos), que le permitan llegar a desempeñar una tarea óptima, siempre en constante investigación. Junto al aprendizaje cognitivo y emocional, también se necesita aprender el valor de una correcta y sana evaluación docente.
[socialpug_tweet tweet=”El futuro profesor también necesita saber que sus expectativas salariales son atrayentes y suficientes para vivir sin apremios ni angustias económicas; que la sociedad le reconoce como el…” display_tweet=”El futuro profesor también necesita saber que sus expectativas salariales son atrayentes y suficientes para vivir sin apremios ni angustias económicas; que la sociedad le reconoce como el actor de una tarea trascendente, valiosa e indispensable; que tiene que prepararse muy bien porque la educación superior selecciona a los mejores para hacerse cargo del mayor tesoro de una sociedad: sus niños (como lo publica Finlandia). “]
El justo salario docente contribuye al fortalecimiento de una buena autoestima, a un convencimiento de que “estar al día” es una exigencia vocacional, no una imposición laboral, ni salarial. Además, su perseverancia, su paciencia y su resiliencia como virtudes vocacionales de maestro, le asegurarán que está donde quiere estar, haciendo lo que quiere hacer y que desea hacer todo lo que hace de la mejor manera.
Para aceptar una evaluación, sin miedos o temores subconscientes, silenciosos o explícitos, el profesor tiene que estar convencido (por reflexión y convicción personal) que el amor por el saber y aprender es una actitud propiamente docente; porque saber para aprender, libera, y es en los ambientes educativos (como la escuela) donde se encuentra con los otros actores educativos, donde adquiere experiencia pedagógica y ayuda para mejorar su servicio. “Son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento, madre de toda certidumbre» (Leonardo da Vinci).
Aquí, si le interesa, encontrará alguna información sobre los salarios a profesores, en algunos de los países que evalúan sin mayores problemas: ¿CUÁLES SON LOS SUELDOS DE LOS MAESTROS EN LOS 5 PAÍSES QUE MEJOR PAGAN?
Si los profesores somos evaluadores de nuestros estudiantes, ¿para qué los evaluamos? ¿Para mejorar nuestro itinerario, corregir los errores, descubrir las falencias, consolidar los logros, …? o ¿para llenar un registro de ocurrencias, que tanta importancia tiene para para las “compañías certificadoras” de calidad burocrática y administrativa? ¿Cómo medimos o apreciamos nuestro correcto avance y éxito de enseñar a aprender? ¿Somos los profesores ejemplo y referentes de saber y aceptar la importancia de la evaluación para mejorar nuestra tarea? ¿Es posible sin un buen diagnóstico encontrar el mejoramiento personal y profesional del maestro?
“El evaluador es un educador; su éxito debe ser juzgado por lo que otros aprenden” ( Lee Joseph Cronbach).
¿Mucho soñar?, puede ser, porque creemos que no es fácil muchas veces convenir todas las partes en un acuerdo (pedagógico, laboral, salarial, …), pero sabemos también que es peor, y nos termina haciendo más daño, la carencia de un pacto, como dijo el Papa Francisco: “Sé que no es fácil poder congeniar en un mundo cada más competitivo, pero es peor dejar que el mundo competitivo termine determinando el destino de los pueblos” (17/02/2016).
“Los que dicen que es imposible, no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo” (Thomas Alva Edison).
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF