Como decíamos dos años atrás, al unirnos a la celebración del Día de la Madre, (el segundo domingo de mayo en algunos países); de nuestras profesoras que, siendo madres, vienen cada día a la escuela a educar los hijos de otras madres que confían en ellas, aprendemos que la vida vale la pena vivirla por es única, bella y cada uno tenemos una misión que cumplir. Y que estamos en la escuela para que, sin ser nuestras madres biológicas, podemos acudir a ellas cuando fuera necesario. Como todas las profesoras, las madres y maestras, nos educaron y siguen educando en las escuelas, con el ejemplo de su maternidad -ese dar vida con la propia vida- libre y responsablemente.
Las profesoras con su cercanía, ejemplo y palabras nos hablado y nos hablan sobre la generosidad sin medida, la paciencia ante las debilidades de los otros, el perdón ante las burlas y ofensas de los otros, la entrega de uno mismo (hasta que duela diría la Madre Teresa de Calcuta) para poner atención en las clases, copiar y cumplir las tareas, la fortaleza frente a la desilusión de no conseguir un objetivo o desaprobar una evaluación, la compasión y la empatía ante los amigos que no la pasaban muy bien en sus hogares, sufrían alguna discapacidad o tenían trastornos de aprendizaje, la sabiduría para ejercer nuestra libertad con responsabilidad, la resiliencia en la adversidad y las equivocaciones, …. y que estas cosas son semillas de hombres y mujeres de bien cuando son vividas con el corazón y la mirada de una madre.
Permítannos compartir con ustedes este video del conferencista mexicano Jorge Lozano:
Con las disculpas de su autor, por motivos únicamente educativos, ojalá les sea útil:
Gracias por ayudarme a superar las burlas que otros niños me hacían y me los reemplazó por palabras de superación y optimismo.
Me corrigió mis berrinches de niño y mis arranques de juventud. Me hizo repetir cien veces hasta que escribiera y sumara bien. ¡Qué paciencia!
Me animó a valorarme y hacerme productivo, a mirar que el futuro dependía mucho de mi espíritu de superación y el tener sueños y utopías.
Me hizo entender el sacrificio de mis padres (que no veía), el valor de los útiles, el uniforme, las cosas y la importancia de cuidarlas.
Me ayudó a desterrar los sueños pequeños y me mostró que puedo soñar y volar más alto.
Me quitó mis miedos y me dejó sin excusa.
Profesora, en mi vida me faltaron muchas cosas y no sabes cuánto le agradezco me haya enseñado no solo conocimientos y el manejo de mis emociones.
Usted hizo que en mis días tristes encontrara una nueva ruta y saber de qué era capaz.
Me faltó verle la espalda, porque aun cuando mis sueños eran arriesgados nunca dejó de apoyarlos.
La suerte no es suficiente para entender cómo me tóco una profesora, que no siendo mi madre, me hiciera sentir bien.”
Desde la Web del Maestro CMF, reiteramos nuestra admiración y gratitud a las mujeres que, cumpliendo su tarea de madres biológicas, conectan sus responsabilidades naturales con su carrera profesional de profesoras. ¿Quién no recuerda -después de salir de la escuela- el referente de alguna profesora? ¿Qué profesional no evoca la presencia de la maestra en alguna de sus características de escribir o leer? ¿Cuántas veces las hemos visto a las profesoras, con su experiencia de madres, estar allí, curar, cuidar, consolar o indicar qué hacer, cuando alguien sufría alguna emergencia? … Son profesoras entrenadas por la vida, como madres, para saber asistir a cualquiera y ante cualquier situación. Momentos de la vida escolar en que la mayoría nos agolpábamos curiosos o mirábamos sin saber qué hacer, pero sí a quién acudir. Son las madres que, aprendiendo a cuidar de sus hijos, trajeron a la escuela esa experiencia maternal, para ayudar a otros niños a crecer cognitiva y emocionalmente sanos y seguros.
Esperamos que el siguiente artículo sea un buen recurso, para valorar cuánto necesitamos de una madre … también en la escuela.
Frente al inmenso y exponencial desarrollo de la inteligencia artificial (IA), del internet, las TIC, el progreso de la velocidad digital y de las herramientas y aplicaciones tecnológicas – pedagógicas, ustedes las madres y maestras, nos hacen más creíble y real, que, sin una persona cercana, nuestra educación solo sería la memorización de conceptos y la adquisición de competencias para manejar “robots”. No sé si las madres profesoras fueron las mejores en instruir y ordenar la escuela, solo recuerdo hoy, que siempre atentas y oportunas las encontrábamos en nuestra comunidad educativa. Si algunos consideramos a nuestras madres como regalos de Dios, las profesoras y madres son ángeles que Dios nos regala en la escuela.
Son ustedes las profesoras, como madres y maestras, un gran ejemplo para buscar y lograr encontrar ese esquivo tiempo para la actualización permanente en cualquier profesión, porque sin dejar de cumplir con su responsabilidad como madres de familia, cuya vida ordinaria también se ve alterada a causa de sus tareas educativas, en la escuela y en la casa, han comprendido que “ser una madre a tiempo completo es uno de los trabajos mejor pagados, ya que el salario es puro amor”. (Mildred B. Vermont).
“Una madre es la mejor amiga que tenemos, cuando las duras y repentinas pruebas caen sobre nosotros; cuando la adversidad se cierne sobre la prosperidad; cuando los amigos nos abandonan; cuando los problemas se multiplican a nuestro alrededor, ella seguirá a nuestro lado, y se esforzará con sus amables consejos para disipar las nubes de la oscuridad y hacer que la paz regrese a nuestros corazones”. (Washington Irving (1783 – 1859).
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF