Dentro de unos días, estaremos celebrando el día de la Amistad, para otros el Día del amor y por ello les traigo a colación, el siguiente relato: El matrimonio de don Rafa y doña Chonita tiene casi setenta años y ellos consideran como un regalo de Dios el poder seguir unidos, acompañándose ahora que más lo necesitan. Los atributos de su juventud, e inclusive los de su edad madura ya desaparecieron, o por lo menos disminuyeron; el tiempo no perdona: la piel ya no es tersa, la memoria no es tan buena y el buen humor a veces se pierde fácilmente. ¿Qué es entonces lo que mantiene unido a este matrimonio?
Don Rafa dice que es la voluntad firme de amarse mutuamente y pensar más en el bienestar del compañero que en el propio. Chonita insiste en que la voluntad es muy frágil y que gran parte o posiblemente todo, se lo deben a la gracia especial que recibe el matrimonio.
Resulta cierto que cuando no falta una cualidad, sobra un defecto. En las parejas jóvenes, el amor es un deseo corporal o sentimental que busca al otro para sentirse feliz, pero casi nunca busca la felicidad de su pareja, sino la propia. En cambio, pasada la juventud, en las personas “mayores” de carácter sano, el amor suele volverse más maduro y son capaces de amar de verdad a la persona que escogen para compartir su vida, porque entonces ya no es tan fácil que seamos dominados por la pasión ciega o el romanticismo exagerado.
Estas personas de la tercera edad, han aprendido a compartir también la enfermedad, los achaques, las despedidas de los hijos, la muerte de amigos, en fin, su paulatina disminución de actividad e incluso de fuerza, para apoyarse mutuamente y poder decirse: aquí estoy viejito, cuenta conmigo, te ayudo, viejita, no cargues eso que está muy pesado.
Es en la edad avanzada, cuando su comunión es total, porque quedan atrás egoísmos, vanidades, superficialidades, competencias inútiles, pleitos y malentendidos. Queda claro que Doña Chonita y don Rafa no son gente extraordinaria, simplemente son un matrimonio que deseó permanecer unido hasta que la muerte los separe… y esperan no sólo llegar a los ochenta años de casados (unidos y felices), sino aún más…
Se han realizado estudios que indican que entre los 50 y 60 años las personas son usualmente más sosegadas y tranquilas y además ya a esa “altura del campeonato” se cuenta con cierta sabiduría o saber sobre el amor. Aunque realmente podemos decir que para el amor no hay edad. O, mejor dicho: dice que en todo momento de la vida se puede amar y ser amados. Y siempre y cuando se haya aprendido lo suficiente sobre la materia, a medida que pasan los años, a la hora del amor, es posible ingresar en un camino donde pocas veces se añora la juventud.
De acuerdo con opiniones de jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, el amor es “la más inexplicable y espectacular de las experiencias humanas”; El amor, es el sentimiento que “hace florecer lo mejor de cada uno de nosotros”. ¿Tiene usted esta misma opinión?
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Autor: Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba. Experiencia laboral: Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco. Correo electrónico: [email protected] Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto |
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