Carmela Aspíllaga: “Un país que educa, no engendra masa”

Exdecana de la Facultad de Ciencias Educación, tuvo en sus manos la tarea de iniciar esta Facultad, que este fin de semana celebra sus 25 años de labor formando los docentes que necesita el país.
Carmela Aspíllaga Pazos es doctora en Educación y Comunicación por la Universidad de Navarra, exdecana de la Facultad de Ciencias Educación de la Universidad de Piura. Tuvo en sus manos la gran tarea de iniciar esta Facultad que hoy celebra sus 25 años. Nos habla sobre la misión y visión que se tuvo, lo que debe primar en Educación y lo que hace falta para formar personas y no hombres masa.

De entrada aclara que, como la UDEP, esta Facultad  nació al calor de las enseñanzas de San Josemaría, su primer Gran Canciller y Fundador y del Opus Dei. “No hay otra Facultad con más potencia en cuanto a jugarse por el país. Hoy en día, la educación es prioridad uno a nivel mundial, con justificadísimas razones de los gobiernos, de entidades, de instituciones, de la familia, de todos”.

¿Con qué fin se creó la Facultad de Ciencias de la Educación de la UDEP?

Su objetivo es la formación integral de la persona y de docentes capaces de elevar el nivel cultural de un país, dotándolos no sólo de conocimientos tecnológicos, científicos, etc., sino fundamentalmente atendiendo a su formación humanística.

El hombre culto es rocoso, tiene muchos recursos para vivir la vida, muchos enfoques interesantes y positivos. La Facultad ha sido extremadamente fina y cuidadosa en la formación cultural que proporciona.

¿Hay algún prerrequisito para lograr una buena formación en el docente?

Que sean muy buenos estudiantes, con talento, con vocación (ese sería el prerrequisito), para que a través de la docencia puedan dar fiel cumplimiento a la tarea profunda de educar. Un país que educa no engendra masa porque forma seres humanos libres y responsables, que toman sus propias decisiones proyectándose desde los principios en que asientan su vida. Hombre masa, en cambio, es aquel a quien le piensan sus pensamientos, le opinan sus opiniones y le viven su vida.

¿Qué ha dado a Piura, al país, esta Facultad en estos primeros 25 años?

Profesores con una formación humanística bien diseñada y sabiamente impartida, que les da una visión integral de la realidad, en vez de la visión fragmentada que transmite una formación ecléctica.  Sin un proyecto educativo claro y bien definido no podría implantarse esa visión integral.

Así las cosas, o se da esa formación o se queda la persona mermada en sus posibilidades de realizarse como tal.  De alguna manera va agostando sus horizontes hasta quedarse empobrecida.  Vienen a cuento las palabras del poeta: Luz del alma, luz divina/ fuego, antorcha, estrella, sol/ un hombre a tientas camina/ lleva a la espalda un farol. No es que no haya luz,  camina a tientas porque se ha echado el farol a la espalda.

Y en cuanto a formación y capacitación de maestros en la región y el país…

La Universidad de Piura ha venido trabajando en el Ministerio de Educación y por encargo de este, a través de concursos ganados por méritos propios. Han pasado por sus aulas en estos 25 años miles de maestros.  Mucho antes de que se creara, la Facultad tuvo la preocupación de atender a los profesores y de aceptar el participar en estos concursos para asumir la tarea conjunta con el MINEDU.  Entre los logros, además de la formación, está todo el material didáctico –libros, módulos, software, etc.- necesario para esta tarea, elaborados por profesores de la Facultad.

¿Qué recuerdos guarda de su época como la primera directora del Programa de Ciencias de la Educación (aún no había Decanato)?

Tuve muchas alegrías con mis alumnos; he tenido colaboradores extraordinarios en la Facultad, algunos de ellos aún están allí: el Dr. Pablo Pérez, Maricarmen Barreto, Flor Hau Yon, Violeta Zambrano, por mencionar algunos; y desde hace varios años hay profesores que fueron mis alumnos.  Me alegro cuando me los encuentro en tan diversos lugares del país, haciendo gala de ese entusiasmo y de la seguridad de saber a lo que van.  Pienso que salen de la Facultad con una brújula muy clara.

Las Humanidades en la Educación
En este mundo de innovaciones y cambios científicos y tecnológicos, ¿qué debe primar en la Educación?

El protagonismo debe ser de los estudios humanísticos. Tocan las preguntas eternas, las cuestiones ineludibles: el sentido de la vida, su fin, su origen, su destino y su valor. Concentrarse en la especialización profesional, en detrimento de esas cuestiones, supone perder lo que nos distingue de las máquinas y de las bestias de carga.

Las humanidades buscan ser más y no tener más, usar de las facultades humanas para lo que se ordenan: la verdad y el bien.  Son asignaturas que amplían los horizontes y evitan que la perspectiva sea estrecha o superficial. Son estudios que afinan el corazón del estudiante, le dan  la capacidad de captar los matices de la vida, de distinguir lo armónico y lo sublime de lo mediocre, de apreciar más cosas y de ser más feliz,  porque puede acceder a una gama más amplia de valores.

El Dr. Polo daba un ejemplo muy bonito al decir que la tarea de educar se equipara a la de ver un pajarito encogido, pequeñito y mojado y decirle: ¡Mira, tienes un bultito  ahí a la derecha y lo puedes abrir, despliégalo, más, mucho más! ¡Totalmente! ¿Ves? ¡Es un ala!  Y ese otro bultito al lado izquierdo igual. ¡Ábrelo! Es otra ala.  Tienes dos alas: el intelecto y la voluntad libre.  Ahora… ¡échate a volar!

Esto es educar: poner a la gente en condiciones de desplegar totalmente estas dos alas del espíritu humano, junto a todos los conocimientos que se adquieran, y echarse a volar.  Suelo decir, por eso, que educar es hacer al hombre cada vez más capaz de libertad, es decir de elegir, porque le da la real gana,  el bien verdadero. Eso sí que es volar alto, cara al sol, y no conformarse con vuelos de ave de corral.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Universidad de Piura en el siguiente dirección: udep.edu.pe | Por: Julio Talledo



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