Si logramos impactar por lo menos a un alumno, este permeará un cambio en su vida y en la sociedad, lo que al final del día, es el objetivo de la educación. En resumen, quizás no impactemos en 50 alumnos, pero el poner un grano de arena en el cambio que necesitamos, hace de nuestra labor una de las más importantes en este siglo XXI.
Hay en nosotros, los docentes, una gran resistencia. Resistencia al cambio. Resistencia a ser un docente impactante.
Hoy más que nunca estamos viviendo en una etapa donde nuestros alumnos ya no son iguales a los de hace 10 años, por ejemplo. Así mismo, el sistema educativo y sus objetivos están en constante cambio. No se hable de las tecnologías y los recursos digitales que, aunque son parte de nuestra vida diaria, hay un gran temor de incorporarlos en nuestra labor docente.
Un buen profesor es la base de una educación exitosa y para que esto sea así precisa tener una serie de habilidades personales y profesionales. Porque enseñar no es solo transferir conocimientos, es mucho más, se trata de saber crear las condiciones necesarias para que los alumnos aprendan a pensar y a construir su propio conocimiento sobre el mundo que les rodea.
Un buen profesor necesita no solo un amplio conocimiento de la materia que imparte y un plan de estudio; necesita ser entusiasta, cariñoso y empático pero también firme y respetuoso, responsable, flexible y comunicativo. Estas entre otras características conforman las claves para ser un buen profesor.
Algunos docentes, hemos tenido oportunidad de trabajar con otros colegas en cursos de capacitación y actualización, donde como instructor puedo dar fe, de cuáles son las áreas donde más nos resistimos a dejar un impacto en nuestras aulas.
Hoy resaltamos 10 de ellas que nos parecen imprescindibles.
Las claves para ser un buen profesor
Un buen docente entre las muchas habilidades que debe desarrollar ha de mostrar ante todo:
1. Empatía, para ponerse en el lugar del alumno y entender sus dificultades o inquietudes; entenderle y ayudarle a superar los obstáculos que le frenan o para ponerle los retos necesarios que le permitan ir más lejos.
2. Paciencia, para tratar tanto con aquellos alumnos que les cuesta mucho como para los que siempre quieren más, para saber esperar a los más lentos pero también para adaptarse a los que acaban demasiado rápido.
3. Entrega por su profesión y por el trabajo que ejerce. El buen profesor se preocupa por transmitir y contagiar el afán de superación que supone aprender sin importarle el número de alumnos por clase ni las diferencias cognitivas, culturales, sociales o económicas que existan entre ellos.
4. Entusiasmo por lo que hace, capaz de motivar a sus alumnos y contagiarles las ganas de aprender y saber. Un entusiasmo capaz de llegar al alumno y hacerle despertar la curiosidad ante lo que le rodea.
5. Creatividad. Un buen profesor ha de ser capaz de ser creativo tanto en el modo de atraer la atención de los alumnos como en la forma de exponer sus conocimientos creando lecciones únicas, cautivantes y dinámicas.
6. Flexibilidad. Ante una situación especial o problema debe ser capaz de cambiar y encontrar el camino para que todos los alumnos comprendan el concepto que está explicando. Cambiar el rumbo y adaptarse a las necesidades del grupo clase.
7. Coherencia en sus decisiones. Un buen maestro debe saber poner normas y reglas en su aula coherentes y consistentes, debe ejercer la autoridad que su posición le otorga sin caer en el autoritarismo, lo que le restaría credibilidad y alejaría de sus alumnos. Por ejemplo, si no permite a sus alumnos comer chicle, él tampoco debe hacerlo.
8. Humildad. Un buen maestro por más que se esfuerce puede no ser infalible, como cualquier persona puede cometer errores. Ser capaz de reconocerlos, admitirlos y pedir disculpas es una cualidad que siempre jugará a favor del profesor, aumentando la confianza de los niños en él, ya que le verán como lo que es, un ser humano.
9. Respeto hacia sí mismo, hacia sus compañeros y obviamente hacia sus alumnos y respectivos padres. Si hay algo que deben tener en cuenta los profesores es que son un modelo a seguir para cada uno de los alumnos, que les observan constantemente como actúan, cómo hablan, cómo se mueven, responden o visten.
10. Responsabilidad ya que trabaja con un material muy sensible: los niños y precisamente la formación de sus alumnos es el trabajo más importante que tiene que ejercer. Por eso un profesor responsable llega puntual, prepara bien las clases, motiva a sus alumnos, es creativo y comunicativo, atento y paciente buscando siempre lo mejor para todos ellos.
Un buen profesor será aquel que nuestros hijos recordarán con afecto y agradecimiento años después de dejar las aulas donde creció y aprendió con él.
Cómo ser un docente impactante y la resistencia a serlo
1. Conocer a nuestros alumnos. Creemos que todos los alumnos son iguales, y que como maestros debemos darnos un lugar de autoridad y por ello, no es posible ni tenemos tiempo de investigar como aprenden, sus necesidades y quiénes son. Nos resistimos a conocerlos.
2. Dedicar tiempo a cada alumno. La excusa número uno: tenemos grupos muy numerosos. Eso no lo debato, es una realidad, pero si no intentamos individualizar la enseñanza, nos quedaremos con la idea de que mientras mis alumnos estén callados, están aprendiendo.
3. Saber que mi estado de ánimo influye en ellos. Quizás estemos enojados con el sistema, o con las autoridades educativas, con mis compañeros, y tenemos, como todo mundo; problemas personales. Pero, ¿porque estar de mal humor cuando estoy frente a grupo? No debemos resistirnos a generar un ambiente de confianza y contagiar nuestro buen humor.
4. Fomentar la investigación. Es muy común el dar por sentado que el alumno no investigará, porque no le gusta. ¿Cuándo nos hemos dado el tiempo de fomentarlo, de convertirlo en un hábito y enseñarles el modo correcto de hacerlo? No debemos resistirnos a fomentar el autoaprendizaje.
5. Capacitarme. En este rubro tengo muchas experiencias. Desde que los maestros asistimos a cursos enojados porque era obligatorio, hasta que el hecho de que sí asistimos, pero nos resistimos a aprender. Nos mentalizamos diciendo: “Ya lo sé todo, y no necesito aprender a enseñar, porque como lo hago, me funciona”.
6. Motivar y elogiar a tus alumnos. Hay mucha resistencia en esta área. Si nadie nos motiva, porque hemos de motivar a los estudiantes. Pensamos que es su obligación venir a la escuela y cumplir. Nos resistimos a hacer nuestra clase interesante y a hacerles ver por qué la asignatura es importante.
En este tiempo de receso escolar, es un buen momento de reflexionar en los porqués de la resistencia al cambio. En por qué resistirnos en ser docentes impactantes.
Al final del camino, esta resistencia solo nos trae más frustración y enojo, porque nos guste o no, el cambio es un proceso natural de la vida, y si cambiamos para ser impactantes, estaremos impactando el lugar donde vivimos.
Este contenido ha sido publicado originalmente por educrea.cl y linkedin.com