Estimados docentes: Desde niños, estamos expuestos a relaciones sociales en grupo. En casa, con nuestros hermanos y hermanas, mayores y/o menores, y los primos contemporáneos. Antaño, cuando las familias vivían en barrios, frente a parques, en quintas o casas pertenecientes a urbanizaciones, también había una socialización permanente (eso ya no pasa mucho en las actuales formas de vivir, en edificios altísimos en los que nadie se conoce entre sí). Y, por supuesto, en el colegio, desde el nivel Inicial hasta el último año de la Secundaria.
Esto significa que la amistad, primero, y el amor, después -en teoría, desde los años en que comienza la pubertad/adolescencia, aunque eso también está cambiando y no necesariamente para bien- son parte fundamental del crecimiento individual desde los estadios más tempranos.
Es un hecho comprobado por la experiencia y por estudios sociales que es durante la infancia y la adolescencia que se forman los lazos amicales más fuertes. Inclusive la primera adultez pues cuando un joven que termina el colegio inicia su formación académica superior (academias, institutos, universidades) conoce a jóvenes con las mismas expectativas, sueños y objetivos, a veces no muy claros, pero sí coincidentes y se forman así fuertes redes de amistad que, con los años, se mantienen a pesar de que los trabajos y las vidas familiares los terminen alejando.
Lo mismo ocurre con el amor. A pesar de la crisis de valores que han vuelto superficiales y prematuros los despertares románticos e incluso los sexuales, las relaciones amorosas más fuertes y sinceras se inician entre los 15 y 22 años. por supuesto que, a esas edades, también se producen las primeras decepciones y confusiones. Pero aquellas parejas formadas en los salones de colegio o universidad o, antiguamente, en los barrios horizontales de la ciudad y el campo, que hayan sobrevivido a sus dificultades, casi siempre son más unidas y estables que aquellas formadas ya en la adultez que carece de ilusiones y está más marcada por otra clase de expectativas, intereses y traumas de experiencias pasadas.
El amor y la amistad, cuando se viven de manera sincera, son sentimientos y emociones positivas que hoy pelean a contracorriente por una forma de ser y entender las cosas menos profunda y más orientada a lo material. Las celebraciones del Día de San Valentín y toda su sobrecarga publicitaria, sin hablar del cruce de conceptos con cuestiones negativas como la infidelidad, la farándula ligera y cosas peores, es la mejor prueba de ello.
Lectura recomendada
El datov
- Es pertinente detenernos un poco a reflexionar sobre lo que acontece en la mente de los jóvenes cuando el amor surge de forma súbita, un sentimiento que puede resultar abrumador por el significado inconsciente que lleva consigo.
- La mayoría de los jóvenes tienden a huir de un vínculo profundo; la intención y motivación es la satisfacción parcial de su sexualidad, que en ese momento es exploratoria y preparatoria.
- En el momento en el que el adolescente deja la lucha encarnecida por no volverse dependiente y elabora la confusión de que el amor es sometimiento, su actitud hacia el otro cambia y se generan sentimientos de ternura, donde predomina la preocupación por preservar su cariño.
Fuente: Centro Eleia.com
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