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[Alexander Ortiz] Conciencia y presencia: dos aliadas del bienestar humano

Cuerpo del ego
¡No hay nada más nocivo para el bienestar humano que el cuerpo del ego, las máscaras del ego: soberbia, arrogancia, altanería, ira, orgullo, vanidad.
El insulto y la burla atacan la autoestima, la identidad y el valor de la persona agredida. El insulto y la burla no aportan nada. Las palabras no se las lleva el viento, quedan escritas en el subconsciente y en el corazón de la persona ofendida. Es por ello que, si no perdonas y te perdonas, enfermas. El perdón es fundamental para sobrevivir, para reinventarse. Cuando una persona te ofende o maltrata es porque está sufriendo mucho, está enferma del ego, que usa sus máscaras para ocultarse, y va corrompiendo a la persona por dentro. Su dolor genera una guerra contra ti. Pero debes perdonarla, para que puedas sanar, comprender e incluso amar. El duelo no se puede eternizar.

Respirar, ser y estar, son maneras de vivir en plenitud, si quieres vivir en paz, armonía y sosiego, debes practicar la compasión y el amor indefinido e incondicional. Quédate en frente de tus enemigos y ámales. Si no puedes, acéptalo y quédate respirando todo aquello que en tu interior te inventaste para olvidar que ese enemigo y tú son lo mismo.

Cuando una persona causa daño, no quiere actuar así. Ella no es así. Actúa así porque está sufriendo mucho, siente mucho dolor en su corazón. Ningún ser humano es malo. Toda conducta negativa tiene su origen en un daño interior.

El orgullo y la vanidad van corrompiendo por dentro. Uno no lo percibe, uno lo niega, no se percata; son máscaras del ego. La causa es pensar en el pasado y/o en el futuro.

La soberbia, la ira, la arrogancia y el resentimiento, solo se disuelven concentrándonos en el presente, estando atentos, siendo conscientes del aquí-ahora.

El orgullo, el rencor y la venganza son los peores sentimientos que puede albergar un ser humano, no solo terminan destruyéndolo a sí mismo, sino que destruye también a las otras personas que le rodean.

Hay que aceptar que somos humanos y que todos nos equivocamos. Debemos perdonar para liberarnos. Ese es el verdadero amor, entender a las personas que amamos y perdonarlos, no importa cuantas veces sea necesario hacerlo para poder vivir en armonía y en paz.

Cuando nos desnudemos de todo lo que no somos, seremos amor, bondad, felicidad. Todos somos amor bondadoso, compasión, verdad, felicidad, esencia del Ser verdadero. Pero estamos vestidos de odio, codicia e ignorancia. Somos inconscientes, estamos distraídos. Cuando despertemos, descubriremos nuestro propio Ser.

¿Cómo despertamos a la conciencia?, ¿cómo dejamos de estar distraídos?

¡Sería fantástico descubrirlo en un mundo de tanto dolor y odio!

Despertamos a la conciencia estando atentos, observándonos en cada experiencia vital, mirándonos, viviendo nuestro vivir.

Esto a modo individual. ¿Y las organizaciones? ¿La sociedad? ¿Los gobiernos?

Si cada uno lo hace individual, vivimos felices todos. No hay otra forma. El cambio societal es en esencia un cambio individual.

Vivir aquí-ahora

En una ocasión una gran amiga me dijo: He estado observando mi mente y es horrible. No hace lo que uno quiere. Es autónoma, ingobernable. Me da miedo mi mente.

¿Pero todas las mentes son así o solo algunas?

¿Por qué hay tanta gente feliz en este mundo, en paz, tranquilas, sin dolor, a pesar de su mente loca?

Le dije: Mucha gente decide sonreír por aparentar o llenan sus vidas de banalidades. En realidad, yo no veo tanta gente feliz. Aparentemente están felices, pero no están viviendo su presente, mientras desayunan están pensando en alguna actividad que deben realizar al medio día, mientras almuerzan piensan en la factura que deben pagar en la tarde, mientras se duchan están pensando en el salario que aún no le han consignado. No viven su presente aquí-ahora, no viven su vida, no son felices.

Vivir tu presente aquí-ahora es purificarse, es necesario comprender el ahora, pero no como un estado que deseo alcanzar, sino comprender en el tiempo que habitas el ahora, en ese momento, respirar ese momento es purificación.

La purificación está en vivenciar el suspiro de este preciso momento, contemplar la respiración en este instante, observar conscientemente y vivir a plenitud ese fragmento de vida que llamamos aquí-ahora, la configuración de las biopraxis.

Todo lugar es aquí, y todo momento es ahora. Pero en ocasiones no disfrutamos esos momentos porque las emociones aflictivas y los pensamientos nocivos se apoderan de nuestro vivir cotidiano, y no nos permiten vivir aquí-ahora. No nos damos cuenta, no nos percatamos, no somos conscientes, porque no estamos presentes, no estamos viviendo en el aquí-ahora, estamos viviendo aún en el nocivo pasado, y nos preocupa el incierto futuro.

Debes ser consciente de todo lo que haces, estar presente

  • ¿Qué estás haciendo ahora?
  • ¿Cómo te sientes?
  • ¿Qué estás viendo?
  • ¿Qué escuchas?
  • ¿Qué hueles?
  • ¿Estás hablando?
  • ¿Estás escribiendo?
  • ¿Estás leyendo?
  • ¿Escuchas música?
  • ¿Estás bailando?
  • ¿Estás cocinando?
  • ¿Estás comiendo algo?
  • ¿Estás lavando los platos?
  • ¿Qué estás tocando?
  • ¿Te estás bañando?
  • ¿Estás viendo TV?
  • ¿Practicas algún deporte?
  • ¿Hablas o chateas por el celular?
  • ¿Estás haciendo aseo a tu casa?
  • ¿Qué haces ahora mismo?

Cualquier cosa que estés haciendo ahora mismo, es la correcta, estás bien, todo está bien, estás tranquilo o tranquila y en paz aquí-ahora.

Y si no te sientes alegre, si sientes malestar, desasosiego, tristeza o depresión, es porque no estás viviendo tu presente aquí-ahora. No estás consciente de lo que estás haciendo aquí, ahora mismo. Estás en el pasado. Tu cuerpo está en el presente en el que todo está bien, pero tu mente te llevó al pasado, con los pensamientos, con los recuerdos, que ya no existen.

No debes estancarte en el pasado. No puedes ver la luna de anoche, no puedes ver la noche oscura de ayer. Solo puedes ver el día hermoso y apacible de hoy. No debes preocuparte por la oscuridad de ayer, solo está en tu mente; porque en tu presente todo está bien, todo está iluminado.

Si sientes estrés, ansiedad, angustia o desespero, es porque no estás viviendo aquí-ahora, no estás viviendo tu presente. No estás consciente aquí-ahora. Estás en el futuro. Tu cuerpo está en el presente en el que todo está bien, pero tu mente te llevó al futuro, con los pensamientos, con las imaginaciones y visualizaciones, que no existen, y no se sabe si existirán.

Nadie sabe lo que pasará en el futuro, por eso no debes viajar al futuro. No puedes ver la lluvia fuerte de mañana, no puedes ver la tormenta tenebrosa de mañana. Solo puedes ver el sol radiante y agradable de hoy.

No debes preocuparte por el terremoto de mañana, solo está en tu mente; porque en tu presente aquí-ahora todo está bien, todo está tranquilo y en paz.

Cuando eres consciente de lo que estás haciendo aquí-ahora, vives tu vida en paz, sosiego, alegría y felicidad.

La conciencia y la atención plena son la antítesis del dolor humano. Dónde hay conciencia y presencia no hay sufrimiento. Estar presente es el antídoto contra el estrés, la depresión, la angustia y la ansiedad.

Nunca debes olvidar ni ignorar lo que estás haciendo con cualquiera de tus sentidos: ver, oír, olfatear, degustar, tocar.

¿No puedes poner atención plena? ¿Tu mente te gobierna y no te deja concentrarte? Pues observa tu respiración. RÍES: Respira, Inhala, Exhala, Suspira. Y al hacerlo contempla el palpitar de tu corazón lleno de vida, paz, tranquilidad, alegría y felicidad.

Para lograrlo, debes tener voluntad y determinación, debes desear hacerlo. Porque si no deseas hacerlo y no tienes firmeza volitiva para ser consciente de lo que estás haciendo, entonces seguirás viviendo de manera inconsciente y le estarías cediendo a tu mente el timón de tu vida. Tú decides. Eres tú quien decide si eres nada o lo eres todo. Tú decides si eres insignificante o majestuosa.

Es cierto que eres insignificante, pero a la vez tienes un gran valor, eres un ser maravilloso. Eres una simple gota de agua en medio de un inmenso mar. Pero eres un ser majestuoso como el océano. El mar es sal y agua. La sal está diluida en el agua del mar. El mar es inmenso y majestuoso, como tú.

Porque tú, aunque eres una simple gota de agua, también formas parte del mar. Así que no te asombres por la majestuosidad de las olas. No te dejes sorprender por el agua de las olas. Tú también eres agua, tú también eres una ola. También eres océano y mar.

Sé lo que has pasado, lo que aún sientes y sé que cada día, intentas ser la mejor persona posible, todo lo demás es secundario. Si alguna vez dudas acerca de lo que puedes lograr, por favor recuérdate que eres una buena persona y cada segundo es una nueva oportunidad que Dios te da para ser feliz no la desaproveches.

Vive los momentos difíciles, no como un castigo ni algo desafortunado sino como una oportunidad para fortalecerte y conocerte más.

Tú más que nadie sabes que nada es eterno, así que toma lo que necesites, aprende lo que pueda servirte para después y fluye con la vida. Recuerda que el miedo, la tristeza, el dolor, la rabia y la desesperanza también son parte de ella y de ti, entre más te resistas más duele, así que, dales la oportunidad y las gracias por lo que vinieron a enseñarte, luego déjalos ir.

Eres un ser humano maravilloso permítete equivocarte y caer, llora si lo necesitas y muéstrate frágil, eso es fortaleza, y no es malo; recuerda ser humilde y que exigirte perfección es arrogancia.

No te reproches jamás por las cosas del pasado, vive tu presente y si alguien hace algo que te lastima recuerda dos cosas, son humanos igual que tú, y si se equivocaron comprende, pero si lo hicieron con intención solo déjalo ir, entiende que no hay nada malo en ti, tus reacciones son solo el reflejo de situaciones del pasado que aún te abruman, suéltalas.

Agradece siempre, nada ni nadie pasa por tu vida sin tener una misión en ella, sé receptivo y mantente dispuesto a aceptarlo, suelta aquello que ya no encaja en tu vida y mantén las manos abiertas para lo que viene, pero no te aferres a lo que duele o no funciona, que ocupa el espacio de cosas mejores.

Quiérete tanto que solo permitas para ti lo mejor, rodéate de todo lo bueno, personas, momentos, lugares.

Recuerda lo infinitamente feliz que has sido cuando te muestras tal cual eres, una persona tierna, cariñosa, juguetona, amorosa, alegre, divertida, con muchas ganas de amar, amigo/a, confidente, un ser único y muy especial.

Siente mucho, ofrece mucho, da mucho, ama mucho, arriesga mucho, y siempre, siempre, siempre, amarás en mayor proporción.

Sé fiel a ti, no temas decir ‘no’ cuando así lo sientas, de cualquier forma, nunca se acaba de complacer a los demás; pero sobre todo, apasiónate por lo que haces y llena tu vida de ‘sí’; sí voy, sí quiero, sí puedo, sí lo hago, sí aprendo, sí… ¡Vivo!

Ama a los demás, sean familia, amigos, conocidos o pareja, pero sobre todo ámate a ti, sonríe, porque con la risa tu rostro se ilumina y tus ojos irradian una mirada llena de ternura.

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Autor:
Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano.
Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia
Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación.
Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

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