No es poco angustioso el número de hijos y/o estudiantes que batallan para comprender los conceptos matemáticos, quizá porque carecían de los recursos o de las herramientas necesarias, y fueron provocados a sentirse incapaces de solucionar incógnitas (álgebra), a pensar en términos de tres dimensiones en el espacio (geometría y trigonometría), a pesar cantidad de conocimientos matemáticos previos que los seres humanos ya poseemos antes de ir a la escuela.
“Si bien cuando somos pequeños, comenzamos a sumar sin darnos cuenta utilizando diferentes objetos cotidianos (por ejemplo, si tengo dos manzanas y compro tres, ¿cuántas tengo?) con el paso de los años y el estudio de las matemáticas en el colegio, algunos de nosotros comenzamos a sentir una antipatía hacia las matemáticas que ya no abandonaremos” (Yamila Papa).
Es verdad que cada paso en el camino de las matemáticas se vuelve más abstracto y complejo, y pude inducir a pensar que no se encuentra cómo salir de ese “laberinto”, y lo que pudo haber comenzado como genuina curiosidad, se desvanece con el tiempo. Y esto es un fracaso de la enseñanza. Es un fracaso de la escuela. No debemos culpar al estudiante. (cf Michael Crow, Universidad de Arizona, USA). “¿Cuál va a ser su motivación por las matemáticas si todos los días tienen que escuchar una lección que no entienden? Tienen que estar sentados durante una hora, escuchando un conocimiento que no están capacitados para asimilar porque el eslabón que lo une con lo que ya saben, simplemente, no existe. […] Este es sin duda el mejor caldo de cultivo para que las matemáticas queden unidas fuertemente a la impotencia y a la frustración. […] genera un sentimiento de inferioridad y aparece la gran falacia lógica. Si tengo el mismo profesor, voy a las mismas clases y no lo entiendo, será que “no estoy hecho para esto” incluso algo más duro y complicado de remontar: “soy un torpe” (La mente es maravillosa). Y como padres de familia y profesores (de cualquier área) nos debe precupar.
Debemos conocer a nuestros estudiantes, para saber orientarlos hacia el aprendizaje; estar al tanto de sus intereses para provocarles el deseo de descubrir. El aprendizaje de las matemáticas mantiene su mala fama en buen número de estudiantes, y continua suscitando rechazo o antipatía, ¿Por qué?, se pregunta Mayte Rius, en un artículo publicado en La Vanguardia, y encuentra algunas razones: la dificultad intrínseca, porque “el cerebro tiende siempre a la mayor economía cognitiva”; la biológica, porque la comprensión de las operaciones abstractas depende del desarrollo del lóbulo frontal del cerebro; la impulsividad de no aceptar los errores que se cometen en matemáticas; la fama de “difíciles”; los factores emocionales y las clases poco motivadoras, entre otras. Es inaplazable, por lo tanto, “la necesidad de mejorar la formación matemática de los maestros para que luego puedan transmitir bien este saber y puedan promover un aprendizaje demostrativo, basado en razonar y deducir, en lugar de un aprendizaje memorístico como se hace ahora”. ¿POR QUÉ MUCHOS ESTUDIANTES ODIAN LAS MATEMÁTICAS?
“El arte de divulgar las matemáticas consiste en buscar una forma de explicar un resultado complicado de manera intuitiva pero rigurosa de tal manera que lo que digamos sea sencillo de entender, pero a la misma vez apegado enteramente a la verdad” (Luis David García Puente, Enseñando a enseñar matemáticas).
Si para aprender Literatura no utilizamos el mismo método que utilizamos para aprender a leer y escribir, ¿por qué nos empecinamos en utilizar el mismo método para enseñar matemáticas indistintamente se trate de un niño, un adolescente o incluso un adulto?… cada uno aprende (o no), de manera diferente, e interactúa de manera diferente con su entorno; es fundamental atender al contexto en el proceso de aprendizaje (cf J. Xavier Gando), y aquí el profesor de matemáticas tiene una tarea para la cual debe estar preparado eficiente y específicamente, para no ser un “mero trasmisor de conocimientos, que al referirse a entes abstractos en la mayoría de las ocasiones, muchos de los alumnos que no hayan adquirido la suficiente madurez, no comprendan nada, es el caso de la enseñanza mecánica que se suele utilizar con las operaciones, aisladas de contexto y sin un razonamiento que les haga modificar sus códigos de aprendizaje, salvo la memoria, en cuyo caso, al ser un tema carente de significado, terminan olvidando […], tanto en su aplicación en la resolución de problemas como en su ejecución” (Blog Inclusión en el aula día a día).
“Los docentes de matemáticas solemos intentar enseñar matemáticas, cuando es lo que menos deberíamos hacer… […] las matemáticas no son una materia, son una habilidad del cerebro humano y como todas las habilidades, dependen más de la manera como las percibimos, antes que de las propias capacidades; demandan una especial y específica abstracción, por lo tanto, los docentes no enseñamos matemáticas, tratamos de enseñar a entender matemáticas”, reitera Xavier Gando, miembro de la Comunidad de Educadores para la Cultura Científica. Esta habilidad es muy necesaria para saber el instante “cuándo hay que dar información, clarificar, liderar y cuándo dejar a un estudiante luchar con una dificultad”, cómo monitorear la participación de los estudiantes en las discusiones y decidir cuándo y cómo animarlos para que participen” (Alicia Ferrándiz Quesada).
“La dificultad es que los docentes de matemáticas tradicionalmente hemos sido formados bajo un esquema rígido, verbalista y prescindiendo de la interacción de aquellas con otras disciplinas, y es casi natural que utilicemos el mismo procedimiento con las mismas limitaciones generación tras generación. Es difícil, en este contexto, transmitir la idea de que en matemáticas es más importante entender y razonar, en lugar de exigir que el estudiante sepa de memoria (temporal) qué fórmula debe utilizar ante un problema virtual predeterminado; situación que se agrava si consideramos que las matemáticas son un proceso secuencial donde lo que viene no tiene sentido si no se ha aprendido (entendido) debidamente lo anterior”. LAS MATEMÁTICAS SON DIFÍCILES: EL ESTIGMA DE LA PROFECÍA CUMPLIDA.
Por último, vale la pena estar al corriente que, hace poco se reunieron alrededor de 1.600 profesores de 16 países, para “compartir estrategias y seguir avanzando en la mejora de la enseñanza de las matemáticas”, y analizar los últimos avances de esta disciplina. Y si Usted ha llegado hasta aquí, creemos que le será muy útil conocer (sea o no nuestra especialidad), el cómo algunos especialistas tratan de explicar el porqué de las dificultades para aprender las matemáticas, en esta publicación de El País (España): ¿POR QUÉ LAS MATEMÁTICAS SIGUEN SIENDO UNA ASIGNATURA HUESO PARA LOS ESTUDIANTES?
Con las nuevas tecnologías digitales y la cantidad de información y los diversos análisis, debemos estudiar los nuevos caminos metodológicos para ayudar a nuestros estudiantes a identificar los conceptos esenciales que no entienden. “Debemos incorporar la tecnología a la educación, cómo usar la computadora, Internet como fuente de información, hasta los celulares […], porque “cuando un joven llega a la universidad y su problema es de déficit de contenido, eso se puede arreglar fácilmente. El problema grave es cuando a la falta de contenido, se le suma, que no tiene hábitos de estudio, porque los retos intelectuales a los que estuvo sometido durante la enseñanza media fueron bajos”, opina el Doctor en Matemática, Juan Eduardo Nápoles Valdés. ¿Somos conscientes del apoyo que podemos brindar en el aprendizaje de las matemáticas? ¿Cómo enseñan matemáticas en el centro educativo de su hijo y/o alumno? ¿Razonamiento o entendimiento de las matemáticas? ¿Entender y razonar, o memorizar las matemáticas? ¿Cómo ayudamos a desterrar el rechazo o antipatía a las matemáticas?
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF