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Patricia Castro Obando: El diccionario era la joya de la casa y ocupaba un lugar preferencial en la cabecera de la cama

Con ocasión de la celebración del Día del Idioma Español, la Doctora Patricia Castro Obando, con su excelencia lingüística, clara y sencilla, nos relata su experiencia familiar con el diccionario. Consideramos que la lectura (como educadores), de este artículo, nos ayudará a recordar el por qué se usaba (y todavía se usa en algunas partes) el pedir el diccionario en la lista de útiles escolares necesarios para iniciar el año académico, y el revalorizar su importancia en todo proceso educativo.

“Llamo por teléfono a mamá y lo primero que me dice es: “Tú que eres lingüista, ¿qué día es hoy?” Para mi mamá soy y seré siempre lingüista, ni periodista ni antropóloga, solamente lingüista. Quizás se deba a que fue la primera carrera que emprendí, o quizás también, a que ella fue testigo de esa relación que construí con los libros desde que empecé a leer. Yo que nunca sé en qué día vivo supuse que se estaba refiriendo al Día del Libro porque ya estamos acabando abril. Así que le respondí: “El día de los lingüistas”. Y muy contenta añadió: “Feliz Día”. Porque para mi madre el día del libro o el día del idioma es por supuesto el día de los lingüistas.

– Y qué tienen los lingüistas que nadie más tiene?

– El diccionario.

Este diccionario de 2 tomos que aparece en la foto, era la joya de la casa y ocupaba un lugar preferencial en la cabecera de la cama. Cuando preguntaba el significado de una palabra que encontraba en mis lecturas, mis padres me respondían: “vamos al diccionario”. Tiempo después descubrí que varias de esas palabras, ellos tampoco las conocían. Y allí íbamos todos juntos a consultar con las manos limpias. Papá resolvía el geniograma [entretenimiento que incluye gráficos y frases. Consiste en rellenar una celda o casillero con letras que, leídas en sentido horizontal o vertical, formen determinadas palabras cuyo significado se sugiere], y mamá prefería el pupiletras, [consiste en descubrir un número determinado de palabras enlazando estas letras de forma horizontal, vertical o diagonal y en cualquier sentido], siempre de periódicos pasados. El diccionario nunca perdió protagonismo en el hogar de un trabajador de muelle y una ama de casa. Era siempre el que tenía la última palabra. Y allí iba yo para secuestrar palabras nuevas y soltarlas en la mitad de una conversación que por supuesto nadie entendía. “Vamos al diccionario” me proponían. Y este juego de poner a mis padres en aprietos con la complicidad del diccionario me divertía tanto que lo hacía a propósito, cuando deseaba que me dejaran sola con mis libros”.

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(Foto: Facebook de Patricia Castro Obando)

“El año en que partí a China busqué los viejos diccionarios, los mandé a empastar y los traje conmigo en mi maleta. Ocupan un sitio preferencial en mi pequeña biblioteca de Beijing, entre mi colección de diccionarios de todas las especialidades que nunca he dejado de adquirir. Quizás porque me recuerdan la historia de una familia emergente que creyó a ciegas en el poder transformador de la educación. O quizás porque quiero creer que estos 2 tomos son papá y mamá que me acompañan por siempre”. #FelizDiadelLibro”

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“En poco tiempo, me volví adicta al diccionario. […] No podía creer tanta felicidad. Ya no sentía el paso del tiempo” (“No hay silencio que no termine”, Íngrid Betancourt)

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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