Guillermo Ballenato: Si los docentes están estresados, difícilmente pueden educar bien

La importancia del diálogo en la educación, el stress en el ambiente escolar, la resolución de conflictos, la motivación en la enseñanza –  aprendizaje, el despertar vocacional, sobre concursos a “mejor profesor”, el lenguaje tecnológico, el lenguaje escrito y que “Respeto, con mayúsculas, hay detrás de una buena educación, hacia los hijos y padres, hacia profesores y alumnos.
Enseñar y educar en el respeto es educar con el ejemplo”, son los temas que el licenciado en Psicología Guillermo Ballenato, toca en la entrevista publicada por EL MUNDO, y que compartimos con fines únicamente educativos – pastorales.

Ballenato es asesor psicológico y psicopedagógico y encargado actualmente de un programa de Mejora Personal y la asesoría de Técnicas de Estudio, estas tareas le permiten responder a la entrevista que Sandra Morales (Castellón – España), quien de manera muy competente e inteligente, le plantea preguntas que a lo mejor más uno de los padres de familia y profesores, nos la hemos hecho, y ahora tenemos la respuesta de un educador autorizado.

¿Cree Usted que Ballenato da una visión de la educación mucho más positiva, sencilla, humana y cercana? ¿Qué le parece si se socializa esta entrevista en una próxima reunión de padres de familia y/o profesores?

Padres y docentes estresados, difícilmente pueden educar bien

El profesor Guillermo Ballenato es licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Psicología Educativa, Psicología Clínica, Psicología Industrial y Formación. Desde 1997 es responsable del asesoramiento psicológico y psicopedagógico de la Universidad pública Carlos III de Madrid donde desarrolla el programa de Mejora Personal y la asesoría de Técnicas de Estudio.

Invitado por la Fundación Caja Castellón, esta semana ha impartido una conferencia en la capital de La Plana con la idea de acercar una visión de la educación mucho más positiva, sencilla, humana y cercana. «La gente piensa que educar es bastante complejo pero porque a lo mejor no se ha hecho una suficiente labor de prevención». «La mejora de la comunicación, en un sentido amplio de la palabra, es una verdadera herramienta de prevención», dice.

¿Qué hacen mal los padres de hoy en día para que la educación de los hijos eleve los niveles de estrés?

Padres y madres estresados difícilmente pueden educar bien, igual que un docente. Hace falta bajar ese nivel de estrés. ¿Cómo? Con preparación, evitando la ansiedad y revisando nuestra vida. Porque un padre y una madre feliz educa mucho mejor. La felicidad no es la negación ni es sufrimiento, ni la dedicación exclusiva a mis hijos, sino la dedicación también a mi propio desarrollo personal.

¿Premio o castigo, ambos o ninguno?

Soy enemigo acérrimo del castigo y tengo desmontado en todo un argumentario por qué no estoy a favor del castigo. Sólo como último recurso y aplicado en una serie de condiciones muy muy precisas, pero creo que no es necesario. Tengo dos hijas, no las he castigado nunca. Pero tampoco soy partidario del premio como premisa de ‘si haces esto, tendrás este premio’. Otra cosa es que, después de un buen resultado, pienses en una celebración como algo espontáneo al resultado, pero no como una cosa que se haya pactado antes. De igual forma con el castigo. Lo que es necesario recuperar en la educación de los hijos es la confianza: Si confías en que todos los hijos van a responder, al final responden. Darles una responsabilidad es poner confianza en ellos y confiar en que lo van a hacer bien: Y decírselo. ‘Sé que esto lo vas a hacer bien’. Los padres son los generadores de cambios en la conducta de los hijos, los generadores de autoestima, y los dadores de refuerzos, quienes realmente utilizan sus recursos de reforzar una conducta, de crear una expectativa positiva. Y en ocasiones, hasta un castigo llega a ser un premio, porque requiere atención.

El mayor premio es la atención y el mayor castigo es retirar la atención. Al castigarle por portarse mal, se le está reforzando su conducta, porque se pone en su conducta una mayor atención. Muchos padres, madres y docentes sufren el síndrome del bolígrafo rojo: ‘esto está mal, esto está mal’ ¿Y lo que está bien, qué?. Seamos generosos en alabanzas y tacaños en la crítica y que hagamos la alabanza en público y la crítica en privado. Eso es muy importante para la educación del niño.

¿Cuáles son las pautas mágicas para prevenir y gestionar los conflictos con los hijos?

Yo suelo decir que la salvación del mundo en una sociedad mejor se apoya en dos pilares: uno es la educación y otro es la comunicación. Además van juntas, educomunicación. Pensamos que sabemos comunicar pero hay un montón de latiguillos que han ido pasando de generación en generación: ‘ya te lo dije, verás cuando venga tu padre, como no apruebes…, mira a tu primo, qué bien’ Yo soy partidario de la permisividad, pero soy partidario de tratar a los niños de pequeños como si fueran adultos, ya que son personas que quieren aportar, ser tenidos en cuenta, ser escuchados.

¿Qué es comunicar bien?

Comunicar bien implica escuchar profundamente y no literalmente. Implica ser claro, pero sobre todo ser armónico, y no dañar al otro, porque si no, se corta la comunicación. Implica comunicar en positivo e implica prepararte antes de hablar: es decidir qué voy a decir, cómo lo voy a decir, cuándo lo voy a decir, a quién se lo voy a decir…Porque, de repente dices: ‘Pues te quedas una semana sin…’, y cuando lo piensas, te arrepientes del momento en el que lo dijiste. No es lo mismo un reproche o una crítica en público, que en privado. Deberíamos ser generosos en alabanzas, elogios y reconocimientos y tacaños en la crítica. Haciendo la crítica en privado y la alabanza en público.

¿Cómo se logra la motivación en cada etapa del estudiante?

Es muy importante trasmitir una visión positiva del aprendizaje, como una herramienta de libertad, un reto, un desafío y algo que se puede hacer divertido, ameno, entretenido, y no algo que requiere disciplina, abnegación, sufrimiento, esfuerzo. La cultura del esfuerzo no vende mucho, vende más la curiosidad, despertar la curiosidad. Qué mejor que conectarlo con sus áreas de interés, darle recursos y estrategias: es mucho más motivante si son miembros participativos y no meros receptores pasivos. Deberes, ya la palabra suena mal. No es que debas hacerlo, sino que deberían salir de clase diciendo: ‘eso tengo que buscarlo yo’.

¿Qué recomienda a los preuniversitarios a la hora de escoger la carrera adecuada a cada uno?

Hay que tomar la decisión con serenidad, tiempo y con recursos, y esos recursos nos los da la información desde tres vertientes: sobre mí mismo, ¿quién soy, qué capacidades tengo, qué motivaciones, intereses? Qué limitaciones también?; Segundo: la información de padres, profesores, conocidos, amigos, familiares, y uno va viendo gente cercana que trabaja en eso, los orientadores del centro, otra fuente de información, que tampoco es definitiva pero que ayudan a desmitificar lo que dicen los medios, las series de televisión, las modas. Y tercero: ver qué competencias requiere la actividad que va a hacer, qué actividades va a tener que desempeñar, las materias que va a estudiar, el futuro, la salidas profesionales, los ingresos, la nota de corte, las posibilidades que ofrece. La decisión personal sobre la carrera ha empezado ya en primero y segundo de Bachillerato, porque la nota de corte sale de ahí.

La vocación, ¿nace o se hace?, sobre todo porque parece que la crisis ha reconvertido a profesionales de otros sectores en docentes.

Trabajar en la docencia sin acabar de encontrarle el gusto y la pasión es casi un sinsentido. Parece que los tres colectivos profesionales más estresados son el personal de seguridad, el personal sanitario y el personal docente. Están de cara al público y tienen que gestionar esa interacción. Si un padre o una madre a veces no se aclaran con la educación de sus dos, tres hijos, imagínate con toda una clase. Es para premio y para nota. Los docentes vocacionales que sepan ver que su estrés puede ser fruto de sus altas expectativas: cuando más vocación tienes, más expectativas y eso choca más con la realidad y luego sueles ser los más quemados. En el sistema universitario además hay un pequeño lastre y es el énfasis que se hace de la actividad investigadora de los docentes. Se les va a valorar por sus publicaciones e investigaciones y la actividad docente queda incluso denominada como carga docente. No es una carga, lo que hay que hacer es renovar la vocación, es una de las labores más complejas, pero la inversión personal, emocional que se hace, es enorme, aunque a mí me encanta.

¿Qué opina de los concursos a Mejor Profesor y su publicidad, dejan algo positivo o fomentan la frustración entre los docentes de a pie?

Pues no sé si es un elemento de motivación. Pero creo que ha de haber una auténtica revolución silenciosa que llegue a todo el mundo. Y digo silenciosa porque creo que no hay que hacer mucho ruido y hay que dotar de herramientas, hay que trasmitir pasión por la materia, sembrar vocaciones y no segarlas, y saber que su trabajo ya está recompensado. Yo estoy premiado continuamente y todos los días, en mi actividad docente. El premio realmente nos lo dan los alumnos todos los días. Hacer mención de alguna estrategia de un docente, darle un reconocimiento, es un símbolo de un premio a todos esos docentes que en el día a día están siendo premiados por sus alumnos y alumnas en ese ejercicio vocacional.

¿Cómo ‘normalizamos’ las nuevas tecnologías en la vida cotidiana de los estudiantes?

Yo a las nuevas tecnologías no les podría freno, les pondría sentido común. Valoraría la rápida incorporación y el buen uso de las mismas por los chicos, porque gran parte del aprendizaje y de su conexión en el mundo viene por ahí, pero eso que no vaya en detrimento de competencias tan básicas como son las relaciones sociales interpersonales, el cara a cara. El saber de la inteligencia emocional implica el reconocimiento de las propias emociones y la gestión y el reconocimiento de las emociones del otro y la gestión. Eso en el lenguaje escrito es más difícil porque se pierde parte de la información. Pero la inmediatez es una ventaja. Yo creo que nosotros somos los inmigrantes digitales y ellos que son nativos digitales, por lo que tenemos que aprender de ellos, y tenemos que darles criterios para un buen uso de las mismas, ético, basado en el respeto. Respeto, con mayúsculas, hay detrás de una buena educación, hacia los hijos y padres, hacia profesores y alumnos. Enseñar y educar en el respeto es educar con el ejemplo. Existe un aforismo latino que dice: ‘la palabra enseña y el ejemplo arrastra’. Los padres, los docentes, debemos ser ejemplo de respeto, que ellos sepan lo importante que es respetar a los demás y que la comunicación, que es una competencia a desarrollar, la usen bien. Y con las nuevas tecnologías, la educación ha de adaptarse a esta evolución. Cuando un padre, una madre, ha generado esa confianza en los hijos, ya que se han sentido libres, desde pequeños. Es el ejemplo del niño que miente una vez, que todos hemos mentido alguna vez. Eso no quiere decir que sea un mentiroso ni aunque mienta 20 veces, porque la expectativa y el cartel que se le pone a uno, se le queda. Hay que darle la vuelta y decir, fíjate que energía tiene, fíjate que inquietud tiene, reconvertir en positivo.

Este contenido ha sido publicado originalmente por El Mundo (España) en la siguiente dirección: elmundo.es



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