Sobre los juicios: Experimentamos la vida como un constante resultado que debemos calificar, pues la idea es terminar lo que comenzamos. Los juicios siempre están supeditados a un resultado. Pero lo importante no es el resultado, sino el trayecto. De ahí que, un trayecto libre de juicios te muestra constantemente que no eres un resultado, eres el creador constante de cada segundo y, cuando lo recuerdas, cada segundo te muestra tu creación y a través de tu creación te muestras a ti, pero no puedes verte si te estás juzgando constantemente.
¿Qué es juzgar? Comparar a cada segundo tu creación con la creencia que sostienes de cómo debería ser tu creación. Debes vivir libre de juicios, libre de creencias, libre de la incomodidad que te gobierna. A esa incomodidad le podríamos llamar culpa. La solución: EL PERDÓN.
¿Qué es el perdón? Darte cuenta ahora que eres inocente, pues no recordabas que no eres lo que tu creencia te dijo. Listo, ahora perdónate y siente la incomodidad (culpa) sin dejar que tu mente quiera explicarla, solo siéntela hasta que llegues a un punto donde descubras que esa incomodidad tú mismo la estás provocando para satisfacer tu deseo inicial de separación, pues si quitas la culpa es inevitable que te recuerdes que eres un ser y como ser te sentirás único y unido con todo, y eso es la muerte de tu personaje.
Permítete descubrir lo enamorado que estás de tu personaje y comienza a disfrutarlo segundo a segundo. No permitas que tu mente difusa te confunda y se apodere de tu verdadero ser.
Mente difusa
Cuando contienes tu mente difusa, oscura y dudosa, emerge tu propio ser, tu verdadero yo, con el ego amordazado. Este es el primer paso para la liberación.
Solo logras paz y tranquilidad en tu vida, cuando le pones límites profundos y rigurosos a tu mente parlanchina, que es la raíz de tu sufrimiento cotidiano: pensar.
Si dejas a tu mente libre para que dude y piense lo que ella quiera, estás generando tú mismo la ansiedad, el estrés, la depresión, la angustia y la intranquilidad. Estos atributos del sufrimiento humano, son engendrados por ti mismo, por tu pensamiento. Sin dudas, pensar es sufrir.
Casi todas las crisis depresivas surgen por pensar demasiado. La mente es un enemigo grande si se la deja suelta. Cada vez que me descuido, la mente me aterroriza. Pero cuando me doy cuenta, enseguida la enfrento. No llores, no te desesperes, no te descontroles. Apenas te des cuenta de las intenciones nocivas de tu mente, respira, y deja de llorar.
Debes vivir en paz ahora mismo. Ese día esperado, es hoy mismo. No debes dejárselo al tiempo, debes lograrlo con tu despertar, con tu conciencia, con tu atención plena. Toda la vida hemos vivido con nuestro peor enemigo y no lo sabíamos: nuestra propia mente. Hizo con nosotros lo que quiso, y lo sigue haciendo todos los días. Debemos disolver la mente.
Disolver la mente, disipar los pensamientos
Casi siempre que la mente piensa algo, uno dice eso que está pensando o hace lo que está pensando. Casi siempre la mente piensa cosas nocivas. Y por eso uno dice y hace cosas que causan daño a uno mismo y/o a los demás, incluso a personas amadas. Pero la mente casi nunca piensa lo que uno siente. El verdadero ser, el verdadero yo, es lo que uno siente, no lo que uno piensa. ¿Quién piensa entonces? La mente. Y casi nunca piensa algo bueno. ¿Qué hacer entonces?
Uno no decide los pensamientos que piensa. La mente genera los pensamientos beligerantes. ¿Qué hacer entonces? ¿Dejar de pensar? Eso es imposible. ¿Y entonces qué hacemos? Debemos observar conscientemente y de manera atenta todo lo que pensamos. Cuando aplicamos la atención plena a los pensamientos de la mente, entonces podemos decidir de manera consciente qué decir y qué hacer. En ese instante las palabras y la acción no son provocadas por la mente belicosa sino por nuestro corazón, por nuestro sentimiento bondadoso y compasivo.
Debemos estar siempre conscientes y atentos a lo que la mente piensa, que no es lo mismo que el sentir de nuestro corazón. Debemos observar los pensamientos de la mente, que casi siempre son aflicciones. Para poder detenerlos, ignorarlos, bloquearlos, neutralizarlos, y hacer lo que dicta nuestro corazón, que siempre es bondad amorosa, y no lo que intenta imponer la mente, que siempre es ignominia.
¿Y cambia uno de pensamiento? No, lo disipas. Y actúas desde tu sentir, no desde tu pensar. Disuelves tus pensamientos nocivos, y actúas con bondad amorosa, emerge la compasión. Porque al disolver tu mente oscura y tenebrosa, solo queda tu verdadero yo, tu verdadero ser, que siempre es amoroso, es su esencia, su atributo. La esencia de la mente humana es la maldad, la esencia del ser humano, es la bondad amorosa.
Alguien me dice: “Cuando lloro, me entristezco todo el día”. Esto sucede porque no observas el llanto. Lloras sin observar. Y esa emoción aflictiva se apodera de todo tu espacio vital. El aquí-ahora es reducido al llanto y la tristeza. Pero en la esencia profunda de nuestro Ser, hay algo más que el llanto y la tristeza. En lo más arraigado de nuestro Ser, está el amor, la bondad, la alegría y la compasión. Si observas el llanto y la tristeza, de manera atenta y consciente, y lo disuelves, dejas de llorar en el acto, se disipa la tristeza, y emergen la Alegría y la Felicidad.
Los pensamientos son vibraciones energéticas que el cerebro interpreta, y usando su sistema de creencias lanza en forma de ideas. Esa vibración energética proviene de la configuración emocional. Cuando entrenas tu capacidad de observar tus pensamientos sin creerles, puedes conectar con la energía (emoción) que hay antes de cada pensamiento.
Si te sumerges en la sensación cómoda o incómoda que hay detrás de cada pensamiento, podrás descubrir el verdadero pensamiento que hay antes de la emoción y que proviene de la mente unida al todo, pero que la mente limitada por el poco uso que se le da a la capacidad de estar consciente, interpreta bajo el sistema de creencias que ingenuamente se sostiene sobre la idea de que existe maldad y bondad.
Antes de que existieran los humanos ya existían pensamientos. Conectar con el origen de esos pensamientos te permitirá liberarte de las limitantes opciones que ofrece tu sistema de creencias que aún cree que eres un humano que piensa. El humano que piensa que piensa, es como el que siente que siente o el que cree que cree. A veces creemos que sentimos, sentimos que creemos, pensamos que sentimos y sentimos que pensamos.
Al final, ¿qué eres antes y después de tu muerte?, ¿tendrás pensamientos en el final? No creer en tus pensamientos y prestar atención a la emoción que lo originó podría ser el camino a casa, a la paz, a la tranquilidad, al sosiego, a la Alegría y a la Felicidad. Si no quieres perderte en el camino, ponle atención tu eco.
Ponle atención a tu eco
El eco a menudo te trae conjugaciones que escuchas una y otra vez. Podía…., dice exclamando. Podía…., dice interrogando. Podía…, dice dejando en suspensivo, superlativo, antagónico, sustantivo. Más allá, aquietando el ruido, se escucha en tu interior. Puedes…, exclamando. Puedes…, interrogando; y llevando una vez hacia…, puedes…, simplemente. Y se levantan tus banderas de raíces, de hombres y mujeres que siguieron enarbolando su verdad y que te dejaron pequeñas marcas para continuar, te sientes tan insignificante-mente unido a esa vibración y tomas tu guitarra de latir y cantas la mejor melodía que sabes con la palabra ahora… Y vuelas sin miedo, libre, con tu conocimiento y las voces que existen; sólo por la verdad de tu latir que hace posible la maravilla. Esa verdad no es sólo tuya, es de todos, de todos los que siguen hasta el final, hasta saborear la vida, de segundos, de minutos, fiel a lo que amas, como bien lo ha dicho tu alma profunda que te hace ser canción.
Dejar de pensar tanto, para ser felices
Los seres humanos pensamos demasiado. Y por eso sufrimos tanto. Nuestra mente es muy parlanchina y terrorista. Genera pensamientos nocivos que nos causan mucho dolor. Para ser felices debemos dejar de pensar tanto y dedicarnos solo a sentir y vivenciar nuestro momento presente aquí-ahora, conscientes, atentos, observando nuestras emociones nocivas, porque al observar el dolor y el sufrimiento de manera consciente, estos se disuelven, desaparecen.
Para ser felices debemos configurar una mente aterrizada, enganchada con nuestro cuerpo, que no esté volando en el pasado ni en el futuro, porque ambos: pasado y futuro, generan angustia, estrés, dolor, ansiedad y sufrimiento, aunque sean experiencias positivas. Las únicas vivencias que pueden generar felicidad, son las presentes, las cuales podemos configurar con nuestra propia mente (observando nuestra respiración). La felicidad solo existe en nuestro presente mental, solo existe en nuestra mente presente: aquí-ahora, en nuestro observar, en nuestro respirar, en nuestra atención plena.
Autor: Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano. Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación. Correo electrónico: [email protected] / [email protected] |
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