Un viaje, enamorase de alguien, correr un maratón, graduarse, son experiencias inolvidables que marcan nuestra vida. Desde mediados de marzo del presente año, la vida de la mayoría de las personas ha sido diferente a lo que solía ser, la rutina se transformó y de un día a otro, muchos comercios cerraron. La manera en que interactuamos dio un vuelco de trescientos sesenta grados y gran parte de la sociedad se quedó en casa. Sería una mentira afirmar que toda esta experiencia fue mala, si la analizamos podremos ver que fue un tiempo importante para detenernos y apreciar muchas cosas de la vida. Algunas personas tuvieron la oportunidad de estar más tiempo con sus seres queridos, de convivir, ayudar en las labores del hogar, de estar unidos, ciertos padres de familia se involucraron más en el proceso de aprendizaje de sus hijos.
En el área de la educación, fue todo un suceso el impartir y recibir clases en línea, los docentes hicieron de la tecnología uno de sus aliados clave, para algunos de ellos fue más sencillo y para otros fue todo un reto, tuvieron que romper paradigmas y aprender contra reloj el uso de diferentes plataformas. Los alumnos, aunque en su mayoría están más habituados a la tecnología, ésta no la utilizan como medio de aprendizaje sino más bien como una herramienta de entretenimiento, lo que fue una gran hazaña el cambiarles la visión y que vieran a sus dispositivos como una herramienta para facilitar y potencializar el aprendizaje.
Tanto alumnos como maestros han vivido de diferente manera toda esta experiencia. Algunos desean volver a clases presenciales y olvidarse de este capítulo, lo que sería un gran error ya que todo lo vivido ha dejado grandes experiencias y ha expuesto problemáticas urgentes a resolver.
Ante la gran interrogante sobre cuáles son los cambios pedagógicos que deban implementarse en el regreso a clases, la respuesta va acorde con las necesidades y realidad de los integrantes del proceso educativo. Es imposible generalizar una respuesta, sin embargo, cada institución y cada docente saben las estrategias que deben adoptar.
No obstante, puedo afirmar que el cambio más fuerte y que todos debemos hacer es el de transformar todo aquello que impide el aprendizaje de los alumnos. Cada docente en un ejercicio de reflexión deberá analizar si su manera de impartir sus lecciones realmente garantiza la continuidad del aprendizaje. Se deben desterrar toda práctica que no abona al logro de los objetivos académicos, asimismo, es importante pensar y analizar la forma en que evaluamos y dar el verdadero valor a todo aquello que lo merece.
Está en nuestras manos decidir qué tanto aprovechamos de esta experiencia y la transformamos en cambios que le den un mejor rumbo a nuestra vida y a los de los que nos rodean.
M. Ed. Elvira Zorrero Lara, Guadalajara – México. |