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Conocer bien el cerebro nos enseña a mejorar el aprendizaje: Se necesitan clases cerebralmente amigables

Como educadores, padres o incluso como alumnos, muchas veces nos hemos preguntado cuáles son los entresijos que llevan a que el aprendizaje en determinados momentos se presente con mayor o menor dificultad: por qué unos alumnos aprenden más que otros ante los mismos contenidos y metodologías de enseñanza, por qué se retiene más o menos información, por qué nos encontramos más o menos motivados por aprender… En definitiva, lo que queremos saber es cómo se aprende.

Todos los interrogantes planteados han sido tratados en distintas teorías o modelos teóricos sobre el aprendizaje, los cuales han profundizado sobre las diferentes metodologías pedagógicas de enseñanza, la motivación, las estrategias de aprendizaje, la gestión del tiempo de estudio, los conocimientos previos que se disponen del tema, el aprendizaje significativo o el uso de las tecnologías.

Pero debemos centrarnos en la importancia del conocimiento del cerebro como órgano director esencial para que el proceso de enseñanza y aprendizaje llegue a buen término. Como dijo el psicólogo y neurocientífico canadiense Donald Hebb, “el aprendizaje es una nueva relación que se crea entre neuronas y recordar es mantener esa relación socialmente activa”.

Desconocemos los entresijos del cerebro

Fíjense el tiempo que hace que dijo esto Hebb (1950), y todavía no contemplamos en nuestros planes de estudio un apartado o materia transversal dirigida a enseñar a nuestros alumnos cuáles son las interioridades del funcionamiento de su cerebro y qué se puede hacer para sacarle el máximo provecho.

En la última década, y gracias a investigaciones en Neurociencia, hemos alcanzado un notable conocimiento sobre el cerebro. Desgraciadamente, cabe decir que estos conocimientos se han quedado más en los laboratorios que materializados de forma práctica en los planes de estudios y en las nuevas metodologías pedagógicas de las aulas, y prueba de ello es la gran cantidad de neuromitos existentes que indican cuál es nuestro desconocimiento del cerebro.

Lo que saben los profesores

Por este motivo, y con el objetivo de cuantificar cuál es el conocimiento general sobre el cerebro y la prevalencia de esos neuromitos entre el profesorado, hacemos referencia a estos estudios:

  1. El primero se titula “Neuromyths in education: Prevalence and predictors of misconceptions among teachers” y estaba dirigido a una muestra de 242 profesores de primaria y secundaria del Reino Unido y Holanda.El profesorado respondió un cuestionario de 32 preguntas elaborado ad hoc para medir la prevalencia sobre los neuromitos. Entre las preguntas formuladas encontramos estos ejemplos: ¿usamos nuestro cerebro 24 horas al día?, ¿los niños deben adquirir su lengua nativa antes de aprender una segunda? ¿si no lo hacen así nunca terminarán de dominar ninguna de las lenguas?, ¿solo usamos el 10 % de nuestro cerebro?, ¿los hemisferios derecho e izquierdo siempre trabajan juntos?Los resultados del estudio concluyeron que, en promedio, los profesores creían en el 49 % de los neuromitos, en particular los relacionados con los programas educativos comercializados. Estos hallazgos sugieren que los profesores que están entusiasmados con la posible aplicación de los hallazgos de la neurociencia en el aula tienen dificultades para distinguir la pseudociencia de los hechos científicos.
  2. El segundo estudio es el titulado Neuromyths in Education: Prevalence among Spanish Teachers and an Exploration of Cross-Cultural Variation. Los participantes del estudio fueron 284 profesores de 15 comunidades autónomas españolas, los cuales tuvieron que responder el mismo cuestionario del estudio anterior.El profesorado estaba formado por maestros de infantil, primaria y secundaria, maestros de educación vocacional y maestros que trabajaron en más de un nivel educativo. Los resultados obtenidos fueron similares a los anteriormente descritos.Los docentes no reconocieron el 49,1 % de los neuromitos en promedio. Además, el 19,6 % se etiquetaron como “no sé”. Los neuromitos más prevalentes fueron:
    • “Los entornos ricos en estímulos mejoran el cerebro de los niños en edad preescolar”, según cree el 94 % de los maestros.
    • “Las personas aprenden mejor cuando reciben información en su estilo de aprendizaje preferido”, según el 91 % de los profesores.
    • “Los ejercicios que ensayan la coordinación de las habilidades de percepción motora pueden mejorar las habilidades de alfabetización”, según cree el 82 % de los maestros.
La necesidad de formar a los docentes en Neurociencia

De las conclusiones de ambos estudios se desprenderían las necesidades de trasladar la investigación en Neurociencia a la comunidad educativa, de colaborar entre las autoridades educativas y los expertos en neurociencia, y de formar al profesorado en Neurociencia con la finalidad de que dispongan de conocimientos científicos que eviten la creencia en neuromitos. Se podrían incluir en los programas iniciales de formación del profesorado cursos de alfabetización en neurociencias.

También sería deseable crear comunidades de profesorado y de escuelas de investigación que permitan la colaboración y el diálogo entre científicos y profesionales de la educación y transferir el conocimiento científico en neurociencias a la Neuropedagogía para que tenga una repercusión directa en la práctica de la enseñanza en el aula y en la mejora del aprendizaje del alumnado.

Hasta que todas estas necesidades se vayan materializando, se podría empezar por que los educadores conocieran aspectos como el funcionamiento del sistema nervioso, anatomía y fisiología del cerebro, la plasticidad del cerebro, el funcionamiento de la atención y la memoria, la motivación, las emociones y estrategias pedagógicas para la realización de clases motivadoras en atención y significativas en adquisición de contenidos curriculares, etc.

Son muchos los artículos científicos, páginas web, blogs etc., en los que se puede encontrar e iniciar la formación en Neuroeducación, pero de entre todas destacamos la de la Asociación Educar para el Desarrollo Humano, que se ocupa de la formación al profesorado en Capacitación Docente y Neurociencias.



Se necesitan clases cerebralmente amigables

Nos encontramos en un momento de grandes cambios educativos en los que nos hemos tenido que adaptar al uso creciente de las tecnologías y, sobre todo, a la no presencialidad en el aula. En este sentido, cobra especial importancia el conocimiento del cerebro como elemento fundamental para mejorar el aprendizaje.

Cuando el profesorado pueda trasladar al alumnado el conocimiento neurocientífico y plasmarlo en las aulas, seremos capaces de crear clases cerebralmente amigables en las que los contenidos educativos tengan mayor relevancia y coherencia y al alumnado le sea más fácil recuperar la información sintiéndose más activo y emocionalmente implicado.



Plasticidad cerebral: ¿Cómo nuestro cerebro se modifica?

Gracias al avance en los estudios cerebrales, varios conceptos anteriormente descubiertos han tomado protagonismo. Uno de ellos es la plasticidad cerebral, la cual se ha encontrado como un aspecto vital en el desarrollo cerebral y en el aprendizaje debido al impacto de la modificación en el cerebro. ¿En qué consiste este concepto? Te lo contaremos todo a continuación.

¿Qué es la plasticidad cerebral?

La plasticidad cerebral es una propiedad general del sistema nervioso central. Con ella, el sistema tiene la habilidad de cambiar la funcionalidad y estructura, en respuesta a cambios o factores externos e internos.

Este proceso se presenta a lo largo de la vida, ya que ayuda a la adaptación de la persona a los cambios ambientales (Cabras, 2012).

Asimismo, existe el concepto de plasticidad cognitiva, que hace parte de la plasticidad cerebral.

Esta representa la capacidad que tiene el individuo para adquirir nuevas habilidades, especialmente relacionadas con el desarrollo de funciones cognitivas.

Teniendo un papel importante no solo en el desarrollo de las mismas, sino también, en la mejora a través de la práctica y el aprendizaje. Tomando protagonismo nuevos ambientes y conocimientos en la modificación en el cerebro.

De igual manera, encontramos la neuroplasticidad, relacionada con cambios en la reactividad del sistema nervioso por activaciones sucesivas en el mismo.

Como resultado, el tejido nervioso sufre cambios adaptativos y reorganizativos de su estado. Estos cambios se dan, tanto por aprendizaje como por adaptación a situaciones internas o externas. En este proceso, se pueden incluir actividades como la neurogénesis, apoptosis (muerte cerebral) o brotes de dendritas y axones, entre otros (Garcés-Vieira y Suárez-Escudero, 2014).

Por lo tanto, a pesar de que existen varios conceptos, todos ellos hacen parte de los procesos relacionados con la plasticidad. En la que, como explicamos antes, se observan cambios tanto dentro de la estructura de la célula como de las conexiones y funciones cerebrales.



Historia de la plasticidad cerebral

Este interesante término, a pesar de tomar protagonismo en los últimos años, se ha nombrado desde los inicios de la psicología. William James fue el primer autor que abordó el tema de plasticidad cerebral en la psicología moderna.

La relacionaba con el desarrollo de los hábitos de comportamiento y la habilitación de rutas cerebrales específicas. Teniendo un impacto importante tanto el aprendizaje como el uso repetido del mismo (Berlucchi y Buchtel, 2009).

Años más tarde, Tanzi propuso que la actividad repetitiva de una vía neuronal durante un aprendizaje específico, puede reducir la distancia entre las neuronas. Como resultado, el paso de la información se da de manera más efectiva.

Por otro lado, Ramón y Cajal habló sobre la plasticidad neural o neuronal, la cual implica cambios corticales que se asocian al aprendizaje. Asimismo, los nuevos procesos o aprendizajes promueven el crecimiento y alargamiento de axones y dendritas cerebrales.

En los años más recientes, Jacques Paillard es uno de los científicos más influyentes en este tema.

Se refiere a la plasticidad como cambios de la estructura en respuesta a una fuerza externa, siendo necesario mantenerlos cuando esta fuerza sea eliminada. Aclarando así, que el cerebro no es elástico (con la capacidad de expandirse), es plástico. Ya que, por medio de esfuerzo se cambia la estructura y dicho cambio se mantiene en el tiempo.



¿Qué implicaciones tiene la plasticidad cerebral en el aprendizaje y la intervención cognitiva?

La plasticidad cerebral es una de las herramientas que ayuda en la adquisición de capacidades cognitivas. Por lo tanto, esta tiene la facultad de moldear nuestro cerebro para que logre adquirir y mantener los nuevos aprendizajes. Pudiendo asemejarse, a los efectos del ejercicio físico. Por medio del entrenamiento y la estimulación se hacen modificaciones en nuestro cerebro, lo que completará nuestro aprendizaje.

Esto implica aspectos relevantes en la educación, ya que como se ha entendido, por medio del aprendizaje y práctica pueden mejorar las capacidades cerebrales de las personas. Teniendo así, gran importancia una adecuada y clara enseñanza de nuevos conceptos en los niños.

Además, que estos conceptos puedan aplicarlos en su vida diaria favorecería que se desarrollara una mejor plasticidad cerebral. Por ende, se mantendría en el tiempo y ayudaría en múltiples situaciones. Asimismo, tiene un gran impacto en la intervención cognitiva.

Cabras (2012) indica que este proceso tiene un sistema organizado y previamente constituido para manipular y alterar el comportamiento objetivo.

En este caso, se pretende entrenar para lograr comportamientos adecuados, tomando aquí importancia la plasticidad cerebral.



¿Cuáles son las ventajas?

Estimular el aprendizaje y, por ende, estimular la plasticidad cerebral ha mostrado ventajas para las personas.

Se ha encontrado que a mayor diversidad y número de conexiones corticales, aumenta la capacidad para aprender y generar nuevas soluciones a problemas que se pueden presentar en la cotidianidad.

Otra de las ventajas de la plasticidad cerebral, es la capacidad para aprender y personalizar los conocimientos. De esta manera, se puede construir el pensamiento y enfrentar todos los retos que se puedan presentar.

En este caso, el aumentar la capacidad cerebral y las conexiones entre neuronas, ayuda a que se mejore la capacidad para entender las cosas. Asimismo, se puede acceder con más facilidad a diferentes herramientas o conceptos aprendidos previamente (Mercado, 2008).



Conclusión

A modo de conclusión, se puede indicar que la plasticidad cerebral es la capacidad del cerebro para modificar su estructura y función dependiendo de las necesidades. El aprendizaje y la estimulación son fundamentales para que se desarrolle este proceso. Por lo tanto, es un aspecto que se debe estudiar y tener en cuenta en ámbitos tanto educativos como de la salud.

El desarrollar mejor esta capacidad cerebral, nos da herramientas para enfrentar de mejor manera los desafíos que se nos presentan diariamente.

Por lo tanto, es importante recalcar la importancia que tiene la estimulación del cerebro en todas las etapas de nuestra vida para la modificación de este. Un aspecto que no solo ayudará a mejorar nuestras capacidades, servirá de soporte para posibles afectaciones en nuestro futuro.

Este contenido ha sido publicado originalmente por theconversation.com y inspire-edu.tech 



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