El respeto abarca todas las áreas de nuestra vida, e incluye: el respeto hacia nosotros mismos, respeto hacia todas las personas independientemente de su condición, respeto a los padres, a los profesores, a los mayores, respeto hacia las leyes y normas sociales y a las personas que velan por su cumplimiento, respeto hacia los bienes de la comunidad, y respeto por la vida, la naturaleza y los animales.
El respeto consiste en admirar a alguien porque esa persona posee habilidades extraordinarias, pero también en ser comprensivo hacia necesidades que no son las nuestras. ¿Y quiénes podrían enseñarlo mejor que los padres? El sentimiento de respeto debe venir de adentro y no se puede obligar a nadie a respetar. De igual modo, no podemos enseñar respeto al ser irrespetuosos con nuestros hijos.
Gracias al respeto y al reconocimiento mutuo de derechos cultivamos relaciones sanas y enriquecedoras, que son la base de una convivencia amable y pacífica.
Aquí hay 6 cosas que puedes hacer para que los niños te escuchen y te respeten, como padre.
1. Mantén la calma y no reacciones de forma exagerada
“Gritar y sólo gritar funciona con niños que no escuchan”, ¿verdad? Este es definitivamente el mensaje equivocado.
Sí, a menudo se dan situaciones en las que los niños realmente hacen cosas escandalosas o irrespetuosas, pero podría deberse a que no conocen qué es lo correcto a esa edad o confunden el sentido de lo que implica portarse bien. Ahí es donde nosotros, los padres, venimos a enseñarles. Pero, ¿cómo podemos enseñar a los niños a ser respetuosos mediante la actitud opuesta?
Para enseñar respeto, primero debemos mantener la calma y el control. Identifica si se trata de una verdadera situación de “falta de respeto”, de un malentendido o simplemente de que el niño no ha aprendido la respuesta adecuada en dicha situación.
2. Concéntrate en enseñar alternativas para resolver problemas
Cuando realmente un niño falta al respeto con palabras, debemos prestar atención a la circunstancia en lugar de decirle: “¡Estás siendo irrespetuoso!” Pregúntale a tu hijo por qué actúa de tal manera.
Pero, ¿cuál es la intención de un niño al comportarse así? Los niños suelen replicar o contestar groseramente porque están enojados. Alguien, y generalmente habrás sido tú, pudo haberlo lastimado. Entonces, por instinto, buscarán hacer daño para reparar el recibido.
Por lo general, no hay intención maliciosa aquí, porque los niños (y los adultos) no pueden pensar con claridad al estar enojados. Simplemente, y por reflejo, quieren luchar para protegerse y, en este caso, usan palabras hirientes para hacerlo.
Al nombrar y describir las emociones de tu hijo, lo ayudarás a comprender de dónde viene su enojo, le enseñarás vocabulario para expresar sus emociones y le darás herramientas para resolver problemas. También le mostrarás que en situaciones de conflicto, aún puedes mantener la calma y la cabeza despejada y responder con respeto.
El desacuerdo puede tener lugar sin que seamos irrespetuosos. Esta resulta una solución mucho mejor que gritar: “¿Cómo te atreves?”, que sólo aborda las propias necesidades de los padres en su afán por sentirse respetados.
3. Modela cómo ser respetuoso al respetar primero a los hijos
¿Qué mejor manera de enseñar un comportamiento que modelar el comportamiento que deseas enseñar? Muéstrales a tus hijos a respetar al hacerlo tú mismo. Dales el trato que asimismo le das a otros adultos. Por ejemplo, respeta sus preferencias.
Resultan un tanto ridículos los padres que quieren tener un control completo sobre el comportamiento y las preferencias de sus hijos. La mayoría de nosotros no somos tan extremos, pero aún podemos ser algo estrictos en cuestiones de preferencia. Pero si quieres que tu hijo te respete, comienza por respetar sus elecciones.
Toda persona tiene derecho a pensar de forma independiente y a que le gusten cosas diferentes. Cuando se aceptan las diferencias de los niños, ellos se sienten escuchados. Ven de primera mano cómo tratar a otros que sostienen opiniones distintas. Aprenden que deben respetar a las personas a pesar de las diferencias. Comprensión y tolerancia especialmente importante al llegar la adolescencia.
4. Usar una disciplina amable y firme para enseñar, no castigar
La disciplina implica enseñar o entrenar, no castigar. No tienes que ser punitivo. De hecho, los estudios han demostrado que la disciplina positiva es mucho más efectiva y duradera que cualquier estrategia punitiva.
Si disciplinamos por medio del uso de un tono amenazante o severo cuando nuestros hijos han hecho algo mal, les estaremos mostrando cómo ser crueles y duros con quienes han cometido errores.
Ser duro o usar un castigo punitivo no patentará lo que es el respeto. Pero la disciplina positiva no conlleva lo mismo que ser blando o permisivo. Uno puede mantener firmeza y amabilidad al mismo tiempo a la hora de disciplinar. Establecer límites firmes y apegarse a ellos son las claves para llevar a cabo una disciplina exitosa.
5. Da respeto para ganártelo
La crianza de los hijos es uno de los trabajos más difíciles del mundo. Los padres emplean mucho esfuerzo, tiempo y dinero para cuidar a sus pequeños. Toda su vida cambia y comienza a girar en torno de los hijos desde el momento en que nacen. Es natural que esperemos que los niños respeten a los padres.
Pero los niños pequeños no entienden todo esto. Y para ser justos, debemos reconocer que nosotros mismos decidimos asumir responsabilidades. El respeto no puede exigirse. Sólo puede ser ganado. ¡Entonces, hay que ganárselo! Dale a tu hijo razones para que te muestre respeto convirtiéndote en modelo a seguir. Modela un comportamiento deseable, como ser respetuoso con todos, incluidos los hijos.
6. Discúlpate cuando cometas errores
Un adulto maduro y respetuoso acepta su responsabilidad y se disculpa al cometer errores. Disculparte con tu hijo no menoscabará tu autoridad como padre. Por el contrario, estarás reforzando tu autoridad y credibilidad. Estarás demostrando integridad y generando confianza en tu hijo.
Tratar a los niños sin respeto los hará perder su respeto por nosotros. Esto podrá forzar un cumplimiento temporal de su parte, lo que podría asemejarse al respeto, pero sin serlo.
“¿Quién dice que la crianza es fácil?”, con tal pensamiento, respira profundamente y ofrece respeto para obtenerlo de vuelta y además inculcárselo a tus hijos. ¿Acaso esto no rebosa de sentido común?
Respeto: propuestas prácticas para niños de 6 a 12 años
Además de las actividades sugeridas para niños menores de 6 años, puedes utilizar las siguientes ideas para fomentar el respeto. Recuerda también que la empatía y las habilidades de comunicación serán buenas aliadas en el desarrollo de este valor.
1. El respeto en el día a día
En estas edades no hay mejor forma de que nuestros hijos aprendan el valor del respeto, que practicándolo en su vida diaria. ¿Cómo? Podéis hablar con ellos sobre los comportamientos que son respetuosos y explicarles la importancia de que los pongan en práctica, recodándoles que ser respetuosos nos ayuda a convivir mejor y a vivir más seguros y más alegres.
Por ejemplo:
- Hablamos con amabilidad a los demás. Pedimos las cosas por favor y agradecemos. Saludamos y nos despedimos.
- No insultamos, pegamos ni despreciamos a nadie.
- Pedimos disculpas cuando hemos hecho daño a alguien.
- Tratamos bien a todos nuestros compañeros, sin hacer diferencias.
- Invitamos a jugar a un compañero nuevo que no tiene amigos.
- Pedimos permiso para usar las cosas de otros.
- No nos quedamos con lo que no es nuestro. Devolvemos lo que nos han prestado.
- Somos atentos con nuestros abuelos y les ayudamos.
- Seguimos las normas de la clase, escuchamos al profesor y levantamos la mano para hablar.
- Si alguien se cae o se hace daño (un compañero, mi hermano…), no nos reímos. Le preguntamos si están bien y le ayudamos si lo necesita.
- Tiramos los desechos a la papelera. Si no encontramos una papelera, nos los guardamos hasta poder tirarlos.
- Cuidamos nuestros materiales y los de los demás: libros, lápices, juguetes, ropa, etc. Los mantenemos en buen estado para que duren mucho tiempo. ✓ Tratamos a las plantas y animales con cuidado.
2. Jugando a representar situaciones
Este es otro juego para ayudar a tus hijos a comprender el punto de vista del otro, ponerse en su lugar y desarrollar sus habilidades sociales. Consiste en ponerse en el lugar de otras personas haciendo una representación de distintas situaciones de la vida cotidiana donde cada uno representará distintos personajes. Es importante que penséis cómo es la persona a la que vais a representar, y qué creéis que estará pensando y sintiendo.
Podéis preparar distintas actuaciones según la edad de vuestro hijo y las 36 situaciones que se den en casa. Una misma situación se puede representar varias veces, cambiando los roles y haciendo distintos papeles. Algunas situaciones posibles son:
- Mi padre riñe a mi hermano y yo me río de él.
- Mi madre está hablando por teléfono. Mi padre está cocinando. Yo me aburro, llamo con frecuencia a mi padre y le pido que juego conmigo. Interrumpo la conversación de mi madre muchas veces para que me haga caso.
- Mi madre me saluda con un beso delante de mis amigos y le digo que es una pesada y que se vaya.
Al terminar, reflexionad sobre cómo se habrá sentido cada personaje y sobre lo qué podéis hacer en el futuro para manejar esa situación con respeto y consideración hacia el otro. Por último, podéis representar de nuevo las situaciones, pero escenificando y ensayando las conductas alternativas que habéis pensado.
3. Conocer la diversidad
Dale oportunidades a tu hijo para que conozca a personas “diferentes” a él, por ejemplo, niños de otros países y culturas, o niños con diversidad funcional. Déjale jugar con ellos o apúntale a un campamento en el que haya diversidad. Un ejemplo de este tipo de actividades, es el campus WOB de baloncesto, que tiene una iniciativa con el título “diversidad el en deporte”. Puedes encontrarlo en este enlace.
Viajar es también otra valiosa manera de que tu hijo conozca la diversidad cultural y aprenda que existen diferentes costumbres y formas de vivir según el lugar en el que hayamos nacido.
4. Cuidado de la naturaleza y de nuestro entorno
Aprender a respetar el medio ambiente es también un ejercicio de respeto, y le aportará un valor añadido a la educación de vuestros hijos. Por otro lado, se sentirán útiles y necesarios, entendiendo que las pequeñas acciones de cuidado y respeto del entorno son muy valiosas. Os presentamos un listado de ideas que pueden formar parte de esta educación en respeto medioambiental:
- Cuidar el medio ambiente es también repararlo y limpiarlo. La limpieza y recogida de entornos naturales ayudará a vuestros hijos a concienciarse sobre la importancia de mantener limpio el entorno en el que viven plantas y animales.
- Aprender qué materiales son biodegradables y cuáles no.
- Cuidar una planta o un huerto, con ayuda de un adulto. Les permitirá conocer el proceso de crecimiento de una planta, responsabilizarse de ella y aprender a cuidarla (observarla, regarla, abonarla, etc.).
- Tener experiencias familiares en la naturaleza. Relacionarse directamente con el medio natural y tener experiencias positivas en este (pasear por la montaña, jugar con la tierra, bañarse en un río, etc.) ayudará a tus hijos a tomar conciencia de cuidar y respetar el entorno, manteniéndolo limpio.
Participar en actividades que acerquen a los niños a la naturaleza. Muchas asociaciones, y a veces los ayuntamientos, realizan eventos para concienciar sobre el cuidado del medio ambiente y el respeto por los animales y la naturaleza, (plantar árboles, recogidas colectivas de basura, senderismo en familia, ferias y eventos solidarios…). Mira este ejemplo de voluntariado para “niños que leen cuentos a los gatos”. Puedes leer la noticia en este enlace.
Podéis informaros sobre los eventos que se realizan en el lugar en que vivís, y apuntaros en familia.
5. Lectura de cuentos para promover el respeto
Hemos seleccionado tres cuentos para niños a partir de los 6 años que podéis leer con vuestros hijos e invitarles a reflexionar sobre los valores que aparecen.
Cuento 1: “Otra cosa”. (enlace) Su temática ayuda a comprender cómo se sienten los demás cuando son rechazados, a desarrollar el respeto y la tolerancia hacia las diferencias y entender que nos pueden enriquecer. Tras la lectura del cuento, podéis plantear preguntas y reflexionar en familia sobre ellas.
Cuento 2: “El cazo de Lorenzo”. (enlace) Trata sobre cómo ayudar a nuestros hijos a identificar dificultades personales o aspectos de sí mismos “menos positivos”. Encontrar el lado positivo a sus dificultades o “defectos”. Desarrollar la confianza en sí mismos. Respetar las diferencias y características personales de los demás. Tras leer el cuento, reflexionad sobre lo que supone el cazo para Lorenzo. Planteaos también si todos tenemos un cazo que arrastramos como lastre. ¿Cuál es nuestro “cazo”? Pensad en formas de serviros él, en vez de avergonzaros. Por último, puedes proponer a tu hijo que dibuje su cazo en un papel como hace Lorenzo, lo decore y hable sobre él.
Cuento 3: “El jardín natural”. (enlace) Útil para enseñar a nuestros hijos que el equilibrio que existe en la naturaleza puede romperse fácilmente y antes de actuar sobre los espacios naturales debemos pensar bien lo que vamos a hacer.
6. Juegos de mesa
Como indicábamos en otro apartado de la guía, los juegos de mesa son una excelente opción para pasar un rato divertido en familia, entrenar habilidades y practicar el respeto jugando. Os recomendamos estos seis juegos educativos para niños de 6 años a 12 años:
- El Perruco (enlace) para reconocer las emociones básicas.
- La máquina del tiempo de Ekilikua (enlace) para aprender a trabajar en equipo.
- La superclase: Misión ¡Salvar el mundo! de Ekilikua (enlace) para aprender trabajo en equipo, respeto, diversidad y no violencia.
- La isla de los piratas de HABA (enlace) .
- Story cubes (dados de historias) de Asmodee (enlace) para trabajar la escucha, colaboración y creatividad.
- El juego de los Totems (enlace) para el fomento de los valores en familia.
Este contenido ha sido publicado originalmente por ECA y Eduquemos en familia
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ACTIVIDADES PARA FOMENTAR LOS VALORES DE RESPETO Y TOLERANCIA EN NIÑOS