El sistema educativo tradicional y actual precisa de un cambio de modelo que vaya en consonancia con la evolución de la sociedad en que nos encontramos, cada vez más abierta, dinámica y plural. En muchos casos se habla de una educación actual en crisis donde el canal de comunicación unidireccional y piramidal de profesor hacía el alumno y el objetivo simplificado de aprobar y sacar buenas notas bloquea la progresión natural de las habilidades y capacidades reales del alumno. Potenciar el talento individual es la solución para el futuro y la manera más óptima de preparar a los alumnos como personas capaces de desenvolverse en su etapa adulta y, a la vez, contribuir como ciudadanos al avance global y comunitario en sus diferentes ámbitos.
Las diferentes propuestas de metodologías de aprendizaje tienen un denominador común; la creatividad y el desarrollo personal. La atención y observación de las capacidades personales de cada alumno es el camino a seguir para formar a seres resolutivos y competentes. En esa línea existen varias estrategias pedagógicas que aplican estas máximas en la formación del individuo desde edades tempranas.
Por supuesto, la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, de la que ya os hemos hablado en alguna ocasión, y que marca una serie de inteligencias para distinguir los puntos fuertes de cada alumno de entre todas ellas. O el aprendizaje significativo, por el cual los alumnos cambian su rol pasivo, transformándose en sujetos activos y participativos en su propio proceso educativo. Ambos modelos buscan la separación de lo meramente académico y estandarizado. En esa línea también podemos encontrar el denominado aprendizaje basado en el pensamiento, el cual sustituye la memorización de conceptos por dominar las destrezas del pensamiento y la reflexión.
Conozcamos un poco más sobre esta teoría educativa.
¿Qué es el Thinking-Based Learning?
Robert Swartz, doctor en Filosofía por la Universidad de Harvard fue el gran impulsor de esta técnica pedagógica, relativamente joven (data de los años 80), conocida como Thinking Based Learning, TBL o “Aprendizaje basada en el pensamiento”. Junto al investigador educativo David Perkins, y la educadora y divulgadora Sandra Parks, desarrolló en una serie de publicaciones este sistema que, desafía el modelo educativo tradicional de aprendizaje por repetición y modifica las labores docentes, que pasan de ser simplemente comunicativas a promotoras de las destrezas del pensamiento entre los alumnos.
Robert Swartz: Los exámenes prueban la memoria y no la inteligencia
Esta metodología de carácter activo (y motivador) busca el desarrollo de habilidades particulares del alumno, entre ellas, el pensamiento propio, la capacidad de comunicar, el razonamiento, la escucha activa, la toma de decisiones y la metacognición.
El ejemplo más claro que Swartz apuntaba para explicar su modelo educativo era el de la enseñanza del cuerpo humano. Se puede enseñar en el aula el cuerpo humano y las diferentes partes en que está formado, pero de nada servirá si no se anima al alumno a razonar para qué sirve cada parte y, qué pasaría si alguna de ellas no existiese. En ese sentido, Swartz remarcaba que de la reflexión y el razonamiento salía el verdadero aprendizaje. Interiorizar y llegar a conclusiones propias sobre la información del cuerpo humano y encontrar el sentido a su razón de ser, conllevará un mejor aprendizaje frente a la simple memorización de sus partes.
Los 9 principios básicos del TBL
Según Swartz y Perkins, el Thinking-Based Learning debe estructurarse en nueve principios básicos;
- Por qué mejorar el pensamiento. Cómo hacerlo
- Los organizadores del pensamiento; es decir, aquellas guías escritas o gráficas que nos ayudan a tener más claros nuestros pensamientos.
- La infusión con el currículum académico; trabajando el uso de los organizadores del pensamiento
- Atención a las habilidades, procesos y disposiciones; como el pensamiento creativo, deductivo, etc.
- La importancia de ser explícitos; a través de la discusión, la reflexión o los organizadores del pensamiento.
- Atención a la metacognición; pensar sobre nuestros pensamientos.
- Transferencia del aprendizaje; aprender algo en un contexto determinado y aplicarlo en otro diferente.
- Construir un programa infusionado; atender al desarrollo de destrezas del pensamiento conforme al contenido curricular.
- Necesidad de Desarrollo Continuo del Personal; hacer entender que pensar no es algo rápido como pueda parecer y sí un proceso de aprendizaje y crecimiento personal continuo.
Claves del aprendizaje basado en el pensamiento
La metacognición
La metacognición es, en resumidas cuentas, pensar acerca del pensamiento. Reflexionar sobre lo reflexionado. Cuando se trabaja un conocimiento en el aula bajo el método del Thinking Based Learning es importante dedicar un tiempo a razonar cuál ha sido nuestro pensamiento, si nos ha ayudado a aprender, si lo volveríamos a pensar de la misma manera en sucesivas ocasiones. Trabajar nuestra metacognición significará que manejamos la organización de conocimientos, que relacionamos mejor los contenidos aprendidos (entre sí y respecto de los que ya habíamos adquirido previamente) y, por tanto, nuestra memoria. Frente al aprendizaje superficial, la metacognición ayuda a integrar conceptos y a generar conclusiones propias.
El pensamiento crítico
En un mundo donde las fake news proliferan, donde la abundancia de noticias y fuentes de información es cada vez mayor, el fomento del pensamiento crítico entre las nuevas generaciones de alumnos se antoja todavía más importante. El pensamiento crítico es la habilidad del ser humano para analizar y evaluar la información de la que dispone respecto de un tema concreto de manera que pueda identificar su validez y generar su propia opinión al respecto. Ese punto medio entre la credulidad y el escepticismo, permite al individuo crear una identidad particular. Poner en práctica dentro del aula técnicas como el aprendizaje basado en proyectos para que los alumnos investiguen y reflexionen, los debates con los cuales se aprende a elaborar juicios (y a respetar opiniones ajenas), el planteamiento de problemas para su resolución o, la exposición de preguntas abiertas, permiten potenciar esta capacidad entre el alumnado.
Exploración del contexto
En ocasiones el aprendizaje nace del estudio del entorno, de explorar y observar lo que nos rodea e interpretarlo. Los conocimientos que acaban perdurando en la persona son aquellos que se experimentan en primera persona. Más sólidos que aquellos que se basan únicamente en la enseñanza teórica, cuya retención es menor y su olvido conforme al paso del tiempo más probable.
Es importante que el docente anime al alumno a que sea participativo y a que esté despierto a todo lo que ocurre a su alrededor. De esa capacidad de atención y de la reflexión e interiorización posterior de lo que el individuo ve, resulta el aprendizaje.
Razonamiento y toma de decisiones
Todos sabemos pensar pero, a la vez, todos debemos aprender a pensar. El pensamiento es eficaz es aquel que nos brinda conclusiones, que da sentido a lo que pasa por nuestra mente, el que implica un aprendizaje. Para ello es necesario considerar todas las opciones posibles alrededor de un conocimiento, tema o cuestión. Saber ordenarlas, clasificarlas, compararlas y razonarlas a fin de lograr una toma de decisiones basada en nuestra propia experiencia y conocimientos previos.
Comunicación
De la interacción y/o comunicación entre personas también puede surgir el aprendizaje. Incorporar al aula el trabajo cooperativo, el juego de roles o los debates o conversaciones sobre un tema concreto permitirá fomentar la comunicación y, con ella, adquirir habilidades de expresión, escucha activa, empatía y respeto. Es necesario también aprender que nuestros pensamientos son únicos y que pueden no coincidir con el de otras personas con las que entablamos comunicación. En ese aspecto, estar abierto a otras opiniones para extraer aquella información válida de ellas o para reafirmarnos en la nuestra desde el respeto, es también sinónimo de aprendizaje.
Escucha activa
Para comprender hay que querer escuchar. El pensamiento eficaz es un objetivo claro y definido de esta metodología. Para lograrlo hay que construir hábitos de la mente y entre ellos se encuentra la escucha activa. Escuchar prestando atención e interés, favoreciendo la comprensión y desde la empatía, beneficiará a la generación de la reflexión y el pensamiento, motivará a formularnos preguntas y a plantear problemas, a pensar de manera independiente y, a adquirir una postura positiva hacia el aprendizaje.
Ayuda docente: Manual del Aprendizaje Basado en el Pensamiento con destreza
Ventajas de esta estrategia de aprendizaje
El método Thinking-Based Learning mejora la capacidad cognitiva superior del alumno frente a la básica. Es decir, el pensamiento frente a la memoria. Favorece las destrezas o habilidades de resolución de problemas que serán de enorme utilidad en su aplicación en el día a día. Esa resolución de problemas asociada a materias curriculares, ofrecerá recursos muy valiosos para la vida cotidiana. Potencia la creatividad del alumno. Evita errores de pensamiento como pensamientos apresurados o precipitados, pensamientos que no consideran los diferentes puntos de vista existentes o estrechez de miras. Pensamientos vagos y ambiguos o pensamientos desorganizados.
A fin de lograr todas las ventajas del método de aprendizaje basado en el pensamiento en el alumnado, es importante que las escuelas integren estas estrategias en su modelo educativo, entendiendo que la nueva sociedad reclama una cultura del pensamiento en todos sus ciudadanos para alcanzar un futuro más global, justo y sensato respecto de sus necesidades.
¿De qué se compone el Aprendizaje Basado en el Pensamiento?
El ABP está formado por:
- Destrezas de pensamiento. Emplear procedimientos reflexivos específicos y apropiados para un ejercicio de pensamiento determinado.
- Hábitos de la mente. Conducir estos procedimientos para dar lugar a conductas de reflexión amplias y productivas relacionadas con el hecho de pensar.
- Metacognición. Realizar estas dos cosas basándonos en la valoración que hacemos de lo que se nos pide y en nuestro plan para llevarlo a cabo.
Existen dos modalidades de esta metodología: una basada en las destrezas y la otra en las rutinas de pensamiento. A continuación te explicamos brevemente cómo funcionan cada una de ellas.
Destrezas
Las destrezas de pensamiento se pueden transferir y aplicar a nuevas situaciones, tanto curriculares como en la vida cotidiana, pues acaba formando parte de la manera habitual de pensar y organizar la información de quien las practica.
El docente debe favorecer que ese aprendizaje permanente que el alumnado necesita para desarrollar las capacidades necesarias con el fin de generar de manera continua posibles soluciones según las vaya necesitando. Por tanto, se destaca la importancia de enseñar estrategias cognitivas que permitan al conocimiento y control, lo cual nos indica que parece deseable que los componentes de metacognición sean objeto implícito en la enseñanza.
A través de diferentes actividades es posible potenciar en el alumnado una destreza específica, por ejemplo: relacionar las partes con el todo de un concepto o tomar decisiones a partir de una información que recibimos.
Entrenar el músculo del hábito
Para conseguir el aprendizaje basado en el pensamiento eficaz, tenemos que plantearlo teniendo en cuenta los hábitos de la mente. Algo que podemos leer en el libro ‘Aprendizaje basado en el pensamiento’.
Un ejemplo que nos parece interesante se basa en la teoría de los expertos Arthur Costa y Bena Kallick. Estos especialistas recomiendan que los alumnos potencien una serie de hábitos fundamentales relacionados con la actitud, el pensamiento y técnicas de estudio:
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- Persistir
- Manejar la impulsividad
- Escuchar con comprensión y empatía
- Crear e innovar
- Imaginar
- Responder con asombro y sorpresa
- Tomar riesgos responsables
- Desarrollar el sentido del humor
- Pensar de manera interdependiente
- Estar abierto al aprendizaje continuo
- Estimular la metacognición (pensar sobre el pensamiento)
- Ser precisos
- Cuestionar y plantear problemas
- Aplicar el conocimiento del pasado a una nueva situación
- Pensar y comunicarse con claridad y precisión
- Recopilar datos a través de los distintos sentidos
La práctica de estas aptitudes es perfecta para potenciar y mejorar habilidades como el pensamiento crítico y creativo, la organización y el trabajo en equipo y la inteligencia emocional en nuestros alumnos/as.
Rutinas de pensamiento
Son instrumentos que podemos ir utilizando en las aulas y que ayudan a crear movimientos concretos en el pensamiento. Así conseguimos que cada alumno, tanto de forma individual como colectiva, trabaje los pensamientos, el razonamiento y las reflexiones.
Entonces, a través de distintas rutinas trabajaremos distintos tipos de pensamiento:
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- Generar ideas, ya sean posibilidades alternativas como aprender a crear metáforas.
- Ayudar a clarificar ideas, a través del análisis de las mismas y uso de argumentos
- Sabrán evaluar sus ideas a través de diferente información e inferencias
- Con el tiempo y mucho trabajo, llegarán a tomar decisiones y resolver problemas con un pensamiento mucho más acertado.
El pensamiento crítico de Robert Swartz – Aprendizaje basado en el pensamiento
¿Por qué vale la pena incorporar el TBL en nuestras clases?
A través del Thinking Based Learning las alumnas y los alumnos aprenden a relacionarse con su entorno de otra manera. Tienen una mirada más crítica y tratan de analizar e interpretar todo lo que les rodea de un modo más profundo, teniendo en cuenta diferentes puntos de vista.
Esta metodología da la oportunidad al alumnado de aprender de un modo diferente. Les ayuda a desarrollar sus conocimientos de forma práctica. Así, logramos un aprendizaje que perdura más en la memoria del estudiante. Por otra parte, se evitan formulaciones demasiado teóricas y abstractas, que frecuentemente se convierten en poco interesantes o directamente desmotivadoras para una buena parte de nuestra clase.
Con esta metodología, los alumnos/as aprenden la verdadera importancia que tienen las decisiones que van tomando a lo largo de su vida. La idea es que tengan muy claro que dichas decisiones deben abordarse desde el razonamiento y la reflexión.
Otra metodología activa muy utilizada y con la misma filosofía es el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), donde todas las acciones del alumnado están enfocadas en una misma dirección: desarrollar un producto final.
La comunicación y el feedback con compañeros y profesores es una de las constantes de este tipo de proyectos, mediante los cuales los alumnos toman conciencia de la importancia y los mecanismos del trabajo en equipo y el esfuerzo colectivo.
Este contenido ha sido publicado originalmente por APPF en la siguiente dirección: appf.edu.es
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