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[Ernesto González] Al “ritmo” de las máscaras

Un poco para parafrasear – con relación al título del artículo – el llamado Baile de las máscaras (o bal masqué), éste constituía (característica de la temporada de Carnaval Siglo XV, festividades que solían desarrollarse al aire libre, celebrando bodas y otros eventos dinásticos de la vida de corte medieval tardía) – un evento en el cual los participantes asistían disfrazado utilizando para ello una máscara, también llamado “mascarada”, como una forma de entretenimiento cortesano festivo.
Bailes utilizados como un juego entre los invitados, donde los enmascarados se vestían supuestamente para no ser identificables, constituyendo un juego ser descubierto quien se encontraba detrás de la misma.

Si nos trasladamos a tiempos actuales, siglo XXI, en el rango del 2020 hasta la actualidad, pudiéramos analizar una cierta similitud, de lo que surgió en el siglo XV, trasladándonos a un mundo en el cual predominan otro tipo de máscara – como medida de seguridad, entre otras ante el Covid-19 -, de aquí la masividad mundial de su uso[1].

Esta problemática en cuanto a las mascarillas, de su uso y reúso dada las nuevas olas con el surgimiento de nuevas variantes, nos ha dificultado el ser escuchado – terrible para docentes y estudiantes, el poder comunicarse entre sí -, a lo que se suma la aparición como “daños colaterales” en el rostro, de lesiones en la parte cubierta como son: la rosácea[2], el enrojecimiento, la irritación y el picor – en especial entre personas con la piel sensible, dermatitis atópica o seborreica –

Por otra parte, la identificación de personas se ve limitada – hecho que me recuerda a la frase de William Shakespeare[3], “Ser o no ser, esa es la cuestión” -, ya que solo en el mejor de los casos podemos apreciar los ojos de las misma, cuyo resto del rostro se observa “agobiado” de gorras, turbantes, sombreros y otros medios “anti-covid”, quedándote con la duda si es o no es conocida, con el riesgo de que más tarde revisas algún mensaje o chat, donde la persona te tilde que no quisiste saludarla, causando un desagravio.

Sin embargo – la ciencia avanza, superando a lo dicho por Hamlet – y es que, estudios realizados por científicos[4] han demostrado que cuando miramos a una persona el cerebro humano se fija primero en sus ojos a la hora de reconocer una cara, donde detrás de este hecho puede haber escondidas razones más bien prácticas que románticas; siguiéndole la forma de la boca y de la nariz, pero que en este caso se encuentran obstaculizadas.

Es más, les recuerdo que la mirada constituye un medio de comunicación no verbal y mucho mejor si empleas la llamada “de caramelo”, donde te permite fijar los mensajes – similar cuando sacas el dulce de tu boca, que lo sacas pegándolo al papel donde provenía, y posteriormente recuperarlo, observando que permanece pegado a él y que te cuesta arrancarlo de su base–, es decir útil para concentrar la atención y provocar el recuerdo.

Por lo visto con todo lo antes descrito, no hay justificación alguna para no saludar – aunque dudes, por un momento – de quien se encuentra tras una máscara, ya que quedarás bien o en el mejor de los casos tendrás una nueva amistad.

[1] Se han visto afectados hasta diciembre 2021, un total de 193 países.

[2] Afección común de la piel que causa rubor o enrojecimiento y vasos sanguíneos visibles en la cara. Además, puede producir pequeños bultos llenos de pus. Estos signos y síntomas pueden aparecer durante semanas o meses y luego desaparecer por un tiempo

[3] Ser o no ser… es la primera línea de un soliloquio de la obra Hamlet (escrita alrededor de 1600); William Shakespeare (1564 – 1616), considerado uno de los más importantes dramaturgos de la literatura universal.

[4] Estudio teórico que Matthias S. Keil, investigador del departamento de Psicología Básica de la Universidad de Barcelona (UB), ha publicado en la revista en internet PLoS Computational Biology.

NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, no se hace responsable de las opiniones expresadas, y no promociona ningún producto, servicio, marca o empresa. Sugerimos a nuestros lectores conocer la identidad de la fuente o de su autor o autores, para tener mayores elementos de juicio y la pertinencia a su realidad educativa.


Autor:
Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba.
Experiencia laboral:
Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco.
Correo electrónico:
[email protected]
Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto

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