Si tienes que hacer una planeación didáctica, has llegado al lugar indicado porque aquí te contaremos cómo hacerla, cuáles son sus elementos y qué formato debe adoptar. Quédate y entérate de todo.
Una planeación didáctica en todo curso académico es fundamental que, antes de que empiecen las clases, el docente piense cómo va a ser el transcurso del año. Para ello, deberá proponer los objetivos a alcanzar, las estrategias y contenidos a impartir, la metodología de evaluación, entre otras cosas.
Todos estos aspectos y más se tienen en cuenta durante la planeación didáctica, proceso mediante el cual se elabora el programa docente y se determina (aproximadamente) cómo irá progresando el curso.
Para esto, el docente toma decisiones con respecto a los contenidos educativos que impartirá, transformándolos en actividades específicas y concretas, con el objetivo de transmitir el conocimiento a sus alumnos.
Para una mayor comprensión, veamos ahora algunas de las características de este proceso.
¿Cómo se hace una planeación educativa?
Para hacer una planeación didáctica se elabora un programa en el que se incorporan todos los conocimientos que se quieren transmitir. También se tienen en cuenta los objetivos, las características de los alumnos y los contenidos que se vieron en formaciones anteriores.
En función de esto, durante el proceso se describen por escrito, de manera clara y específica, todas las actividades que se desarrollarán a lo largo del curso. Además, se deben indicar las estrategias que se aplicarán para lograr los objetivos y la forma cómo se evaluará el resultado.
Aunque se pretende aplicar estos programas en su forma original a lo largo del curso, están sujetos a cambios. Es decir, en función de lo que ocurra en el transcurso del año, se pueden incorporar nuevos contenidos. Esto se debe a que pueden suceder cosas que cambien el contexto y la realidad particular.
Dicho esto, debemos destacar tres elementos claves propios de una programación didáctica. Conócelos a continuación.
Elementos de la planeación didáctica
Aquí describiremos detalladamente los elementos imprescindibles que componen una planeación didáctica.
1. Contenidos y objetivos
Los objetivos son las metas que se pretenden alcanzar al finalizar el proceso educativo. En otras palabras, aquello que el alumnado debe haber aprendido por medio de experiencias de enseñanza-aprendizaje, planificadas previamente.
Estos deben estar explicitados en el programa por escrito, redactados en infinitivo y de manera específica. A modo de ejemplo podemos citar: “Aprender a reconocer los diferentes accidentes geográficos, sus características, el motivo de su origen y cómo diferenciarlos”.
Por otro lado, los contenidos son el conjunto de conceptos, habilidades, destrezas, procedimientos y actitudes que servirán para alcanzar los objetivos propuestos.
2. Tareas y actividades
Las actividades didácticas se configuran como la parte práctica del curso académico. Son acciones que se planifican con el objetivo de que los estudiantes asimilen los conocimientos impartidos en el aula.
3. Evaluación del resultado
La evaluación del aprendizaje es fundamental para medir hasta qué punto el alumnado ha logrado asimilar los conocimientos desarrollados en clase. Se debe describir qué se evaluará, cómo y en qué momento.
Los elementos básicos y fundamentales que debemos considerar al realizar una planeación son los siguientes:
¿Qué enseñar?
Se refiere a los ejes, temas y contenidos que marca el programa de estudio oficial.
¿Para qué?
Se especifica según los propósitos, competencias y los aprendizajes esperados.
¿Cómo?
Qué métodos, técnicas y/o actividades son las más apropiadas para lograr mis metas y los aprendizajes esperados.
¿Cuándo?
Aquí corresponde decidir según el grado de complejidad de contenidos y temas, y tomando en cuenta el contexto y características de los alumnos, las frecuencias, las sesiones o el tiempo que destinaremos.
¿Con qué?
Se refiere a los recursos, a los materiales con los que contamos para abordar el tema; textos, periódicos, imágenes, videos, mapas, internet, equipo de cómputo, equipo de audio, reproductores de sonido, etc.
¿Qué evaluar?
Las actividades, lista de cotejo, rúbricas o evidencias que permitan verificar el logro alcanzado.
Muy bien, lo siguiente será contarte qué formato debe adoptar una planeación didáctica.
Formato de la planeación didáctica
En función de los elementos de la planeación didáctica que vimos en el punto anterior, aquí desarrollaremos el formato en el cual debe plasmarse el contenido.
Establecer de los contenidos
Este es el primer paso y hacerlo de manera consciente es la forma de asegurarse de que el contenido sea adecuado para el alumnado. Para este proceso es necesario seguir dos fases. La primera se enfocará al aprendizaje de conceptos y teorías, y en la segunda se trabajará para aprender a hacer.
Investigar las necesidades del alumnado
Para decidir qué contenido se va a impartir, primeramente, se deben contemplar las necesidades del alumnado. En este sentido, el docente debe detectar si los conocimientos previos necesarios han sido correctamente asimilados. Asimismo, debe preguntar qué tienen ganas de aprender. De esta manera, se deberá determinar qué enseñanzas vale la pena impartir.
Definir metas y objetivos
En este punto se establecen las metas y el objetivo final de las clases. Es muy importante tener en cuenta el tiempo estimado para cumplirlos y, a medida que se desarrolle la planeación didáctica, determinar si está en sintonía con ellas.
Dotar la planeación didáctica de flexibilidad
No siempre se podrá cumplir al pie de la letra con la planeación didáctica, dado que puede ocurrir todo tipo de imprevistos durante el transcurso del año. Es por este motivo que la metodología debe estar preparada para alteraciones, siendo lo ideal dejar espacios entre contenidos poder incluir nuevos temas en caso de que sea necesario.
También puede ser necesario hacer cambios en función de las solicitudes del alumnado. En la medida que sus sugerencias sean justas y fundamentadas, el docente debe estar preparado para incorporar cambios en el programa, adaptados a estas demandas y que no supongan un alejamiento exagerado de los objetivos iniciales.
Proceso de evaluación
Son diferentes las formas con las que se puede evaluar a los alumnos, cada una depende de la materia que se esté impartiendo o del contenido visto. Durante la planeación didáctica, y a modo provisional, se deben establecer fechas de evaluación, ya sean exámenes, entregas de trabajos o actividades alternativas, en función de la situación.
Muy bien, hemos llegado al final y esperamos haber aclarado todas tus dudas sobre la planeación didáctica, sus elementos y el formato a adoptar. Pero, si tienes problemas para plasmar todo esto en un documento, podemos ayudarte. Sigue leyendo y entérate cómo.
Preguntas obvias: ¿Qué, quién, cuándo y cómo evaluar?
Habría otra cuestión que no se incluye porque se supone que el protagonista de la evaluación está en el centro de la acción pedagógica y se le tiene presente desde el inicio de la planificación y diseño pedagógicos. Se trataría de ¿a quién evaluar? Será obvio resaltar que no sería lo mismo evaluar a unos estudiantes que a otros, según nivel, índole del curso o asignatura, perfil medio del estudiante, etc.
1. ¿Qué deberíamos evaluar?
No nos deberemos limitar a evaluar lo que suele ser más habitual, los conocimientos. Propongo que en las distintas fases del proceso evaluador nos preocupemos por recoger información de los diversos ámbitos del saber, del saber hacer y del saber comportarse y relacionarse humanos. Así sugiero, de acuerdo con la planificación formulada, valorar objetivos de los siguientes ámbitos y los contenidos referidos a los mismos, que siempre estarán, en cantidad y calidad, en función de las características y nivel del curso. Así, con un enfoque orientado a competencias se debería abarcar la evaluación de:
- Conocimientos, comprensión, aplicación, análisis, síntesis, valoración y creación de principios, hechos y leyes.
- Competencias y habilidades, procedimientos y normas técnicas.
- Actitudes, valores y normas, personales y sociales.
Y si nos centrásemos en el dominio cognoscitivo, existen recientes entradas en este Blog sobre las categorías que pueden conformar este dominio que englobaría el saber y el saber hacer: recordar, comprender, analizar, aplicar, evaluar y crear. Lamentablemente nos hemos venido quedando, como ha sido recurrente en tantas realidades educativas, con el recordar, memorizar, conocer…, y poco más. Es decir, con la evaluación de contenidos, prescindiendo de valorar los logros de competencias generales, específicas y transversales.
Por otra parte, esas competencias deberían valorarse en todas las evidencias que pudiera dejar el itinerario formativo, esencialmente en las diferentes actividades y tareas que ha de realizar el estudiante a nivel individual o grupal para el logro de competencias y objetivos.
2. ¿Quién debe evaluar?
No es fácil aceptar que pueda ser una sola persona la responsable única de la evaluación del rendimiento académico de un estudiante, y menos en formatos no presenciales. Para responder a esta cuestión habría de considerarse:
- Al responsable del diseño de las competencias, objetivos y contenidos del curso. De ahí ha de partir la evaluación.
- Pero persona distinta puede decidir sobre el nivel de exigencia que ha de imprimirse a un determinado curso o asignatura, o sobre los objetivos mínimos necesarios que se supone pueden dar respuesta al logro de competencias.
- Si ya se marcaron las competencias, los objetivos, contenidos y el nivel mínimo de exigencia, la misma persona u otra distinta habrá de decidir, elaborando o dando las directrices para ello, sobre las pruebas concretas que habrán de proponerse a los estudiantes, tanto al nivel de autoevaluación como de heteroevaluación, coevaluación, etc., presenciales o a distancia.
- La misma u otra persona se hará cargo de todos o de cada uno de los siguientes procesos: corrección, calificación, juicio y toma de decisiones respecto a las pruebas a que ha sido sometido el destinatario del curso.
- ¿Quién y de qué manera informará a los estudiantes sobre el resultado de la evaluación?
- Incluso conviene conocer quién hará uso de los datos globales de la evaluación y qué decisiones se podrán adoptar al respecto, a nivel individual, de curso, de institución…, o a nivel de las diferentes administraciones educativas.
3. ¿Cómo podemos evaluar?
Muchas de las decisiones que a este respecto habrán de adoptarse, deberán ser previas al desarrollo del curso o materia. Decisiones que inciden en las propias posibilidades y medios con que cuenta el centro responsable de impartir el curso, o la institución o empresa en la que lo van a seguir. Así, caben todas estas posibilidades: evaluación sumativa – formativa, evaluación cuantitativa – cualitativa, evaluación normativa – criterial – personalizada, autoevaluación – heteroevaluación – coevaluación.
Me referiré a estas tipologías en la entrada al blog de mañana.
4. ¿Cuándo debe evaluarse?
- Se sugiere la realización de una evaluación inicial o diagnóstica al comienzo del curso que nos ofrecerá una radiografía de cada estudiante concreto y de la situación del grupo, si es que todos iniciaron el curso a la vez, en el caso de empresas o instituciones. Con estos datos se conocerán las lagunas, posibilidades y limitaciones de cada estudiante con el fin de que se pueda personalizar la orientación o ayuda y, en su caso, nos cercioraremos de la dificultad de que alguno inicie el curso al no poseer las competencias mínimas requeridas para el uso adecuado de los correspondientes materiales de trabajo. Habría que recomendarle(s) los refuerzos necesarios de nivelación.
- A lo largo del curso, se hace precisa la evaluación del proceso o evaluación continua del trabajo que se realiza. De esta manera la realimentación es constante y la evaluación es realmente formativa.
- Se hace precisa, por fin, una evaluación final, que debería ser consecuencia lógica de la evaluación continua y sistemática que se ha venido realizando. No es aconsejable llevarla a cabo descontextualizada de la participación del estudiante, de los trabajos y pruebas que ha ido realizando a lo largo del proceso de aprendizaje.
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