Jonatan Molina Torres, Doctor en Psicología por la Universidad Miguel Hernández de Elche y experto en Terapia Psicológica con Niños y Adolescentes, fue invitado como ponente a las «Jornadas de buenas prácticas en infantil y primaria: metodologías, convivencia y creatividad» organizadas por CEFIRE Elda. Estuvo acompañado por unos 60 docentes de Educación Infantil y Primaria con los que compartió algunas ideas relativas a la detección de problemas de salud mental desde el contexto escolar.
Los docentes generalmente reconocen falta de conocimientos acerca de salud mental infantil y la mayoría admite que necesitaría formación para saber detectar a aquellos estudiantes en riesgo y poder derivarlos a un recurso especializado. Lo cierto es que esta formación es cada vez más necesaria si tenemos en cuenta que 1 de cada 5 niños en edad escolar experimenta un problema de salud mental, aunque solo 1 de cada 8 tiene un diagnóstico.
Esta cifra refleja la importancia de un problema que tiene en la escuela un espacio idóneo para una identificación precoz ya que el colegio es a veces el único contexto positivo en el que está vinculado el niño, sobre todo aquellos con un entorno familiar desestructurado. Los profesores pueden ser excelentes evaluadores a la hora de identificar manifestaciones sintomáticas de problemas de salud mental en sus alumnos ya que 1) Pasan mucho tiempo con los niños 2) Disponen de un amplio grupo de comparación (la clase) para poder determinar si el comportamiento que exhibe el niño es normal o no y 3) Poseen un amplio conocimiento sobre psicología del desarrollo lo que les permite contextualizar las conductas de los niños en base a lo esperable para su edad cronológica.
La Conselleria de Sanitat de la Comunitat Valenciana, consciente del importante papel del profesorado en este tema, está creando marcos normativos que permitan una mejor detección e intervención de distintos problemas de salud mental infanto-juvenil en los centros educativos. El resultado de estos esfuerzos fue la publicación de la resolución del 11 de diciembre de 2017 (2017/11874) recoge el Protocolo de detección y atención precoz del alumnado que puede presentar un trastorno mental (disponible haciendo click aquí) cuyo objetivo es mejorar la coordinación entre centros educativos, Atención Primaria y Unidad de Salud Mental Infantil y Adolescente (USMIA) para establecer un procedimiento de atención al alumnado desde el primer momento en el que se detecta una sospecha de problema. Este protocolo establece como primer eslabón de la cadena al profesor que es el que realiza la primera detección en el aula, tal y como se pued observar a continuación:
¿Pero cómo va a realizar esta labor si no tiene los conocimientos acerca de qué indicadores pueden ser síntoma de un problema de salud mental subyacente? Durante la ponencia pregunté a los asistentes qué problemas de salud mental infanto-juvenil conocían. ¿La respuesta? TDAH y TEA, dos trastornos del neurodesarrollo pero que representan solo una parte de las muchas patologías que pueden sufrir los niños a nivel psicológico. En esta imagen aparecen algunas de las clasificaciones más frecuentemente diagnosticadas en población infantil:
No detectar correctamente este tipo de problemas no solo tiene efectos negativos en los propios niños afectados. La pérdida de tiempo de instrucción producto de la atención excesiva que requieren los niños con este problema dificulta el correcto desarrollo de las clases así como genera en el profesorado emociones negativas como frustración, hastío y estrés. Esta situación tiene efecto en cómo el profesor interacciona con el alumno, generando unas expectativas negativas del profesor hacia el niño que pueden derivar, efectivamente, en un peor rendimiento del alumno. Esto se conoce como «profecía autocumplida» y se refiere al efecto que tienen las propias expectativas negativas en el comportamiento de los demás, siendo dichas expectativas realmente la causa del comportamiento negativo. Además de al profesor, los problemas de socialización que generan los problemas de salud mental infantil tienen también un efecto negativo en la dinámica de clase y entre el resto de compañeros.
Lo que está claro es que la salud mental es un tema que adquiere mucho protagonismo en los centros educativos y por tanto se deben poner los mecanismos para que la intervención en este contexto sea lo más eficaz posible. Para ello es necesaria una mayor formación docente acerca de la detección de problemas de salud mental en las distintas etapas escolares, además de enfoque preventivo que pasa por intervenciones basadas en la educación emocional y la promoción de la salud. La tutoría debe ser una herramienta imprescindible para que el docente pueda trabajar cuestiones que deriven en una mejor salud mental de sus alumnos. Por suerte, existen programas protocolizados en español muy accesibles y que además han demostrado su eficacia en mejorar ciertas variables psicológicas en los niños. Dos ejemplos: Programa Fortius y Programa JUEGO, ambos publicados en Editorial Pirámide.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Tejedor de Historias en la siguiente dirección: tejedordehistorias.wordpress.com
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