Un niño que tiene problemas y que va atrasado en la escuela no es un niño feliz. Los niños que tienen trastornos del aprendizaje, o problemas de atención que hacen que el aprendizaje sea inusualmente difícil, a menudo sufren durante varios años antes de que sus padres y maestros se den cuenta de que hay algo que se interpone en su camino.
Una vez que se identifican los desafíos de aprendizaje de un niño, puede ser bueno para él tener un terapeuta educativo con quien trabajar en el desarrollo de las habilidades que le faltan, así como en el diseño de estrategias de aprendizaje que se basen en sus fortalezas y compensen sus debilidades.
Un terapeuta educativo es un profesional capacitado para comprender los desafíos de aprendizaje de un niño, y los patrones y las conductas que ha desarrollado para solucionar, o enmascarar, sus deficiencias. Algunos de esos comportamientos (evasión, portarse mal, incluso hacer berrinches) pueden ser interpretados de manera incorrecta por padres y maestros como oposición o impulsividad.
Cómo ayudar al niño de manera integral
Los terapeutas educativos (ET, por sus siglas en inglés) cuentan con una serie de antecedentes profesionales, desde educación especial y terapia del habla y el lenguaje hasta psicología. Pero todos se enfocan en el niño en su conjunto, es decir, en los factores emocionales y cognitivos que intervienen en el éxito del aprendizaje.
Cuando la terapeuta educacional Ruth Lee trabaja, por ejemplo, con niños que tienen dislexia, lo que sucede generalmente es que se han quedado atrás en relación con sus compañeros en cuanto a habilidades de lectura, y a menudo se sienten desanimados y ansiosos hasta cierto punto con respecto al aprendizaje en general.
Durante los dos primeros años de escuela, muchos niños condislexia ocultan con éxito el hecho de que no están aprendiendo a decodificar o pronunciar las palabras como hacen otros niños. Pueden seguir más o menos el ritmo, al memorizar las palabras y escuchar con más atención al maestro. Pero en el tercer o cuarto grado a menudo se topan con una pared, porque la cantidad de lectura y el número de palabras nuevas que se espera que sean capaces de decodificar aumenta exponencialmente. “En los tres primeros grados —señala Lee— decimos que los niños están aprendiendo a leer. Para el cuarto grado necesitan estar leyendo para aprender”.
Su trabajo es reforzar las habilidades de lectura de un niño y su frágil autoconfianza. Para el trabajo de lectura, Lee, que es una instructora capacitada del Sistema de Lectura Wilson, regresa al punto donde el estudiante tuvo dificultades y desde ahí avanza. “Tienes que empezar donde el niño pueda tener éxito”, señala. Para desarrollar las habilidades de decodificación utiliza lo que llama instrucción multisensorial. “Eso significa escuchar el sonido de la letra, decirla, repetirla, visualizarla en la cabeza, escribirla en el cielo con grandes movimientos de mano, de forma kinestésica, y luego escribirla en pequeño, usando los músculos de la motricidad fina. A veces hacemos que los niños escriban con crema de afeitar o crema batida, o que dibujen las letras en arena o barro, para experimentar esa textura”. No trabaja con los niños en sus tareas, sino en habilidades que pueden aplicar a sus tareas.
Comprender las causas
Además de la dislexia y otros trastornos del aprendizaje, muchos niños necesitan ayuda para organizar el trabajo que deben hacer, utilizando lo que se denomina funciones ejecutivas, para visualizar, planificar y llevar un proyecto hasta su finalización. Los terapeutas educativos ayudan con estrategias para comenzar, memorizar información y desarrollar nuevas habilidades.
“Una de las mayores dificultades que enfrentan casi todos los niños que veo es que no saben cómo pensar en la manera de hacer el trabajo de forma organizada”, dice Matthew Cruger, PhD, director del Learning and Development Center del Child Mind Institute. “No tienen una estrategia o un plan para hacerlo, una idea de las habilidades que tienen que aplicar”.
Sin ese modo de pensar, señala el Dr. Cruger, los niños experimentan mucha frustración cuando se acercan a las tareas. “No ven que las tareas tienen un propósito, que la razón por la que resuelven estos problemas, por ejemplo, es para poder dominar una nueva habilidad, o reforzar lo que han aprendido en clase. A veces las tareas no se traducen explícitamente de esa manera para los niños”.
Uno de los papeles del terapeuta educativo es ayudar a los niños a entender por qué hacen lo que hacen, cuál es la razón. “Los niños con problemas de atención, en particular, son muy pragmáticos en cuanto al esfuerzo que deben poner en las cosas. Pensamos en ello como ‘neuroeconomía’: ahorran su energía para cosas que están seguros de que darán resultado”.
Por eso es tan importante que un terapeuta educativo ayude a los niños a alcanzar algunos logros. “Cuando los niños se esfuerzan en algo, esperan un resultado, y si no lo ven, es doblemente frustrante”, dice el Dr. Cruger. “Ellos pensarán: ‘¿Ya viste?, no fue buena idea intentarlo’”.
Terminar con la postergación
A menudo el trabajo de un terapeuta educativo implica ayudar a los niños a desarrollar una rutina para empezar a hacer la tarea, para ponerse en marcha, por así decirlo, sin desperdiciar demasiada energía emocional. “A veces un padre me dice: ‘Simplemente no quiere intentarlo’”, señala el Dr. Cruger. “Si hablo con el niño, él me dirá: ‘Estoy acostado pensando, pero simplemente no puedo empezar’. Tenemos que averiguar qué es lo que se interpone en el camino de eso”.
“Usted quiere que aprendan a ser independientes y autónomos”, señala Lee.
Cómo construir una relación positiva
Encontrar un terapeuta educativo para trabajar con su hijo depende de sus necesidades particulares, pero también de su personalidad. La primera cosa que el terapeuta educativo necesita hacer es construir una relación positiva con el niño. “Tiene que superar los sentimientos negativos que se han acumulado en torno al aprendizaje. Los niños tienen que sentirse seguros y cómodos para aprender, especialmente cuando les pides que expongan lo que no pueden hacer”.
Un buen terapeuta usará mucho refuerzo positivo. “Cuando hacen algo grande, lo aprovechas al máximo”, dice Lee. “Cuando se equivocan, lo minimizas. Necesitas mostrarles que cometer errores es parte del aprendizaje”.
El Dr. Cruger agrega que si bien diferentes niños responderán a diferentes tipos de especialistas, la personalidad importa mucho: “Una persona que es clara, no juzga, anima y que es capaz de usar el humor será más efectiva para muchos niños, especialmente para aquellos que se han desmoralizado con respecto al aprendizaje”.
Por supuesto, el terapeuta también necesita ser bastante firme, añade. “No podemos dejar que un niño utilice el tiempo de forma ineficiente”, señala. “Si pasa mucho tiempo divagando, sería una sentencia de muerte no solamente para la terapia, sino también para aprender cómo abordar el trabajo escolar de manera eficaz”.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Child Mind Institute en la siguiente dirección: childmind.org | Auotr: Caroline Miller