Resulta común que, tras una semana ardua de trabajo, todos esperemos que llegue el fin de semana “como agua de mayo” para descansar y atender los pormenores tanto domésticos, como familiares, además de descansar, dormir la mañana para uno, para otros, darle lectura a un libro, en fin, cambiar la rutina del trabajo, donde nos pasamos la mayor parte de nuestras vidas.
Inclusive nos contentamos, cuando en el calendario cae algún día “encajonado”, cruzando los dedos porque el Estado, lo de a cuenta de vacaciones, o ya vienen las fechas festivas de… y a descansar ¡Ahhhhhhh, que agradable! La problemática es cuando se nos acaba el domingo y esa noche hay quienes piensan “¿por que el lunes, llega tan “pronto?”, ¡ohhhh, de nuevo al trabajo!, expresiones que nos dan señales (¿humorísticas o serias?) que comienza una nueva semana y el tiempo de descanso simplemente no alcanzó.
Cuenta la historia que el lunes es el segundo día de la semana en el calendario gregoriano, mientras que es el primer día de la semana laboral, según el estándar ISO 8601. El nombre “lunes” proviene del latín Dies Lunae, o día de la Luna.
¿Calendario Gregoriano? Debe su nombre al Papa Gregorio XIII (año 1582, siglo XVI), el cual reunió un grupo de expertos que, después de cinco años de estudios, implanta el calendario que actualmente tenemos en vigor en la sociedad occidental, realizando las siguientes reformas al calendario juliano: Se corrigió la duración del año solar, estableciéndose en 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos; se hizo empezar el año el 1 de enero; los años seculares se convirtieron en bisiestos sólo si resultaban divisibles por 400, calendario que fue inmediatamente adoptado en todos los países católicos.
Hay quienes llaman (y no son pocos) al viernes “sábado chiquito”, como señal ¿o alarma? que comienza el descanso, sin la necesidad que suene el gong de la campana. ¿Tiene dudas? Al parecer y compruébelo usted mismo, los centros de diversión (bares, restaurantes, cines, discotecas) suelen llenarse mucho más que los días sábados, inclusive para muestra un botón: grupos de compañeros y compañeras de trabajo que con el uniforme de la empresa, no hacen “escala” en la casa y ahí ustedes los aprecian dando su buena movidita “al esqueleto” o entre cerveza y cerveza, boquitas van, boquitas vienen, contándose los pormenores de lo “bueno y lo malo” de lo acaecido durante la semana, en el trabajo (¡increíble!, apresurados por salir del trabajo e inconscientemente retornan a el)
¿Qué sucede el lunes en la mañana? Al llegar – algunos con pereza, tras la despertada temprana – suelen bostezar antes de dar los buenos días, una vez que arriban a la oficina, como evidencia de poco descanso producto que la farra, juerga, parranda, y que sencillamente no alcanzaron las pocas horas de descanso, que nos proporciona el fin de semana.
No dudo que algunos busquen a mitad de mañana del lunes donde tomar una deliciosa sopa (aunque la temperatura ronde los 34 – 36oC, algo así como ir en contra de la gravedad), de modo tal que permita “borrar” (por lo visto la sopa mágicamente sustituye la Sal de Andrews) los vestigios de la noche de anoche. Por cierto, ¿pertenece usted a este grupo?
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Autor: Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba. Experiencia laboral: Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco. Correo electrónico: [email protected] Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto |
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